SUMARIO: 1. “No me interesa” – 2. El vigilante de la noche – 3. El doctor Vigil – 4. Mangocho 5. En Montevideo – 6. El periodista – 7. “El Erial” – 8. “¡Upa!” y otros libros – 9. La Argentina y Editorial Atlántida – 10. Postulación al Premio Nobel de la Paz – 11. 1950: Su breve retorno a Rocha – 12. Su familia, el final y juicios para la historia – 13. Vigil revisitado – 14. Legados de Vigil a Rocha .

1. “No me interesa”

– Pues a mí me han dicho que Rosaura… ¡Cállelo! ¡No lo repita! No me interesa. Pero, ¿por qué he de callarlo? ¡Porque usted no lo sabe! ¡Se lo han dicho!… Sí; yo no lo he visto, pero la persona que me lo dijo…

Apostaría a que tampoco lo vio.

Es verdad. Me dijo que a ella le aseguraron…

Tal diálogo sería muy poco común si la gente adquiriese la cultura necesaria para no cometer inconscientemente verdaderas infamias.

Sin examen y sin reflexión sirven las personas de vehículo a la calumnia.

Y este mal es tan espantoso que, en la mayoría de los casos, está formado por conjeturas y mentiras.

Si nadie cometiera la bajeza de repetir lo que no sabe, la sociedad entera se limpiaría de una de sus más viles fealdades: la calumnia”.

La breve anécdota que antecede, y su consecuente reflexión, pertenecen a Constancio C. Vigil. Y menos mal que no le tocó vivir el tiempo presente, con el irritante desmadre de las redes sociales, a esta altura (casi, porque siempre debe quedar abierta una puerta a la esperanza) irrefrenable.

A Vigil, el más universal de los rochenses, su luminosa vida y su obra sinparangón, es nuestro propósito acercarnos aquí lo más posible.

2. El vigilante de la noche

Todo parece indicar, según las genealogías y heráldicas consultadas, que el apellido Vigil es de origen español, y más precisamente asturiano. Procede del topónimo Vigil, nombre de una población de Asturias, cuyo étimo es el latín “uigilare”, “vigilar en defensa de la población o por el bien público”. Vigil tuvo también el significado de “vigoroso”.

En la antigua Roma, el emperador Augusto instituyó la figura del “vigil”, que era aquel que hacía de guardia de noche, bajo las órdenes del prefecto de los “vigiles”.

Con la Conquista, el apellido fue llegando a América, esparciéndose por el que luego sería territorio de varios de los actuales países del continente.

El primer documento a considerar aquí data de 1868 y llegó a mis manos por gentileza de Néstor Sabattino Dossi. Expresa: “Don Constancio C. Vigil y su familia han cumplido la cuarentena de observancia en Solís Grande y hallándose en estado sanitario se la da pase libre para el departamento de Maldonado. Van en la diligencia perteneciente a don Teodoro Fernández. Solís Grande, 1 de julio de 1868. Simón Estadés. Médico de Policía del departamento de Montevideo”.

Como el documento no es explícito en torno a los motivos de la “cuarentena de observancia” de la familia Vigil, debe deducirse que podía tratarse de extremas precauciones sanitarias en cuanto a la epidemia de cólera morbo, enfermedad que hizo estragos en el Uruguay de aquel año.

Don Constancio C. Vigil estaba casado con Ventura Olid, hija del mítico guerrillero blanco Bernardino de la Cruz Olid. De ese hogar, entre otros vástagos, nacería Constancio C. Vigil (hijo), en Rocha, el 4 de septiembre de 1876.

3. El doctor Vigil

Don Constancio C. Vigil padre era abogado y periodista. Ningún apunte de los que hemos revisado dejó consignado para la posteridad si fue bueno, regular o malo en el ejercicio liberal de su profesión universitaria. En cambio, todos coinciden en que fue un brillante periodista, cuya pluma, cual afilada espada, penetraba en la conciencia del pueblo y era capaz de destrozar a sus adversarios políticos.

