Dedico el presente trabajo a la memoria de mi padre Nelson Isidoro Rocha
SUMARIO: 1. Introducción: orígenes de la Revolución de los Farrapos – 2. En “La Blanqueada” – 3. El comando revolucionario – 4. Crónicas del “Castillense” y “El País” – 5. Los pertrechos bélicos y el potrero “Los Aguaíses” – 6. El paraje “Los indios” y un baqueano – 7. Encuentro con la milicia oriental – 8. Por los pagos de Gervasio – 9. El grupo se desbanda – 10. Consecuencias del episodio.
1. Introducción: los orígenes de la Revolución de los “Farrapos”
El 20 de setiembre de 1835, en la provincia de San Pedro de Río Grande del Sur, da comienzo la revolución separatista conocida como la guerra de los “Farrapos” o Revolución “Farroupilha” — de los harapientos—, así denominados despectivamente por la monarquía brasileña.
La población riograndense dio un amplio apoyo a la revolución por sus ideas libertarias, progresistas y republicano-federales. Esta gobernó el estado de Río Grande del Sur por una década. Durante este período se proclamó la república; su primer presidente fue Bento Gonçalves da Silva —hacendado con el perfil de un caudillo rioplatense— y la esencia de su ser estuvo sustentada por los gaúchos riograndenses

Caló en ellos el ideario artiguista, en particular el Reglamento de 1815, y es dable recordar que gran parte del actual estado de Río Grande del Sur formó parte de la Banda Oriental – Rivera reconquistó en 1828 el territorio de las Misiones que incluía a Río Grande del Sur – y no estuvo ajena a la defensa de los límites territoriales coloniales de España en su litigio con Portugal, cuando las fronteras se perdían en la nebulosa de las delimitaciones casi intangibles y sus pobladores sostenían los mismos hábitos de los orientales, como la vestimenta, el mate, eran diestros con el lazo y en los campos de batalla luchaban al mismo estilo de Artigas: el entrevero de las montoneras, los ataques a lanza y sable, cargando de sorpresa, desapareciendo y rehaciendo el ataque.
Otro testimonio en el que los riograndenses se identifican con Artigas:
[…] el 6 de noviembre [de 1836] se instala en forma solemne en la villa de Piratini el «Congreso Nacional» de la nueva República, que dispone el aparato exterior de un estado soberano: bandera (oro y verde, atravesada en diagonal por la franja punzó de Artigas), escudo, constitución, representantes diplomáticos, etc. 1
Sin embargo, no hay consenso en cuanto al significado simbólico de los colores de la bandera sur-riograndense: existen diversas teorías que involucran aspectos políticos e históricos, inclusive se referencia la influencia de los imperios portugués y español. El actual diseño sin el escudo de armas fue usado como bandera oficial de la revolución Farroupilha.
En 1832 se genera la idea de federar a Río Grande del Sur con las repúblicas del Plata. Para ello existe un contacto entre el general Juan Antonio Lavalleja y el presidente de la nueva república, Bento Gonçalves. A través del héroe de los Treinta y Tres Orientales, se establece una comunicación con Juan Manuel de Rosas para que este apoye a los insurrectos, con el fin de consolidar la independencia de Río Grande del Sur del Imperio del Brasil.
Inspirados en la independencia de Uruguay, generan conjunciones de mutuos intereses, que incluyen además a las provincias independientes de Santa Fe y Corrientes. Diversos actores se suman a favor de estos episodios: a los ya nombrados en párrafos anteriores debemos agregar a Giuseppe Garibaldi, Fructuoso Rivera y Juan Lavalle, entre otros. A pesar de los contoneos de intereses sutilmente buscados por algunos de los aliados rioplatenses, el 11 de setiembre de 1836 se declara la República Independiente de Río Grande, dentro del contexto de la revolución Farroupilha, que se desarrolla desde el 20 de setiembre de 1835 hasta el 1 de marzo de 1845.
Francisco Saravia (o Saraiva) Caneda, conocido como “Chico” — padre de Aparicio, Antonio Floricio (Chiquito), Basilicio y Gumersindo Saravia, entre otros de sus numerosos hijos— participó a sus diecisiete años en las huestes farroupilhas. Finalizada la sublevación riograndense, se dedicó a la cría de ganado vacuno y caballar, cruzando la frontera de un lado a otro, indistintamente.
