Pastor Marcelo G. Nicolau

 

SUMARIO: 1. Introducción – 2. La Colonia Agrícola Santa Teresa. Breve Reseña – 3. La Colonia Greissing e Ibáñez – 4. El duro inicio – 5. La edad de oro – 6. El comercio de Malán – 7. La vida espiritual de la colonia y sus actividades – 8. Conclusión

 

  1. Introducción

 

Valdenses con Ford T y rancho de paja y adobe, viviendas iniciales que tuvieron en «Alférez»

Cuando me fue solicitado este artículo sobre los Valdenses en Rocha para la “Revista Histórica Rochense” corría 2008, año sumamente significativo para los valdenses en Uruguay y Argentina por conmemorarse 150 años de su presencia en la región del Plata.

En ese contexto de celebraciones, festejos y reconocimientos, queremos inscribir también el presente trabajo, de algún modo como homenaje a aquellos que con su arrojo supieron iniciar nuevos caminos, constituir colonias y dar pasos de gigante en la construcción comunitaria de una sociedad superadora de sus propias limitaciones y precariedades.

2. La Colonia Agrícola Santa Teresa. Breve reseña.

 

En una zona donde a fines del S. XIX se multiplicaron ambiciosos proyectos como la construcción de un puerto, una línea de ferrocarril y la desecación de bañados; la institución de la ColoniaAgrícolaSanta Teresa, llamada “Gervasio” en honor al Jefe de los Orientales, tuvo lugar en 1883.

Eduardo Grauert fue quien realizó las gestiones para fundar esta colonia ante el gobierno de Máximo Santos. Realizó también la promoción de esta colonia por amplias zonas del país. Sabedor del interés colonizador de los Valdenses, tomó contacto con el Pastor Daniel Armand Ugón y a través de su intermedio logró interesar varias familias valdenses del departamento de Colonia.

Así en 1886, cinco familias (Bastia, Constantin, Morel, Charbonnier y Benech y los solteros Arduin –dos-, Geymonat y Justet), llegaron con sus carretas cargados de sueños y esperanzas. Se sumaban así a otra decena de familias que ya desde 1883 (¡aún antes de autorizadala Colonia!) comenzaron a recibir fincas.  Se proponían trabajar la tierra y prosperar lentamente, labrando un futuro mejor para ellos mismos y para sus hijos. Se instalaron con mil sacrificios en las cercanías de Santa Teresa, en el lugar demarcado como Colonia Gervasio. Sin embargo la experiencia colonizadora estuvo signada por la mala administración y si sobrevivió algunos años fue por el tesón y perseverancia de los colonizadores. Ninguno de los servicios prometidos por el gobierno de la época fue concretado: ni la escuela, ni el comercio que pudiera recibirles la producción y venderles los insumos, etc.

Para comercializar su producción los colonos debían cargar en carros sus frutos y llevarlos hasta Santa Victoria do Palmar, Brasil.

Desalentados por la incomunicación, la distancia a los lugares de colocación de lo producido, la falta de servicios, las promesas incumplidas, el aislamiento con sus comunidades de origen, con sus afectos y sus vínculos, la mayoría de los valdenses se aleja de la región para regresar a sus lugares de origen en los próximos dos años. Y en el caso de los solteros Arduin, se dirigen a la ciudad norteña de Pelotas, donde constituyen sus familias con el tiempo. Solo una familia, la de Esteban Benech y Susana Arduin, se mantienen por cinco años en Gervasio para regresar al departamento de Colonia en 1891.

Mudo testimonio de aquellos precursores son los centenarios eucaliptos, por ellos plantados en las varias islas vegetales que aún perduran en las cercanías de la ruta 14. Desde su honda raíz alimentan el recuerdo de los que saben su origen y valoran con cariño el esfuerzo colonizador de aquellos esforzados pioneros.

 

3. La Colonia Greissing e Ibáñez

 

En la amplia zona rural conocida como “Alférez”, había una estancia llamada “La Orfilita” propiedad de Bernardo Riet Correa. La empresa tenía problemas financieros, por lo que ya para 1939 estaba bajo la administración del Banco dela República Oriental del Uruguay (BROU), quien promovió la colonización. El contacto con los valdenses comienza ese mismo año, ya que el BROU ofreció ala Comisión de Colonización dela Iglesia Valdense esas tierras, al precio de $ 50 la hectárea con facilidades de pago. Se trataba de un campo de4468 ha y fracción. Miembros dela Comisión visitaron la zona pero consideraron la tierra no suficientemente apta para la agricultura y demasiado grande la distancia a Montevideo.