Sigamos a Antero Urioste: “Luis Revuelta y Gaudencio Cortés sacaron ‘La Voz de Rocha’, el 20 de septiembre de 1874. Constancio C. Vigil compró luego esta imprenta y comenzó a publicar ‘La Ley’, el 4 de abril de 1875. No se encontró el número 1, y por tanto sus propósitos, pero, estando en el ‘Año Terrible’, seguro aludían a la situación política. ‘El Siglo’de Montevideo, al anunciar su publicación, dijo: ‘Le devolvemos el saludo, deseando que cumpla los propósitos de su programa… si puede’. Al principio de la ‘Revolución Tricolor’ (marzo de 1875), por la cual el doctor Vigil, periodista valiente si los hubo, demostró cierta inclinación, el Comandante Militar de Maldonado ordenó suspender su publicación (…) En el acto, el doctor Vigil, sin amilanarse, lo reemplazó por ‘El Derecho’, aunque sólo por el mes de enero de 1876, que en abril del mismo año volvió a dar la estampa ‘La Ley’, hasta que habiendo resuelto avecindarse en Montevideo, cedió el título y la imprenta a Pablo Nansot”.

4. Mangocho

Tapa de Mangocho.

Constancio Cecilio (Antero Urioste habla de Constancio Cándido, aun cuando la versión más aceptada es la de Constancio Cecilio, sin desmerecer la erudición de Urioste aunque sí, tal vez, la de su fuente informativa) Vigil Olid vino al mundo en la entonces villa de Rocha, en la casa familiar de calle De la Sierra (hoy 18 de Julio) entre Santa Teresa (actual 19 de   Abril)  y  Castillos (hoy   José   Enrique Rodó), identificada   en  la   actualidad  con el número de puerta 147. Desde el 4 de marzo de 1950, el frente de dicha     finca   luce una  placa recordatoria de bronce que dice: “En esta casa nació Constancio C. Vigil, el 4 de setiembre de 1876. Homenaje del pueblo de Rocha. 1950”.

En entrevista concedida en Buenos Aires al periodista Enrique Mouliá (“Mundo Uruguayo” 1 de agosto     de     1946), afloran los   recuerdos de Vigil: “Nací cuando mi padre redactaba La Ley, valiente diario, el único que en todo el país alzaba su voz varonil frente a la tiranía de (Lorenzo) Latorre. Pero esa voz, única, vibrante y valiente, tenía que ser ahogada. Y una noche, un grupo de sicarios dirigió las armas contra el hogar del director de La Ley. Una de las balas se incrustó en mi cuna. Ese fue mi bautismo como soldado de la Justicia”. Tal vez éste haya sido uno de los motivos por el cuales la familia Vigil-Olid haya decidido radicarse en la capital del país. Según Constancio Cecilio cuenta en     “Mangocho”,  una     suerte  de     libro   autobiográfico de     sus   primeros años, perdió a su madre cuando tenía 9 años y a su padre entrando a la adolescencia, a los 13.

Precoz periodista, a los 11 años, con ayuda de sus hermanos y de una maestra, redactaba y editaba “un semanario de cuatro páginas, a tres columnas, con una tirada de… ¡tres ejemplares!”, recordaría en “Mangocho”, su sobrenombre de la infancia. No mucho después tuvo su bautismo de tinta: la revista “Las primeras ideas” le publicó su poema “A mi madre”, homenaje al amor primigenio: “Hoy busca consuelo mi pena en el canto/ y quiero que sepas que aún dura mi llanto/ mi amargo sufrir/ que en la fría tumba do yaces dormida/ turbando el silencio mi voz dolorida/ se deja sentir”.

Al margen de sus avatares, su infancia parece haber sido feliz, como la de tantos niños. En la época escolar estaba en Montevideo y en verano volvía a Rocha, al contacto con las cosas sencillas del pueblo chico y, sobre todo, a la playa y al campo. Solía pasar largas temporadas en estancias de sus parientes los Olid, a las que hoy se accede desde la Ruta 15 en dirección a Velázquez, lugar ubicado y señalizado no hace muchos años por la Sociedad Nativista “Batallas de India Muerta” y la Comisión de Patrimonio de Villa Velázquez, Capital Histórica del departamento de Rocha.

