Walter Gabriel Viera

 

SUMARIO: 1. Carl Brendel, un “gringo de confianza” – 2. El Doctor Brendel – 3. Eduardo Grauert, mano derecha del Barón de Mauá – 4. La Colonia Agrícola Santa Teresa en la historiografía nacional – 5.  Epílogo

1. Carl Brendel, un “gringo de confianza”

En 1992 se publicó en la capital de nuestro país el libro titulado “El Gringo de Confianza. Memorias de un médico alemán en Montevideo entre el fin de la Guerra del Paraguay y el Civilismo 1867-1892”, un invalorable documento que cuenta desde la visión alemana y personal de Carl Brendel las vicisitudes del Uruguay en una época decisiva de nuestra historia.

En el mismo detalla las características de la vida privada de los montevideanos y de la colonia alemana, las vicisitudes políticas y económicas de nuestro país, así como infinidad de detalles de su vida personal.

Su apodo deviene de la particular relación que tenía este médico alemán con el caudillo colorado, “Goyo” Suárez,  tristemente recordado por sus métodos brutales que tuvieron como punto culminante la orden de asesinar al heroico Leandro Gómez sobre las ruinas humeantes de Paysandú en 1865.

Según consta en sus memorias, el inefable “Goyo Jeta” tenía en su cuello un quiste sebáceo que ningún doctor se animaba a extirpar por temor a las represalias del caudillo en caso que la operación no tuviera éxito o su resultado no fuera el deseado por el paciente. Brendel sin embargo operó a Gregorio Suarez con absoluto éxito, ganándose así el apodo de “gringo de confianza” a quien llamaba el caudillo colorado ante cualquier problema de salud.

Entre esos detalles encontramos datos muy interesantes para el desarrollo del presente trabajo como lo fue su relación con Eduardo Grauert, empresario impulsor de la Colonia Santa Teresa.[1] También aparecen en los planos de la Colonia, varias cuadras de campo a nombre de “Carlos Brendel” ubicadas entre la Laguna Negra y lo que hoy es la Ruta 14.

 

2. El Doctor Brendel

 

Su actividad como médico fue muy prolífica e importante en nuestro país, además de impulsar la fundación de la Sociedad de Medicina, estudió y luchó contra el cólera, la sífilis, la fiebre amarilla y la fiebre puerperal en Montevideo y en algunas ocasiones en Buenos Aires.

Muchas de estas enfermedades se debían particularmente a la higiene de médicos, hospitales y hogares montevideanos de entonces. En aquellos momentos a la higiene no se le otorgaba la importancia que hoy tiene. Esta situación empezó a cambiar con el advenimiento de la era pausteriana aunque antes ya eran varios los médicos que impulsaban estas teorías, entre ellos Carl Brendel. Fue entonces, según cuenta en sus memorias, propulsor de diversas medidas higiénicas, la hidroterapia, la gimnasia y el tratamiento eléctrico como elementos de curación y se definía a sí mismo como un médico “para el alma, nunca como uno que no hace otra cosa que firmar recetas…”

En 1868 ante la epidemia de cólera Brendel describió gráficamente la inminencia de la muerte de quienes contraían la enfermedad. “Una vez, a media noche, un joven atemorizado, presentó sus primeros síntomas y solicitó mi asistencia (…) la cocinera le dejó su cama y se instaló en nuestro sofá y después regresó a su casa con su esposo (… ) la cocinera no volvió al cabo de unos días. Cuando la fui a buscar, ya la habían ido a buscar con el carro fúnebre. Falleció rápidamente durante la noche, de cólera”[2]

Referente al cólera y a la fiebre amarilla, Brendel relacionó estos brotes epidémicos con las características geográficas de Montevideo, en un momento en que no se sabía que era un mosquito que transmitía la fiebre amarilla. “Los declives de esta parte de la ciudad se hacen hacia el mar por el sur y hacia el puerto por el norte. Este puerto es de forma semicircular y muy abierto. Este declive hacia el Norte y hacia el puerto ha sido el foco casi exclusivo  de la fiebre amarilla en las cuatro epidemias observadas. La razón de esto parece simplemente consistir en las desfavorables condiciones higiénicas y de humedad del lado del puerto y en la gran cantidad de calor, que recibe del sol esta parte de la ciudad.”[3]

Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1873, él mismo contrató casas que improvisó como hospitales y agrega en sus memorias “el éxodo de los barrios infectados fue general y las calles estaban desiertas. Solo una parte de los médicos cumplían con su deber… ahora (1910) se cree que los mosquitos son los causantes de la fiebre amarilla. Para demostrar a mis vecinos la ausencia de peligro en las casas hospital por mí alquiladas, llevé a mis dos hijos en las visitas a estas casas, y de esta manera vencí la resistencia de los pacientes…”[4]

La fiebre puerperal, hoy conocida como infección puerperal, se localiza en el aparato genital femenino durante el puerperio. Éste es el tiempo que va desde la terminación del parto hasta que el organismo femenino vuelve a la normalidad. Algunos de sus síntomas consisten en fiebre, útero doloroso a la palpación y agrandado de tamaño. En la época que Brendel fue doctor en Montevideo, la ginecobstetricia no existía como disciplina independiente en el continente sudamericano, pese a que ya había renombrados especialistas y centros en Europa y Estados Unidos. La ginecología, inmersa en la cirugía general, se reducía a intervenciones sobre tumores del útero y de los ovarios. La obstetricia era patrimonio de las parteras e idóneos que recurrían, en los casos complicados a algunos médicos que, por vocación, habilidad manual y experiencia tenían fama en el arte de los partos. Estos eran atendidos en domicilio, a mano desnuda, sin tomar medidas antisépticas, reduciéndose los recursos terapéuticos a las maniobras clásicas, con ayuda de algunos instrumentos como el fórceps, el basiotribo, las tijeras y el bisturí. Con este panorama era obvio entonces que las bacterias proliferaran luego del parto, hasta en algunos casos causar la muerte de la reciente madre. En sus primeras operaciones y tratamientos para esta enfermedad Brendel fracasó pero según sus propias palabras aprendió de estos hechos y empezó a obtener mayores índices de personas que se recuperaban.

También estaban a la orden del día en este médico alemán los imprevistos y situaciones especiales. En agosto de 1871 escribió “en la noche del 17 tuve que extraerle una bala de la cabeza al harapiento capitán Oberländer del buque alemán “Luis Keuper”, que él logró llevar a puerto seguro. Se dice que él mismo se descerrajó el balazo (por descuido) durante una pelea con un colega de Bremen en un lugar nocturno. El buen hombre, entre otras cosas  flor de bandido, estaba muy divertido por esa confusión, de no haberle dado en el blanco a su camarada…”[5]

 

3. Eduardo Grauert: la mano derecha del Barón de Mauá

 

Durante mucho tiempo, para los habitantes de La Coronilla, la figura de Grauert era todo un misterio. En su libro, el galeno alemán nos acerca al hombre y presenta detalles muy particulares, de quién fuera el impulsor y autor intelectual del proyecto de la Colonia Agrícola Santa Teresa.

La primera referencia que Brendel realiza sobre Grauert en sus apuntes, es de setiembre-octubre de 1873, recordando las características personales de éste y una lista que le muestra con el precio del voto de los Diputados, dice el médico alemán: “Recuerdo perfectamente cuando Eduardo Grauert me mostró un día una lista de la Cámara de Diputados, en la que constaba el precio de cada diputado por su voto. La mayoría era “barata”, y lo hacía por $200 (800 marcos); otros diputados eran “decentes” y “sinceros” y costaban el doble o triple; pero  los catones inmaculados no lo hacían por menos de $ 1000. Pero ¡sobornables eran todos!

Grauert era muy instruido y también sabía mucho de música; lamentablemente era alcohólico y padre de hijos enfermizos. Su pobre esposa brasileña también estaba en tratamiento conmigo. Nos hicimos amigos, y mi relación con él, más tarde, tuvo mucha influencia sobre mi vida”[6]

En setiembre de 1874 afirmaba Brendel “Dicen que pronto estarán terminadas las construcciones que convertirían a Montevideo en un verdadero puerto.

