Amadeo Molina Faget – Jesús Perdomo

 

SUMARIO: 1. A orillas del Arroyo  – 2. Amadeo, el discrepante – 3. ¿Cuál Arroyo de Castillos? – 4. Las cuatro caras de Castillos – 5. El ojo del baqueano – 7. Contundentes instrucciones – 8. Versalles en Balizas

 

Un juvenil Amadeo Molina Faget, cuando iniciaba sus recorridos a caballo por pagos castillenses

1. A orillas del Arroyo

Primero se oyó el seco redoble de un tambor.  Luego, el filo de una clarinada cortó en dos la fría tarde de setiembre y reventó en descarga de fusilería…

Durante un breve momento de silencio, pareció que el mundo quedaba en suspenso, y otro, y otro… , así hasta contar veintiún cañonazos.

Los toros chúcaros que pastaban en la llanada cercana levantaron sus poderosas cornamentas y rompieron en disparada campo afuera, mientras una salvaje estampida de miles y miles de pájaros sacudió las centenarias copas de los ombúes y coronillas.

Es que desde los tiempos mismos dela Creación, jamás semejantes sonidos habían atronado el aire de aquel arisco paraíso de aguas, pradera, arenas, monte y fauna salvaje que arropan la boca del arroyo – hoy- de Balizas conla Lagunade Castillos.

Los poderosos toros chúcaros, señores de los pastos de la llanada, ya habían contemplado sí los penachos emplumados de los Guenoas costeros, pero jamás habían visto esto que estaba apareciendo detrás del estruendo de clarines, fusilería y cañonazos.

Rojo y Oro. Verde y Rojo. Flameando altas al viento de la tarde, las banderas de guerra de Portugal y España se aproximaban al arroyo por ambas orillas.

Detrás, al compás asordinado de tambores, avanzaban dos columnas de empenachados jinetes, diez por cada columna, montando caballos de fina raza enjaezados a todo lujo, que pisaban como si fueran bailando ballet.

Los jinetes de cada comitiva calzaban lustrosas botas ajustadas con cordones dorados. Panas, rasos y sedas lucían en los uniformes de gala, mientras las gualdrapas destellaban al sol. Ahí iban los Oficiales de los selectos Cuerpos de Dragones de sus respectivas Majestades, Católicas y Fidelísimas. Y arriba, coronando sus airosas figuras, altos morriones rematados en penachos coloridos flameaban en llamaradas.

Por primera vez, todo el poderío y esplendor dela Europa Imperialse ostenta en este rincón virginal dela América India.

España y Portugal, las dos potencias coronadas que se disputan el dominio del mundo descubierto por sus flotas rivales, han enviado de plenipotenciarios a este remoto solar americano a los máximos “genios” de sus respectivas diplomacias, digamos “los Kissinger” del momento. Ellos son: Gaspar de Munibe, Marqués de Valdelirios por España y General Gómes Freire, Conde de Bobadela por Portugal.

Se ha decidido que aquí, en “Castillos”, arrancará la primera línea divisoria  con que España y Portugal se repartirán el mundo, según las cláusulas del “Tratado de Tordesillas”. Será la primera Línea con amojonamiento preciso, pues la de Tordesillas no pasó de ser una “línea virtual”, en el papel.

Estamos a 1° de setiembre de 1752. Con aquel estruendo de clarines, cañones y boato ceremonial, que espantó a los toros y pájaros baliceros, comenzó el delicado operativo de demarcación por un Tratado patéticamente ruinoso para los intereses de España.

Años después, cuando el General Zeballos reconquistó el Río Grande para España – anulado el Tratado de Madrid – capturaron también un minucioso Diario redactado por algún oficial Portugués dela Expedición Demarcadorade 1752.

Así narra el anónimo cronista lo sucedido en la tarde de aquel 1° de setiembre, cuando ambos Plenipotenciarios se vieron las caras: “El 1° de setiembre salió el General  Portugués de su Campamento a la una de la tarde, para avistarse con el Marqués,  el cual también salió de su Campamento y llegando el General Portugués al Arroyo de Castillos, que dividía los dos Campos, llegó un Capitán de Dragones a anunciarle al General Portugués que el Marqués pasaba el Arroyo a buscarlo y luego entró aquél en dicho Arroyo a caballo y en medio del Arroyo lo encontró al Marqués que iba en una pelota de cuero.”