5. En Montevideo

Hasta 1903, permaneció en la capital uruguaya, para luego emigrar definitivamente     a     la     Argentina.   De   esa   su     primera     juventud     montevideana, el propio Vigil dio noticia, en su ya comentada breve visita a Rocha y La Paloma de 1950: “Ved en quien fui, lo que soy. Soy el mismo que figuraba en aquel grupo de jóvenes enamorados de su terruño, que hace más de medio siglo fundó en Montevideo el ‘Centro Rochense’ (apuntamos: germen no institucionalizado pero germen al fin de lo que, un siglo después, sería el actual ‘Centro de Residentes de Rocha en Montevideo’). Allí estaba yo, unido a Julián Graña, Mario Barrios, Arturo Lorenzo y Losada, Próspero Brunet, Casto Domínguez Acosta, Wilfredo Llana, Pancho Techera, Manuel Saráchaga, Onofre Corbo, Silverio Arrarte… Fueron más que mis amigos, mis hermanos… Por todo ello, he de darle a Rocha amor y más amor, el mismo que inspiraba mis primeros escritos para ‘La Democracia’, la de Ramón Cerdeiras, quien se inició en ‘La Ley’ junto a mi padre. El mismo amor que ahondaba mi cariño hacia Miguel Pereyra, aquel varón abnegado, que descollaba en la pléyade de auténticos hidalgos que aquí admiré en su acendrada nobleza, en su amplia generosidad, en su ejemplar patriotismo”.

6. El periodista

Se inició en el periodismo, aquí en Uruguay, dirigiendo el diario “La Prensa”.Siendo muy joven fundó “La Alborada”, también en Montevideo, el 20 de mayo de 1899.

En 1903, agobiado por las convulsiones políticas de su país (era hombre del Partido Blanco y en 1904, tras la muerte de Aparicio Saravia, escribió estas sentidas frases: “Era, sobre todas las cosas, ciudadano. Era, sobre todos los ciudadanos, el primero. Nunca vi, ni creo ver otro símbolo viviente del patriotismo. Para su estatua nada mejor que la imagen misma de la Patria. La pérdida de esa Patria es lo que más deploro.Mientras él vivió creí y soñé con ella. (…) Este gran muerto es una máxima viva”), cruzó el gran río y abrazó para siempre a la Argentina.

Ya en Buenos Aires fundó, el 18 de agosto de 1904, “Pulgarcito”, la primera revista infantil del país. Destaca además, entre otras publicaciones, “Tilma”, primer diario del mundo dedicado a la mujer. “Mundo Argentino”, revista fundada por Vigil el 7 de enero de 1911, alcanzó una tirada semanal de 150.000 ejemplares.

El 7 de marzo de 1918 fundó la revista “Atlántida”, publicación que dio origen a lo que más tarde sería la Editorial Atlántida, transformada por Vigil en Sociedad Anónima, en 1933. El 30 de mayo de 1919 fundó la revista “El   Gráfico”,     hoy     desaparecida,  que     marcaría     toda   una     época  en     el     periodismo deportivo argentino, americano y mundial.

Luego   vendrían     “Billiken”   (17   de     noviembre     de     1919),  “Para   Ti”   (16     de mayo de 1922) y “La Chacra” (noviembre de 1930).