   Ese puerto habría de ser fatal para mí. A instancias de Grauert, que pensaba que la plata se encontraba en la calle, pero siendo él mismo un director de banco, no creía poder especular, compré acciones de terreno a cambio de títulos estatales por valor de 20.000 marcos. Pero éstas caían y caían y caían. ¡Pronto se compró el cuádruplo, para cubrir el daño!”[7]

A inicios de 1875, preocupado por la situación anterior Brendel escribió “¡Cómo asusté, cuando a fines de febrero de 1875 me hallé ante las puertas cerradas del banco y ante las cajas vacías! Grauert se encogió de hombros. El no tenía nada que dar ni que perder. La parte perdedora fui yo. De todos modos tuve que pagar los objetos que había adquirido a crédito… Nunca olvidaré aquel día cuando me encontré ante el banco vacío, que parecía una morgue. Grauert me solicitó que fuera a ver al barón, el fallido banquero, que hasta hace tan poco había sido tan poderoso. Allí estaba, en un cuarto en penumbras, a la luz de una lámpara, aparentemente durante toda la noche, y se colocaba fomentos fríos en su anciana cabeza, en la que no asomaba ninguna idea salvadora. Le tuve lástima. Pero cuando descendía por la escalera de mármol, me di cuenta que yo era cien veces más pobre que él…”[8]

Entre abril y mayo de 1876 aclaró esta situación “Mauá llega a recuperarse bien con su banco. Para indemnizarlo por los daños sufridos cuando se le volvieron a quitar los privilegios que le fueran otorgados por el amigo y Ministro de Hacienda, Lamas, se le reconocieron 1 2/3 millones de pesos y algunas otras ventajitas.

Creo que cabe suponer que por fin su segundo Director, Grauert, podría pagarme la suma que le corresponde por nuestro fatal negocio común.”[9]

En la página 160 Brendel expuso la situación política de la época afirmando “soplan nuevos vientos. Parece que arriba se quiere ser ahorrativo y sincero.

   Dos batallones fueron disueltos, las Cámaras cerradas, la justicia amenazada de ser eliminada, y los empleados superfluos dados de baja.”

El médico alemán refiere al ascenso de Latorre al poder y a su participación: “tomo parte de una demostración popular que fue a buscar a Latorre a su casa y lo llevó al palacio de gobierno.”[10]  Es la primera referencia explícita de la existencia de extranjeros en ese grupo de personas que fue a buscar a Latorre a su casa para que luego se convirtiera en dictador.

Escribiendo sus memorias, ya anciano en su Alemania prusiana, Brendel dividió por años sus apuntes, así en los referentes al año de 1879 dice “…ahora volvían a reinar el orden y el concierto en la economía del Estado, pero el país estaba empobrecido y venido abajo. Hubo muchas bancarrotas, también la de mi deudor Grauert, que había sido director del Banco de Mauá.”

En sus primeras anotaciones del año 1886, Brendel hizo referencia a la Colonia Santa Teresa: “…he invertido $9.000 en la empresa de almacenes Grauert. Se está por fundar la colonia alemana Santa Teresa en la frontera uruguayo-brasileña, frente a las islas Coronilla, en el océano, pero el éxito parece cada vez más dudoso a medida que la situación política interna de la República se torna cada vez más confusa y los medios de Grauert resultan insuficientes.”[11]

Al pie de página los editores de “ El Gringo de confianza”, citando a Winter von Deeck, afirman que “Eduardo Grauert realizó un ensayo de colonización en Santa Teresa que no prosperó debido principalmente a la influencia negativa ejercida por el interés privado, además de la caótica situación jurídica de las tierras públicas.”[12]

En las páginas 234 y 235 se señala que Brendel temía que su empresa de colonización con Grauert perdiera el carácter puramente germánico, para adquirir uno más internacional,  debido a las dificultades económicas del último.

Un cambio en el consulado alemán otorgó esperanzas a los empresarios de una intervención para que se lograra concretar la colonia. Evidentemente las acciones fueron escasas y en vano.

Al finalizar sus apuntes de 1886, el médico alemán decía “…en el Uruguay otra vez hubo cambios de Gobierno. Esto para mí tuvo un significado profundo, cuando mi amigo Grauert, al dimitir el hasta entonces Ministro de Hacienda, perdió el apoyo del Gobierno para su colonia.

