ribot

Amauri Cardozo Batista

SUMARIO: 1. Introducción – 2. El hijo del inmigrante y un error perdurable. – 3. El plástico y el docente. – 4. El escudo departamental. – 5. El poeta. – 6. Himno a Rocha. – 7. Periodismo, comunicación y militancia cívica – 8. El funcionario municipal. – 9. El dramaturgo. – 10. El ciudadano. – 11. El ser más allá del hacer – 12. Apéndice documental

1. Introducción

Quien, por simple curiosidad, quiera introducirse en el más somero conocimiento de la identidad rochense, puede comenzar centrándose en su escudo, y en lo que, como en todos los emblemas de su tipo, contiene y representa.

Tal vez encuentre, en la búsqueda de ello, una composición poética en forma de soneto, que ilustra al respecto, uniendo dos distintas manifestaciones del arte.

Escudo, himno y bandera son símbolos identificatorios de un territorio, y en su composición intentan reflejar paisajes, historia y tradiciones.

Rocha tiene, desde la primera mitad del siglo XX, su escudo y su himno.

Probablemente, a esta altura el curioso investigador se tome un tiempo para reflexionar sobre la capacidad de cada autor, para plasmar obras de tal envergadura.

Por entonces ya sabrá que detrás de ambas hay un mismo nombre, un mismo talento y un mismo sentimiento afectivo.

Ello ya sería bastante para centrarse en las cualidades y la obra de ese único autor.

Pero la realidad se va ensanchando a medida que crece el conocimiento, hasta límites poco frecuentes o literalmente únicos.

En el espacio propio de este tipo de entregas es que se expone esta somera referencia a la personalidad de un gran rochense: Don José A. Ribot.

 

2. Ribot: el hijo del inmigrante y un error perdurable

Cuando Antero Urioste en su monumental “Ensayo de una Bibliografía, Cartografía, e Iconografía del Departamento de Rocha” interpreta la “A” que Ribot incluye en su firma habitual, funde y confunde dos realidades acerca de una misma persona. Esa confusión, que se inicia en 1947 con la edición de la citada obra ha perdurado en el tiempo, y esperemos que concluya en el título que luce en la página 237 del Tomo IV de la Revista Histórica Rochense. El hecho citado, lejos de menoscabarlo, afianza el crédito que en la población rochense ostenta el citado autor coterráneo, como que van transcurridos 65 años de su fallecimiento.

Gran parte del material utilizado en el tema aquí desarrollado ha sido aportado por quien profundizara en el pasado rochense, el maestro Julio María Sosa Atenssia, en base a documentación por él recogida.

El apellido no es abundante en la historia local, y arranca en Ricardo Ribot nacido alrededor de 1844, inmigrante español afincado en Rocha, en el seno de la gran corriente arribada en la segunda mitad del Siglo XIX, como muchos europeos venidos a América.

Este español era de profesión albañil, y fue integrante destacado de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, quien por la década de 1920 apareció además vinculado a un proyecto cultural por entonces emprendido. Unido en matrimonio con su compatriota Antonia Baldenen, el 20 de julio de 1883 inscribió a un hijo nacido el día 13 del citado mes y año, al que se le dio el nombre de Anacleto Eugenio. Dio como domicilio la calle Florida (actual Florencio Sánchez) Nº 68 de la ciudad de Rocha.

No se ha sabido precisar si, salvo en la documentación oficial, socialmente utilizó ese nombre de pila antes del año 1913. Pero lo cierto es que el 16 de junio de 1913 se rectificó esa partida de nacimiento, pasando a llamarse José Antonio. [1]. José era el nombre de su abuelo paterno, y Antonia, trasladado al masculino, el de su madre.

Existe una coincidencia temporal que podría no ser ajena al hecho citado, pues, en efecto, en 1913 Ribot ingresó como docente al Liceo Departamental, fundado un año antes.

 

3. El artista plástico y el docente

En esta disciplina artística se pueden distinguir dos espacios: el de la docencia y el de la creación.

Acerca de su formación no estamos en condiciones de señalar antecedentes, por lo que cabe deducir se trataba en lo fundamental de un autodidacta desarrollando sus dotes naturales, basado previsiblemente en la profunda observación de algunos maestros de esta expresión artística.

Entre sus recuerdos de la Rocha finisecular del XIX, citaba al pasar a un pintor “que fue maestro mío cuando yo tenía ocho años”. Es obvio que como antecedente del artista que llegara a ser, ello nada significó.

Referido a la docencia, se desempeñó tanto en la órbita privada como pública.

Dio clases particulares: en 1918 anunciaba en la prensa local “lecciones de dibujo y pintura para estudiantes de magisterio”, y “clases de dibujo y pintura” más “cursos especiales para estudiantes de magisterio y cursos nocturnos de dibujo lineal y de ornato para obreros, herreros, carpinteros, plateros, albañiles, etc.” Los avisos incluían la posibilidad de hacerlo a domicilio. [2]

Su vinculación con la enseñanza pública comenzó al año siguiente de la fundación del Liceo Departamental, ya que en 1912 la enseñanza del Dibujo estuvo a cargo de la directora Cora Vigliola de Renaud, pero en 1913 Ribot se hizo cargo de la cátedra. [3]

Como dato adicional se puede consignar desde ese año también se desempeñó como profesor de Gimnasia en sustitución de Berta E. de Fasoli. Atendiendo ambas asignaturas permaneció hasta 1918.