Fue entonces que la “Sociedad Greissing e Ibáñez”, compró la propiedad, procediendo a lotearla y poniéndola a la venta de inmediato. La promoción de estos terrenos fue realizada en muchas zonas del país. Los valdenses habían desestimado la compra en conjunto de los terrenos para formar una colonia compacta. Sin embargo comenzó a haber interesados en adquirir tierras  en el este uruguayo.

Hacia fines del año 1940 Humberto Gonnet realizó dos visitas a la zona, primero solo y luego con su hermano Alfredo. ¿Por qué razones buscaron estos adelantados tierras tan alejadas de su Colonia Cosmopolita original?  Podemos decir que no es que buscaran lugares alejados, sino que no tenían otra alternativa. La búsqueda de tierras aptas para la agricultura era motivada por el importante aumento demográfico de las colonias valdenses del litoral y la estrechez territorial en la que vivían, lo que generaba la necesidad de ampliar los horizontes, especialmente a las nuevas generaciones.  Efectivamente, la imposibilidad de ensanchar las colonias con nuevos asentamientos cercanos ponía en serio riesgo el anhelado progreso económico que como buenos colonos tenían como mira. Era necesario encontrar nuevas tierras para trabajar, aunque tuvieran la desventaja de la lejanía geográfica con sus afectos. Así comienza a concretarse lentamente la presencia valdense en Alférez. La “Sociedad Geissing e Ibáñez” vendió a $ 65 la cuadra ($ 91,56 la ha) a los promitentes compradores, con un plazo de hasta 10 años para el pago total. Debían hacerse cargo de la entrega inicial de $ 3000 y escriturar un lote al año (de los tres iniciales comprados por los hermanos Gonnet). El interés estipulado fue de $ 5,19 pagadero a semestre vencido. Es de destacar que la propia sociedad colonizadora se comprometió a gestionarles un préstamo en el BROU a fin de solventar las erogaciones iniciales.

El 7 de febrero de 1941, llegan a tomar posesión de sus terrenos Humberto y Alfredo Gonnet como propietarios y principales de una empresa que habría de permanecer unida hasta entrada la década del 50. Junto con ellos llegaron Raúl Gonnet,  Lauro Allio y Antolín Morales, quienes trabajaban con la mencionada empresa.  Con el tiempo los dos primeros llegarían también a ser propietarios de terrenos en la colonia. Además llegó desde Colonia Cosmopolita Daniel Pons Gonnet para acompañados en la mudanza y el primer tiempo de instalación, quien luego se volvió a sus pagos. Este es un gesto interesante y destacable, que pinta la solidaridad de la familia valdense, ya que mas allá del vínculo de sangre que ligara a aquellos hombres, estaba el vínculo afectivo y de solidaridad comunitaria que movía a generar acciones de éste y de otro tipo para ayudar a los esforzados pioneros. En este sentido también vale resaltar que no eran simplemente personas aisladas quienes dieron el paso decisivo de aventurarse a la nueva experiencia, sino que contaban con un apoyo comunitario en su lugar de origen. Mas allá de que no existió una decisión estratégica eclesial de establecer una colonia, cuando estos pioneros tomaron la decisión, hubo ciertamente mucha gente que por ellos se preocupó y, desde su particular Fe en Dios, los alentó a emprender ese camino con la misma confianza de los ancestros, sin descuidar lo que para su Fe era central en su vida y obra de cada día: su particular convicción de ser llamados por Dios a una misión que va más allá de lo estrictamente personal.

No cabe la menor duda de que este aspecto espiritual resulta vital para comprender la fuerza con la que afrontaron los primeros tiempos y los momentos duros que a lo largo de la historia fueron viviendo. Un ejemplo de este compromiso es una pieza poética compuesta por María Baridón[1] para el momento en que aquellos primeros aventureros eran despedidos por sus familiares y amigos en el momento de iniciar el viaje:

 

Valdenses saliendo a cultivar sus chacras 1950

Id a Sembrar.