“Después de muchos cumplimientos, cedió el Marqués volviendo a su Campo y estuvo conversando con el General, en pie, tres horas en la orilla del mismo Arroyo, quedando los Oficiales Portugueses del lado Norte y los oficiales Españoles de la parte Sur hasta que se despidieron…”

En estos párrafos del Diario de Demarcación de 1752 aparecen las pistas que nos permitirán resolver la cuestión que motiva la presente monografía: ¿cuál fue el lugar preciso, dentro del área “castillense”, donde se realizaron las Conferencias previas ala Demarcacióndel Tratado de Madrid?

 

2. Amadeo, el discrepante

 

Al respecto, el 99% de las publicaciones aparecidas (desde tiempos muy remotos) señalan un determinado sitio al Norte de la –hoy-  ciudad de Castillos. Una sola publicación, un minúsculo 1% discrepante, lo ubica al Sur de dicha ciudad.

A este valiente y lúcido 1% discrepante está dedicado el presente trabajo. Porque no se trata de una voz cualquiera la que se levanta rectificando la postura dominante. Es la del Dr. Amadeo Molina Faget, nacido y criado en esta zona plena de viejas historias, investigador minucioso de la ruralidad rochense, discípulo dilecto de Doña Florencia Fajardo Terán.

Por finales de los años 80, Molina Faget repartió unas pocas copias de su monografía titulada “El marqués de Valdelirios acampado en Balizas”. Este lúcido trabajo merece romper el reducidísimo círculo original de difusión. Lo reproduciremos en sus bloques fundamentales.

A su vez, se verá complementado – y ratificado – por documentación decisiva aportada por el Prof. Hugo San Martín, dedicado investigador del Tratado de Madrid en nuestra zona. Documentación, por otra parte, que Molina Faget  no llegó a conocer. Por lo cual, tanto más valiosa resulta su intuición geográfica.

Pero entremos en tema. Leamos entonces  a Don Amadeo: “Es asunto aceptado por los historiadores que el Campamento Español de los Comisarios de Límites en 1752 estuvo en las márgenes occidentales del Arroyo de Castillos en lo que hoy es Segunda Sección Judicial.

La toponimia del lugar confirma el hecho – se dice – puesto que desde la Colonia, hemos seguido llamando “el Consejo” al paraje o “Cuchillas del Consejo”.

El prestigioso historiador Aníbal Barrios Pintos, en su trabajo “Rocha en el Centenario de Castillos”, dice que la “Comitiva Española de la Demarcación de Límites se estableció sobre la margen occidental del Arroyo de Castillos, próximo a su Paso Real, donde – hacia 1790 – existía una Guardia al Norte, distante tres millas del desagüe en la laguna, y la lusitana a la banda oriental, a unos 440 metros de aquella.   La denominación de “el Consejo”, según Oyarbide, parece resultar de las Conferencias que efectuaron en la zona dichos Demarcadores de 1752…” (subrayados nuestros).

La lectura atenta del Diario de la expedición Portuguesa – prosigue Molina Faget – escrito por uno de sus integrantes y encontrado por  los Españoles  en la toma del Río Grande en 1763, me lleva a pensar distinto  a lo que es valor  aceptado hasta el momento…”

Molina Faget reproduce el párrafo inicial del Diario Portugués, planteando una aguda interrogante en base a las referencias geográficas aportadas por el anónimo testigo de los hechos.

“Empieza diciendo el Portugués: “El 25 de agosto, a la una y media de la tarde, llegó la tropa portuguesa, que venía a la Demarcación, al campo opuesto al de los españoles, en la proximidad del Cerro de Navarro.

El Marqués de Valdelirios aún no había llegado, más ya tenía parte de su tren y barracas al Sur, en las inmediaciones del Arroyo de Castillos, con un Teniente de Dragones y su Guardia…”

Más adelante dice el Diario. “El 7 de setiembre fue el Marqués al Campo Portugués y después de almorzar fueron a ver el sitio de “Castillos Grandes” distante del Campo Portugués cuatro leguas”.

Teniendo en cuenta – explica Amadeo – que el  “sitio de Castillos Grandes” es lo que hoy llamamos Cerro de la Buena Vista y suponiendo que el Portugués habla de una legua de 60 cuadras equivalente a 5.154 metros, el Campamento Portugués estaba al Norte de la hoy ciudad de Castillos, pero muy cerca, en la proximidad del “Cerro de Navarro” hoy conocido por  Cerro de los Rocha.

Y aquí me saltó siempre la primera interrogante: ¿Cómo es posible que este cronista haya afirmado que el Campamento Español estaba al Sur del Portugués, cuando, si fuera verdad que estaba junto al Arroyo que hoy llamamos “de Castillos”, quedaría al Oeste?

Con otras palabras: si los portugueses estaban en el Cerro de los Rocha y los españoles enla Cañadade Talayer ¿cómo puede afirmarse en el Diario que éstos estabanal Sur de aquellos, cuando se trata de un Oeste cien por ciento?

 

3. ¿Cuál Arroyo de Castillos?

 

Quien ahora razona no es el Amadeo doctor en Abogacía, es el conocedor del mapa local, quien – como vecino andariego – tiene recorridos, a lomo de caballo, todos estos pagos rurales. Así prosigue su razonar:  “… Se me puede objetar: el Diario afirma que el Marqués estaba en las inmediaciones del Arroyo de CASTILLOS  y no hay otro que éste, el que nace en el MATURRANGO, corre de NORTE a SUR y desemboca en la LAGUNA de CASTILLOS.

   La objeción la destruyo fácilmente, si pruebo que durante la Colonia, el HOY Arroyo de “BALIZAS” (no me gusta usar la “V” porque es un barbarismo), se llamó “de CASTILLOS”.

La primera vez que me encontré con semejante noticia fue cuando leí el deslinde de las tierras que el Comandante de Santa Teresa, Capitán Agustín dela Rosa, concedió a Manuel Álvarez de Olivera (padre de Leonardo), tierras que hoy forman el llamado “Rincón de los Olivera”.

Se dice allí: “Al Norte con Mariano Argüello, siendo éste su frente y extensión como cosa de dos leguas, poco más o menos, desde la Costa del mar hasta el Arroyo del Sauce; por el fondo al Sureste, que tendrá la misma extensión, desde el Arroyo que entra en la Mar hasta el Sauce que linda con el ARROYO DE CASTILLOS hasta la BARRA de este nombre y por sus costados la Mar y la Laguna…”

Hoy diríamos que esta zona tiene por el Sureste al Arroyo de BALIZAS. El Capitán La Rosano usa para nada esta palabra y dice que linda “con el Arroyo de CASTILLOS hasta la BARRA de este NOMBRE. A pesar de lo confuso en la redacción del deslinde, una cosa es clara: nada tiene que ver el Arroyo de Castillos de hoy con el Rincón de los Olivera. Nada que ver. No hay duda: el Comandante se refiere al HOY Arroyo de Balizas.

Ya, a principios del siglo XVIII, cuando el  combate con el pirata Moreau – 1720 – se habló siempre de “Castillos”. En la descripción del combate por el Padre Lozano, se califica al Arroyo de Balizas de “Río”, sin darle nombre, pero se habla de “Barra de Castillos” y “Laguna de Castillos”. ¿Cómo se llamaría, entonces, el Arroyo?

No se podría llamar “de Balizas”, porque este nombre surgió del “balizamiento” con destacadas del Paso por la Boca del Arroyo en la Laguna y descontamos que eso no fue tarea ni de indios ni de gauderios.

Las “Balizas” – dos hileras de troncos clavados al fondo – que marcaban el pasaje del Arroyo “haciendo pie”, no pudieron colocarse allí antes de 1763, cuando los españoles se instalaron en Santa Teresa y luego en Río Grande, y tuvieron necesidad de traficar con Maldonado, asegurándose un paso de tránsito seguro por aquel difícil lugar.

En consecuencia, antes de  1763, el Arroyo – por fuerza – no podía denominarse más que “de Castillos”, como las Islas, el Cerro, la Ensenada y la Laguna…”

Por nuestra parte podemos agregar que una Carta de época colonial – 1784 –  publicada por el Prof. Flavio García en el “Boletín Histórico Militar”, zanja definitivamente este asunto del nombre del Arroyo (hoy “de Balizas”), corroborando la tesis de Molina Faget.

El autor de la carta, fechada el 20 de diciembre de 1784, dirigida al Virrey de Buenos Aires, es Francisco Bruno Zabala, hijo del fundador de Montevideo. Así se expresa: “Excelentísimo Sr. Virrey: Todo el anhelo de los portugueses, cuando se tuvieron las Conferencias en Castillos para la Línea Divisoria, fue que el primer Marco se colocase en esta Banda del Arroyo de Castillos, para que en la parte de Portugal quedasen los Islotes que, en las Cartas de Marea llaman Castillos y dan esta denominación a aquel arroyo, y de esta suerte les perteneciese sin disputa la ensenada que allí hace costa…”

4. Las cuatro cara de Castillos

 

El topónimo “Castillos Grandes”, abundantemente reiterado en los documentos del Tratado de Madrid, alude a una de las cuatro modalidades con que, en tiempos antiguos, se caracterizó al término “Castillos”, tal como lo prueban múltiples papeles españoles, orientales y portugueses. Así vemos:

1)     “Castillos GRANDES”: la zona de la ensenada, las islas y el cerro “Buena Vista”.

2)     “Castillos GRANDE”: el Arroyo de Castillos de hoy.

3)     “Castillos CHICOS”: las Islas deLa Coronillacon el extremo Norte dela Angostura.

4)     “Castillos CHICO”: el actual Arroyo de Balizas.

Por otra parte, aquella interrogante que inquieta a Molina Faget con respecto a los puntos cardinales (“norte”- “sur” del Arroyo, y no “este”- “oeste”) anotados por el cronista testigo portugués, se afirma si tenemos en cuenta que no una vez (que podría considerarse un error por distracción) sino por tres veces vienen reiterados en el Diario.

La orientación señalada por el testigo ajusta perfectamente con la posición geográfica de ambos dominios coloniales en esta nuestra zona: Portugal al Norte, España al Sur, tal como lo indica Amadeo: “El manejo correcto de los puntos cardinales se evidencia cuando se habla de la colocación del primer Marco: “Se convino – dice el Diario – fuese entre el Morro de los “Castillos Grandes” y el Arroyo, junto al Mar, en unas piedras en las cuales se abrió a cincel un cuadrado en que debía colocarse la Base del Marco y se determinó que las Armas de Portugal quedasen para el NORTE y las de ESPAÑA  para el SUR…” Hoy diríamos: “para el lado del Mar” y “para las arenas o Balizas…”

Pero el verdadero “toque de virtuosismo”, en el razonamiento, lo aporta el Molina Faget vecino conocedor y jinete recorredor de la zona como ya lo dijéramos.

Luego de reproducir la narración del encuentro de los dos Plenipotenciarios – Gómez Freire a caballo y Valdelirios en la “pelota”- el “gaucho” Amadeo aplica el puntillazo definitivo en defensa de su tesis.

 

5. El ojo del baqueano

 

Y lo hace así: “Si se trata del actual Arroyo de Castillos, resulta imposible imaginar a los Oficiales Portugueses del lado “Norte” y a los Españoles de la parte “Sur”, habría que hablar de “Este” Y “Oeste”.

Pero, también, es imposible que el Arroyo Castillos actual pueda vadearse a la altura de la antigua Guardia Española, porque allí el Arroyo carece de la profundidad necesaria para que tal medio de transporte (la “pelota”) se pudiera utilizar.

A esa altura de su cauce, las aguas se derraman por la llanura, entre pajonales y palmares, al punto de que el Paso que existe por allí se llama “Paso del Bañado” o “Largo”.

El Marqués, por más “maturrango” que fuera, debía preferir, en tales circunstancias, montar a caballo.

Personalmente, pienso que el episodio sólo es imaginable, en toda el área estudiada allí por los Comisarios, en la “boca” dela Lagunade Castillos, donde nace el Arroyo – hoy – de Balizas.

Solo así se explica que el cronista pueda decir que su General llegó al Arroyo y que luego arribó un Capitán de Dragones a anunciar que el Marqués venía a buscarlo. “Luego entró aquel en dicho Arroyo a caballo y en medio de él encontró al Marqués que iba en una “pelota” de cuero”, tal es lo que dice el Diario. (negritas nuestras)

Si Gómez Freire “encontró” a Valdelirios, es que no lo estaba viendo venir cuando entró en el agua, y así mismo pudo haber sucedido, puesto que en la orilla Sur de la laguna – por donde tenía que entrar el Español – he conocido siempre grandes juncales, altos y espesos, entre los cuales llegué a pasar.

La descripción corresponde a un “paso largo”, como era efectivamente aquel, que nos obligaba a marchar cerca de500 metroscon el agua a la barriga del caballo y a las puntas de las caronas

Con esas características, el uso de aquel rudimentario medio de transporte – la “pelota”- era posible. Es que, por entre los Juncales siempre se han encontrado espacios limpios – como “caminos” – por donde pasar cómodamente.

Entre paréntesis observo: el portugués “a caballo”, con pleno dominio de la situación y el Marqués Español haciendo el ridículo metido en su “aparato”, medio sumergido y a merced del cuarteador de la “pelota”, bamboleándose sin estabilidad, representan con extraordinaria fidelidad el papel que desempeñaron sus respectivas Coronas en este amargo asunto de los Límites de 1752.

Véase también que el cronista portugués dice que el Arroyo dividía los dos campos. Se sabía que el punto de arranque dela Fronterasería el Morro de los “Castillos Grandes” y cualquiera fuera el criterio que pudiera tener Valdelirios acerca de la dirección de la línea fronteriza, poco tenía que hacer en la margen derecha del hoy Arroyo de Castillos.

No resulta lógico pensar que se fueran a ubicar tan lejos del punto de partida, que era el más delicado. Los españoles podían pensar, con fundamento de sobra, que el hoy Arroyo de Balizas (entonces “Castillos”) debía marcarla Frontera, y si bien no resultó así, la línea corrió en forma paralela y muy cerca de él.

En otra parte dice el Diario: “Convinieron los Comisarios principales que se conservasen los Campamentos en el lugar que se hallaban, y que entre ellos se armase una tienda  de campaña para dichas Conferencias (…) El día 7 mandó el General una barraca grande para en ella tener las Conferencias, la cual se situó en la parte Sur del Arroyo, que hay entre los dos Campamentos”.

Resulta, pues, que la tienda de las conferencias quedó al Sur del Arroyo (no al Oeste) y el Campamento Español más al Sur aún.

Con igual autoridad de “paisano” conocedor de la zona, por tenerla recorrida a caballo a lo largo y a lo ancho, Amadeo viste ahora la “toga” de letrado al encabezar una aguda observación:

            “Otro sí digo: que a la altura de la antigua Guardia colonial de “Castillos GRANDE”, el campo anegadizo tiene una anchura muy superior a los 440 metros que menciona Barrios Pintos, y mucho más en el mes de agosto cuando llegaron las Comitivas de Límites, de lo que resulta imposible que los Campamentos estuvieran situados a esa distancia.

            Otro sí digo también: el Cronista portugués dice que su Campamento estaba en el “Cerro de Navarro” y éste, al que hoy llamamos “de los Rocha”, está a unos nueve kilómetros de aquel Arroyo…”

En el encabezado de la presente monografía destacábamos el valor de la “intuición” de Amadeo Molina Faget, máxime cuando desconocía un documento ifundamental, que viene a ratificar su acertado razonamiento, zanjando definitivamente la cuestión del sitio preciso donde se realizaron las Conferencias Demarcatorias del Tratado de Madrid en zona de “Castillos”.

 

Las dos teorías sobre el lugar donde se desarrollaron las conferencias demarcatorias.

6. Contundentes instrucciones

 

Accedimos a dicho documento por gentileza del Prof. Hugo San Martín, diligente investigador de los Marcos Divisorios emplazados en territorio rochense.

Se trata del llamado “Tratado de las Instrucciones”, firmado por ambos Soberanos en enero de 1751, previo a la salida de los Plenipotenciarios hacia América.

El nombre del minucioso Tratado lo indica expresamente: “Instrucciones” por las que debían guiarse los Comisarios de las dos Coronas en la demarcación de los límites respectivos enla América Meridional.

Ahora bien, ¿qué dice este trabajo, complementario del Tratado de Madrid?. El Prof. Hugo San Martín lo resume con precisión. Le cedemos la palabra: “El artículo 1° del Tratado de las Instrucciones, entre otros establece: “Luego que lleguen los de la Nación a su destino, avisarán de su llegada a los de la otra Nación, advirtiéndoles al tiempo en que, poco más o menos, podrán estar prontos para pasar a “Castillos Grandes” que será el lugar de las Conferencias entre unos y otros (…) El art. 3° establece: “Antes de partir cada Partida de su primer destino para “Castillos Grandes”, tomará cada una en su territorio noticia de escoltas, indios de servicio, víveres, armas (…). A su vez, el art. 4° dice: Luego que se hallaren juntos en “Castillos Grandes”, harán edificar una casa de madera o tienda de campaña, situada en terreno de los dominios, conforme a lo ajustado en el Tratado, la cual ha de servir para las Conferencias…” (subrayados nuestros).

Ya de entrada, como lo señala San Martín, el artículo 1° define en forma terminante la cuestión del sitio preciso de encuentro y actuación de ambas Comisiones Demarcadoras: “Castillos Grandes”… lugar de las Conferencias”. Terminante. No dice “Castillos GRANDE”. Esa simple “S” define la cuestión.

“Castillos GRANDES”, es decir, Cerro Buena Vista, Islas y…ensenada de Castillos, donde desagua el  – hoy – Arroyo de Balizas, ayer el Arroyo de “Castillos” de los Demarcadores.

El Prof. San Martín hila más fino aún. Define  lo que fue el “territorio común” (a ambas Coronas), es decir, el “escenario” dondela Comitiva GómezFreire y la de Valdelirios desplegaron sus mutuas visitas, banquetes, opíparos obsequios y agasajos musicales, en un exquisito “ballet” diplomático con el cual tratar de lograr la mejor tajada territorial en el futuro tendido dela Línea Divisoria, a partir de “Castillos”…

“Más allá de la reiteración de mencionar a “CASTILLOS GRANDES” en 15 menciones expresas, no sólo como el lugar en que se llevarán a cabo las Conferencias entre las dos Partidas, y el lugar desde donde deben iniciar su recorrido dichas Partidas con rumbo al Norte, también está mencionado el “TERRITORIO COMÚN”  (art.4°) donde se construirá una casa de madera para llevar a cabo las Conferencias.

   Ahora bien, cabe preguntarse: ¿cuál es ese “territorio común” a ambas Naciones, España y Portugal?. La respuesta está dada en el art. 34 que dice: “Los dos Comisarios Principales reconocerán y demarcarán JUNTAMENTE el lugar donde en la PLAYA del MAR principian a DIVIDIRSE los dos DOMINIOS, poniendo allí uno de los MARCOS labrados que van destinados para ese efecto…

   De dicho Marco, como punto fijo, pasarán a reconocer y demarcar también de la misma suerte la FALDA MERIDIONAL del Monte de CASTILLOS GRANDES (hoy Cerro “Buena Vista”).

   Y como la ENSENADA  de CASTILLOS GRANDES ha de servir para caso COMÚN de ambas Naciones, la harán sonar, reconociendo y anotando no sólo su capacidad sino también las ISLAS o escollos de la misma Ensenada con toda exactitud y prolijidad.

            “Con todos estos elementos – concluye San Martín – entendemos que queda suficientemente PROBADO  que las CONFERENCIAS llevadas a cabo entre las Partidas ESPAÑOLA y PORTUGUESA, presididas por el Marqués de Valdelirios y el General Gómez Freire respectivamente, fueron realizadas en la ENSENADA de CASTILLOS GRANDES próximo a la entrada al Mar del Vertedero de VALIZAS”. (mayúsculas en trabajo original)

 

7. Versalles en Balizas

 

Observación: cuando buscamos visualizar el trazado dela Línea Divisoria, solemos imaginarla arrancando desde ese primer Marco con rumbo al oeste.

Error. El párrafo recién transcrito del Tratado de las Instrucciones lo dice claramente: “La falda meridional del Monte Castillos Grandes (“Buena Vista”)…”

El  Diario narra los forcejeos entre Valdelirios y Gómez Freire, hasta que el Portugués le impone su criterio al Español:la Líneaarrancará del Marco, sí, pero luego buscará al Sur, a la cumbre del “Buena Vista” y de ahí más al Sur, por la falda de éste, hasta la “extensión de un tiro de cañón” (tres cuartos de legua)”. Otro “cachito”  más de territorio para Portugal.

Recién allí – luego del “tiro de cañón” – la línea tuerce al Oeste, con dirección a los Cerros de Chafalote (hoy “de Aguirre”), en busca del segundo Marco, emplazado en las nacientes del Arroyo “Don Carlos”.

Párrafos atrás, aludíamos a las “visitas, banquetes, agasajos, obsequios y conciertos” con que se regalaban recíprocamente ambas Delegaciones Demarcadoras.

Entre otros significados, esos encuentros – según los documenta el Diario – resulta el testimonio más antiguo y completo sobre prácticas de música profana en nuestro territorio nacional.

Arias de ópera, sonetos en italiano, contradanzas, minués, sonatas… El Salón de Versalles en los médanos de Balizas. Lauro Ayestarán, en su monumental “La Músicaen el Uruguay”, bien lo valora y destaca. Como muy bien lo expresa Hugo San Martín: “La narración de estas Conferencias merece capítulo aparte”. De hecho, aporta rico material como para el guión de una película.

Para concluir la presente monografía, hacemos nuestras palabras del Prof. San Martín: “Interesa destacar la importancia del LUGAR PRECISO donde se llevaron a cabo estos HECHOS HISTÓRICOS, donde aún permanecen rastros físicos: el zócalo abierto a cincel en la roca de Punta del Marco y la base de mármol del Marco entre las dunas…”

 

 

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