Ribot reingresó a la docencia en ese instituto de enseñanza en 1930, y permaneció en el mismo hasta su retiro para acogerse a la jubilación en 1943.

En su nota de renuncia dirigida al director Edmundo Montauti, entre otros conceptos expresa: “No dudará el Señor Director del íntimo pesar que experimento al apartarme del Liceo, al que me sentí vinculado durante muchos años, y en el que modestamente, pero con entusiasmo fervoroso, di lo que pude en beneficio de nuestra juventudes estudiosas. No obstante mi alejamiento, siempre espiritualmente estaré en esa casa de estudios”.[4]

Testimonios de sus discípulos de aquel entonces dan cuenta que allí, como en todos los órdenes de su vida, dejó Ribot huellas imborrables. Al momento de su renuncia disfrutaba de una honrosa distinción: era profesor honorario.

Si se intentara determinar cuál fuera el legado más valioso dejado por Ribot, aunadas armoniosamente todas sus virtudes y múltiples actividades, podrían concluirse que lo fue la aguda y entrañable visión de su tiempo: Rocha ciudad y departamento definitivamente idos y de los que diera múltiples testimonios como memorialista, en conferencias, charlas y artículos periodísticos, en la creación literaria de los personajes de su dramaturgia y en la tela de sus cuadros.

Parte de su obra creativa de artista plástico, con diversas técnicas, se conserva en el Museo Regional de Rocha, recoge y perpetúa el paisaje rochense en los comienzos del siglo XX.

En algunos casos – Puerto de La Paloma – a la obra pictórica la complementa con breves y jugosos comentarios sobre la realidad en que estuviera enmarcado el paisaje que recrea.

Pero la creación ribotiana destinada a perpetuar su memoria como plástico y como personalidad singularmente ilustrada es el Escudo Departamental del Rocha.

 

4. El Escudo Departamental

El interés oficial para que el Departamento contara con un emblema representativo se vincula con un hecho de gran trascendencia para los rochenses de ese entonces: la comunicación ferroviaria de su capital con Montevideo.

El interés de la autoridad de esa época se encaminó directamente a quien podría considerarse como la persona más indicada para aceptar el desafío y cumplirlo con éxito. Esa persona no podría ser otra que Ribot, a la sazón funcionario municipal, dibujante y pintor prestigioso e intelectual reconocido.

El historiador Aníbal Barrios Pintos ha explicado sucintamente todo el proceso administrativo. [5]

El 23 de setiembre de 1926 Dn. José A. Ribot se dirigía al Presidente del Concejo de Administración Departamental, Dn, Amaranto B. Torres, adjuntándole el boceto de Escudo que le había encomendado.

En él se habían reunido los siguientes atributos: ´El sol naciente por ser nuestro departamento el más oriental del país. La Fortaleza, en representación de la de Santa Teresa, reliquia histórica de Rocha. La Palmera, como una señalada característica de nuestro departamento. La banda de gules nos recuerda la roja diagonal de la Bandera de Artigas.´

Solicitada la aquiescencia de la Asamblea R. Departamental para oficializar dicho emblema, en sesión del 23 de diciembre de 1927, con asistencia de sus miembros, diputados por Rocha Rivero (C.J.), Bagattini, Cañete, Rodríguez (Presidente), Sánchez, Tisnés, y los suplentes Bacigalupi, Rivero (R), y Gómez, resolvió no hacer lugar a lo solicitado.

El informe de la Comisión de Fomento y S. Municipales, integrada por los Sres. F. Marino, Ramón Cañete y José Rodríguez decía textualmente: ´en su criterio no ve ni comprende el valor representativo que tal Escudo pudiera tener ; que la oficialización del Escudo a adoptarse debiera ser hecha previo llamado a concurso de diseño, lo que fácilmente se comprenderá, demandará importantes erogaciones y que repitiendo a cada paso el H. Concejo que las arcas municipales –digo comunales- están exhaustas, por cuya razón no se atienden obras de primordial importancia, no es sensato crear un motivo de gastos cuya finalidad práctica es muy relativa y siempre discutible. Por lo expuesto entiende que la H. Asamblea debe contestar al H. Concejo en consonancia con lo expresado.´

Recién el 27 de junio de 1930, siendo Presidente del Concejo de Administración Departamental Dn. Enrique Díaz y Jaime fue declarado Escudo Oficial del Departamento el proyectado por el Ayudante de la Inspección Técnica Dn. José A. Ribot, poeta, escritor, autor teatral, dinámico espíritu cuya labor se hizo sentir hondamente en las actividades sociales y culturales de la capital rochense, una de cuyas calles lleva su nombre.”

Pero los rochenses no aguardaron la decisión oficial para hacer suyo y tener ese Escudo concebido y realizado por Ribot, ya que lucía en la carátula de la programación celebratoria de la inauguración del ferrocarril a Montevideo, el 15 de enero de 1928. Aquella decisión oficial no detuvo el proceso creativo, que culminó con la resolución aprobatoria del Escudo Oficial de Rocha.

En efecto, desligándose de garantías procesales que demanda la administración pública y el lento transcurrir de su propio tiempo, y también de dificultades financieras vigentes y eventuales, Ribot perfeccionó su obra y trocó el austero estilo democrático de la descripción de la misma, por la gracia del lenguaje poético, y concibió “Nuestro blasón”, asociado indiscutiblemente a la creación pictórica de este emblema.