   Justo en esa época, 120 familias, respectivamente 1000 personas, querían inmigrar desde Rusia y Alemania, y cuando presenté los planos y bases de Santa Teresa, aceptaron enseguida. Le pude informar telegráficamente a Grauert sobre esa decisión… dado que no llegaron noticias confirmatorias de allá, no pude seguir fomentando el plan ruso-alemán. Mientras la empresa Grauert se desmoronaba, para su ruina, la gente se dirigía a la Argentina.”[13]

La última cita que el médico, ya en Alemania, realiza sobre Grauert (a quien se refiere como Doctor), es sobre su fallecimiento inmediatamente después de que el Gobierno rescindiera la concesión de la colonia, hacia 1887.

Aunque es la versión subjetiva de un alemán establecido temporalmente en nuestro país, su visión sobre el impulsor de la Colonia Santa Teresa, coincide con los hechos ocurridos en relación con su fallido intento de crear una Colonia y que se describen a continuación.

 

4. La Colonia Agrícola Santa Teresa en la historiografía nacional

 

Nuestro país atravesó durante la última mitad del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX un impulso colonizador importante. A la llegada de inmigrantes europeos siguieron los proyectos de organización del territorio nacional. Una de las formas que se dio esa organización fue la de Colonias Agrícolas.

Otilia Mouras en un trabajo denominado “Colonización agraria en el Uruguay”, define Colonia Agraria como: “La fijación planificada de elementos humanos al territorio rural, con sentido comunitario y con una doble finalidad: el fin primordialmente social de obtener el mejoramiento de las condiciones de vida de algunos sectores de la población campesina, con sentido de justicia social y el fin primordialmente económico de obtener el mejoramiento de las condiciones de explotación agraria del suelo, con sentido de la productividad.”[14]

Según la autora, las primeras colonias establecidas en nuestro territorio, fueron esencialmente agrícolas, “…el cultivo agrícola y pastoril en mutua complementación hace que la denominación de colonia agrícola deba cambiarse, modernamente, por la de colonia agraria.”[15]

En el departamento de Rocha, en la zona fronteriza con Brasil, el proyecto de colonización que se desarrolló por aquellos años fue el de la Colonia Agrícola Santa Teresa.

Sobre las características y resultado de dicho emprendimiento, así como las razones de su fracaso fueron temas para varios autores en la historiografía.

El primero en referirse a los resultados de la Colonia Santa Teresa fue Álvaro Pacheco quien al respecto de las concesiones otorgadas a Grauert afirma: “En octubre de 1883 se le escrituraron 13 leguas 1985 cuadras de campos fiscales de Maldonado sobre el puerto y la fortaleza de Santa Teresa, extensión de 3 leguas, donde se halla la Colonia, y en 1885 se dispone la expropiación del Potrero Grande para ensanche de la Colonia a establecerse” [16]

Este autor transcribe fragmentos del contrato firmado entre Grauert y el Estado, allí se lee que el primero se compromete a introducir 400 familias de inmigrantes de los países septentrionales de Europa, a facilitarles el pasaporte y todo lo necesario para su establecimiento (rancho, semillas, herramientas, animales, etc.).

Los fiscales de Gobierno y Hacienda habían aconsejado el rechazo a la propuesta porque era perjudicial para los intereses del Estado y estaba el proyecto en oposición a la legislación agraria de entonces. Sin embargo el proyecto colonizador continuó su curso.

Los colonos vendrían munidos de certificados de buena conducta, se excluiría a todo colono mayor de 55 años y Grauert se comprometía además de darles todos los elementos necesarios para la vida, a mantenerlos el primer año y a levantar los edificios de escuela e iglesia por su cuenta.

El 24 de setiembre de 1885 se aprobaron los estatutos y reglamentos de la Colonia que – según el autor referido – muchos de sus artículos iban en contra del contrato firmando entre Grauert y el Gobierno; quien hizo a su costa los gastos de mensura, delineación, etc. a que estaba obligado el proponente.

El 31 de agosto de 1886 el proponente debió cumplir todas a las obligaciones a las que se sujetó por propuesta, cosa que no hizo. “En vista de tantas irregularidades, que pueden calificarse de escandalosas, el Poder Ejecutivo declaró el contrato caducado y nulo, apuntando en sus resultados mucho de los hechos narrados debiendo mencionarse el siguiente `considerando´, que solo basta por sí para hacer el proceso del negocio: `considerando que en estas condiciones y relevado Grauert del cumplimiento de todas sus obligaciones y de la prestación de fianza y garantía, etc., etc., el contrato del 31 de agosto de 1883 ha desaparecido para ser sustituido por una donación gratuita de 25 suertes de estancia, fiscales unas y expropiadas otras.