Deteniéndonos  en     “Billiken”,     el     autor   de     este     artículo     reconoce     en     la revista infantil de Vigil el soporte de buena parte de aquella ya perdida “cultura     general”     que     identificaba   al     común de     los   uruguayos,     y     que     era   uno de sus orgullos. En la Sexta Sección de diario “El Este”, consigné, hace ya algunos años: “Era aquella ‘Billiken’ la de las tapas de Lino Palacio. Y la de una sección de música a cargo del maestro Kurt Pahlen. Aprendí en sus páginas -por ejemplo- vida y obra de los hombres de Mayo (particularmente Cornelio Saavedra, Mariano Moreno y Manuel Belgrano), del general José de San Martín y su esposa Remedios de Escalada, de don Martín Miguel de Güemes (el guerrillero salteño), de Juan Bautista Alberdi, de Nicolás Avellaneda, de Juan Martín y Prilidiano Pueyrredón, del sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento, de Julio Argentino Roca y su Conquista del Desierto, del naturalista Florentino Ameghino, del perito Pascasio Moreno, de Juana Manso de Noronha. También de José Hernández y su ‘Martín Fierro’, Estanislao del Campo y ‘Fausto’, Ricardo Güiraldes y “Don Ricardo Sombra”, de Arturo Capdevilla, Olegario Víctor Andrade, Lucio Victorio Mansilla y otros. Por ‘Billiken’ supe que Vicente López y Planes y Blas Parera compusieron el Himno Argentino, aquel que fuera presentado en los salones de la residencia de la dama patricia doña Mariquita Sánchez de Thompson. Me enteró también mi revista amiga de la infancia que el vino es de Cuyo, la lana y el petróleo de la Patagonia, el algodón del Litoral, las manzanas de Río Negro, el ombú de La Pampa. Y que las Malvinas son argentinas. Su amena y sustanciosa lectura me llevó también por tantos y tantos paisajes americanos, cimentando en mí, a muy corta edad, un profundo sentimiento continental. Si en la vasta y enjundiosa obra de Vigil solamente hubiera existido ‘Billiken’, tengo para mí que eso ya sería mérito harto suficiente para justificar con elocuencia la perdurabilidad de la misma”.

7. “El Erial”

Es  casi  imposible explicar  este  libro,   este compendio   de filosofía total, su buceo en el Hombre. En un pasaje, el propio Vigil nos orienta: “Todo lo que el Hombre arroja con su mano desde la tierra al mar, el mar se lo devuelve. Mil veces lo arrojará y otras mil el oleaje se lo traerá. Así es también el mar de lo infinito. Mil veces os desprenderéis de un bien para entregarlo a los demás y otras mil os será restituido”. Alfredo Serra apunta: “Tres años antes de su máxima obra como empresario, la Editorial Atlántida, y en plena Primera Guerra Mundial, (Vigil) le dio al mundo uno de sus libros fundamentales: ‘El Erial’ (la tierra sin surcos ni frutos), traducido a media docena de idiomas y clara metáfora contra el mal, la ignorancia, el egoísmo, la soberbia, la violencia, condenados con la simpleza y la profundidad de aforismos como: ‘Vale más plantar árboles que estatuas, que no crecen, ni alimentan ni abrigan como los árboles’, o: “Amad sin medida, y sin medida os amarán. Dad esta vida, y otra mejor os será dada’. Palabras, ideas y militancia que se anticiparon en muchos años a los conmovedores mensajes de la Madre Teresa de Calcuta. Pero si el Hombre fue su Norte y ‘El Erial’que se propuso sembrar, no se equivocó al arrojar las primeras y más fecundas semillas en el Niño, al que dedicó lo mejor de sus sueños”.

“El Erial” recogió juicios laudatorios de la intelectualidad americana. Vayan sólo tres, como ejemplo:

Merece tomarse como breviario. Es una antorcha que ilumina el sendero, una mano que sostiene en la marcha y un elixir que levanta el espíritu de la vacilación y la fatiga” (Juana de Ibarbourou, uruguaya)

“Muchas veces he leído yo este libro fuerte y purificador, y siempre me trae nuevas fuerzas y mayor elevación para pensar y vivir” (Gabriela Mistral, chilena).

Es una obra de amor, de piedad lúcida y serena” (Amado Nervo, mexicano).