Pasan numerosos incidentes independentistas, páginas de separatismos hasta arribar al siglo xx. Precisamente en 1923, se enciende nuevamente el espíritu “farrapo” con diversos sucesos hasta la firma de la paz conocida como el Pacto de Piedras Altas; pero quedan brasas encendidas y cubiertas por cenizas de un breve tiempo, de donde resurge avivado por el espíritu guerrillero del riograndense en 1925. Es aquí, en este tiempo que Rocha entra en la historia —breve, pero historia al fin— de los sucesos independentistas de los hermanos brasileños del sur. En su idiosincrasia perdu-ran testimonios de que en su alma e identidad está el “farrapo” presente.
He aquí las crónicas del territorio rochense rescatadas a la historia oral —memoria colectiva— y a los registros documentales.
2. En “La Blanqueada”
Es el año 1925, y los hechos se desencadenan en una antigua estancia de la región de Castillos.
El establecimiento rural — que aún existe — es “La Blanqueada” y el origen de él se remonta al año 1860 como regalo de bodas a Antonia Correa, de tan solo trece años de edad, quien contrajo matrimonio con Isaías Correa — nieto del comendador Juan Justino Correa — por imposición de sus padres y en contra de su voluntad.
Esta estancia es el centro de diversas historias tejidas a lo largo de su extensa vida. Cuentan que, en 1925, un comando revolucionario del Partido Liberal del estado de Río Grande del Sur estuvo acantonado por muy poco tiempo en “La Blanqueada”, donde recibió un importante armamento proveniente de Montevideo.

En 1925 no existía lo que hoy es el “Camino de los Indios” (Ruta Nacional No. 16): se accedía a esta región por el camino a las Sierras y luego por el de la Cañada Grande, tras abrir un sinnúmero de porteras, atravesando palmares y sierras, salvando escollos —bañados, arroyos, cañadas— para llegar a la estancia “La Blanqueada”.
“Apenas se habían apagado las llamas de la Revolución del 23 [se refiere al año 1923]con la firma del Pacto de Piedras Altas con que se puso fin al continuismo de [Antônio] Borges de Medeiros, es que, descontentos debido a la forma de cómo se dio el desenlace de la lucha, algunos procuraron rearticularse para una campaña de armas. Era la disposición pura y simple del viejo republicano, detentor del poder hace casi un cuarto de siglo, lo que deseaban los obstinados opositores, embelesados por ideas de mayor justicia y libertad.” 2
3. El comando revolucionario
El doctor Amaranto Paiva Coutinho, propietario de la estancia, era un médico de Santa Vitoria do Palmar e integrante del Partido Liberal enfrentado al gobernador riograndense Borges de Medeiros. Este gobernante, para los liberales, era un déspota autoritario rodeado por personas que estaban por encima de la ley y herederos de la filosofía de gobierno de mano dura de Julio de Castilhos en Río Grande del Sur.
“Adalberto Correa, hermano de aquel Octavio que luchó junto con los 18 del Fuerte, articula el movimiento junto con [João de] Barros Casal y Honório Lemos, héroes del 23, dos años después del acuerdo. El plan en general apuntaba a la toma del gobierno del Estado [Río Grande del Sur] partiendo de una estrategia en que Santa Victoria Do Palmar situada en el extremo sur, confluido entre el mar y la laguna Merim, sería el principal soporte. Tomada ésta, la fuerza revolucionaria proveniente de Uruguay recibiría nuevos refuerzos para un nuevo ataque teniendo como mira el puerto de Río Grande”. 3
El jefe del comando revolucionario brasileño era el coronel Adalberto Correa, quien cultivaba las mismas ideas que don Paiva, también del Partido Liberal, pero con perfiles personales diametralmente opuestos. José Senandes Riet Correa definió a Amaranto como «una persona que profesaba ideas democráticas, sentido común de las cosas, serena y criteriosa; no era un revolucionario más bien pacato». Sobre Adalberto Correa en cambio dijo: «Lo que me llamó la atención fue que la estadía transitoria del destacamento revolucionario se hiciera en la estancia; el Coronel Correa era un hombre que no tenía mucho sentido común de las cosas, su revolución fue una locura; sin apoyo local no tenía ninguna posibilidad de ganar, era un individuo paranoico».4

El insurrecto riograndense manifestó a un periodista de “El Castillense” el porqué del resurgimiento de las acciones bélicas — iniciado en 1922 y culminado al año siguiente —: la angustiosa situación que vivía la República Federativa de Brasil a instancias de los malos gobiernos que se sucedieron desde fines del siglo xixhasta las primeras décadas del xx. Afirmó que en Río de Janeiro había más de dos mil presos políticos y unos ochocientos jóvenes sublevados de la Escuela Naval. También habló de la pobreza del estado de Río Grande del Sur, cuyo punto álgido se dio durante el gobierno de Borges de Medeiros. En 1922 fue compañero de lucha de Honório Lemes da Silva. En la sublevación aludida coparon las ciudades brasileñas de Queguay y San Borja; Lemes o Lemos, conocido como —entre otros motes— “el Tropero de la Libertad”, en su lucha sostenía: «quiero leyes que gobiernen hombres y no hombres que gobiernen leyes». 5
El entonces intendente de Santa Vitória do Palmar, doctor Mário Teixeira de Mello, atribuye al propietario de la estancia “La Blanqueada” un rol preponderante en el movimiento revolucionario. Afirma el jerarca comunal victoriense que el plan inicial era la toma de la localidad de Bagé (Brasil) y que, por injerencia de Paiva, se modifica el objetivo primario — por razones estratégicas — y se decide tomar, mediante un ataque sorpresa, la ciudad de Santa Vitória do Palmar por su aislamiento geográfico — su territorio se ubica entre las lagunas Merín y Mangueira, los ecosistemas de los humedales del Taim y las dunas de las playas del océano Atlántico — y luego invadir la ciudad de Río Grande.