   Todo ensayo colonizador que tenga por base la tierra fiscal es imposible en nuestro país, pues no se puede determinar su extensión disponible fijamente, muy fraccionada. Lo es tanto por la grita y la protesta general que se levanta en campaña, que tanto mal produce.

   El Sr. Grauert nunca pudo tomar posesión  de las tierras que denunció.

   De la colonia Santa Teresa hoy existen 19 familias que viven miserablemente. El asunto está pendiente en los Tribunales donde el fiscal ad hoc gestiona la rendición de cuentas de los dineros que recibió el concesionario de los poseedores y arrendatarios de las tierras fiscales, a quienes vendió las propiedades de estas tierras y para que pidan además la posesión inmediata de las que fueron escrituradas a Grauert y especialmente las de la colonia Santa Teresa.”

 

Se cometieron a continuación verdaderas irregularidades, algunas escandalosas, que favorecieron a Grauert, transformando el contrato en una verdadera donación gratuita de tierras. El gobierno declaró caducado el contrato en 1887. En 1894 del proyecto cuasi-faraónico de la Colonia Santa Teresa habían instaladas únicamente “19 familias que vivían miserablemente estando el asunto pendiente en los Tribunales.”

Alberto Márquez hace la siguiente referencia: “La administración de Máximo Tajes según el decreto del 11 de marzo de 1887 declara nulo en 1887 y como tal no exequible el contrato celebrado el 31 de agosto de 1883 con don Eduardo Grauert para el establecimiento de colonias con base en tierra fiscal…este contrato… mereció ser llamado `leonino´ en la vista fiscal” [17]

Según el autor esta decisión se toma en el marco de una serie de decretos con carácter global del presidente Máximo Tajes tendientes a declarar nulos los contratos que estuvieren relacionados con la adjudicación de tierras fiscales (en este caso decreto del 5 de marzo de 1887) para la instalación de Colonias Agrícolas.

El Ing. Agr. Francisco J. Ros[18], conocedor de nuestro departamento, varias veces legislador por el Partido Nacional y gran defensor para el impulso del desarrollo de la zona este del territorio oriental en un trabajo denominado “La Feria de Melo”  y bajo el subtítulo “Colonia Santa Teresa” afirma que fue una “escandalosa historia” y que solo llegó a ser “uno de los tantos negocios que caracterizaron con perfiles propios una época vergonzosa que degradó el nivel moral del país en el gobierno”, aclarando que hasta la fecha de publicación de su trabajo en Rocha no había existido colonización ya que la “Colonia Santa Teresa no tuvo ese fin. Fue un negotium” ya que además una colonia no es simplemente producir lo que permitan sus tierras, “sino dilatar, con el ejemplo y por contagio, su esfera de acción”

En el invalorable trabajo, ya referido y realizado en la segunda mitad del siglo XX, que recopila toda la información sobre las Colonias Agrícolas en nuestro país, con importante material gráfico, la Arq. Mouras dice: “En 1883, el gobierno acepta una propuesta de Eduardo Grauert para colonizar de 6 a 8 suertes de campo con inmigrantes, dando origen a un fraccionamiento realizado en 1885, para la Colonia Santa Teresa en Rocha. La escritura de concesión otorga a Grauert propiedad total sobre 46 fracciones de campos fiscales ocupados por arrendatarios por un total de más de 47.000 cuadras cuadradas en los departamentos de Colonia, Salto, Canelones, Paysandú y Maldonado obligándole a colonizar tierras aptas en cercanías de la frontera con Brasil…”

En los Protocolos de Contratos de Gobierno[19] del mes de agosto del año 1883, se encuentra la Escritura del Superior Gobierno a Eduardo Grauert. En la misma se lee que Eduardo Grauert “…se presenta al Poder Ejecutivo pidiéndole la escrituración de las tierras públicas que tiene en arrendamiento (diez o doce leguas), obligándose a vender la tierra, invirtiendo su producto del modo siguiente: En la compra de 6 u 8 suertes de campo apropiadas a la agricultura situadas en puntos convenientes cerca de vías de comunicación (…) para adjudicarlas en venta a precios reducidos y cómodos plazos a los inmigrantes. 2° Facilitar a estos el pasaje de Europa y todo lo necesario para su establecimiento…

El Gobierno aceptó la propuesta pero impuso ciertas condiciones, por ejemplo que las colonias deberían estar “fijando la línea fronteriza con el Imperio del Brasil, lo más próximo al Atlántico, a inmediaciones del Puerto Santa Teresa, o en el Departamento de Salto cerca del Río Uruguay” obviamente la tierra tendría que ser de buenas condiciones para el fin último que se le asigna, el trazado de la Colonia y su pueblo debía correr por cuenta de Grauert, así como la construcción de Iglesia y Escuela.

Debía depositar a favor del Gobierno una garantía de $ 20.000 de la época, condición que no llegó a cumplirse ya que puso como garantía para tamaño negocio ¡la hipoteca de la casa de un particular!

También se obligaba Grauert a que “Los terrenos que adquieran para la formación de la Colonia y todo lo demás que sea inherente, responderán de esas mismas obligaciones, no pudiendo disponer de la cuarta parte de los que se adjudican, mientras no se haya verificado la expresada compra

En octubre del mismo año se le escrituran al proponente 13 leguas y 1985 cuadras de campos fiscales situados en los departamentos de Colonia, Maldonado, Paysandú, Salto, Canelones, Cerro Largo y Tacuarembó. Más adelante se le escriturarán también campos fiscales de Maldonado sobre el puerto y la zona de la Fortaleza Santa Teresa (3 leguas para la Colonia). Es asombrosa, por decir lo menos, la prodigalidad pública del Estado para con un particular sujeto a ínfimas garantías para asumir el proceso colonizador – no solo en Rocha – al que se comprometía.

Grauert nunca cumplió con las condiciones impuestas por el “Superior Gobierno” – Santos era el dictador de la época – que ante las irregularidades y el escándalo generado decidió declarar nulo – no Santos sino el gobierno siguiente de Tajes – el contrato con el proponente.

 

 

5. Epílogo

 

El gringo de confianza…” es un libro repleto de detalles, fechas y hechos, vistos desde la óptica de un extranjero, sin las pasiones de los contemporáneos; un libro donde cada vez que se lee, se encuentra un hecho nuevo.

Evidentemente la persona de Eduardo Grauert era muy particular, no solo por lo que Brendel nos narró del manejo de las finanzas propias y ajenas que realizaba este personaje, sino por todo aquello que se desprende de la lectura de documentos oficiales y análisis posteriores realizados por juristas.

Desprolijidad propia de una época: así como el impulsor de la Colonia Santa Teresa le mostraba a Brendel una lista con el precio de legisladores como cuenta el médico alemán en sus memorias, también se hacía escriturar varias leguas de campos fiscales con la promesa (en los hechos nada más que una promesa que cautivó a muchos esperanzados inmigrantes) de fundar una Colonia Agrícola en la zona de Santa Teresa en Rocha.

No podemos precisar si Carl Brendel estuvo o no en la Colonia Agrícola, él no lo registra en sus memorias. La historia oral recoge que muchos colonos hablaban del médico alemán reiteradamente.

Sí sabemos que varías hectáreas de campo estaban registradas a su nombre en los planos de la Colonia levantados a costa del Gobierno (y no de Grauert como lo establecía el contrato) por los Agrimensores Benvenuto y Percovich hacia 1885. Debía de ser un forma de pago de Grauert a Brendel por su apoyo al proceso colonizador y la tramitación de radicación de colonos rusos y alemanes que el galeno había hecho en su momento.

La Colonia es así hija de una historia llena de arbitrariedad y corrupción, de esperanzas y desilusiones, enmarcada en uno de los períodos más oscuros de nuestra historia como es la del último cuarto del siglo XIX. En el marco de ella nació herida de muerte y en su marco se diluyó. Solo quedó un puñado de hombres a la deriva con sus ilusiones marchitas.