8. “¡Upa!” y otros libros

Se diceque Vigil escribió 134 libros en total. El fenómeno de “¡Upa!” fue extraordinario. “Upa” (un libro para que los niños aprendieran a leer), fue concebido bajo esta premisa: “Ya que muchos niños no pueden ir a la escuela, hay que llevarles la escuela hasta donde estén. Poner la escuela en sus manos. Con ‘¡Upa!’ pueden aprender a leer en veintiocho días”.

Tapa de El Gráfico número 1.

Otros libros infantiles de Vigil, de ineludible cita, son “Misia Pepa”, “Los Chanchín”, “El mono relojero”, “Muñequita”, “Los ratones campesinos”, “Tragapatos”, “La hormiguita viajera”, “El manchado”, “La dientuda”, “La familia Conejola”, “La reina de los pájaros”, “Chicharrón”, “El bosque azul”,  “Los   escarabajos y la moneda de oro”,   “Cabeza de fierro”, “El imán de Teodorico”, “La moneda volvedora”, “Marta y Jorge”, “Cuentos para niños”, “Los enanitos jardineros”, “El casamiento de la comadreja”, “El sombrerito”, “Juan Pirincho”, “Botón Tolón”, “Cartas a gente menuda”, “Compañero”, “Diario de un niño”, y un largo etcétera. Además de las novelas “Los que pasan” y “Doña Magda” y los ensayos “El Erial” (ya citado), “Miseria artificial”, “Las verdades ocultas”,  “El hombre y los animales” y “La educación del hijo”.

Tapa de Billiken número 1.

9. La Argentina y Editorial Atlántida

En entrevista concedida al periodista Enrique Mouliá ya citada (“Mundo Uruguayo”, 1 de agosto de 1946), y hablando de Argentina, de-cía Vigil: “Vivo agradecido a la gentil y bondadosa hospitalidad que siempre me dispensó esta gran nación hermana, a la cual he correspondido con honrada lealtad, sin dejar de ser siempre uruguayo. Muchos me habían olvidado en mi país, pero yo siempre lo quiero con idéntica ternura, lo acompaño en sus vicisitudes y comparto sus anhelos lo mismo que si estuviera allí”.

Clásico edificio de Azopardo y México, Editorial Atlántida.

Y sobre la Editorial Atlántida que fundara, remarcaba: “Fundé sólo la empresa. No hubo ni hay capitalistas; somos accionistas los que trabajamos en ella. Cada año se adjudican acciones, sin distinción de categorías, a los que han cumplido cierto número de años en la casa y aspiro a que todos mis compañeros de trabajo sean copropietarios de la Editorial Atlántida”.

Apuntamos de manera complementaria que en mayo de 1925, la empresa   adquirió el amplio y muy conocido edificio de calles Azopardo y México.

10. Postulación al Premio Nobel de la Paz

Más de 50 entidades culturales de Uruguay, Chile, México, Brasil y Nicaragua propusieron el nombre de Constancio C. Vigil como candidato al Premio Nobel de la Paz 1934. El periódico “El Lascanense” (edición número 1.390 correspondiente al 3 de febrero de ese año) escribió: “Nunca ha estado más acertada la intelectualidad de América que al lanzar el nombre del esclarecido escritor compatriota señor Constancio C. Vigil para el Premio Nobel de La Paz, en homenaje a su vasta y profunda obra intelectual y periodística durante más de 30 años. La Federación Magisterial Uruguaya ha lanzado el siguiente mensaje: Maestros de América: una preclara y fecunda idea de educación agita el espíritu de los Hombres, al pensamiento de honrar a Constancio C. Vigil, proclamándolo Maestro de la Paz. Vosotros, que indudablemente al influjo de la excelsitud de su obra, hicisteis conciencia de los preciados valores del Educador, y de la trascendencia de su trabajo, os estremeceréis de emoción al informaros de este breve Mensaje que os dirigimos, pidiéndoos que hermanéis vuestros afanes con los nuestros para hacer esta proclamación ante el Mundo; y también, para pediros que habléis a los Niños y a los Hombres, de la claridad de su espíritu hecho un faro de luz para guía del corazón de América”.