Para el diseño definitivo del Escudo introdujo pequeñas modificaciones al original, en el dibujo de la palmera y sustituyendo una de las dos ramas de olivo por otra de palma.

El cambio más importante fue incorporar a la leyenda la frase “Aquí nace el sol de la Patria”. El autor afirmó que ello había respondido a la sugerencia del Dr. Teófilo R. Piñeiro.

Más allá de la cuestionable realidad geográfica, desde entonces constituye el santo y seña de los rochenses, primando el sentimiento sobre la razón.

 

Programa de la Inauguración del Ferrocarril a Rocha donde consta el escudo departamental ideado por Ribot a pesar de que aún no era emblema oficial (1928)

Programa de la Inauguración del Ferrocarril a Rocha donde consta el escudo departamental ideado por Ribot a pesar de que aún no era emblema oficial (1928)

5. El Poeta

“La poesía de Ribot es, en su temática, íntima; gira enrededor de los paisajes del terruño. Un como deslizarse lento del tiempo acariciando las visiones queridas, placidez de vida casi patriarcal.

Sencilla en su decir, es, a veces, casi una conversación apenas rimada. El cultivo preferente de la asonancia le da cierto matiz arcaico, como pátina del tiempo sobre las cosas. Lo que de lejos llega encuentra en el poeta eco de leyenda, como en el poema Santa Teresa. Un matiz de evocación inscripto en las páginas que el tiempo pone en los objetos y en el alma, flota en su poesía.”.[6]

Respecto a la obra poética de Ribot, ha señalado Rosalío Pereira: “pienso que precisar la obra total de Ribot, en época y temática es tarea superior, ya no para mí, sino para él mismo. Le he pedido material para este trabajo, y me ha proporcionado todo lo referente a su teatro, pero no ha podido darme más que algunas poesías, porque no conserva casi nada de lo que escribe. Pienso que este desprendimiento de lo que nos es propio obedece a que Don José ha de pensar, como Antonio Machado, que lo que en poesía realizamos es fogata que no volverá a encenderse, flecha que arrojamos al tiempo, concreción que aprieta un momento de nuestra realidad que ya pasó y que no volverá.”[7]

Además de su poesía “para leer”, Ribot compuso obras destinadas a su musicalización.

A su conocido “Himno a Rocha”, puede sumársele “Canto al Trabajo”, dedicado a los estudiantes de la Escuela Agrario-Industrial de Rocha y canciones infantiles, siempre con la coautoría del Maestro Peri en lo musical.

Esta última faceta de su creación literaria motivó un homenaje popular que le fuera ofrecido, conjuntamente con Miguel Dinegri Costa, en 1934.

Otra personalidad relevante de la intelectualidad rochense, el maestro y profesor Ángel María Luna Peyre, publicó al respecto una nota en el diario local “La Palabra”, el 27 de setiembre de 1934. He aquí algunos conceptos allí estampados: “Como faros que irradian luz sonora al inquieto mar de túnicas blancas, las figuras amigas de José A. Ribot y Miguel Dinegri Costa se levantan cariñosamente en la escuela para ofrecer en canciones pedazos de alma y trazos de belleza en eterna y florida conjunción.

Gloria al poeta de la canción, que compara magistralmente la claridad y el perfume de una mañana de sol con el perfume y la claridad de la infancia.

Cada vez que José A. Ribot oye su ‘Mañanita de Sol’, ha de recibir de la misma esta ofrenda. Cedamos entonces el lugar, escuchemos su composición, para que aunque sea en plena noche, baje el sol de su mañanita a endulzar el corazón.”[8]

 

6. Himno a Rocha

En la creación poética de Ribot resalta, como su obra más difundida y valorada, destinada a perdurar como ninguna en la memoria de los rochenses.

Su “Himno a Rocha”, en una edición de su partitura aparecida en agosto de 1943 luce como subtítulo entre paréntesis “Aquí nace el sol de la Patria”.

Así como la creación del Escudo precede y se asocia a un hecho tan trascendente y valorado por la comunidad local de aquella época, como lo fuera la conexión ferroviaria con Montevideo, al Himno se lo puede asociar a la celebración del sesquicentenario de la fundación de la capital del departamento. La parte musical corrió por cuenta del maestro José Agustín Peri.

Una visión autorizada sobre esta obra de Ribot es la del maestro y profesor de Literatura Julio Pérez Corbo.[9]

Para los hijos de este suelo Ribot es fundamentalmente el poeta que escribió el soneto ´Nuestro Blasón´ y la letra del ´Himno a Rocha´.

Los himnos son composiciones poéticas nacidas para ser cantadas con acompañamiento musical.

El ´Himno a Rocha´ constituye parte substancial de la lírica de Ribot. En ella el poeta recrea en su rico interior el mundo objetivo en el que entran las cosas del terruño, los hombres, las acciones (… ) y lo presenta o representa a su modo, forjándolo en la fragua de su alma para que la poesía resultante sea ´La fundación del ser por la palabra´, según el juicio de Heidegger.

Como el lenguaje es genérico y nombra siempre cosas de valor común, y es analítico, pues no puede expresar sino descomponiendo los fenómenos, los estados del alma y los seres en sus piezas ontológicas, intelectuales, el poeta lírico – Ribot en este caso – debe salir del lenguaje ordinario y hablar y comunicarse con nuevas palabras, en las que caben, en apretada síntesis, sus contenidos psíquicos, afectivos y conceptuales.

Así constituye un sistema de valores propios, en el que aflora su experiencia interior.”

7. Periodismo, comunicación y militancia cívica

 

No son la misma cosa, pero en ocasiones se yuxtaponen o están muy cercanos.

Incluirlos en un mismo ítem facilita unirlos en la mención de algunos hechos, más allá de que en cuanto al mundo de las comunicaciones Ribot fue más un hombre de letras que periodista político – partidario.

Un lejano antecedente de Ribot periodista se encuentra en el año 1915, con la revista quincenal ilustrada “El Mirador”, que editara conjuntamente con el poeta Miguel Dinegri Costa.

Más acá en el tiempo, en setiembre de 1941, comenzó la tercer época del periódico “La Vanguardia”, órgano del Nacionalismo Independiente de Rocha. Ribot figuraba en la nómina de sus redactores, conjuntamente con Javier Barrios Amorín, Héctor Lorenzo y Losada, Gustavo Lorenzo y Ferreyra, Dionisio González y Luis Larrañaga.[10]

El hoy variado e inconmensurable mundo de las comunicaciones lejos está de las posibilidades de su tiempo. El tradicional concepto de “periodista” ha sido sustituido por el más actual y comprensivo de “comunicador”, que le correspondió a cabalidad. La mayor parte de su tiempo corresponde a la vigencia, como medios masivos de comunicación, al diario, el periódico y la revista y ellos recogieron parte de su caudal de conocimientos, tanto de actualidad como del pasado comarcano y lugareño.

Intelectual de fuste, no huyó de “lo popular” en el más cabal y auténtico de los sentidos, sino que se incorporó a él, nutriéndolo y enriqueciéndolo como promotor cultural altamente calificado.

Cuando, transitada ya buena parte de su vida, llegó la comunicación radiofónica, ésta también le sirvió para amplificar su aporte de reflexión o de memoria.

Mucho del pasado local ajeno al interés y las urgencias del momento, está atesorado en sus crónicas, para rescatar personajes, paisajes y episodios de un tiempo ido y distante, consagrándolo por las generaciones posteriores como un memorialista indispensable e ineludible cuando de ello se trata.

De naturaleza más continuada fue su vinculación con “El Imparcial“ en notas concebidas y agrupadas bajo el nombre común de “Estampas de Rocha que fue” .

Ribot tuvo un decidida militancia en filas del histórico Partido Nacional y sus méritos personales le situaron en un plano destacado en su actuación cívica como dirigente, candidato y gobernante electo.

El golpe de estado del 31 de marzo de 1933 produjo honda división en ambos partidos tradicionales, entre quienes apoyaron y rechazaron al régimen terrista. En oposición a la dictadura se fundó en tiendas blancas el Partido Nacional Independiente, en el que se alineó Ribot, y que vuelta la normalidad institucional en elecciones posteriores actuó con lema propio, no acumulando electoralmente con corrientes del Partido Nacional.

Ribot fue electo edil departamental en 1943 por el Nacionalismo Independiente, y en 1946 fue proclamado candidato a la Intendencia Municipal, con el doctor Javier Barrios Amorín postulado a la Cámara de Representantes.

Entre los cargos electivos que ocupara, una biografía elaborada por el Museo Regional de Rocha lo da como “Intendente” en el año 1918.

En la acción cívica fue un blanco orgulloso de las tradiciones de esa colectividad, militante consecuente y entusiasta, y tribuno elocuente, acorde con la esplendidez de su prosa, y su cautivante personalidad, unánimemente reconocida por encima de banderías partidarias

8. El funcionario municipal

Vivero municipal diseñado por Ribot

Vivero municipal diseñado por Ribot

Esta búsqueda de las compensaciones para lograr una plenitud del vivir parece haber sido el norte de su vida.

Así compensó la aridez prosaica de su Oficina Técnica Municipal –medición de caminos, cálculo de materiales y resistencias – con el cultivo del color y la línea, del verso y de la escena”.[11]

Con certera reflexión, el autor expone la síntesis del mundo laboral y artístico de Ribot: lo laboral y lo creativo.

En el balance de la obra total es ineludible la cita, pero por la extensión propia de un trabajo como el aquí desarrollado, se plantea un escueto encare del mismo.

En principio corresponde destacar el mérito de los responsables de la Administración Municipal de aquel tiempo, al incorporarlo a sus cuadros funcionales y poner al servicio de los intereses de la comunidad a una persona dotada de su singular capacidad intelectual y realizadora.

Una somera revisión de antecedentes indica que en 1923 realizó una gestión ante la superioridad, como Inspector de Teatros, dentro de lo que cabe suponer una tarea de esta naturaleza entre otras varias.

Cuando en junio de 1930 se aprobó oficialmente la creación del Escudo Departamental, se identificó en la resolución a Ribot como Ayudante de la Inspección Técnica.

De los méritos de su gestión como funcionario municipal puede servir de ejemplo la nota firmada el 20 de mayo de 1938 por el Intendente Andrés P. Virginio dirigida a quien identifica como “Jefe de la Sección Estudios y Proyectos de la Inspección Técnica Local”, Don José A. Ribot.