 

 

Bibliografía:

 

  • AGN. Escribanía de Gobierno y Hacienda. Mdeo. Protocolo de Contratos de Gobierno. Escritura otorgada por el Superior Gobierno a Eduardo Grauert para establecer la colonización en la frontera. Año 1883. F. 202 y sgts.
  • Márquez, Alberto. Bosquejo de nuestra propiedad territorial. Tesis presentada para optar por el grado de Doctor en Jurisprudencia. Montevideo. Imprenta  a vapor La Nación. 1893.
  • Mouras, Otilia. Colonización Agraria en el Uruguay. UDELAR. Facultad de Arquitectura. IHA. Montevideo 1983.
  • Pacheco, Álvaro. Consideraciones sobre Inmigración y Colonización. Tesis presentada para optar por el grado de Doctor en Jurisprudencia. Imp. Dornaleche y Reyes. Montevideo. 1892.
  • Pou Ferrari, Ricardo. Dr Carl Brendel. El gringo de Confianza. Memorias de un médico alemán en Montevideo entre el fin de la Guerra del Paraguay y el Civilismo 1867-1892. Su actuación obstétrica y quirúrgica. Edición del Autor.  Montevideo. 1992.
  • Ros,  Francisco J. La Feria de Melo. Reflexiones económicas sobre los departamentos de Cerro Largo, Treinta y Tres, Rocha, Minas y Maldonado. Tipografía de “El Nacional”. Montevideo. 1902

 

 


[1] También fue espectador de primera línea este médico alemán del asalto y copamiento del vapor “Porteña”, acto que define como “piratería” y que ubica entre setiembre y octubre de 1873. Según el autor “esa noche se produjo una increíble piratería. Un vapor “Porteña,” argentino, que hacía la travesía entre Montevideo y Buenos Aires, fue asaltado y copado por el bandido Bergara, un oficial de los Colorados, con cuarenta pillastres que se habían introducido a bordo de contrabando y disfrazados de inmigrantes. De pronto amenazaron a los pasajeros y a la tripulación con pistolas, tres personas murieron…” y continúa con el motivo del acto pirata: “los tipos querían robar armas de los botes de nuestra costa y llevarlas a bordo para los revolucionarios de Entre Ríos”. Al no encontrar lo que buscaban desembarcaron los tripulantes en la desembocadura del arroyo Cufré y pusieron rumbo al sur del Brasil, al que no llegaron porque “encallaron en la orilla rocosa, naturalmente el barco estaba perdido y los bandidos desaparecidos”. Brendel, ob. cit. Págs 129 y 130.

 

[2] Brendel, Carl. El gringo de Confianza. Pág. 12

 

[3] Ob. Cit. Pág. 5

 

[4] Ob. Cit. Pág. 123

 

[5] Ob. Cit. Pág, 97.

 

[6] “Brendel, Carl. El gringo de Confianza. Memorias de un médico alemán en Montevideo entre el fin de la Guerra del Paraguay y el Civilismo 1867-1892. Su actuación obstétrica y quirúrgica” por Ricardo Pou Ferrari. Edición del Autor.  Montevideo. 1992

 

[7]  Ob. Cit. Pág. 143

 

[8] Ob. Cit. Pág. 145

 

[9] Ob. Cit. Pág. 165

 

[10]  Ob. Cit. Pág. 160

 

[11] Ob. Cit. Pág. 232

 

[12] Ob. Cit. Pág. 232

 

[13] Ob. Cit. Pág. 237

 

[14] Mouras, Otilia – “Colonización agraria en el Uruguay” Pág. 9

 

[15] Ob. Cit. Pág. 34

 

[16] Pacheco, Álvaro. “Consideraciones sobre Inmigración y Colonización. Tesis presentada para optar por el grado de Doctor en Jurisprudencia” Imp. Dornaleche y Reyes. Montevideo. 1892.  Pág 143-147

 

[17] Márquez, Alberto – “Bosquejo de nuestra propiedad territorial. Tesis presentada para optar por el grado de Doctor en Jurisprudencia” Montevideo. Imprenta  a vapor La Nación. 1893. Pág. 234

 

[18]  Ros, Francisco – “La Feria de Melo” Tipografía de “El Nacional” Montevideo. 1902. Págs. 109-116

 

[19] AGN. Escribanía de Gobierno y Hacienda. Mdeo. Protocolo de Contratos de Gobierno. Escritura otorgada por el Superior Gobierno a Eduardo Grauert para establecer la colonización en la frontera. Año 1883. F. 202 y sgts.

 

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