 

Mensajeros del amor, Cristo está buscando hoy

idos allá, idos allá.

Vuestro corazón llenó con amor y comprensión,

idos allá, id a sembrar.

 

CORO: Id pues allá, siempre confiad

y él os dará, su bendición.

El amor del salvador

os complete la labor

id pues allá, id con valor.

 

Muchos campos blancos hay que el Señor quisiera entrar

Idos allá, idos allá.

Siempre que podáis hablad de su amor y su bondad

y Él os dará fiel protección.

 

En el valle, monte o mar Él os acompañará

a cosechar, idos allá.

La cosecha almas son que Jesús quiere salvar

Id pues allá, id a salvar.

 

No olvidéis que en vuestro hogar ha de estar el Salvador

en todo hogar siempre ha de entrar

Cuando a todos llegue el fin y sonare el gran clarín

Él os dará Vida sin fin.

 

No obstante esta corriente positiva, también tuvieron que enfrentar el escepticismo de muchos que auguraban un mal futuro para la aventura recién comenzada, sobre todo por la lejanía a que se iba a exponer inevitablemente a las familias y el temor a ese territorio virgen y desconocido.

Un testimonio de Don Humberto Gonnet, rescatado por el Pastor Ernesto Tron en una entrevista de 1953, relata lo siguiente: “era un tiempo bravo, se decía cualquier cosa contra esta colonia: que las plantas y legumbres no crecían, que la cerrazón las quemaba, que no se podía hacer queso, que los bichos se comían los bazos de los caballos, etc, etc.”[2]

 

4. El duro inicio

 

No obstante, tomada la decisión, con enorme fe y confianza en sus propias posibilidades, la aventura se inició por aquellos primeros adelantados. El relato de los primeros tiempos da cuenta de lo precario de la situación y de las dificultades que atravesaron.

Al llegar lo primero que hicieron fueron unas carpas con palos y chapas que habían trasladado en camión, que les sirvieron de refugio durante tres meses[3],  el tiempo que duró la construcción del las primeras viviendas, hechas con terrones cortados directamente de la tierra virgen.

Todos estos trabajos tuvieron que hacerse simultáneamente con la atención a los animales, el ordeñe, la factura del queso, en esos primeros tiempos realizados con mínimos recursos. Asimismo debieron construir bretes y corrales para poner a buen resguardo las vacas lecheras que habiendo llegado por tren hasta Rocha, habían sido arreadas hasta “Alférez” por Alfredo Gonnet y Daniel Pons con ayuda de un baquiano.

Con grandes esfuerzos en esos tiempos heroicos, aquellos esforzados pioneros lograron establecerse y comenzar a producir. A la producción lechera sumaron la roturación de la tierra y la plantación de trigo, con buen resultado en los primeros tiempos. Con el ejemplo de estos adelantados y una parte importante del camino andado – demostrando que el proyecto era posible -, muchas otras familias y jóvenes emprendedores se interesaron en las posibilidades de la zona.  Así, en pocos años se logró constituir una importante colonia que transformó la región. Muchos siguieron el camino de adquirir tierras en la nueva colonia.

 

5. La edad de oro

 

Para 1945 la colonia se completa, se venden las últimas fracciones de campo y queda así constituida una comunidad rural bien diferente a la preexistente. En un campo donde antes habitaban unas pocas personas, donde casi no había viviendas, donde no había zonas arboladas, se encuentra ahora un grupo humano de aproximadamente 130 personas[4]. Donde no se producía más que algo de ganado en forma extensiva, se generan una variedad de cultivos: trigo, maíz, girasol y lino. También se producen hortalizas en forma intensiva. Pero además, la producción pecuaria se vuelca decididamente a la lechería. La producción de la Colonia es amplia y de excelente calidad. Se producen quesos artesanales que se comercializan en Lascano y una amplia zona que llega hasta la costa oceánica. Al respecto se cuenta una pintoresca anécdota  que habla de la fama y calidad de aquella producción. En cierta ocasión Don Humberto Gonnet se encontraba veraneando en la costa y concurrió a un comercio de Chuy a surtirse y le ofrecieron a probar unos quesos, diciéndole que eran “quesos de Gonnet”, como sinónimo de calidad. Divertido por la situación, le respondió al comerciante: “los quesos son buenos, pero no son de Gonnet porque Gonnet soy yo y no hice esos quesos”.