En el informe presentado el 6 de noviembre de 1925, el intendente notifica a su municipio sobre los hechos acaecidos; de este se extrae una consideración o etiquetado al grupo armado:
[…] Sin embargo, vimos los aspectos facinerosos de los hombres de la chusma, de la última capa de la población, acostumbrada a reincidir en las insolencias más laxas que llegaron a Santa Victoria, donde sería un cielo abierto porque, tomando la ciudad, tendrían libertad para hacer los que entendiesen según [lo que] descaradamente declaran […] en las oscuras sombras de los bosques de [La] Blanqueada se movilizarían siniestramente.6
Teixeira moviliza a las fuerzas armadas de la localidad y crea un escuadrón auxiliar de la Brigada Militar. Para ello solicita al deliberativo comunal la autorización de una erogación económica extraordinaria para solventar los gastos que generan los eventos de esta índole, fuera de la cotidianidad. Además cuenta con el apoyo de una tropa militar del Terceiro Regimento de Cavalaria Divisionário de Yaguarón.
4. Crónicas de “El Castillense” y “El País”
El periódico “El Castillense” de setiembre de 1925 en su crónica «Los sucesos de la frontera», tras la entrevista que le realizara al doctor Adalberto Correa, reseña su templanza y algunos rasgos fisonómicos, a saber: observa su carácter de guerrero y destaca el enamoramiento por la causa revolucionaria; además el artículo admite el sentimiento que embarga al periodista cuando expresa la pena del fracaso de la odisea revolucionaria e introduce el reportero la afirmación de que:«las revoluciones son justas, decía Víctor Hugo y en este caso vemos la gran verdad de las palabras del pensador francés». En cuanto a la persona de Correa, lo describe como un joven de 37 años de edad y de un «perfil recto, ancha frente, vivaces ojos, firme al hablar, sincero en sus expresiones […]». 7

Al respecto, el artículo recoge la narración del revolucionario:
“Este movimiento lo veníamos preparando desde hace mucho tiempo. Yo mismo compré en Alemania el armamento y municiones, lo traje a la Argentina, luego a Montevideo […] que tomó por asalto la estancia La Blanqueada que serviría para base de su proyecto. Allí comenzó a reunir gente, mucha vino desde Artigas, a caballo, otros marineros de Sao Paulo vinieron en autos. 12 de esos marineros se hospedaron en el Hotel Comercio, durante la noche del domingo debían de haber ido por la Carbonera, pero los encargados de conducirlos, los abandonaron y ellos ignoraban qué camino tenían que seguir”. 8
De fines de 1924 a principios de 1925 los revolucionarios empiezan a recibir pertrechos de guerra en diferentes puntos de nuestro país, que introducen en pequeñas partidas en la modalidad de contrabando al Brasil, de la cual no son ajenos los departamentos limítrofes, por ejemplo Rivera —por los parajes “Gruta de los Negros”, “Rincón Valiente”, “Sierra de la Aurora”—, donde Honório Lemos con un ejército compuesto por doscientos hombres se organizaba e invadía al Brasil, atacaba y retornaba. El revolucionario contaba con la complacencia de la policía riverense, lo que generó la protesta del gobierno brasileño a su par de Uruguay, exhortando, exigiendo la toma de medidas eficaces para desbaratar el apoyo policial. En la Estación Pintado, en el departamento de Florida, se realizó una incautación de armas a los insurrectos.