El jerarca lo felicitó por haber “proyectado y dirigido en su ejecución” la obra recién terminada del edificio del matadero municipal.[12]

De esa época es también, entre otras, la construcción del edificio para administración y vivienda del capataz del Vivero Municipal, creado y bellamente concebido a la vera de la cañada del Ejido, con frente a la Av. Peregrina Balboa.

Sin prueba documental que lo acredite cabe suponer que abandonó la función municipal coincidentemente con su retiro de Enseñanza Secundaria, previsto para marzo de 1942.[13]

Ello puede ser corroborado por el hecho que se le da ocupando un cargo de edil en 1943, ya que su desempeño es incompatible con el de funcionario municipal y ello resulta inmediatamente posterior al acto eleccionario de noviembre de 1942.

9. El dramaturgo

Ningún contemporáneo pudo tener más autoridad para glosar sobre este perfil de la producción literaria de Ribot que el ilustrado rochense Rosalío A. Pereira, quien a sus dotes personales agregara cercanía en el espacio cultural que ambos compartieran.

Al respecto consignó que Ribot “no ha podido darme más que algunas poesías porque no conserva casi nada de lo que escribe. En cambio, de su teatro, guarda una puntual y exacta ubicación en espacio y tiempo.” En base a ello, el disertante ofrece una cita concreta de toda esa producción teatral.

Puntualmente el conferencista señala:

-“La mancha de luz”, en colaboración con el maestro Miguel Dinegri Costa. Zarzuela con música del maestro Antonio Lozzi, estrenada en 1916 por la compañía de Carlos Salvany e Irma de Gásperis (tres actos)

-“La Bolada”, juguete cómico (un acto)

-“El Amigo Pérez”, juguete cómico (un acto)

-“La Fiesta de Don Victorio”, sainete (dos actos)

-“Miss Nelly”, comedia con música (dos actos)

-“Rocha Cinema Express”, revista (siete actos)

-“En lo más Hondo”, comedia dramática (un acto)

-“Se Alborotó el Barrio”, sainete (un acto)

-“La Familia Taulet”, juguete cómico (un acto)

-“Alta Sierra”, juguete cómico (un acto)

-“La Cuesta de la Vida”, comedia dramática (tres actos)

-“Incaica”, poema dramático (dos actos)

-“Alas”, comedia infantil (dos actos)

-“Los Canillitas”, comedia infantil (un acto)

-“La Última Aventura”, juguete cómico (un acto).

En total, son quince obras, con diecisiete actos y trece cuadros. De estas quince obras catorce han sido representadas: ´La Bolada´ y ´La Cuesta de la Vida´ en Montevideo y en todos los teatros del Interior. Esta última e ´Incaica´han sido trasmitidas por emisoras de Montevideo y de la Argentina.

‘El Amigo Pérez’ fue estrenado en el Teatro Granados de Asunción del Paraguay. ´La Cuesta de la Vida´ la estrenó, en Dolores, por la actriz Teresa Lacanau, eligiéndola en su función de honor y beneficio.”

Al respecto se pueden realizar algunos agregados en base a documentación que obra en el Museo Regional de Rocha, facilitados por su Dirección para la confección de este trabajo.

“La Cuesta de la Vida” fue estrenada en la circunstancia señalada, el 14 de noviembre de 1929.

“Alta Sierra” fue escrita expresamente para ser representada en velada de beneficencia en el Teatro “25 de Mayo” de Rocha el 19 de julio de 1923. Integraron el elenco Margarita Pereyra, Cándida Silva Cal, Aída Techera Barrios, Célica Fogliano López, Atanasildo Giúdice, “Pocho” de Cuadra, César A. Olave y Enrique Escardó.

“Miss Nelly” fue estrenada en el Teatro “25 de Mayo” en setiembre de 1922.

El estreno en Paraguay de “El Amigo Pérez” ocurrió el 7 de agosto de 1925 por la Compañía Dramática Uruguaya de Carlos Brussa, en el Uruguay la estrenó en San Carlos la compañía de Héctor Cuore.

“La Mancha de Luz”, fue estrenada en 1916, y el elenco lo integraron Celia Galván, Cristian Blanco, Consuelo Peri, Carlos Salvany, Enrique Ramírez, Manuel Alcón, Antonio Coll, Diego y Felipe Pares.

“La Bolada”, fue escrita especialmente para ser presentada por el Cuadro del Centro Artístico “Pablo Podestá” en enero de 1924 y se estrenó en el Teatro “25 de Mayo” el 20 de junio de ese año, en función a beneficios del “Universal Football Club”, junto con “Al Fondo, al Fondo”, de V. González de Castro y “Chifladuras”, de Vital Aza.

Los intérpretes fueron: “Coca” Pereyra, Elida Bofill, Blanca Bossi Pratto, Atanasildo Giúdice, Roberto de Lizarza y Humberto Nieves García.