Además de quesos artesanales, también se producía dulce de leche y crema a escala industrial. La Cooperativa“La Orfilita” y la empresa “La Helvetia Ltda.” se dedicaron especialmente al desarrollo de la industria láctea enla Colonia. Esta última empresa, propiedad de la familia Ernst, agrupó a una decena de familias de confesión adventista que trabajaron en la industria láctea, introduciendo novedades tecnológicas interesantes, como el uso de una caldera a vapor y la construcción de silos herméticos para el almacenaje de semillas con un sistema de vacío.

La transformación de la región se ve también en la multiplicidad de establecimientos, con sólidas casas, mejoras importantes en los campos, construcción de galpones, incorporación constante de maquinaria agrícola y en la ampliación del parque vehicular. Además prosperan una cantidad importante de empresas de servicios: talleres mecánicos, empresas de alambradores, empresas de construcción, hornos de ladrillos, taller de carpintería y herrería, empresas de construcción de pozos, carnicerías, línea de transporte  colectivo Mariscala – Lascano, comercios de ramos generales, tahonas (molinos para el procesado de trigo y maíz).

Luego de 1945 y durante toda la década de los años 50, la Coloniacontinuó su crecimiento demográfico, aunque lógicamente con menor ritmo que en estos años iniciales de poblamiento. Así para 1957 la Coloniacuenta con 200 personas, pero en virtud de su existencia se ha producido una importante renovación poblacional en las zonas aledañas, donde muchos colonos han invertido en compra de tierras para establecerse. No se trata de una colonización organizada sino de un simple y libre ejercicio comercial de las personas, pero es innegable que estos movimientos están influenciados, más concretamente alentados, por existir la colonia, por contar la zona con cierta infraestructura de bienes y servicios y por existir un grupo humano ya establecido que sirve de referencia y contención. Para este año la zona del “Alférez”, más allá de la Colonia, cuenta con unas 320 personas. Para dar una idea cabal: las asambleas de la Sociedad de Fomento registran asistencias de 250 personas entre productores, familiares e invitados.[5]

 

 

6.  El comercio de Malán

 

Ramón Torres, Lalo Allio, César Malán, Humberto Gonnet. Detrás del primer camión de Máximo Malán

 

Una mención especial merece por su significación para la zona y su permanencia en la toponimia popular el “Comercio Malán”. Don Máximo Malán fue invitado en 1942 por los hermanos Greissing a instalarse en la novel colonia con un almacén de ramos generales. Don Máximo había tenido un emprendimiento comercial similar en la localidad de Ombúes de Lavalle, departamento de Colonia, y se encontraba en una encrucijada difícil ya que hacia poco había sufrido un siniestro incendiario en su establecimiento, con cuantiosas pérdidas. Alentado por los colonizadores, adquiere una fracción de terreno y se instala en un lugar estratégico, algo así como la puerta de entrada a la colonia, en la intersección de la ruta Aiguá – Lascano con el camino a Colón, que conduce al interior de la Colonia. Este almacén no solo se dedicó a proveer de insumos a los colonos, sino que se convirtió en un lugar de referencia para actividades comerciales y sociales. El comercio actuaba como receptor, acopiador y transportador de granos. Proveía de insumos a los colonos, teniendo un camión que realizaba fletes desde y hacia Montevideo. Pero además, el lugar adquirió aún más relevancia en los años siguientes cuando se estableció allí una estación de combustibles del sello ANCAP, una oficina del Banco de Seguros del Estado, una agencia del Correo uruguayo (código M69) y una agencia de la empresa de transportes ONDA. Fue también en instalaciones del comercio Malán que comenzó a funcionar la escuela pública, gestionada por la Sociedad de Fomento ante la Inspección Departamental de Educación primaria de Rocha, mientras se construía su edificio propio en un terreno donado justamente por don Máximo Malán, en la cercanías del comercio.[6] El club de futbol “Wanderers” formado por los colonos para desarrollar actividades deportivas tuvo su campo de juego en inmediaciones del mismo lugar.