El diario El País del 24 de setiembre de 1925 en su página tres informa bajo el título «En Rocha se produjo un tiroteo entre uruguayos y brasileños» y el subtítulo «Estos fueron sorprendidos por nuestros soldados al intentar efectuar un contrabando de armas y municiones». La noticia da cuenta de que, en horas de la tarde del día anterior, corrió el rumor en la capital nacional de los sucesos aludidos y tipificados como importantes, que las fuerzas militares y policiales frustraron, secuestrando gran parte de las municiones, pólvora, rémingtons, ametralladoras, diversas armas y explosivos, una carreta, tres automóviles y un charret, tras un encarnizado combate con exmarineros del barco amotinado “São Paulo”, liderados por Correa.
[…] Estos sucesos revelan una dolorosa verdad, cual es la que la paz interna en el vecino Estado de Río Grande está distante de haberse consolidado. Y no son solamente estos recientes aprestos bélicos, que han sido malogrados por las fuerzas uruguayas; como es notorio llegan frecuentemente noticias del país hermano, informando de continuos movimientos subversivos que no son siempre definitivamente sofocados y que mantienen a la población de una constante angustiosa expectativa.
Uno de los despachos a que nos hemos referido, informa del verdadero combate sostenido por fuerzas de línea y policías de Rocha con los contrabandistas, al detener parte del contrabando de municiones y pólvora que pasaba con rumbo al Brasil y que fue apresado en el paraje denominado «La Higuera», cerca del Chuy. En esta refriega, agrega la información, resultaron dos heridos, quedando once contrabandistas prisioneros […]9
En la edición de El País del viernes 25 de setiembre de 1925 dejan de ser contrabandistas y son reconocidos como revolucionarios; esta publicación y siguientes aluden a diversos puntos y formas de suministro de armas con sus correspondientes insumos bélicos, además de explosivos.
5. Los pertrechos bélicos y el potrero “Los Aguaíses”
El grupo armado revolucionario se había asentado en uno de los montes de la estancia, rumbo a la laguna Negra, en un lugar conocido como “Los Aguaíses”, y Paiva Coutinho aprovechó dicha presencia o la justificó realizando diversos trabajos, como el encanterado con piedras del jardín ubicado en el frente del casco de la estancia y el nivelado del patio.
“A este punto, el movimiento debería ampliarse con el ingreso de diversos contingentes constituidos por destacados rostros del movimiento assistista. Hombre resuelto y de mucho coraje, Adalberto parte para la acción y se reúne en Tacuarembó, en Uruguay, [con] un cuerpo de marineros del acorazado San Pablo, sublevado tiempo atrás en Montevideo y que se hallaba acogido en la estancia de un tal Felisberto Rodríguez. A esa pequeña fuerza de treinta y cinco hombres agrega cincuenta y cinco remanentes del Regimiento Revolucionario de Zeca Neto, la mayor parte del Herval do Sul. Fusiles, buena cantidad de municiones y sobre todo excelentes ametralladoras alemanas, armamento aún bastante moderno parte del puerto de Montevideo en tres camiones Ford modelo T para el poblado de Pan de Azúcar, situado al Sur de San Carlos, hasta tomar el destino a la estancia La Blanqueada, en las inmediaciones de Castillos […]”10

El diario El País del 29 de setiembre de 1925 informó que el oficial inspector de la Policía de Maldonado puso en conocimiento de la Jefatura de Policía fernandina sus sospechas de que determinados camiones y autos salieron desde la localidad de Pan de Azúcar rumbo a Rocha con pertrechos bélicos. Dicho cargamento fue comprobado en los episodios acaecidos en la región noreste del departamento de Rocha.
El acopio de armas y material de guerra lo hacían por distintos medios y formas, por ejemplo acomodado en grandes cajones de máquinas de esquilar de marca alemana depositados en el almacén, ferretería y acopios de frutos del país de Simón Otero de la villa de Castillos; de ahí fue transportado hasta la estancia por el carrocero de “Rubio Hermanos”, don Avelino Barrios.
Cuando se estaban realizando los preparativos del traslado de armas al Brasil, todo aquel que llegara a la estancia quedaba detenido. Cuentan que ese día el peón conocido como Ramireya salió de la estancia “Corral de Palma” para “La Blanqueada” y cuando llegó le salieron cuatro brasileños y lo retuvieron; con mansedumbre campesina, el peón rural empezó a desensillar su caballo frente a la atenta mirada de sus secuestradores. Caminó lentamente, sin apuros, abrió la portera del potrero para soltar su caballo e imprevistamente, en un santiamén montó en pelo y se les fugó ganándose a las sierras de los Correa; allí abandonó su caballo agotado y llegó a pie a Castillos, donde efectuó la denuncia en la comisaría.
Mientras tanto,
“Adalberto entra en contacto con Julio Barros, baqueano en la región y hombre conocedor por la larga experiencia en las artes de campaña. Éste procura inducirlo a esperar algunos días a fin de, en mejores condiciones, llevar a buen término los objetivos militares de la Revolución. Valiente, profundamente emocional, inmaduro en jornadas de tal especie, el audaz caudillo, más confiado en su inusitado coraje que en razones de estrategia resuelve no esperar el retorno de Barros y al amanecer del 23 de setiembre de 1925 parte de La Blanqueada con sus hombres, tres autos modelo Ford T, una carroza, una carreta con munición y caballería.”11
En cuanto al suministro de materiales bélicos, de acuerdo a la línea de investigación realizada, se observa que se realizó a través de distintos proveedores, por ejemplo y según lo consigna El País del 29 de setiembre de 1925, que en su artículo titulado «La revolución en el Brasil» informa:
“Un fuerte armamento pasó a manos de los revolucionarios. De un nuevo suceso que viene a confirmar más aún la sospecha de la inestabilidad de la paz en el vecino Estado de Río Grande, túvose ayer conocimiento. Estas nuevas noticias consignan la adquisición de un fuerte armamento que consiguieron pasar los revolucionarios por Monte Caseros (República Argentina). Según las informaciones que hemos obtenido, los hechos han sucedido de la siguiente manera: el gobernador riograndense envió un emisario a la Argentina con el encargue de adquirir un armamento. Dicho armamento fue adquirido, pero en lugar de llegar a su destino, pasó a manos de los revolucionarios, pues el enviado del gobierno riograndense, habría resuelto plegarse al movimiento subversivo”.12
6. En el paraje “Los indios” y un baqueano
El bañado y arroyo de los Indios cumplió un rol preponderante en los ecosistemas del norte del departamento de Rocha, más precisamente entre las lagunas Negra y Merín, escenario de la historia que se narra:

“Las aguas de la laguna Negra ó lago de los Difuntos,
después de filtrar por los esteros
de Santa Teresa y atravesar la
laguna del Bicho, se encauzan
en el canal de los Indios para
esparramarse en el bañado de
las Maravillas hasta llegar á
la Horqueta, donde convergen
hacia San Miguel con las que
arroja por exceso la Cañada
Grande. Es, pues, este canal un importante acueducto que hace comunicar las aguas de la región palustre del N. con las del Sur… Su etimología no se conoce, pero se deduce fácilmente con solo recordar á los viejos habitantes lacustres de aquellas regiones”.13
Los campos del bañado de los Indios eran propiedad de la sociedad “Yaguna (o Llaguna) y Terra” (Gabriel Terra, presidente de la República de 1931 a 1938). En ese lugar estaba el capataz de la estancia Leonido Claudio Rocha Olivera, conocido como el Capincho. Mientras Ramireya huía hacia Castillos, el comando revolucionario tomó rumbo al Brasil con la tropa y el armamento. Era el 23 de setiembre de 1925 y El Castillense informaba que a las 6 de la mañana comenzaban el cruce del arroyo de los Indios, tarea que implicó todo un día de trabajo, finalizando al atardecer.
La escena paisajística del arroyo y bañado de los Indios se vio alterada, pues chajás y teruterus, ante el inusual movimiento, alzaron sus voces estridentes de alerta; intempestivamente remontaron vuelo los cisnes de cuello negro, los gansos coscoroba, las garzas blancas, rosadas y moras, los federales y dragones; desaparecieron al unísono en zambullidas las nutrias y los carpinchos; las golondrinas sobrevolaban y se cruzaban al pasar del comando, mientras la tropilla de la estancia asustada y, en desbandada pero en perfecto orden, al ritmo del sonar de sus cascos y melenas al viento, se alejaba del lugar de los sucesos; los chajás y teros seguían alarmando, avisando de la presencia forastera.
Claudio, por ser un baqueano del lugar, fue quien se encargó de las carretas. Su nieto, Ariel Ballesta Rocha relata este incidente gracias a la historia oral de su familia:
[…] fue un paisano hasta el tútano, y antes de ser capataz supo ser tropero, luego contrabandista de cueros, lana y ganado al Brasil y muy vinculado a autoridades brasileras en la frontera, posteriormente hacendado en la región de Santa Victoria do Palmar; mi abuelo les pasó el armamento en los bañados, ¡eso sí!, lo hizo obligado, no fue por su voluntad, era una carga importante de armas[…]14.
Un viento moderado mece, peina el pajonal hacia el sur; transcurrió un tiempo y la naturaleza del lugar volvió a sus ritmos y conciertos de vida.
7. Encuentro con la milicia oriental
Apenas a la salida del sol se da el primer encuentro con la milicia uruguaya en Paso de los Indios, por donde corre un pequeño arroyo. La autoridad oriental solicita su presencia en la margen opuesta, pero Adalberto, bajo la promesa de ningún procedimiento hostil, exige que ésta atraviese el vado existente para una conversación:
¿Su profesión? —pregunta el Comisario.
¡Revolucionario! —responde Adalberto, en tono incisivo.
¿Su residencia? —vuelve a preguntar el agente de la ley.
¡Dónde me agarre la noche! —contesta el caudillo.
Dos encuentros más con la guardia uruguaya debería tener la tropa, en Gervasio (La Coronilla) y en el lugar conocido como «La Vuelta de la Higuera», en las proximidades del Chuy.15
“Aparicio González, el Indio, recuerda estos acontecimientos: “Cuando estaban acampados a la orilla del bañado para cruzar al otro lado llegó un comisario que había acá de apellido Casales o Cáceres con cinco policías y dialogó con Adalberto Correa pa´ que se entregara; éste tomó una metralleta, se la mostró y le dijo: ´yo no vengo [a] hacer líos acá en el Uruguay pero en un minuto barro con ustedes´. Pues, el Comisario ante esta situación dio vuelta con sus subalternos y avisó a un destacamento de batallón que había en San Miguel para el control de contrabandistas.”16
8. Por los pagos de Gervasio
En tanto ocurría esto, los revolucionarios ya habían cruzado el bañado por un paso afirmado en piedras conocido como el Paso de las Carretas, y llegaron a la estancia de los Díaz, de Marcelino y Avelino Amor Díaz; coparon las carretas y el carro del carrero Arturo Bautista de los Santos conocido como el Gaucho Pobre, de unos 18 años de edad, que ocasionalmente estaba en el establecimiento y en la madrugada se fueron.17
Sobre estos episodios, el doctor Correa relató a El Castillense que en lo de Marcelino Díaz se apropiaron de un carro, caballos, bueyes; en virtud que la carga de municiones era muy pesada, tuvieron que repartir el cargamento entre el carro y la carreta. En este lugar nuevamente quedaron solos, dado que el baqueano los abandonó, y recurrieron a un peón del señor Díaz.
“En el primero, en el que intercambian disparos, Adalberto abandona la carreta de las municiones pero prosigue la jornada siempre apoyado y confiado en su indomable intrepidez. Cierra los ojos a todas las advertencias, apenas divisando el ideal que lo avasalla. Un segundo tiroteo y con graves consecuencias para la marcha tiene lugar en el referido lugar de La Higuera. Antes ya había abandonado su baqueano Ventura Díaz.”18
La cotidianidad y la apacible vida pueblerina de Gervasio19— hoy balneario La Coronilla — se vieron alteradas por el sobrevuelo de aeroplanos que daban cobertura a las fuerzas revolucionarias que provenían de Santa Vitória do Palmar, coordinado por el hacendado Orestes Paiva Coutinho, hermano de Amaranto Paiva Coutinho.
Péricles Azambuja relata en su libro Historia das terras e mares do Chuí:
“Orestes Coutinho, participante activo de la conspiración antiborgista, gaucho de pura cepa y distinguida estirpe, severo en analizar los hechos, carácter sobrio y palabra recta, afirma lo contrario de la versión del informe municipal. Él sabía que el esquema del movimiento tenía amplitud más allá de las disputas locales y sus críticas municipales […]”20

Aparicio González narró que:
En las proximidades de la comisaría del antiguo pueblo Gervasio y el Camino a la Higuera, por la calle vieja quien iba pa el Chuy, se produjo el enfrentamiento. Se armó la de pie con un ala del batallón, hubieron (sic) dos heridos, uno de ellos fue el Coronel Adalberto Correa.21
Relata Juan Antonio de Gamboa, natural de Rocha, con actual residencia en Santa Victoria do Palmar, chofer del modelo Ford T que conducía a Adalberto, que éste, al oír la alarma castellana, bajó del auto para dar instrucciones a su gente, mientras, lo traicionaron los faroles de su auto que hicieron de blanco a la policía, pues ya era de noche.22
Correa narra al periodista castillense que «Al pasar frente a la Comisaría de Gervasio, nos dieron la voz de alto, que desobedecimos, siendo tiroteados por la policía, como mi gente tenía orden de tirar para arriba, así lo hicieron, mi intención era abrirme paso pero sin herir a nadie […]». En este lugar abandonaron la carreta; les mataron dos bueyes. En retirada al Brasil, fueron perseguidos por integrantes del batallón acantonado en San Miguel — Infantería Nº 18 —, al mando del teniente Otero, hasta que una nutrida balacera obligó a los revolucionarios a repeler el ataque. En otro tramo de la narración, el jefe revolucionario agregó: «Yo daba órdenes de seguir adelante y, como los jinetes obstruccionaban el paso, me tiré del auto cuando me sentí herido y caí, daba voces de mando, pero no se cumplían, mi gente se dispersó y allí quedé tendido en el barro desde las 3 de la mañana a las 11 que vino el Dr. Saporiti».23La bala le fracturó el fémur.

9. El grupo se desbanda
El Indio se refirió a que había un negro grandote que quería seguir peleando, pero se le ordenó que bajara el fusil. Correa se entregó, herido en una nalga, y lo atendió el doctor Álvarez Caimí para extraerle la bala. El herido no quiso que lo anestesiaran porque tenía miedo de que lo limpiaran. El Castillense en su reporte señala que la herida era de carácter delicado, dado que la bala fracturó el hueso del muslo, y en la emergencia lo asistió el facultativo precedentemente nombrado.
“Una vez entregado Correa se desparramaron los brasileros, muchos de ellos se escondieron en un bañado próximo que estaba crecido y tuvieron que quedarse montados prontos pa disparar, sé que dos de ellos no volvieron nunca más al Brasil y se habían aquerenciado en la ciudad de Rocha, uno de ellos era de apellido Fonseca, un negro grandote; el otro, un tal García. Del resto no sé, no recuerdo más nada.24
Preso Adalberto, se dispersó la fuerza en fuga, algunos refugiándose de nuevo en La Blanqueada, otros internándose en las cuchillas orientales, cargando algunas armas y municiones. Transportado para Montevideo, el caudillo fue internado en un hospital y enseguida liberado gracias a la interferencia de un brasileño influyente. Según relata Juan de Gamboa una gran cantidad de armamento fue depositada en La Blanqueada y posteriormente entregado por intermedio de Ramón Rodríguez Correa, hoy morador en Porto Alegre, al revolucionario Barros Cassal, la otra parte quedó a los cuidados, por lo que parece, de Iça Saraiva, hijo de aquel otro caudillo que fue Gumersindo Saravia, el hombre que guerreó a Floriano en el 93 en su establecimiento rural de San Miguel, en las inmediaciones del histórico fuerte”.
Pérez, Ana. «El impacto de la digitalización…». 25
La internación en la capital nacional fue en el sanatorio de los doctores Nogueira e Iraola.
10. Consecuencias del episodio
La policía montevideana, tras una ardua investigación, descubrió en un comercio de consignaciones ubicado en la calle Cerro Largo 1325 cuatro cajones con un total de veinte mil municiones para ametralladoras destinado al movimiento insurrecto riograndense y los vincularon en primera instancia con los protagonistas de Rocha; al respecto fueron detenidos e incomunicados el propietario del local, José Briozzo, y el empleado Mario Arturo Castro. Los inculpados manifestaron que desconocían el contenido de los referidos cajones, que mantenían vínculos comerciales con numerosas empresas del estado de Río Grande del Sur y que fueron sorprendidos en la buena fe comercial y en la habitualidad de las comisiones realizadas a través de los años.

La última remesa de material de guerra se transportó en ferrocarril desde Montevideo hasta Pan de Azúcar y, en esta ciudad, Adalberto Correa contrató a cinco vehículos de transporte de carga, cuyos choferes eran: Antonio Fontes, Romeo Lissidini, José Fontes Rojas, Justo Nocetti y Jacinto Larrosa. Partieron el 19 de setiembre de 1925 con toda la carga; los contratados ignoraban plenamente qué elementos transportaban. El día 20 pernoctan en la ciudad de Rocha y el 21 a las cinco de la mañana salen en dirección a la villa de Castillos, distante unos sesenta quilómetros; se cambia el itinerario del viaje, indicándole a los transportistas ir a La Carbonera; luego nuevamente se modifica el destino a la estancia La Blanqueada, lo que genera desconcierto y desconfianza. Una vez arribados al último lugar, son tomados prisioneros y custodiados por los insurgentes.
Los cautivos marchan junto con la columna el 23 de setiembre de 1925 hacia el Chuy, pasando por el paraje “Los Indios”, sufriendo innumerables peripecias por ser totalmente ajenos a la misión del comando brasileño. En el enfrentamiento con la policía de Castillos y el Cuerpo de Infantería Nº 18 resultan heridos el doctor Correa y los prisioneros de los rebeldes Jacinto Larrosa (ambos con heridas de consideración) y Justo Nocetti con heridas leves. El periplo de los ciudadanos de Pan de Azúcar, según Antonio Fontes, duró ocho días desde la partida del 19 de setiembre.

El coronel Adalberto Correa reconoció la valentía y la caballerosidad del teniente Otero, a quien le dejó como recuerdo su poncho de campaña.
BIBLIOGRAFÍA:
- ArAújo, Orestes: Diccionario geográfico del Uruguay, Montevideo: Imprenta Artística, 1900.
- AzAmbujA, Péricles: História das terras e mares do Chuí, Porto Alegre: Escola Superior de Teologia São Lourenço de Brindes; Caxias do Sul: Universidade de Caxias do Sul, 1978.
- El Castillense, Castillos, setiembre de 1925.
- El País, Montevideo, ediciones del 24, 25, 26, 27, 28, y 30 de setiembre de 1925, y del 1, 2, 3 y 4 de octubre de 1925.
- ROCHA, Néstor: Relatos del camino del Indio, Castillos: Casa Ambiental de Castillos, 2001.
- Sierra y Sierra, Benjamín: Apuntes para la geografía del departamento de Rocha, Rocha: El Imparcial, 1895.
RECURSOS ELECTRÓNICOS:
- Estados e capitais do Brasil , <http://www.estadosecapitaisdobrasil. com/bandeira-do-rio-grande-do-sul>.
- RádioTertúlia.com, <http://blogradiotertulia.blogspot.com.uy>.
- Revisionistas, <http://www.revisionistas.com.ar>.
AGRADECIMIENTOS:
• Aparicio González (†) -Senandes Riet Correa – Ariel Ballesta Rocha -Eduardo Molina Méndez – Claudio Couthinho
REFERENCIAS
1 «República Independiente de Río Grande», en Revisionistas,<http://www.revisionistas.com. ar/?p=9154>.
2 PériclesAzambuja: História das terras e mares do Chuí, Porto Alegre: Escola Superior de TeologiaSãoLourenço de Brindes; Caxias do Sul: Universidade de Caxias do Sul, 1978.
3 Azambuja: ob. cit.
4 Néstor Rocha: Relatos del camino del Indio, Castillos: Casa Ambiental de Castillos, 2001.
5 «23 de setembro de 1864 nasce HonórioLemes», en RádioTertúlia.com, <http://blogradiotertulia.blogspot.com.uy/2010/09/23-de-setembro-de-1864-nasce-honorio.html>(22.9.2010).
6 Azambuja: o. cit.
7 «Los sucesos de la frontera», en El Castillense, Castillos, setiembre de 1925.
8 Ibídem.
9 «En Rocha se produjo un tiroteo entre uruguayos y brasileños», en El País, Montevideo, 24 de setiembre de 1925, p. 3.
10 Azambuja, o. cit.
11 Azambuja: o. cit.
12 «La revolución en el Brasil», en El País, Montevideo, 29 de setiembre de 1925.
13 Orestes Araújo: Diccionario geográfico del Uruguay, Montevideo: Imprenta Artística, 1900 y Benjamín Sierra y Sierra: Apuntes para la geografía del departamento de Rocha, Rocha: El Imparcial, 1895.
14 Entrevista realizada a Ariel Ballesta Rocha.
15 Azambuja: ob. cit.
16 Rocha: ob. cit.
17 Ibídem.
18 Azambuja: o. cit. y Rocha: o. cit.
19 «Al fundarse en 1885 la […] colonia agrícola de Santa Teresa, procedióse á la delineación y amanzanamiento de la planta urbana de una población que con bien poco acierto y mucha maña se le denominó Pueblo Gervasio, pretendiendo solemnizar el segundo nombre del Jefe de Los Orientales […]»Araújo: ob. cit.
20 Azambuja: o. cit.
21 Rocha: o. cit.
22 Azambuja: o. cit.
23 El Castillense: o. cit.
24 Rocha: o.cit.
25 Azambuja: o. cit.
Tags: Néstor Rocha