Finalmente, a pesar de su justicia, el Premio Nobel de la Paz 1934 fue discernido en favor del político y sindicalista británico Arthur Henderson.

11. 1950: Su breve retorno a Rocha

Los periodistas de antes, excepción hecha de los de opinión, recibían tal rótulo pero eran básicamente cronistas. Siguiendo esta lógica de razonamiento, cuando el domingo 5 de marzo de 1950 Vigil y su esposa visitan por unas horas Rocha y La Paloma, el diario “La Palabra” de don Carlos N. Rocha, con  Andrés Vilizzio Felló   como   secretario  de       Redacción, reflejó, en su edición del lunes 6, un imperdible detalle bajo el título: “Alcanzaron verdadero fervor popular los homenajes tributados ayer al escritor rochense Sr. Constancio C. Vigil”. La crónica va recogiendo momento a momento aquella ajetreada y emotiva jornada:

En la Intendencia Municipal

A las 9 horas llegaba a la Intendencia Municipal el Sr. Vigil, en compañía de su señora esposa doña Leticia Vega y de otros familiares. La Banda Municipal ejecutó el Himno Nacional y el público, reunido en forma considerable, recibió con una salva de aplausos a los distinguidos viajeros. La Coral Municipal, bajo la dirección del profesor Rosa Giffuni, cumplió un interesante programa. La parte oratoria estuvo a cargo de la señora Maruja López de Seguessa, que habló en su condición de edil, y a quien contestó el señor Torrealba. El intendente municipal y el presidente de la Junta Departamental, señores Pereyra Núñez y Guruchaga Piñeiro, respectivamente, fueron obsequiados con medallas de oro alusivas al acto.

-En la Escuela No. 44

Brillantes proporciones adquirió el acto cumplido en la Escuela No. 44, que dirige la señorita Justa Clara Spontón. Allí se cumplió un programa interesantísimo, hablando la señorita de Spontón y el doctor Joaquín Gallinares. La señora de Vigil fue obsequiada con artísticos canastos de flores y el señor Vigil con un valioso pergamino, donde lucía expresiva leyenda y las firmas de todos los niños de aquel centro educacional. También los canillitas de Montevideo se adhirieron al acto, enviando simbólicas flores. Al finalizar el acto, tres niños de la Escuela formularon pedidos al señor Vigil: que el primer libro de cuentos a escribir fuera dedicado a la Escuela; que no fuera ésta su última visita; y que los Poderes Públicos pusieran el nombre de Constancio C. Vigil a aquel centro educacional. El señor José A. Peri cumplió un interesante programa musical, que fue acompañado por los niños.

– En la Plaza ‘Constancio C. Vigil’

Miles de personas se reunieron en la plaza pública que lleva el nombre del fecundo escritor rochense. Justo es decir que la Municipalidad ha arreglado con sencillez pero con todo gusto ese paseo público. Hablaron allí el intendente municipal señor Blanco Pereyra Núñez, el general Pedro Sicco y E. Machado Zaizar”.

Abrimos un paréntesis transitorio a la crónica de “La Palabra”, para insertar conceptos fundamentales del discurso de Vigil, con que se cerró esta ceremonia: “Y ahora os diré como me avengo a recibir este homenaje, demasiado grande para mí sólo. Yo recojo mi parte. Me corresponde como descendiente de generaciones de nativos, nieto de Bernardino Olid, el caudillo del Este, y con su sangre de los Velázquez, que figuraban entre las veintiocho familias asturianas y gallegas que, en 1793, fueron los primeros pobladores de esta ciudad”.

Volvemos a “La Palabra”:

-“La visita a La Paloma

De paso por La Paloma se realizó un acto sencillo y emotivo, pues había formado la Escuela local y los niños recibieron con aplausos y sentidas palabras la visita del señor Vigil.