 

7.  La vida espiritual de la Colonia y sus actividades

 

Desde el punto de vista de las confesiones religiosas, hay tres grupos en la Colonia: los Valdenses, los Adventistas y los Católicos. Los dos primeros contarán con templos edificados en el campo. En el caso de los adventistas también tuvieron una escuela propia a la que muchos valdenses también acudieron por la simple razón de que quedaba en el medio de la Colonia, mucho más cerca para los que vivían en el “fondo”, según el léxico vernáculo. La convivencia entre las comunidades fue buena, registrándose solamente algún episodio aislado de controversia especialmente por el tema del “día de reposo” entre valdenses y adventistas.

En general podemos decir que siempre primó la cooperación y el deseo de construir juntos una colonia próspera que beneficiara a todos sin distinciones. Así por ejemplo en las diversas comisiones directivas que fueron administrandola Sociedadde Fomento, notamos en forma permanente la presencia de personas de las tres denominaciones.

Templo de “Alferez”. Ceremonia de valdenses (1961)

El clima de fraternidad y cooperación entre las personas de la zona queda registrado en una anécdota que cuenta Raúl Gonnet Pons en su relato del primer año en la Colonia: “un día en nuestras tomadas de mate vimos llegar unas cuantas personas por el campo, eran vecinos y vecinas de una “Colonia González” que venían a darnos la bienvenida y a ofrecer sus servicios para lo que necesitáramos; gran gesto que agradecimos mucho”.[7] 

Desde el punto de vista institucional, la constitución de la “Colonia Greissing e Ibáñez”, significó parala Iglesia Evangélica Valdense del Río dela Plata, la posibilidad de marcar firmemente su presencia en el este del Uruguay, ya que al establecerse un grupo numeroso de personas con honda fe y deseos de vivir y testimoniar su particular experiencia religiosa, generó el acercamiento y asociación comunitaria de muchos otros valdenses que se encontraban diseminados por la región: en Lascano, en Cebollatí, en Rocha, en Mariscala.

Nada hubiera sido posible sin embargo sin el celo evangélico de aquellos fundadores. La profunda piedad que los sostenía en las dificultades y en los duros desafíos diarios, especialmente en los primeros tiempos, era alimentada por ellos en momentos de reflexión y recogimiento, especialmente los días domingo.[8]

En el primer año de asentamiento de la colonia se celebra el culto. El 31 de agosto de 1941 se efectúa comunitariamente entre los primeros pobladores, unas 10 personas. Por lógicas razones de origen, los colonos se vinculan con su Iglesia madre, Colonia Cosmopolita, en el departamento de Colonia. De hecho muchos de ellos han seguido viajando cada tanto a sus tierras de origen. Algunos que habían venido solteros se han casado con jóvenes de esa colonia o de lugares cercanos. Y es a través de contactos familiares más que institucionales que van haciendo cada vez más notoria su presencia.

En 1944 reciben la visita del Pastor Emilio Ganz, el Anciano del Consistorio de Cosmopolita, Carlos Baridón y el jóven Ronaldo Pons. El día 11 de octubre de ese año llegan a la Coloniay el día 15 se reúnen y toman importantes resoluciones para el futuro inmediato de la iglesia. Resuelven así crear una comisión de Iglesia[9] (que posteriormente llegará a ser Consistorio); comenzar una escuela dominical (de instrucción bíblica) con la dirección de Dino Ricca y la subdirección de Ida Garrou de Malán; organizar un Coro, con la dirección de Raúl Gonnet; celebrar cultos quincenalmente y solicitar la visita de un Pastor dela Iglesia Valdense por lo menos dos veces en el año. Posteriormente también se comenzó a dictar clases de catecismo a cargo de Maria Baridón de Gonnet y de Elbio Gonnet.

En 1945 el grupo eclesial se constituye como sección dela Iglesiade Cosmopolita siendo atendido por el Pastor Emilio Ganz desde allí, con visitas dos veces al año. El 29 de Abril de ese año se inaugura un Templo en un rancho adaptado para ese fin, que anteriormente sirviera de vivienda a Raúl Gonnet y familia. De modo que en este año comienzan a registrarse las ceremonias religiosas valdenses en Alférez con libros de registro propios.