En busca de la unidad que debe intentar el crítico, tras la cita puntual de la obra teatral, Rosalío A. Pereyra señala que: “de esta heterogénea masa de títulos, ambientes y asuntos, nos saca como de la mano una buena lectura y nos lleva a la clara percepción de dos rutas definidas en los campos del drama de Ribot. Por un lado apunta la intención social, pintura de ambientes, cromía de la vida cotidiana, ensayos realistas ligeramente críticos, que caen, a veces, en el parlamento florido, vetas románticas. Por otro, la tesis, el pregón, la didáctica de una experiencia vital a asimilarse, a incorporarse a la conducta diaria. Esta intención didáctica ya nace de aquella cromía social y pugna por abrirse cauce entre las masas que se mueven en la comedia, ya brota espontánea del alma del autor, inflamación novecentista pero siempre eterna: el sentido y la expresión de la libertad.”

En el enfoque particular de algunas de las obras de Ribot, Pereyra advierte no obstante algunos aspectos comunes.

Por ejemplo: “hay casi un lugar común en el teatro de Ribot: las vicisitudes de esa clase media nuestra de principio de siglo, con pujos de aristocracia decadente, en cuyas vidas campean restos románticos y que se encuentran de buenas a primera con esas realidades duras a que nosotros ya estamos acostumbrados.

Este fenómeno social de la encrucijada de los siglos no escapa al autor en su condición de luchador y censor. Aún la comedia blanda, del tipo de ´Alta Sierra´, aparentemente joyita sin pretensiones, cuadro de la vida superficial de burgueses acomodados, campea en la crítica de esa clase media que, sin medios, quiere acercarse a la diversión y el lujo.

Como en ´La Cuesta de la Vida´, el toque romántico final nos vuelve atrás en el tiempo; del realismo del siglo XX caemos en el romanticismo del XIX. Esta presencia del tiempo en la obra de Ribot es innegable: hasta el sainete y el juguete cómico son cuadros frescos de la vida real y, en este, su realismo, son mejor aún logrado que en la alta comedia.”

Acerca de las obras cómicas advierte el conferencista que: “a modo de sentencia surge siempre lo que es casi tesis social: vivamos dentro del círculo de nuestras posibilidades; dentro de él está lo sublime, pero un paso más, el ridículo.

Esta intención de hacer reír se une así a aquella intención de didáctica social, sobre la crítica de las costumbres. Sobre el campo mismo de la realidad que el arte del comediógrafo hace más visibles en sus ribetes tragicómicos, surge el espíritu constructivo como un deseo de que las cosas sean de otro modo.

Tras este teatro social, surge lo que diríamos es la acentuación del intento pedagógico, en referencia a la comedia infantil ´Alas´ y al poema dramático ´Incaica´” .

Corresponde establecer que diversas compañías teatrales (Becco-Lacanau, Cuore, Cuore – Yamandú Rodriguez) llevaron a escenas obras de Ribot, pero es ineludible la cita especial de Carlos Brussa, gran difusor del teatro nacional en el país y en el extranjero.

Del relacionamiento del actor-director con el comediógrafo se rescata un telegrama remitido desde Asunción el 4 de agosto 1925 dado cuenta del éxito de “La Bolada”, allí y en Corrientes, a la par de anunciarle la próxima representación de “El Amigo Pérez”, lo que también acontecería en Gualeguay, pero anteriormente, Brussa le dirigió a Ribot, desde Corrientes, una carta donde encomia su producción teatral.

Es del 6 de julio de 1925, y se transcribe parte de la misma: “Me limitaré a comunicarle que la gira se desarrolla con fortuna, y que su comedia ´La Bolada´ constituye un verdadero éxito de hilaridad.

A muchos autores de sainetes puede usted enseñar cómo se hace una obra cómica, y demostrarles que no es necesario descender a las groserías y a lo indecente para provocar la risa del espectador.

La comedia es delicada, a pesar de intervenir un italiano. ¡Las cosas que le haría decir otro autor! Tiene chistes de ley y situaciones que no fallan.

Ahora espero confiado a ‘El Amigo Pérez’ para presentárselo al público paraguayo”

Quien promoviera como nadie, desde los escenarios, el Teatro Nacional valora, desde su entraña misma, la producción del ilustrado y proteico autor rochense.

10. El ciudadano

Entre todos los títulos que puedan honrar una persona, ninguno puede ser más significativo que el de ciudadano, en el seno de una sociedad democrática. En él se aúnan todas las virtudes y compromisos que hacen a la convivencia comunitaria y la responsabilidad con el progreso individual y colectivo.

Se trata, en definitiva, de un compromiso ético confiado a la libre decisión individual.

Al referirse al funcionario público, al actor político, al artista plástico, al poeta, al autor teatral o al periodista, responde a la necesidad metodológica de procurar un ordenamiento y señalamiento de aspectos relevantes en la vida y obra de una personalidad capaz de abarcar actividades tan diversas como lo fuera Ribot.

Advertirá el lector que en todos los casos se está lejos de la profundización de cada tema ajeno al objetivo de esta recopilación de hecho y comentarios puntuales de los mismos.

Huelga decir que su vida – singularmente intensa y profunda – comprendió mucho más, que hubo desarrollar con prodigalidad a lo largo de su existencia, en el diario transcurrir del tiempo.

Aquí simplemente con el deseo de dar idea al respecto, se señalan hechos ocasionales recogidos en algún momento por la prensa local.

Junto a Raúl Latorre, en la década de 1920 fundó el Club Peñarol de Rocha, consecuencia de su adhesión a la enseña aurinegra de los ferroviarios capitalinos. Participó en la fundación de varias instituciones sociales y deportivas de la ciudad. Ese es el caso del Rocha Athletic Club y del Club Deportivo Unión, cuya presidencia ejerciera en 1941.

Así mismo fue reconocido ese mismo año como uno de los quince propulsores en la fundación del Club Social Rocha.

Por 1941 encabezó la Asociación de Padres de Alumnos (APAL) del Liceo Departamental de Rocha.

En 1940 presidió la Alianza Francesa de Rocha, y entonces planteó ante la representación diplomática de Inglaterra la creación en Rocha de una institución similar para la lengua inglesa. La propuesta fue rechazada por razones prácticas, pero los destinatarios del petitorio reconocieron y agradecieron la iniciativa.

La posteridad daría cuenta de lo atinado de su visión de futuro al llegar a ser este idioma el utilizado casi universalmente entre hablantes de distintas comunidades idiomáticas.

Conferencista destacado, a lo largo de su vida prestó concurso en numerosas ocasiones, enfocado especialmente al pasado local.

Uno de los reconocimientos más significativo a su larga trayectoria de indiscutible paladín en la configuración y exaltación de la identidad rochense resultó el que fuera designado como orador en el principal acto de la celebración del 150 aniversario de la ciudad y colocación de la piedra fundamental de un proyectado obelisco a los fundadores.

Allí, en vibrante pieza oratoria, definió lo que, a su juicio, es la esencia del ser rochense.

Nadie más autorizado para ejercer esa misión.

Autorretrato

Autorretrato

11. El ser más allá del hacer

Las realizaciones de cada individuo ilustran acerca de su potencial intelectual y voluntad realizadora. Indican el cuánto, pero no necesariamente el cómo.

Separar ambos es tarea del analista, pero en la realidad de los hechos son indisolubles.

Todo lo que antecede en el tratamiento del tema que nos ocupa ha apuntado fundamentalmente a la reseña de las múltiples actividades que jalonaran la vida de la excepcional personalidad de un rochense orgulloso de haberlo sido. Esta parte final intenta un acercamiento a su modo de ser, a su forma de actuar, a su filosofía de vida.

Con autoridad pudo referirse a ello, aún en vida de Ribot, otro ilustrado rochense que salvando la distancia generacional, tuvo el privilegio de poder tratarlo personalmente y la agudeza de percibir aspectos más íntimos en su vida de relación.

Se trata del profesor Rosalío A. Pereyra, quien, entre otros conceptos expresara lo que a continuación se transcribe.[14]

El ´ser´ de cada uno no está nunca lejos del ´parecer´ de las obras de cada uno. Y esto, que es lugar común en todos los aspectos de la vida, se ratifica plenamente en el caso de las obras de Ribot, que casi podríamos decir: no podrá valorar exactamente su producción quien no lo haya tratado, quien no lo haya visto de cerca, vivir.

Don José es un hombre-tipo. Trasciende de su físico una corriente de afable simpatía, eco del buen hombre que hay en su interior.

Uno de esos hombres a quienes el vivir y el conocer la vida no han conseguido ensombrecer su recinto interior, del que emergen, como en plena juventud, y, a diario, la ocurrencia festiva, el ademán lírico, la frase feliz, la sonrisa esperanzada.

Profundamente emotivo, la vida casi diríamos vulgar de ésta, nuestra clase media, que va a la oficina, convive en el café y discute problemas de política internacional al compás de la batuta del periodista, no ha de conseguir romper en él el viejo vínculo hispánico a lo bello, a la meditación sobre el suceder del tiempo, a filosofar así, superficialmente, sobre la vida.

Alternan, pues, en él, junto al gracejo del más puro cuño hispánico, la emoción profunda, predominio del corazón, entraña doliente que derrama en lágrimas el torrente de su emoción.

Don José es así un sentimental emotivo y un “causer” ocurrente.

Le hemos visto conmover a su pueblo conmoviéndose a sí mismo. Así, por contagio directo de emoción a emoción, lo que hace que cada vez nos vaya retaceando más sus discursos, porque el médico no quiere dar más emoción a su corazón.

Y le hemos visto también, en la rueda cordial del café, prodigar generosa siembra de optimismo en su chiste picante, en su frase intencionada, en su salida ocurrente y tajante como una flecha.

Como es profundamente subjetivo, su vida interior es intensísima, y muchas veces nos ha sorprendido en él su aguda mirada introspectiva, el propio conocimiento de sí mismo que nos lo presenta como un discípulo, no sabemos si intuitivo o consciente, de aquel lema que orientó a Sócrates: ´Conócete a ti mismo´.

En su espíritu, el humor y la hondura se equilibran.

Esta búsqueda de las compensaciones para lograr una compensación en el vivir parece haber sido el norte de su vida.

Así compensó la aridez prosaica de su Oficina Técnica Municipal -medición de caminos, cálculo de materiales y resistencias- con el cultivo del color y de la línea, del verso y la escena.

Mientras recorría los caminos del departamento, proyectando e inspeccionando calzadas y puentes, nutría sus retinas de paisaje nativo, que luego florecía animado en su reino interior, en el lienzo o el verso.

Por eso, su producción marca, en parte, un sentido localista. Don José ama el paisaje y el alma de Rocha como uno de sus más caros amores. No la sensiblería cursi de pregonar un localismo ‘ut supra’, sino el amor, así nomás, el amor cariño entrañable de hogar, gusto por ver y acariciar las cosas entre las que se han nacido y entre las que se viven y que, por eso son, en mucho, algo de nosotros mismos.

La niñez y adolescencia de Ribot se han deslizado en aquel Rocha de fines de siglo, en aquel Rocha aislado, aldeano casi, que descubierto más tarde por el resto del país, apareció como la más hispánica de nuestras ciudades, en su lenguaje y en su cultura.

El hogar, españolísimo, le nutrió de amor y sangre romántica que acentuó aquella aurora del novecientos; de ella conserva su lirismo y su culto por la idealidad, la belleza y la libertad.

Todo ello, no obstante desposeído de todo alarde de bohemia anarquizante, tan común en los poetas melenudos de la generación finisecular, todo dentro de una compuesta actitud señorial, también muy hispana, de un buscar la belleza desde sí y en sí, que adoctrinan el aliño, el decir y el pensar.

Sin aparato, sin ostentación, sin la gran ambición, sin la pose, sin los resonantes abandonos, se vive, se trabaja, se piensa y se escribe.

Se escribe o se pinta; así como el padre de familia que al terminar su tarea diaria que asegura el vivir, se realiza, recién, dando salida a su alma en el color o en la línea, en el verso, o en el diálogo.

Así la vida es todo cultivo: se cultiva el hogar, como el jardín, o como el arte.

De esta manera, en esta actitud, Don José ha pintado cuadros, ha escrito versos, ha producido comedias.

No seríamos sinceros con nosotros mismos sino agregáramos que aquella actitud realizadora, que señaláramos recién, no sólo es recreo; es algo más: creación o realización personal del verdadero vivir.

Nos debemos sentir en ella mucho más a gusto que en el sillón de la oficina; allí, en ella expresamos nuestro río interior y enviamos al exterior nuestro mensaje respuesta a sus impresiones.

Por eso, por el teatro y la poesía de Ribot andan juntos en la vida y las ideas, el hombre y el sueño.”

Ante la vastedad y hondura de esta vida, señalar que la misma se apagó el 9 de agosto de 1950, resulta algo poco significativo; sirva solamente para rectificar versiones erróneas difundidas al respecto.

 

12. Apéndice documental

12.1 Himno a Rocha

 

(Aquí nace el Sol de la Patria.)

¡Salve Rocha, solar de la Patria

que el Sol besa con rayo primero,

inundando de luz el sendero

que conduce a la Gloria y el Bien;

hoy tus hijos sus cantos elevan

inspirados en luz de belleza

y proclaman tu propia grandeza

con laureles orlando tu sien!

 

 

Si el Atlante te da sus caricias

Y te aduerme el suave rumor

de palmares que evocan los siglos

bajo el palio dorado del sol;

si tus lagos semejan espejos

do se copia del cielo el color,

son tus blancas ciudades los nidos

del trabajo, la paz y el honor!

 

 

Porque tienen los hijos de Rocha

tal concepto de honor y lealtad,

que la cívica Rocha es ejemplo

de respeto, de amor e igualdad.

Democracia! proclama tu anhelo,

Democracia! que alienta tu acción,

y se inspira en la franja Artiguista

que en tu Escudo con sangre grabó!.

 

Letra de José A. Ribot
Música de José A. Peri

Agosto de 1943.

 

 

12.2. Nuestro Blasón

 

“AQUÍ NACE EL SOL DE LA PATRIA” leyenda que luce en el Escudo rochense como portada abierta por la claridad del sol naciente; abrazo tendido en cordialidad para el que llega a nuestra zona. Potencia y luz, junto a la palmera milenaria, al laurel consagratorio, a la Fortaleza de la Historia, unidos en el tiempo por la “roja diagonal de Artigas”.

Ostenta nuestro escudo un sol naciente

que el oro de sus rayos agiganta,

como pregona la divisa augusta

que nace aquí el sol de nuestra patria.

 

En sus dos campos, en azul y plata

hay dos emblemas que de Rocha hablan:

la Fortaleza de la vieja historia

y la dulzura de una vieja palma.

 

Ha herido el corazón de sus cuarteles

tajo de gules, que a la patria fieles

en nuestras almas con poder despierta

la emoción de las bélicas fatigas:

es una roja diagonal de Artigas

o un reguero de sangre en India Muerta.

José A. Ribot

 

Firma de José A. Ribot

Firma de José A. Ribot


 

[1] Partida de nacimiento obtenida por el Mtro. Julio María Sosa

[2] Periódico “El Derecho”, de 1º y 27 de julio de 1913 citado en “Segmento Cultural” de “El Este” de 20/4/1996

[3] “Historia del Liceo de Rocha”, Carlos Loyarte y Mariela Pereyra (2003)

[4] Borrador de la nota, existente en el archivo del Museo Regional de Rocha

[5] Revista “Rocha en el Centenario de Castillos”, Aníbal Barrios Pintos (1996)

[6] Idem

[7] Rosalío A. Pereyra

[8] Ángel María Luna Peyre en “La Palabra” 27/9/1931

[9] Julio Pérez Corbo en “Tres Islas”, 4/8/2005

[10] “La Vanguardia”, 10/9/1941

[11] Rosalío A. Pereyra, Conferencia en el Club Juventud y Progreso de Castillos el 9/10/1948

[12] Nota del Intendente a Ribot

[13] Renuncia de Ribot

[14] Rosalío A. Pereyra, Conferencia citada

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