-El almuerzo en el Hotel del Cabo

Fue una nota muy lucida la que se realizó en el Hotel del Cabo, pues rodearon al señor Vigil y a sus familiares cerca de un centenar de personas. El almuerzo motivó una reunión muy animada, habiendo hablado durante el mismo el poeta Ovidio Fernández Ríos, el profesor Rusconi y el joven Carlos Julio de Castro Amorín.

– En la casa donde nació Vigil

También resultó muy concurrida la ceremonia realizada en la casa donde nació Vigil, en la calle 18 de Julio. Fue descubierta una placa de bronce (y) la parte oratoria estuvo a cargo del senador Eduardo Víctor Haedo, señorita María Élida Acosta Díaz, capitán Ángel Camblor y señor Carlos Vigil Vega.

– Visita al Club Social Rocha

Como número final se realizó una visita al Club Social Rocha, donde algunos integrantes de la Comisión Directiva, allí presentes, atendieron de la manera más fina a los huéspedes, a quienes colmaron de atenciones, sirviéndose en su honor una copa de champagne y prolongándose la reunión hasta las 20 horas, en que el señor Vigil y su familia partieron para su residencia veraniega de Punta del Este.

Fuera de programa, se cumplió también un número de carácter filosófico (sic) en la Iglesia local, de acuerdo con las ideas del señor Vigil”.

12. Su familia, el final y juicios para la historia

Constancio Cecilio Vigil fue casado con la uruguaya Leticia Vega, nacida en Florida el 5 de julio de 1877 y fallecida en Buenos Aires casi nonagenaria, el 3 de abril de 1967.

El matrimonio tuvo siete hijos: Constancio, Aníbal, Carlos, Leticia, Elodia, Marta y Jorge.

Él falleció en Buenos Aires, el 24 de septiembre de 1954, veinte días después de haber cumplido 78 años.

Según el ya mencionado Alfredo Serra, “algunas horas después de la muerte de Constancio C. Vigil, un periodista escribió en una de las muchas revistas de la Editorial Atlántida, que desde 1918 fue el cuartel general de sus ideas, sus publicaciones pioneras y líderes, y sus libros eternos: ‘Ha muerto el jefe de la familia. Se ha paralizado el pulso firme del timonel. Está vacía la vasta estancia de Azopardo y México, en la planta alta de la Redacción. El frío de la partida inesperada corrió por toda la casa, llegó a los talleres, detuvo la marcha de las máquinas. Pero sólo fue un instante. Pasada la brusca impresión del choque, todo fue recobrando su ritmo normal”.

Ovidio Fernández Ríos, en alocución del 15 de febrero de 1936, en El Ateneo de Montevideo, señalaba: “Bien merece este homenaje aquel joven alucinado de ensueños, rebeldías y rutas victoriosas, que un día abrió caminos nuevos en el periodismo del Uruguay, después de una intensa vida gallarda y combativa en el ideal, en las letras y en la redención patria, en cuya lanza gaucha prendió una pasión, un heroísmo y una esperanza de futuro civilizador”.

A su turno, Amadeo Molina Faget, en su memorable discurso en la Junta de Vecinos de Rocha el Día del Centenario Departamental (1 de agosto de 1981), apuntó: “No olvidemos que el rochense Constancio C. Vigil fue uno de los grandes publicistas del Río de la Plata y que guardó, en la gran Buenos Aires, la nostalgia de sus cuchillas y de sus arenales”.

Programa de la entrega de los Premios Constancio C. Vigil, Club Social Rocha, año 2004.

13. Vigil revisitado

a) Antes y después de aquel 5 de marzo de 1950, el pueblo la conoció como “Plaza Las Palmas”. Así grita el guarda de cualquier ómnibus que llega a Rocha desde el Norte departamental, para alertar al pasaje que allí desciende.  Pero  desde   aquella fecha   se  llama oficialmente   “Constancio   C.  Vigil”, por iniciativa del entonces intendente municipal Blanco Pereyra Núñez, aprobada por la Junta Departamental. Se trata del espacio público delimitado por las calles Miguel Dinegri Costa (al Norte), Javier de Viana (al Oeste), avenida Ituzaingó (al Sur) y avenida Florencio Martínez Rodríguez (al Este).