En 1949 se constituye formalmente la Iglesia Evangélica Valdense de “Alférez”, con la gestión de su propia personería jurídica y allí mismo se resuelve la construcción de un templo, el que será inaugurado el 22 de marzo de 1953.

No queremos dejar de anotar también que en esta época, a través de gestiones realizadas por la iglesia, arribaron a la Coloniavarias familias italianas, quienes emigraban de su país devastado por la SegundaGuerraMundial. El mecanismo de llegada para estos nuevos inmigrantes fue el siguiente: los colonos sudamericanos aportaban el dinero necesario para el pasaje, siendo este devuelto a posteriori por los nuevos inmigrantes mediante su trabajo en los establecimientos ya existentes.[10]

De todo este bagaje histórico se destaca sobremanera el carácter fuertemente religioso del movimiento valdense. Con solo dos visitas del pastor por año, la iglesia sin embargo desde 1945 realizó cultos quincenales, escuelas bíblicas, catecismo, coro, etc.. Luego desde 1948 amplió aún más sus actividades sociales y deportivas con la fundación de la “Unión Juvenil Valdense”, que promovió el deporte, el arte musical y teatral, la formación moral y espiritual de sus miembros con diversas acciones, y que fuera también el germen de la actividad valdense misionera en Lascano a comienzos de los 60 y de la actividad de Campamentos, por la misma época.

Estas múltiples actividades son en su totalidad desarrolladas habitualmente por laicos. Eso tiene su fundamento teológico en el concepto del sacerdocio universal de los creyentes – muy grato a los reformados en general y a los valdenses en particular -, según el cual todos y cada uno de los fieles es,  sin distingos de categorías, un sacerdote, un servidor de Dios, para su obra en el mundo, que es de salvación y no de perdición, esto es, una obra positiva, donde cada uno y cada una esta llamado/a (vocacionado/a) a servir al prójimo en la búsqueda de un mundo mejor. La superación personal, el progreso económico y social, no es entonces algo exclusivamente singular, sino que cada uno/a se encuentra inserto como miembro activo en una sociedad positiva que busca su propia superación y crecimiento,  pero no aislada sino inserta en un contexto sociocultural determinado, donde su presencia no será inocua sino generadora e inspiradora de progreso y superación comunitaria.

Toda esta acción, tendrá su fundamento y sostén en la Feen Dios, como Señor de todos los tiempos y lugares, como Señor de todo el universo. Una Fe que encuentra su mejor guía y orientación en la figura de Jesucristo, “potencia y sabiduría de Dios”, como expresa el texto de 1ª Corintios 1. 24, inscripto en la pared principal del templo Valdense de “Alférez”, como mensaje teológico central, que no es sino una expresión escrita de un concepto que desdela Fe se intenta articular en una práctica coherente y eficaz, aún consciente de su imperfección y falibilidad humana.

 

8. Conclusión.

 

Todo tiene su límite y el tiempo y el espacio también. De modo que hasta aquí llegamos con este humilde aporte a la historia de este hermosísimo departamento llamado Rocha. Quedan muchas cosas por estudiar. Muchos hilos sueltos que nos hubiera gustado, con más tiempo y posibilidades, seguir  investigando y estudiar. Queda toda la parte de los valdenses en Lascano, con adelantados desde la década del 30 pero con una presencia constante a partir de la década del 60, con la presencia física de un templo desde 1970 y el posterior desarrollo comunitario hasta el presente. Nos queda también la historia de las obras sociales llevadas a cabo por los valdenses, especialmente aquella de los Campamentos en “Palmares de la Coronilla”, donde la Iglesia Valdense tiene su Parque de Campamentos en el que desde 1969 se llevan a cabo actividades campamentiles, recreativas y formativas con niños, jóvenes y adultos. Queda la propia historia de este balneario, que en determinado momento se denominó “Colonia Balnearia Valdense” en atención a los numerosos valdenses que habían adquirido solares.

Queda además investigar con detenimiento si hubo o no causas particulares en el proceso de despoblación de la “Colonia Greissing e Ibáñez”, que se dio a partir de la década del 60, más allá del proceso general de despoblación de la campaña que fue común en todo el Uruguay.

Y así podríamos seguir enumerando temas, que quedarán para futuras investigaciones. Por nuestra parte sólo nos resta expresar desde este espacio, nuestro reconocimiento a todos aquellos hombres y mujeres que con su valor, decisión y fe en Dios se animaron a desafiar los avatares de la historia, así como los desafíos impuestos por la geografía, con una actitud que deja una enseñanza bien clara para las actuales generaciones: nada puede hacerse sin decisión, nada se logra sin esfuerzo, nada se obtiene sin trabajo, nada, ninguna decisión, ningún esfuerzo, ningún trabajo, se sostienen sin una Fe puesta en Dios, como fuente inagotable de energía benéfica y protectora de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que se animan a ser protagonistas y no simples observadores displicentes de esa historia humana que se escribe en el día a día.

 

 

 


[1] Curiosamente, ella misma llegaría luego a ser parte fundamental de la nueva Colonia porque tiempo después se casará con Alfredo Gonnet y se trasladará a vivir a “Alférez”.

[2] Ernesto Tron -La Colonia de Alférez. Mensajero Valdense. 15 de Abril de 1953.

[3] Una anécdota curiosa que me relató Juan Gerardo Chambón: Uno de los palos que sirvieron de estructura de esa primitiva carpa de chapas era de sauce. Ese palo brotó y cuando desarmaron la carpas quedó como uno de los primeros árboles plantados por los colonos. Aun perdura en el frente de la casa de Humberto Gonnet, hoy de su descendiente Mario Gonnet.

[4] En la reconstrucción dela Colonia Greissing e Ibáñez realizada por Juan Gerardo Chambón en 2001, se inscriben las siguientes familias y personas que ocupaban las diversas fracciones en 1945:  César Tourn y Laura Rochón, Juan Pedro Erguís y Adela Picca, Celestino Gardiol y Berta Tourn, Dino Ricca y Delia Félix, Hugo Ricca, Gerardo Chambón, Andrés Roberto Maldonado y Sra., Isaac Pagalday, Pedro Olivera y Antonia Azzimontti, Haroldo Caballero y Sra. Weiss, Levy Meynet y Renée Geymonat, José Picca y Haydée Gonzalez, Julio Ernst y Pilar Alonso, Alfredo y Julia Ernst, Néstor Becerra y sra., Pidoux y sra. Ernst, Olivera y Sra. David Gutiérrez y sra., Noel Gutiérrez y sra., Joel Caballero y sra. Weiss, Nelson Vighliem y Jacinta Rostan, Juan Benítez e Irma Geymonat, Humberto Gonnet y Elvira Baridón, Eduardo Gonnet Pons, Alfredo Gonnet y María Baridón, Alfredo Ricca, Elbio Gonnet y Nelda Benech, Basilio Gajdosz y Justina Hadinski, Mario Olivera y Alba Montes, Florentino Luzardo y Celina Carvajal, Hermenegildo Hernández y Rosa Cruz, Raúl Gonnet e Hilda Tourn, Pedro Cano y Severa Bentancor, Antolín Morales, Máximo Malán e Ida Garrou, Clementina Malan y Lauro Allio.

[5] Dr. Ricardo Gerona San Julián.  Boletín Informativo. Número 685.Año  1957. Explotación Agropecuaria Técnica intensiva: Dela Estancia haciala Estancia-granja.

[6] Actualmentela Escuela No. 47 sigue ocupando el mismo terreno, aunque el edificio original ha sido demolido y cuenta hoy con una moderna edificación.

[7] Raúl Gonnet Pons. Resumen del primer año de entrada a Alférez. Testimonio mecanografiado.

[8] Una anécdota interesante cuenta Raúl Gonnet Pons: “una vez se nos pasó el domingo, seguramente por estar tan ocupados – acota –  hicimos la lectura bíblica el día lunes ¡Cosas que pasan!”.

[9] Esta primera comisión estará conformada por Pastor Emilio Ganz, presidente, Humberto Gonnet, vicepresidente, Raúl Gonnet, Secretario, Dino Ricca, tesorero.

[10] El listado que realizó Juan Gerardo Chambón en 2001 consigna a: Pablo Michelín y flia, Atilio Pons y flia., Luis Monnet y flia., Enrique Malán y flia., Aldo Bonnet y flia., Emilio Malán, David Bertón y Emilio Fenouil.  Aproximadamente unas 20 personas. De algunas de ellas quedan descendientes en Lascano.

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