JESúS PERDOMO
SUMARIO: 1. Escalofríos – 2. Un abollón – 3. ¡Zarpamos! – 4. A pique – 5. De héroes a villanos – 6. La versión Battaglia.
1. Escalofríos
Algún día, tal vez, un equipo de buzos bajará y descubrirá la verdad. Algún día, tal vez…Pero, lo confieso, temo que llegue ese día, porque – quizás – la verdad que descubramos resulte espantosamente horrenda…
Mientras tanto, la verdad de aquel pavoroso naufragio descansa allá abajo, a gran profundidad, bajo las aguas frente mismo al Cabo Polonio.
Los naufragios en nuestra costa, por lo general y por suerte, han provocado escasas víctimas humanas, salvo dos: la “Leopoldina Rosa” y la “Rosales”… A cualquiera que conozca de naufragios, escuchar el nombre de la “Rosales” le provoca un escalofrío de horror…
2. Un abollón
Año 1892… todo empezó en España, al festejar los 400 años del Descubrimiento de América. Se proyecta una gran Parada Naval frente al Puerto de Cádiz, donde desfilarán barcos de guerra de los países latinoamericanos, el territorio que Colón le dio a la Corona de España. Argentina enviará una embajada compuesta por tres Barcos: el acorazado “Almirante Brown”, el crucero “25 de Mayo” y la torpedera “Rosales”.
Todo bien hasta que el Diablo “metió la cola”. Unos días antes de viajar a España, la “Rosales”, en el puerto de Buenos Aires chocó con un barco inglés. Su Capitán, Leopoldo Funes, se dijo: “Tengo que informar de este accidente sí, pero ¿arriesgar perderme semejante viaje?”
Inspeccionó su barco, “por arribita”, no le encontró avería notoria y se dijo: “No, ¡no informo nada!”
3. ¡Zarpamos!
6 de julio de 1892. El muelle de Buenos Aires está repleto de familiares y curiosos, saludan con pañuelos en alto, a los tres barcos orgullosamente embanderados que atravesarán el Atlántico llevando el saludo argentino a la Madre Patria España.
En la “Rosales” van… ¿70?, ¿90?, ¿100? entre oficiales y marineros. Saludan a sus familias pensando cada uno en qué “souvenirs” les traerán a la vuelta. ¡No saben que les quedan apenas tres días de vida! Porque, el próximo 9 de Julio (¡qué fecha para argentinos!) el océano abrirá su boca y los tragará.
Pero, el peor horror sólo podrán develarlo, algún día tal vez, los buzos que bajen al fondo…
Zarparon los tres barcos. ¡Oficiales y marineros “volaban” de contentos! Se sentían “Colones”, pero al revés.
4. A pique
Y entonces, poco antes de enfrentar el cabo Polonio, se desata feroz tormenta. El “Brown” y el “25” aguantan bien y siguen viaje. La “Rosales” empieza a retrasarse. Va pesada del agua que le entra…
¿Se acuerdan del choque con aquel barco inglés? En el momento, con mar calmo, Funes no notó nada, pero ahora, cuando olas de 7 u 8 metros golpean el casco, las chapas “sentidas” por el choque, empiezan a aflojarse. Y el agua traicionera empieza a entrar retrasándolo al buque.
Los otros dos siguen de largo. ¡Increíble! ¡Barcos militares y no se vuelven para socorrer a la compañera de convoy!
En la noche del 9 de Julio, la situación es clara: la “Rosales”, con agua entrando a mansalva, se va a pique. Los ¿50?, ¿60?, ¿80? marineros son puestos a “achicar”, a desagotar frenéticamente. No dan abasto: entra más agua que la que sacan…

Pobres marineritos! ¿Quiénes eran? “cabecitas negras”, es decir, muchachitos del interior argentino norte, mestizos de indios la mayoría, analfabetos, pobres. Para la aristocrática oficialidad naval argentina, ni “gente” eran…
Nunca, el Capitán Funes supo decir cuántos eran sus marineros rasos. Ahí los dejamos a esos pobres infelices, desagotando inútilmente el agua, mientras su barco inexorablemente se hunde.
Ahora, como en una película, un corte y enfrentamos otro escenario… 10 de Julio. Rocas del Cabo Polonio… Un bote portando hombres agotados, choca violentamente con las piedras, desparramando a sus ocupantes. Cinco marinos mueren, y son enterrados aquí mismo, al pie del Faro. Una foto de Fitzpatrick, (la publicó Varese), muestra a los 20 sobrevivientes con caras ceñudas, dándole honor póstumo a sus compañeros caídos.
5. De héroes a villanos
Enseguida, el telégrafo del farero Gurrupillo tabletea hacia Montevideo. De Montevideo el telégrafo repica a Buenos Aires la trágica noticia: “Desgracia,¡ pero con sobrevivientes!”. Pero casualmente… todos Oficiales, menos uno…
Y, ¿los marineros? ¿Qué pasó con ellos? Para peor, los días pasan y ningún cadáver aparecía en playas cercanas.
Algún día, tal vez, un equipo de buzos baje a lo profundo y…
Veamos. Si, veinte años después de la “Rosales”, un barco de superlujo, como el “Titanic”, no de Guerra sino de pasajeros ricos, carecía de botes salvavidas suficientes para todo el pasaje… ¿Qué dejaremos para la “Rosales”, donde ni se sabía bien cuántos marineritos iban. ¿60?, ¿70?, ¿80?…
Aquellos 20 sobrevivientes, todos Oficiales, fueron recibidos popularmente como héroes… Pero, la Marina argentina, “oliendo algo feo” en el incidente, los arresta y los aísla.
En la calle, el Capitán Funes y sus 19 oficiales son aclamados, pero la Marina los enjuicia.
Poco a poco, los diarios y el público empiezan también a hacerse preguntas: ¿Qué pasó con los que no se salvaron? ¡Qué extraño que de 100 -o más- que navegaban, se salvaron sólo 20?, Oficiales todo, ningún marinero raso. ¡Oh casualidad!

En eso, la política –otro Diablo – “metió la cola”. Es 1892. Dos notorios personajes “de avería política” mantenían terrible pulseada por el poder de Buenos Aires: Bartolomé Mitre y Julio Argentino Roca…Controlaba el poder Roca y Mitre “acechaba” esperando algún traspié del rival. Se le dio. Ahí está el capitán de la “Rosales”, Leopoldo Funes, “sobrino” de Roca. “¡Papita pal loro!”… mejor dicho: para Mitre.
El Juicio Militar, azuzado por la prensa política, se pone al rojo vivo. Para peor -peor para Funes- nombran Fiscal al Capitán Jorge Lowry, severo e implacable. Lowry lo desprecia a Funes porque éste, como Capitán, no se había hundido con su barco según el duro código naval.
Y entonces aparece en escena Francesco Battaglia. ¿Quién es? El “Tano” Battaglia, nada menos que el fogonero de la “Rosales”. Battaglia abrió la boca… ¡y explotó el universo!
Mientras tanto, van pasando los días y los meses, y ni un solo cadáver de la “Rosales” aparece arrojado a la costa. ¿Dónde están esos 60?, ¿70?, ¿80? marineritos, la mayoría gurises de 14, 15 años?…
Durante ocho cansadores meses el Fiscal Lowry castigó con minuciosos interrogatorios a Funes y sus Oficiales, incluido el fogonero Battaglia con sus pavorosas revelaciones.
Y al final, el veredicto los declaró “inocentes” a Funes y compañía. Pero ¿qué había dicho Battaglia?…
6. La versión Battaglia
Battaglia no era Oficial, pero se salvó. No lo subieron al bote – declaró – pero él, buen nadador, los siguió nadando y tuvieron finalmente que subirlo.
Pero ¿qué había pasado? Según su declaración, cuando el Capitán Funes vio perdido el buque, fríamente decidió salvarse él y los Oficiales en el único bote. Aristócratas de alta sociedad, abandonaban a al muerte a los marineritos rasos, todos provincianos o inmigrantes, analfabetos, pobres…
Cuando esos ¿60?, ¿70?, ¿80? – número que nunca se supo- vieron que estaban condenados, ¡clamaban desesperados que no los abandonaran!
Funes, en el juicio, había declarado que se intentó armar una balsa, pero que el oleaje la destrozó.
“¡Mentira!” – retruca Battaglia – “¡No hubo ninguna balsa!”. El Capitán Funes concentró a los marineros en la bodega, ordenó abrir los barriles de caña brava que le quedaban y repartirles caña a discreción. “Cuando los infelices estuvieron borrachos – de terror y de caña– a punta de revólver los encerraron en la bodega, cerrando las puertas con llave y candado.” Eso declaró Battaglia.

Por esta razón, no apareció después ningún cadáver en costas del Polonio. Funes declaró que el bote golpeó contra las rocas, muriendo cinco Oficiales, después allí enterrados. “¡Mentira!” – retruca Battaglia. “Esos cinco fueron muertos a balazos, porque amenazaban revelar la pavorosa verdad”
Con lo declarado por Battaglia, y otras prolijas investigaciones, el Fiscal Lowry pidió pena de muerte para el Capitán Funes por “cobardía criminal”
Sin embargo, Funes y sus Oficiales salieron libres. Eso sí, Funes nunca jamás tuvo otro buque a su mando.
¿Qué había pasado? Battaglia no declaró “de primera”. Recién declaró cuando fue dejado cesante en la Marina. Entonces, ¿dijo la verdad?, ¿o fue una revancha de despecho?, ¿o una mezcla de verdad y mentira?
Sea lo que sea, la visión – real o imaginaria – de esos infelices marineritos, gurises de 14, 15 años, borrachos de terror y de caña, ahogándose encerrados en una oscura bodega, siendo tragados vivos por el mar, resulta escalofriante. Y ningún cadáver apareció jamás.
Algún día, tal vez, un equipo de buzos baje a lo profundo, aquí frente al Polonio y descubra la verdad de la “Rosales”…
Tags: Prof. Jesús Perdomo