Fue reconstruida en 1998, durante la segunda administración municipal de Adauto Puñales Lascano. En un tiempo, cada uno de sus bancos tenía adosado el nombre de un libro escrito por Vigil.

b) Hace unos años y durante algún tiempo, el Club Social Rocha entregaba en ceremonia especial los Premios “Constancio C. Vigil” a personas destacadas del quehacer rochense en las más diversas facetas.

c) En 2016, a 140 años del nacimiento de Vigil, la Comisión de Publicaciones de la Intendencia Departamental de Rocha que coordina el profesor Néstor de la Llana, en forma conjunta con el Ministerio de Educación y Cultura, organizó el Concurso Departamental de Literatura Infantil “Constancio C. Vigil”. El trabajo ganador, luego publicado en libro, fue “Francisco y Anilina. La bruja de los colores”, del cual es autora Rosana Piñeiro.

d) El Papa Pío XII le otorgó la Cruz Lateranense de Oro, primera concedida en Hispanoamérica.

e) Centenares de aulas, escuelas, bibliotecas, plazas, parques, etcétera, de Argentina y Uruguay llevan su nombre.

14. Legados de Vigil a Rocha

Al margen de haber donado cientos de sus libros a bibliotecas (escolares o no) del departamento, Vigil se sentía en permanente deuda con su solar nativo. Entendía lo que expresó al periodista Juan Carlos Pedemonte (“Mundo Uruguayo”, 7 de noviembre de 1954): “Creo que fui injusto con mi lar. Aunque nunca olvidé a Rocha, hace más de cincuenta años que no venía aquí. Mis coterráneos tenían derecho a ignorarme, sino como hombre de letras, sí como compatriota”.

Lugar en India Muerta donde pasaba sus vacaciones. A ambos lados del cartel, Víctor Larrosa y el autor de este artículo.

Los textos poéticos fueron un buen vehículo para remarcar el amor por su solar nativo. En “Rocha” dice: “Cuatro letras que son para mí un mundo. La cuna de mis abuelos y de mi madre; el pueblo donde se formó mi hogar y donde nací; los valles, las serranías, los palmares y los arenales donde me hice gaucho. Vengo de una de sus familias primitivas: los Velázquez y de Bernardino Olid, su gran caudillo. Rocha me dio sus blasones en la fama de su gente, alabada por su bondad y su cultura, y me alentó a ser digno hijo suyo. A través de los años, guardo a Rocha en lo hondo de mí ser; es la raíz de mi vida, de mis ideas y de mis sentimientos. ¡Cuántas veces experimenté la ansiedad de visitar su capital y recorrer de nuevo su campaña! Pero ¡ay! mis mejores amigos duermen allí el sueño eterno, junto con mi niñez, con mi juventud, con mis primeras ilusiones, con mis bellas esperanzas. Se dice que los gauchos no tienen miedo ni lloran… Yo he sentido miedo de volver, de volver y de llorar sobre el pasado de Rocha… sobre mí mismo”.

De las octavas “A Rocha” (La Palabra, 5 de diciembre de 1936) citadas por Antero Urioste, se seleccionan:

Hay un retazo preciado

de mi patria esclarecida,

donde es más dulce la vida

donde es más grande el amor;

do en el perfumado ambiente

gratos recuerdos palpitan,

las ilusiones se agitan

se cierne una bendición;

Y donde majestuosas

bellezas se han derramado,

¡santo rincón que ha colmado

de todas sus gracias Dios!;

el es mi pueblo, mi orgullo,

mi asilo, mi hermosa cuna,

donde es más suave la luna

donde es más ardiente el sol.

¡Salud!, gentil pueblo mío,

a tu frente un beso aduno,

sé feliz como ninguno,

sé inmensamente feliz.

Álzate altivo y valiente,

y del Uruguay Atenas,

cual tus límpidas arenas

sean tus triunfos sin fin.

 

Tags: