Uruguay R. Vega Castillos
SUMARIO: 1. Pedro de Cevallos, antecedentes familiares – 2. Su carrera militar en Europa – 3. Cevallos, Gobernador de Buenos Aires – 4. Cargos ocupados entre 1772 y 1776 – 5. La expedición al Plata – 6. Navegación de la flota – 7. La toma de Santa Catalina – 8. La discordia entre el General y el Almirante – 9. Cevallos en el Río de la Plata – 10. Presencia de Cevallos en la región rochense en camino a Río Grande

 

1. Pedro de Cevallos, antecedentes familiares

Pedro de Cevallos nació el 29 de junio de 1715. Era hijo de Juan Antonio de Zeballos y Hoyos, Caballero de la Orden de Alcántara [1], quién ocupaba entonces el cargo de Superintendente General de las Reales Aduanas y Rentas, y de la Señora María Cortés y Calderón. A los ocho días, el 7 de julio fue bautizado por el Cura Párroco Pedro Ximénez Terán, con el nombre de Pedro Antonio Francisco siendo su padrino el Hermano Donado Capuchino Andrés de Utrera y testigos dos vecinos de la población: Francisco Laze y Hurtado y Alonso Recio.[2]

“Los antecesores paternos de Cevallos, descendientes del rey godo Recaredo, fueron oriundos desde tiempos muy remotos del valle de Cabezón de la Sal, avecindados en el pueblo del mismo nombre y los cercanos de Cabuerniga, Santibáñez, Mazcuerras, La Baña, etcétera, actual provincia de Santander, jurisdicción de Burgos en el antiguo vecino de Castilla la Vieja.” [3]

La familia Cevallos, de acuerdo a su ascendencia poseía el señorío “de las casas de la Campana y de las Presillas”. [4]

 

Pedro de Cevallos

Pedro de Cevallos

Los méritos de los Cevallos, alcanzaban su escudo de armas, al inscribirse la leyenda  “Es ardid de Caballeros Cevallos para Vencellos” [5″>

La rama materna, también da muestras de su importancia. En este sentido “…originarios de la Villa de Don Benito y lugares aledaños sobre las márgenes del río Guadiana y sus fértiles cármenes, al mediodía de Cáceres y Badajoz en Extremadura, de sólida posición económica, hallábanse emparentados con Hernán Cortés, nacido en la lindera población de Medellín. Descendiente de ellos lo fue ya en el siglo pasado, Don Narciso Alonso Cortés, novelista y crítico general que llevó el nombre de su antecesor, el abuelo de Cevallos.[6]

El padre de Pedro desempeñaba funciones como Corregidor en Salamanca, y recibió el hábito de Caballero de la Real Orden de Alcántara.

“Al proclamar Don Felipe V la guerra contra Portugal, lo hizo en 1703 desde la población de Alcántara, siendo acompañado entre otros por Zeballos. Este ejercía circunstancialmente la gobernación  civil y militar de la cercana Villa de la Gata, perteneciente a la mencionada orden la que solamente podía ocuparla uno de sus miembros.” [7]>

La Villa de la Gata, se halla situada a corta distancia del pueblo Don Benito. Allí residía su hermana Mariana, que se hallaba casada con Francisco Calderón. Este contacto le permitió a Cevallos, que conociera a Juana María Cortés y Calderón, hija de Narciso Cortés y Arévalo, Caballero de la Orden de Santiago, quien desempeñaba el cargo de Alcalde del lugar y su esposa Martina Calderón. El encuentro de los jóvenes dio como resultado su boda, celebrada el 22 de diciembre de 1703. Se realizó entonces el casamiento en segundas nupcias, debido a que era viudo de Ángela Teresa de Velazco y Ceballos de las Presillas. La pareja vivió en Salamanca primero y luego en Cádiz. La razón de sus traslados, respondió a los destinos que en cumplimiento de su cargo, tenía que ocupar. En 1715, luego del nacimiento de Pedro, fue trasladado a las Islas Canarias. Ya instalado en Santa Cruz de Tenerife, lo sorprendió la muerte a los cincuenta y tres años. [8]

 

2. Su carrera militar en Europa

 

El 2 de febrero de 1724 se produjo el fallecimiento de la madre de don Pedro. A partir de ése momento, junto a su hermana Josefa quedaron al cuidado de los abuelos maternos. Las primeras letras las recibió en la Villa de Don Benito. Siendo un adolescente ingresó al Real Seminario de Nobles de Madrid. [9]

Egresó en 1730, con la jerarquía de Sub Teniente. En este mismo año, al igual que sus antepasados fue designado Procurador del Puerto y Sitio de Braña, Consejo de Santibáñez, Valle del Cabezón de la Sal. En el período 1731–1734, fue nominado Alcalde y Regidor en la Villa de la Zarza Juntoalanje.[10]

Como Sub Teniente, le correspondió ser asignado para prestar servicios en el Regimiento de Órdenes de Cataluña. Integrando este Regimiento, Cevallos participó en la Guerra de Secesión de Polonia (1733 – 1739), bajo las órdenes de José Carrillo de Albornoz, Conde y posteriormente Duque de Montemar. Don Pedro, ya era Capitán.

En 1741 “Don Pedro de Cevallos, con parte del peculio heredado de su madre reorganizó el Regimiento de Infantería de Órdenes, proporcionándole un cuerpo de oficiales de reconocido prestigio y eligiendo cada hombre de la tropa, a los que instruyó y adiestró personalmente en las artes de la guerra. Por tal causa, el 1º de diciembre de 1741 el Rey le nombró Coronel de dicho Regimiento y Caballero de la Orden de Santiago.” [11]

Por influencia de la Reina Isabel Farnesio de Parma, su esposo, el Rey Felipe V ordenó la realización de una expedición militar con el objetivo de recuperar territorios perdidos de la Península Ibérica. El mando de la fuerza recayó en el Infante Don Felipe. En este contingente viajó el Regimiento de Infantería de Órdenes, con su Coronel Pedro de Cevallos a la cabeza. En febrero de 1744 las armadas francesa y española libraron una violenta batalla contra la armada inglesa, frente a las Islas Hyeres, próximas a Tolón. Aunque los británicos se atribuyeron la victoria, el saldo fue muy negativo, muchos barcos ingleses resultaron hundidos y otro número importante deteriorado. En consecuencia, no pudieron seguir manteniendo la estrecha vigilancia costera. Los españoles y los franceses, al mando del Príncipe de Conti, Luis Francisco de Borbón, pudieron cruzar el río Var, tomar Niza y forzar las trincheras de Villa Franca y Montalbán.

“En estas acciones, dirigidas por el Marqués de la Mina Don Jaime Miguel de Guzmán y Spina, llevada a cabo entre el primero y el diecinueve de abril de 1744, tuvo una brillantísima actuación Don Pedro de Cevallos al frente de su Regimiento, concediéndosele en el campo de batalla el grado de Brigadier, confirmado por el Rey el mes siguiente.[12]

Conseguida la apertura del paso, los efectivos avanzaron ascendiendo hasta la zona del valle de Sture valiéndose en la oportunidad de la utilización de la táctica de la dispersión, única manera de actuar en una zona escabrosa de las montañas. Con estas maniobras llegaron a Oneglia.

El 30 de setiembre de 1744, se afirmó la conquista al triunfar en la batalla de Nuestra Señora del Olmo. La participación de Cevallos y la unidad a su mando tuvo una actuación decisiva. En efecto, una carga sobre el flanco derecho del enemigo, produjo su desbande, en consecuencia decidió el combate.

En 1745 españoles y franceses, comandados por Mallebois, junto con los genoveses se incorporaron y tomaron seguidamente Vogliera, Tortonia, Plasencia y Parma, entrando en Milán el 20 de diciembre de 1745.

1746 transcurrió lleno de dificultades, resultado de una política que se tradujo en la pérdida de todas las posiciones ocupadas el año anterior. En consecuencia, las fuerzas tuvieron que soportar las duras condiciones a que los errores de conducción las expusieron.

Dentro de este cuadro de dificultades la experiencia y el conocimiento de D. Pedro, se enriquecieron en el contacto con la adversidad, a tal punto que sus superiores elogiaron su actuación. En el sentido anotado precedentemente, el Brigadier Cevallos tuvo oportunidad de conocer generales de gran prestigio, destacándose entre estas personalidades el Conde de Gages, a quien Federico de Prusia admiraba ´diciendo que sentía no haber al menos hecho una campaña a las órdenes de este general.´[13]

El 9 de julio se produjo el fallecimiento del Rey Felipe V, le sucedió el segundo hijo de su primer matrimonio, Fernando, que se convirtió en Fernando VI. Al asumir cambió la orientación de la política exterior y en consecuencia, sus objetivos militares. Con la finalidad de reparar los errores cometidos anteriormente, designó al Marqués de la Mina como General en Jefe del Ejército de Italia. [14]

El nuevo General en Jefe decidió la retirada de Italia. Es de hacer notar, que en esta retirada Cevallos mostró sus conocimientos, destacándose en las tareas inherentes a la logística de una acción donde lo prioritario era un adecuado manejo de recursos y abastecimientos, con el fin de llevar adelante la marcha hacia territorio francés.

En 1747; como resultado de una sublevación sucedida en Génova el 5 de diciembre de 1746, las fuerzas borbónicas pasaron a la ofensiva, obligando a sardos y austríacos a repasar el Var, en el mes de febrero de 1747.

Así las fuerzas españolas y francesas bajo el comando del Infante Don Felipe y el Duque de Módena, cruzaron nuevamente el Var y alcanzaron Oneglia. En ese momento, Cevallos fue nominado Gobernador de Niza. En el desempeño de este puesto se granjeó el respeto tanto de funcionarios como de la población en general, por lo destacado de sus servicios, que no sólo se caracterizaba por un valor probado. En los combates en que actuó al mando de su Regimiento, demostró sus condiciones, su capacidad para resolver en presencia del enemigo, elementos que sus superiores tuvieron en cuenta para ascenderlo a Mariscal de Campo. Esta promoción contó con la aprobación del Infante Don Felipe y de los generales franceses. En 1749, Cevallos regresó a la península Ibérica. En Madrid y por recomendación del Marqués de la Ensenada, el Rey Fernando VI le concedió las encomiendas de Sagra y de Senet en la Orden de Santiago.

“La Sagra, de cuyas tierras Cevallos era en buena parte propietario acrecentándolas más adelante, se encuentra en las cercanías de Toledo, al Este del Camino Real que conduce a la ciudad de Madrid. Su nombre es una abreviación de Sacra Ceris, llamada así durante la dominación romana por haber estado consagrado a la diosa Ceres. En cuanto a Senet, que llegó a ser sede de obispado, se halla en el ayuntamiento de Villalar, provincia de Lérida, en Cataluña.” [15]

 

3. Cevallos, Gobernador de Buenos Aires

 

En 1755 fue designado Gobernador de Buenos Aires. Las autoridades con esta nominación, inauguraron un período donde los intereses españoles, fueron defendidos gallardamente. “Cevallos había llegado con un ejército de mil soldados”. [16]  Tuvo que lidiar y solucionar la cuestión de los Siete Pueblos de las Misiones, teniendo la oportunidad de constatar la mala fe de los lusitanos. En consecuencia se suspendió todo procedimiento tendiente a continuar pacificando el clima con ellos.

Uno de los aspectos que Cevallos planteó tuvo que ver con la anulación del Tratado de Permuta o de Madrid de 1750, que se efectivizó en 1761. Quedó una vez más en evidencia la ineptitud de la diplomacia española y la actitud prescindente del Rey frente a los intereses de los súbditos, para mirar únicamente lo que a él le interesaba. El historiador argentino José Luis Busaniche refiriéndose a los dos monarcas españoles del período, nos habla de política española de paz (reinado de Fernando VI) y política española de guerra (reinado de Carlos III).

El honor se salvó en el Río de la Plata, pero ya veremos con qué resultados. La noticia de la ruptura con Portugal, llegó a estas regiones cuando Cevallos ansiaba por vengar el ultraje portugués, que a todos indignaba. Había formado su ejército en gran parte con soldados de Buenos Aires, de la Banda Oriental, de Santa Fe y también (como escarnio y afrenta después de lo pasado) con mil indios de las Misiones. Con todos ellos y su escuadrilla de treinta y dos velas, se fue sobre la Colonia y empezó a construir sus baterías para poner sitio y expugnar en poco tiempo la plaza. Preguntó el portugués cuál era la finalidad de sus trabajos. ´Cada cual puede hacer en su casa lo que le parece´ contestó Cevallos. Apresuró su labor y a poco lanzó todos sus fuegos sobre las fortificaciones. Pero la escuadra española al mando de Sarriá no prestó ningún apoyo en aquella emergencia. Aún así, y en tales condiciones desfavorables, Cevallos logró rendir la guarnición el 1º de noviembre, y el día 2 hizo su entrada triunfal en la plaza rendida. No tardaron en llegar los aliados de Portugal en su defensa. Ciento cincuenta cañones ingleses comenzaron a bombardear reciamente la plaza el 6 de enero de 1763, pero Cevallos, sin escuadra y con los cañones de su fortificación, incendió y echó a pique el buque inglés ´Lord Clive´, hiriendo de muerte al jefe de la flota, MacNamara[17] Sólo  80 hombres fueron rescatados, de los 400 que integraban la tripulación.[18] Luego de producida la muerte del Jefe, dispersada la escuadra, los buques que integraban dicha fuerza abandonaron el Río de la Plata.

La gestión de Cevallos no se detuvo y comenzó a marchar. El 29 de marzo estaba en Maldonado y el 8 de abril se puso nuevamente en marcha, alcanzando la Fortaleza de Santa Teresa primero y luego el Fuerte San Miguel, estando en camino a Río Grande.

“Había llegado de triunfo en triunfo, cumpliendo una de las campañas militares más brillantes de que haya mención en el Río de la Plata, cuando le alcanzó el golpe que lo paralizaba todo: España, comprometida por el pacto de familia, perdidas Cuba y Filipinas, transaba en la Guerra de los Siete Años y entregaba una vez más a quienes se habían sacrificado por su causa. Todas las conquistas de Cevallos perdidas. Todo nuevamente para Portugal.” [19″>

Cuando Cevallos recibió la orden de suspender las operaciones que venía desarrollando con tanto acierto, desde Río Grande le envió correspondencia al Ministro Grimaldi. La nota estaba escrita en términos que mostraban lo apenado que se encontraba: Siguiendo yo el pensamiento de exterminar enteramente las fuerzas de los enemigos por estas partes, me puse en marcha para acá anticipando las órdenes de que fuesen pasando las caballadas y la gente, a la banda norte de este río, con el ánimo de mantener la marcha hasta apoderarse de todas las tierras que hay hasta Viamonte, Río Pardo y la laguna sobre el seguro de que hallaríamos resistencia alguna, porque los enemigos que no quedaron prisioneros continuaban sin cesar su fuga hacia San Pablo y otros parajes muy remotos. Pero estando ya los nuestros en disposición de emprender esta marcha, y dueños del puerto de este río y de sus riberas a una y otra banda, recibió una [comunicación] de ocho de diciembre próximo pasado, en que de orden del Rey me previene V.E. haga publicar y cumplir los artículos preliminares de la paz con la suspensión de armas. Esta impensada novedad causó a todos los nuestros una suma tristeza por ver la buena coyuntura que se malograba de acabar de apoderarnos de todos los expresados países, causándome a mi mayor pena el haber visto en uno de los artículos, que se habían de volver las colonias portuguesas que se hubiesen conquistado en América, bien que, aunque se restituía la plaza de la Colonia, no comprendo estén incluidas estas tierras que, siendo del dominio de España, nos habían usurpado en tiempos de paz los portugueses y ahora en justa guerra acabamos de recobrar.[20]

Pero todo lo recuperado se perdió como consecuencia de los coletazos del cumplimiento del Tercer Pacto de Familia. La situación del Río de la Plata se vio muy afectada por estos errores diplomáticos que pusieron en evidencia una larga cadena de errores frente a un adversario, como el portugués, sí atento e informado de la realidad  fronteriza. Y las reclamaciones territoriales, que en principio no fueron atendidas, fueron ocupadas militarmente, empezando por Río Grande. Luego de estos sucesos, Cevallos fue relevado de la Gobernación por Francisco de Paula Bucarelli, embarcándose en setiembre de 1766, para regresar a España. Desembarcó en Cádiz, donde fue recibido con honores por el Ayuntamiento.

 

4. Cargos ocupados entre 1772 y 1776

 

Desde el 18 de agosto de 1772 estuvo comandando el Ejército y la Provincia de Extremadura. En 1774 le cupo en suerte ser designado Consejero del Supremo Consejo de Guerra, tribunal en el que llegó a ser Subdecano. En 1775, pasó a ocupar la Comandancia General de Madrid y su Distrito.[21]

 

5. La expedición al Plata

 

5.1 – Antecedentes

En España, luego de distintas vicisitudes producto de los desaciertos propios pero también por la actuación portuguesa, comenzó a preocupar a las autoridades, que lentamente se largaron a pergeñar formas para impedir las acciones lusitanas.

Dos grandes temas estaban en cuestión, por un lado ver la manera de frenar las andanzas portuguesas y por otro lado, la necesidad que la región del Plata tuviera  los recursos necesarios: … el 12 de enero de 1771 el Fiscal de la Real Audiencia de Charcas, José Álvarez de Acevedo informaba a la Corte que la región del Plata no podía ser gobernada desde Lima y, aconsejaba la erección de un virreinato en Buenos Aires, idea que dicho tribunal hizo suya el 12 de noviembre del mismo año. El entonces virrey del Perú, Manuel Amat se plegó también a la iniciativa, pero propuso que en el nuevo virreinato que se iba a crear, Chile quedaría como parte integrante y que Santiago fuera capital. El Virrey entendía que el Plata carecía de recursos para mantener, su fuerza militar sin la ayuda del Perú y que sería inoperante otorgarle la autonomía judicial y política, pues al no poder cubrir sus gastos quedaría ´desairado y siempre con dependencia de Lima, sin la cual se harían frustráneas y totalmente inútiles sus disposiciones y providencias´.

Pero tanto la Audiencia de Charcas como el Virrey Amat[22] encaraban la cuestión desde el punto de vista de los intereses internos, para mejor administración y defensa de Sudamérica en el Reino de Indias, mientras que como se vio, Cevallos comprendía la significación del nuevo virreinato en el plano de las relaciones internacionales. Sin embargo, es muy probable que tuviera en cuenta los motivos expuestos por el Virrey de Lima cuando éste proponía la unión del Plata con Chile o para obtener recursos para la empresa bélica que se traba de emprender. No se podía pensar en una campaña victoriosa si, en materia financiera, había que depender de los envíos del Perú o de las cajas reales de Buenos Aires, Tucumán y Paraguay.”[23″>“Pero la Corte española comprendía la verdadera situación en que se hallaba y recelaba un rompimiento de hostilidades con Portugal.” [24]

En 1775, Ambrosio de Funes Villalpando Abarca de Bolea, Conde de Ricla, Ministro de Guerra desde 1772, ordenó a Cevallos, a Martín Álvarez y a Silvestre Abarca que formasen cada uno un proyecto de conquista de Portugal. Cevallos dio cumplimiento respondiendo el 17 de diciembre del mismo año.

De todas las acciones realizadas quedó claro que el Conde de Ricla tenía opinión formada en cuanto a que debía ser Cevallos quien comandara la expedición.

El 17 de julio de 1776 remitió correspondencia al Conde de Ricla con su opinión sobre la expedición. En la  misma, dejó en claro que consideraba que el convoy debería dirigirse directo a Montevideo y no, como se planteaba, tomar Santa Catalina. Argumentó Cevallos que no se conocía el actual poderío portugués en Santa Catalina. Recomendó dejar a criterio de quien mandase las acciones, la decisión a la vista del estado de cosas.  “No sabemos los progresos que habrán hecho los portugueses con tan favorables principios y ventajas como han logrado sobre los nuestros, y aunque no hayan pasado del Puerto de Sta. Theresa, indudablemente atacarán todos nuestros puestos de la banda Norte del Río de la Plata, una vez que sepan que los vamos a atacar en su antiguo establecimiento de la Isla de Sta. Cathalina, la que tampoco sabemos como estará guarnecida, y acaso la reforzarán ahora de nuevo enviando más tropas de Portugal. Por tanto y por qe.  preveo fatales consequencias de lo contrario, suplico a V.E. quan encarecidamente puedo, procure inclinar el Real ánimo de S.M. a que el convoy vaya en derechura a Montevideo, como lo tengo expuesto en mis informes, dados por la vía de Indias.” [25]

Dos días después, el 19 de julio de 1776  el Conde de Ricla le pidió un informe sobre el objetivo inmediato y las operaciones militares que llevaría adelante la expedición. Así mismo recomendó a Cevallos que indicase como debía actuar la expedición, partiendo del supuesto que las fuerzas españolas hubiesen sido desalojadas de Santa Teresa y San Miguel, pues sus pareceres como general, dada su experiencia, eran valiosos al momento de decidir. En cuando al destino de la expedición reconocía la postura de Cevallos, en cuanto a dirigirse a Montevideo, pero se siguió mostrando partidario de detenerse en la Isla de Santa Catalina [26].

El 20 de julio de 1776, Cevallos contestó lo requerido por el Conde de Ricla, mediante un documento que demostró el conocimiento del General Cevallos de la realidad rioplatense, que seguidamente vamos a transcribir:

“Exmo. Sr.Amigo Sor. Y Dueño:

En virtud de lo que V.E. me previene reservadamente por su esquela de ayer, saldré de aquí para ese sitio el lunes o martes próximo por la tarde si no estoy peor aunque me siento con pocas fuerzas.

A la vista informaré a V.E. de todo lo que mi cortedad alcanzara, según el conocimiento práctico que pude adquirir en la Provincia de Buenos Ayres.

Entretanto sólo diré a V.E. que bien considerado todo, me confirmo en que el punto de reunión y el primer destino del convoy sea Montevideo.

Suponiendo que los portugueses hayan ocupado el Puerto de Sta. Theresa como  se puede recelar a vista de la corta resistencia de los nuestros en el Río Grande, tendrá el general de la expedición a su llegada que dividir su atención a dos objetos principales: uno el atacarlos en este Puerto y otro en la Colonia.

Por la cual se haya de empezar no conviene determinarlo acá, sino fiarlo a  su conducta para según el estado de las cosas tome la resolución que sea más conveniente.

El Puerto de Sta  Theresa citado es mui ventajoso, y tiene bien cubiertos sus costados, el derecho con una Laguna llamada del Miní que tiene doce leguas de largo  y ocho de ancho y su izquierda con el Mar. El terreno que por su derecha media desde la altura está cubierto de un foso que yo cegué, y que ellos habrán limpiado inmediatamente. Su izquierda está defendida de unos barrancos profundos casi  impracticables  fuera  de  las  trincheras y reductos que brevemente le pueden hacer de mui  difícil acceso.

Si efectivamte. han ocupado y fortificado este Puerto los Portugueses, acaso  determinará el General atacar primero la Colonia para llevarlos a terreno igual. Pero es necesario precaver que no tomen entretanto a Maldonado y Montevideo.

Por lo mismo conviene dar ahora orden de que uno y otro de estos dos Puertos se pongan en el mejor estado de defensa que fuera posible.

Estando como estamos tan superiores de fuerzas navales, creo que conviene hacer salir quanto antes algunos navíos que intercepten sus nuebos enbios de tropa, tomando para esto el crucero que pareciere más oportuno, porque los Portugueses con la noticia de nuestra expedición embiarán seguidamente nuevos refuerzos.

Solo en el caso, que según la debilidad con que se han portado los nuestros tengo por imposible, de haber sido los enemigos enteramente derrotados en Sta. Theresa  y que esta noticia asegura se tuviere antes de salir el convoy de Cadiz ó en el viaje, se pudiera hir en derechura a Sta. Cathalina, en cuyo caso es necesario llevar buenos prácticos del Puerto y de toda la Isla.

En el Aviso que ahora se despachare a Vertiz es necesario mandarle eficazmte.  que haga con la mayor diligencia prevención de cavallos, Bueyes y carretas y que esto se ponga en el paraje más seguro de la Banda Norte del Río de la Plata, bien guardado con mucha tropa, porque los portugueses intentarán robarlos con partidas sueltas guiadas de sus oficiales prácticos del País y  mui versados en este género de robos.

Se puede hacer la cuenta de cinco cavallos por hombre, que se dividirán en  cinco trozos para que cada uno de ellos trabaje por su turno el día que le tocare,  porque solo comen yerva y es necesario darles quatro días de descanso para que puedan  resistir la fatiga de una campaña.

El  número de Bueyes ha de ser proporcionado para doscientas carretas a lo menos, en transportar los víveres y equipages en las marchas dilatadas que allá se ofrecen.

También es necesario prevenir muchos Bueyes y Carretas para el transporte de Artillería, municiones  y todo el tren.

Ha de prevenir también gran cantidad de viscocho, yerva, sal y demás menudencias que en campaña se acostumbra dar allá de ración a la tropa.

Supongo que sino se lo han dejado robar, tendrá mucho ganado vacuno que es  todo el sustento de gente de aquel país donde se suele dar una vaca o novillo cada día para cada cinquenta hombres.

Ha de llevar también a la vanda del Norte el mayor número de Milicias que pudiese porque con ellas se guardan los Ganados en lo qual se ocupa mucha Gente y  queda la tropa desembarazada para las funciones de guerra.

Por un exceso de celo, si cabe decirlo así, y aunque sea ocioso, porque V.E. pensaría lo mismo, creo no deben omitir, que en el Aviso anticipado no se de a Vertiz, ni a los de Río Grande, indicio alguno de los defectos que se hubieren notado en su  conducta, porque pueden aflojar en las prevenciones y desmayos en las funciones que se ofreciesen en el intermedio de la llegada del convoy. Bastante que no se apruebe lo que han echo, para que a su tiempo se examinen con justificación y rectitud sus procederes. Concluyo repitiendo a V.E. mis deseos de complacerle y de que Nro. Sopr. Gue,  su  vida  ms. as.

       Madrid  20  de  julio  de  1776.

Además del contenido de este informe en esquela enviada al Conde de Ricla agregó[27]: “El que fuese mandando ha de tener precisamente con el Gobierno y Mando  Militar, el Gobierno y Mando Político de la Provincia de Buenos Aires porque sin él bien podía no mover aquellas gentes.

También conviene que su mando se extienda á las Provincias de Paraguay, Tucumán, Potosí, Sta Cruz de la Sierra y a todas las que comprende la jurisdicción de la Audiencia de Charcas, porque con todos ellas confinan las Posesiones antiguas, y las usurpaciones modernas de los Portugueses. Exmo  Conde  Ricla

El análisis del Informe y las recomendaciones que formuló, reforzó  la decisión del Conde de Ricla en cuanto a que Cevallos era, sin lugar a dudas el hombre indicado para comandar esta expedición. El Informe mostraba el conocimiento del terreno y el manejo de los hombres; cómo instrumentar los diferentes aspectos vinculados con los diversos problemas que presentaba una expedición de tal volumen de hombres, así como lo vinculado a los pertrechos de guerra.

Asimismo, los aspectos concernientes a las medidas para dotar de los medios económicos adecuados para solventar la presencia de la fuerza expedicionaria, mostraban el dominio que tenía, tanto de las necesidades como de las fuentes a las cuales recurrir para solventar los gastos.

5.2 – Cevallos designado para comandar la expedición

El 25 de julio de 1776, es decir pocos días después del intercambio de notas mencionado se redactó la minuta de nombramiento.

El 27 de julio de 1776, por el Ministerio de la Guerra, se hacía saber a Cevallos que el Rey lo había nombrado jefe de la expedición al Plata ´en atención al justo aprecio que en su Real consideración merece el talento, celo, actividad y acreditado empeño´, que distinguía su persona; dos días más tarde, el 29 de julio, se le hacía saber su otra designación o sea la del superior mando de las provincias del Río de la Plata y de todos los territorios que comprende la Audiencia de Charcas y además los de las ciudades de Mendoza y San Juan de Pico de la jurisdicción de la Gobernación de Chile, con el carácter de Virrey Gobernador y Capitán General y Superior Presidente de la Real Audiencia de la Plata, por todo el tiempo que se mantiene en la proyectada expedición militar, hasta que concluida la expedición y conseguidos sus objetivos, dejara entonces el Gobierno y mando militar y político de aquellas provincias en los términos que habían estado hasta entonces, depositándolo en manos de quien fuera de su satisfacción.[28]

Teniente General Marqués de Casa Tilly

Teniente General Marqués de Casa Tilly

5.3 – Organización de la Expedición

Una vez designado, Cevallos se dirige a Cádiz y personalmente dirigió las tareas para organizar la flota. Esta constaba de navíos, fragatas, paquebotes, un bergantín y dos bombardas.

Navíos: 1.-“Poderoso”, buque insignia, armado con 70 cañones al mando del Brigadier Juan de Lángara y Huarte; 2.-“Santiago de América”, buque, armado con 64 cañones, al mando del Brigadier Antonio Osorno y Herrera; 3.-“San Dámaso”, buque armado con 70 cañones, al mando del Capitán de Navío Francisco de Borja; 4.-“Septentrión”, buque armado con 70 cañones, al mando del Capitán de Navío Antonio Osorno y Funes; 5.-“Monarca”, buque armado con 70 cañones, al mando del Capitán de Navío Pedro Trujillo; 6.-“San José”, buque armado, con 70 cañones, al mando del Brigadier Francisco Barcos.

Fragatas: 1.-“Santa Clara”, armada con 26 cañones, su jefe Comandante Pedro de Cárdenas; 2.-“Santa Teresa”, armada con 26 cañones, comandada por el Comandante Basco Morales; 3.-“Venus”, armada con 26 cañones, su comandante era el Comandante Gabriel Guerra; 4.-“Santa Margarita”, armada con 26 cañones, su comandante era Ignacio Luque; 5.-“Liebre”, armada con 28 cañones, su Comandante Manuel Maestre; 6.-“Santa Rosa”, armada con 20 cañones, su Comandante: José Castejón; 7.-“Santa Ana”, armada con 20 cañones, su comandante, Francisco Javier García; 8.-“Santa Florentina”, armada con 20 cañones.

Chambequín: “Andaluz”, armado con 30 cañones, su comandante Benito de Lira.

Paquebotes: 1.-“Marte”, armado con 16 cañones, su Comandante Antonio de Córdoba, 2.-“Guarnizo”, armado con 16 cañones, su Comandante Sebastián de Apodaca.

Bergantín: “Hopp”, armado con 10 cañones, al mando del comandante Andrés de Llanos.

Bombardas: 1.-“Santa Casilda”, armada con 10 cañones, al mando del Comandante Julián de Retamosa; 2.-“Santa Eulalia”, armada con 10 cañones, bajo el mando del Comandante José Angeler.

Comandaba esta flota el Teniente General del Mar Francisco Javier Everardo Tilly y García de Paredes, Marqués de Casa Tilly. Por su parte, como segundo Jefe iba Adrián Caudrón de Cantín y como Mayor General el Capitán de Navío Luis Muñoz. [29]

 

5.4 – Unidades que integraban la fuerza expedicionaria

Las Unidades Militares del Arma de Infantería fueron agrupadas en cuatro Brigadas:

La Brigada Nº 1, al mando del Brigadier Marqués de Casa Cajigal se hallaba integrada por los Batallones Nº 2, del Regimiento de Saboya. Tiene el sobrenombre de “El terror de los Franceses”. En su bandera llevaba las armas del Ducado de Saboya. En campo de gules (rojo) una cruz de plata.[30] Este Batallón estaba al mando del Tte. Cnel. Antonio Olaguer Feliú, con una fuerza de 720 hombres.El Batallón Nº 2 del Regimiento de Sevilla alistaba aquí. Éste tenía el sobrenombre “El Peleador”, y lucía en su bandera en campo de azur (azul) el Rey Fernando III “El Santo” reconquistador de Sevilla en el año 1284 sentado en su trono. En punta muestra un anagrama ´No 8 do´ que se explica: No me ha dejado,  haciendo referencia a la fidelidad de la ciudad al Soberano.[31]  Este Batallón era comandado por el Teniente Coronel Conde de Argelero, teniendo una fuerza de 720 hombres.También se hallaba el Batallón Nº 3 del Regimiento Princesa, conocido por la Estrella del Norte, luce en su bandera “sobre campo de plata un anagrama [32] superado  por  una  corona de lo mismo con forro y pedrería de gules”. [33] Esta unidad era comandada por el Tte. Cnel. Juan Roca, con una fuerza de 720 hombres.

La Brigada Nº 2, bajo el comando del Brigadier Juan Manuel de Cajigal, se formaba con los siguientes Batallones: Batallón Nº 1 del Regimiento de Zamora. Este Regimiento conocido con el sobrenombre “El Fiel”. El escudo de este Regimiento, era blasonado: Escudo partido, diestra en campo de gules un brazo de plata armado saliente a la siniestra empuñando una lanza con asta de madera en color propio y punta de plata que lleva una bandera de plata con bandas de gules, a siniestra en campo de plata un puente de oro encastillado, con puertas de giñes. El brazo armado representa el de Viriato, héroe celtíbero oriundo de la zona zamorana y las fajas de su bandera sus victorias contra los romanos. La última de estas fue agregada para conmemorar la batalla de Pelea Gonzalo [34] ganada por los Reyes Católicos contra los portugueses. El puente es el de Mérida conquistado por los zamoranos mandados por Alfonso IX de León, cuando combatían a los moros[35] Perteneciente a este Regimiento de Zamora, es también el Batallón Nº 2, comandado por el Teniente Coronel Bernardo Delgado, con 720 hombres y el Batallón Nº 1 del Regimiento Nº 1 de Voluntarios de Cataluña. Este cuerpo pertenece al Regimiento de Infantería distinguido con el sobre nombre “El Sublime y Heroico”. Su blasón era En campo oro cinco pales de gules”.[36] Comandaba este cuerpo el Coronel Benito Panigo, con 648 hombres.

La Brigada de Infantería Nº 3, era comandada por el Brigadier Domingo de Zalazar. Integraban esta Brigada: el Batallón No. 1 del Regimiento de Córdoba. Pertenecía al Regimiento que llevaba el sobrenombre “El sacrificado” y tenía un blasón que se componía de en campo de oro, tres fajas de gules”. [37] Este Batallón fue comandado por el Coronel José de Sotomayor, y contaba con 721 hombres. El Segundo Batallón de esta Brigada, también pertenecía al Regimiento de Infantería de Córdoba. Su jefe lo era el Teniente Coronel Diego de la Peña y se componía de 721 hombres. También integraba esta Brigada el Batallón Nº 2 del Regimiento de Toledo. Lucía el sobrenombre “El Profetizado”. Su blasón:En campo de azur una corona imperial de oro, como pedrería y forro de gules.[38] Estaba al mando de este cuerpo el Teniente Coronel Sebastián de Palomar, con una fuerza de 721 hombres.

Por su parte, la Brigada Nº 4 es comandada por el Coronel Guillermo Waugan y está integrada por los Batallones: Nº 2 del Regimiento de Guadalajara. Este Regimiento poseía como blasón un cielo azul, estrellas de plata, suelo blanco y verde, caballo castaño, arreos y jinete de plata, plumas rojas y gallardete blanco. El caballero representa a Alvar Fáñez de Minaya (el compañero de armas de “El Cid” quien, con Alfonso VI reconquistó de los musulmanes la ciudad que da nombre al Regimiento).”  [39] Comandaba la unidad el Tte. Cnel. Nicolás de Morales y estaba conformado por una fuerza de 721 hombres. Se hallaba el Batallón Nº 2, perteneciente al Regimiento de Murcia. El blasón indica en campo de azur seis coronas de oro colocadas en palo, tres y tres. Las cinco primeras con tomadas del blasón de Murcia, concedidas por Alfonso “El Sabio” en el año 1266. La sexta corona fue otorgada por Pedro I en el año 1361. [40] Este Regimiento se había ganado el sobrenombre de “El Leal”. El Jefe de esta unidad lo fue el Teniente Coronel Gaspar Bracho y estaba constituido por una fuerza de 721 hombres.El Batallón Nº 1 del Regimiento de Hibernia también integraba esta brigada. Este cuerpo regimental conocido como la “Columna Hibérnica” lucía en su blasón en campo de azur el arpa irlandesa de oro. En la orla y a modo de divisa llevaba el versículo 4 del Salmo 18: “In ómnium terram exhit sonus eorum.Este Regimiento era uno de los tres Regimientos irlandeses que se hallaban al servicio de España. Este Batallón estaba al mando del Ayudante Mayor Enrique White, con 721 hombres a sus órdenes.[41]

Por su parte la Caballería viajaba al mando del Coronel Plácido Graells. Organizada en base a los Escuadrones Nº 2 de los Regimientos de Dragones de Lusitania, Numancia, Sagunto y del Rey.

Los tres primeros Regimientos, de donde provenían los escuadrones eran: el “Lusitaniaque:tenía como blasón: un fondo amarillento el Arcángel San Miguel con sobrevestido de oro, espada de oro, alas y escudo de plata. Lucifer en sus colores naturales[42]; el “Numancia” con su blasón En campo de oro un ave Fénix, quemándose en su inmortalidad que es de ramas de canela, llamas de oro y gules.[43]; el “Sagunto”, que su blasón era: En campo de oro un solo de lo mismo; castillo de oro con brazo color carne y espada de plata, león de oro con esfera de azul sobre zócalo de piedra, la bandera inferior diestra es amarilla y el resto blanca con escudos de plata y gules. Al parecer su lema era: ´Hace nubila tallunt, obstantia salvens´” [44]

Estos cuerpos de caballería más el de Dragones del Rey, tenían un pie de fuerza de 642 hombres. El contingente se hallaba organizado en cuatro escuadrones de 150 hombres, a cuatro compañías cada uno.

El Real Cuerpo de Artillería, estaba comandado por el Brigadier Rudecindo Tilly, con 148 hombres.

El Real Cuerpo de Ingenieros, bajo el comando de Ricardo Ailmer, contaba con siete oficiales. A su vez, el Estado Mayor estaba compuesto de 14 Oficiales.

 

6. Navegación de la Flota

 

La columna de casi 9.000 hombres fue embarcada en un convoy de 93 buques mercantes. El 1º de noviembre dio comienzo el embarque del contingente y el 13 de noviembre la flota soltó amarras.

El 17 de enero de 1777, la flota arribó a la isla de Ascención, punto de reunión  establecido para los casos de dispersión. En este sentido, hay que señalar que 36 buques se dispersaron durante este tramo de la travesía. La flota esperó en Ascención hasta el 30 de enero, siendo pocos los buques que se unieron. En consecuencia, quedó la saetía “Santa Ana” con la misión de agrupar a los dispersos. [45]

El 7 de febrero de 1777, las fragatas exploradoras lograron capturar un paquebote, una saetía y la fragata “Lucía Fernanda”. Estos buques lusitanos se dirigían a Lisboa llevando correspondencia. A través del contenido de las mismas se pudo saber el estado de las fuerzas portuguesas en la Isla de Santa Catalina. Así mismo se conoció que la flota al mando de MacDowell se encontraba preparada y a la espera en Santa Catalina.

La flota partió el 13 de noviembre y un mes después, el 13 de diciembre de 1776 zarpó de Cádiz una escuadra con pertrechos, que estaba integrada por los navíos “San Agustín”, al mando del Capitán de Navío José Teachain, y “Serio”, bajo el comando del Capitán de Navío Francisco Javier Morales de los Ríos, y la fragata “Santa Gertrudis” al mando del Capitán de Navío Luis Ramírez.

 

7. Toma de Santa Catalina

 

Pese a la opinión de los jefes de la Armada, Cevallos frente a Santa Catalina adoptó el criterio de no arriesgar ni la flota ni las fuerzas.

Advertía Cevallos la importancia estratégica de la Isla de Santa Catalina. Escapa al alcance de este estudio historiar la diversa suerte de las distintas fortificaciones. En este sentido, vamos a mencionar a título de inventario las fortificaciones de Santa Catalina que eran más que importantes. En la  Barra Norte estaban: las Fortalezas de la Barra Norte, Santa Cruz de Anhato-mirim, San José da Ponta Grossa y el Fuerte de Santo Antonio dos Ratones. Las Fortalezas interiores estaban compuestas por los Fuertes de la Plaza de afuera que eran: el de San Francisco Xavier, de San Luis, de Sant’ Ana del Estrecho y de Santa Bárbara de la Villa y luego encontrábamos la fortaleza de la barra del sur de la laguna, el Fuerte de Nuestra Señora de la Concepción de Laguna.

Las autoridades lusitanas durante el siglo XVIII se preocuparon por construir y mantener el conjunto de fortificaciones. Algunas autoridades, sin embargo no veían con buenos ojos, la existencia de un elevado número de fortificaciones, que fragmentaban las fuerzas portuguesas. Al llegar la expedición a la Isla da Trindade, la escuadra capturó tres embarcaciones lusitanas, por las cuales, al incautarse la correspondencia que llevaban con destino a Lisboa, pudieron advertir que las autoridades locales informaban a la Corona del estado deplorable de las plazas de guerra del Sur brasileño, y muy especialmente las de Santa Catalina.

Los españoles conocieron así la verdadera situación de las fortificaciones portuguesas.[46]

A su vez, la armada portuguesa estaba compuesta de 12 naves. Esta escuadra era comandada por el Almirante Robert Mac Dowell. La misma avistó a la Armada española en las cercanías de Santa Catalina y si bien había coincidencia entre el mando y el cuerpo de Oficiales para atacar a los invasores, sin embargo al ser la única escuadra para defender Brasil, detuvo la operación y los buques lusitanos se refugiaron en la Ensenada das Garupas y posteriormente se hicieron a la vela con destino a Río de Janeiro, desobedeciendo las órdenes de Pombal.

En la madrugada del 20 de febrero cuando el Comandante de la Fortaleza de Ponta Grossa dio aviso de hallarse a la vista del enemigo, esto fue constatado por el Mariscal Furtado de Mendonça, que había concurrido a certificarlo.

Dos días después, las autoridades del Fuerte comunicaron que iban a ser atacados y que no disponían de personal para rechazar al enemigo, por lo que solicitaban órdenes.

El 23, el contingente español desembarcó 6 Regimientos y 12 piezas de artillería, sin oposición. En esta oportunidad, la batería que debía proteger la zona, Batería de Sâo Caetano, no poseía piezas con el alcance suficiente para batir la zona de desembarque. Para la madrugada siguiente, 150 hombres exploraron el camino hacia la Fortaleza. Un poco más tarde una de las naves efectuó tres disparos, quedando luego a la expectativa. A las 4 de la mañana, las tropas se movilizaron sin encontrar ninguna resistencia. El 25 fue el propio Cevallos quien salió a reconocer la fortaleza, notando la ausencia de la gobernación, a la que consideró abandonada, disponiendo su ocupación. Los españoles observaron que se efectuaron 4 disparos y luego se aproximó un coronel a exigir la rendición. Si no estuviera ocupada la fortaleza, ¿cómo sucedieron los disparos? Se trataba de dos soldados portugueses que habían huido de la fortaleza de Santa Cruz.

El Oficial a cargo, el Capitán Simón Rodríguez de Proença y la escasa fuerza con que contaba había procedido a retirarse con suficiente antelación previendo que la retirada les sería cortada.

“Desta maneira ingloria a Fortaleza de Sâo José da Ponta Grossa for ocupada sem luta, depois de alguns poucos tiros de intimidaçao, que de nada valeran, e sobre as suas ameias subiu o pavillào da Espanha.

 Ao anoitecer do mesmo dia, una nau, duas fragatas e 2 bombardeiras tomaron posiçao frente a Fortaleza de Santa Cruz. Un escalar conduziu parlamentar español, que intimou a sus rendiçâo, sob pena de serem os seus ocupantes pasados a fio de espada.” [47]

La guarnición en su mayor parte huyó, Cevallos dispuso su ocupación y prisión del Comandante y soldados restantes, por cuanto los negros no esperaron para huir. De esta forma, Santa Cruz fue ocupada sin disparar un solo disparo de cañón. Posteriormente Santo Antonio dos Ratones fue visitada por Ventura Caro, quien la encontró abandonada.

Una corbeta fue dispuesta, y al enfrentarse a las baterías de la misma, el Capitán Manuel Gonçalvez de Leao, desempeñándose como Comandante, levantó bandera de parlamento, rindiéndose a discreción.

Los demás emplazamientos fortificados fueron abandonados.

Don Pedro de Cevallos, actuó con mesura y mucha precaución, a los efectos de no sufrir ni bajas de personal, ni comprometer alguno de los navíos de la flota. Hizo conducir para Río de Janeiro al Gobernador Gama Freitas y el Mariscal Antonio Carlos Furtado de Mendonça y los oficiales prisioneros fueron remitidos para el Río de la Plata, en total 52 soldados de la guarnición de la Isla.

Las autoridades lusitanas  sometieron a Consejo de Guerra a quienes protagonizaron el episodio. Mac Dowell fue destituido del comando de la escuadra y remitido a Lisboa. A su vez, los Oficiales Superiores Antonio Carlos Furtado de Mendonça, Gama Freitas y Simón Rodríguez de Proença fueron condenados a prisión perpetua.

Es de hacer notar que José Custodio de Sá Faría huyó, y presumiblemente se puso en contacto con Cevallos, y acompañó las huestes españolas.

El duro castigo, fue atenuado por la Reina Doña María, que por decreto del 14 de enero de 1786, dispuso se colocase todo en perpetuo olvido.

Fuerte de San Antonio de Ratones  (Reproducción tomada de Oswaldo R. Cabral)

Fuerte de San Antonio de Ratones
(Reproducción tomada de Oswaldo R. Cabral)

 

Fortaleza de Sta. Cruz de Anhatomerim (Reproducción tomada de Oswaldo R. Cabral)

Fortaleza de Sta. Cruz de Anhatomerim
(Reproducción tomada de Oswaldo R. Cabral)

8. Las dificultades entre el General y el Almirante

 

La preocupación por el cumplimiento de la misión, distinguía a Cevallos. Ahora bien, surgieron una serie de demoras, que pusieron de muy mal humor al General. En primer lugar, hay que mencionar fuertes temporales, que dañaron algunos navíos e hicieron muy ardua la tarea de reparar y restaurar los mismos. Cevallos puso en conocimiento del Marqués de Casa Tilly su disconformidad por la lentitud en las operaciones de reembarque. La intención del General Cevallos, apuntaba a acelerar la partida con la finalidad de llegar lo más rápido posible al Río de la Plata.

Cevallos consideró que no debía perder un instante, por cuanto las operaciones debían realizarse con la máxima eficacia y celeridad.

El General, gran observador, advirtió que la marinería no era suficientemente estimulada. Esta situación marcó la incapacidad del cuerpo de Oficiales, para actuar con diligencia en la dirección del personal. A tal punto entendió el General que la conducta de los Oficiales era omisa, que entendió necesario y oportuno ajustar la actividad mediante el ejercicio de la autoridad del Almirante.

“Poco estuvo en sus aguas el Virrey, la actividad distintiva en su carácter, puso seguidamente en movimiento a la tropa por tierra y agua hacia la Colonia del Sacramento, y como para la empresa no le hicieron falta los navíos de línea, ordenó al Marqués de Tilly, partiera con ellos  en busca de la escuadra portuguesa, quedando en el río los bajeles pequeños y algunas de las fragatas.[48]

 

9. Cevallos en el Río de la Plata

 

Una vez llegado al Río de la Plata, se presentó delante de la Colonia del Sacramento, previo pasaje por Montevideo. El 1º de junio de 1777, el Gobernador portugués, frente a los preparativos del General Cevallos para iniciar el asedio a la plaza, evaluó que hacer. La realidad que tenía que enfrentar el Gobernador Francisco José de Rocha, era totalmente desfavorable. Carente de medios, así como de los dineros necesario para encarar la reparación y el atalajamiento de la artillería. El hecho concreto es que los lusitanos capitularon.

“El día 5 hizo Cevallos su entrada triunfal en la Colonia, asistiendo a un Te Deum al que concurrió también el Gobernador vencido, su segundo y los oficiales portugueses que aún no se habían embarcado. El día 6 reconoció la muralla y baluartes y mientras allegaba recursos para demolerlo todo, se preocupó de dictar leyes suntuarias y expedir bandos afeando el lujo. Supo S.E. que en esta ciudad – dice el autor de la relación citada – se había introducido el lujo y la vanidad, especialmente en las mujeres, de un modo muy reparable, con ocasión de haber establecido por algún tiempo la diversión de las máscaras en esta ciudad etc.etc. La demolición comenzó el día 8 por la fortificación de la Plaza; el día 9 se sacó la artillería de la muralla, y de ahí para adelante siguióse el trabajo con tanto ahínco como si se hiciera una obra meritoria. El Virrey había hecho formar hornillos en la parte más fuerte de la muralla y baluartes para volarlos, y no pareciéndole esto bastante, arrojaba las ruinas y algunos barquichuelos cargados de ella a la canal con el fin de cegarla, inutilizando el puerto a efectos de que los portugueses no apetecieran más esta plaza y aún cuando las potencias garantes la reclamasen, no pudiera servirles para nada.” [49]

 

10. Presencia de Cevallos en la región rochense de camino hacia Río Grande

 

Luego de producida la toma de la Colonia del Sacramento, Cevallos ordenó la continuación de las operaciones y con ese fin las fuerzas fueron trasladadas en barco desde Colonia a Maldonado. La medida apuntó a dos fines, agilitar el traslado y ganar tiempo para las operaciones posteriores, así como mantener la tropa descansada.

Cevallos en su anterior presencia en América había tomado contacto con la zona habiendo recorrido el camino hasta la fortaleza de Santa Teresa y el Fuerte de San Miguel, así como el camino hacia Río Grande.

Las tierras rochenses volvieron a ser testigos del constante e infatigable andar del General, controlando, dando órdenes, organizando la marcha.

Las fuerzas españolas distribuidas en tres Brigadas iniciaron la marcha. La primera Brigada alcanzó el Arroyo de Rocha, deteniéndose para mejorar los diferentes aspectos concernientes al avance. A una distancia prudencial, sobre el Arroyo Garzón, se ubicó la segunda Brigada; mientras la tercera lo hizo sobre el arroyo José Ignacio. [50]

Cevallos se movía como pez en el agua y rápidamente asumió el control y activó el movimiento de efectivos en el corredor que formaron en el territorio rochense.

No debemos olvidar que nuestro territorio era totalmente agreste, y si bien el tránsito de carruajes y personal hace improbable el ataque de fieras, las mismas se mantenían escondidas en la maleza, prontas para atacar a cualquier persona o animal desprevenido. Quiere decir entonces que no había sino senderos, que hacían que la marcha fuera lenta, no pudiendo los cuerpos evolucionar desorganizadamente, a riesgo de sufrir ataques. Debieron elegir lugares limpios para detenerse y alimentarse, así descansar, instrumentando adecuados regímenes para vigilar y poder defenderse.

El General, conocedor del terreno y sus dificultades trató de aleccionar a su Cuerpo de Oficiales para que extremaran las medidas de vigilancia y seguridad.

La situación que debía atender el General hacía imposible que distrajese su atención, más allá de lo razonable, por lo cual no se tienen referencias documentales.

El lapso de tiempo que insumió la marcha por el territorio rochense privó de la presencia del General, que en el mes de agosto ya estaba en Maldonado, desde donde embarcó para Montevideo, adonde arribó el 10 de agosto de 1777.

Se encontraba  todavía en Montevideo, cuando el 27 de agosto recibió noticias de la suspensión de hostilidades. Esta situación desactivó todo el operativo que el General Cevallos había iniciado para atacar Río Grande.

Nao teve  ocasiâo, o ardoroso general español de terçar conhecimientos militares com o general alemâo Böhm, ao serviço de Portugal a determinar en combate militar, qual era o chefe mais capaz, quais os dispositivos militares eran melhormente tomados,[51]

Así este Capitán General (1756-1766) y luego primer Virrey del Río de la Plata (1776-1778) pasó nuevamente por Rocha, al igual que más de una década antes, en su empecinado luchar contra los lusitanos, siempre traicionado por las decisiones diplomáticas que cercenaron su obra guerrera. Su expedición militar y naval de 1776 y 1777 fue la mayor llegada al Atlántico Sur en toda la historia hasta entonces y resolvió por varias décadas el pleito fronterizo con Portugal.

La mejor historia del departamento de Rocha tiene en sus raíces la figura de Don Pedro de Cevallos Cortés y Calderón, ejemplo donde abrevar con orgullo y sacrificio el eterno amor por el terruño y la enseña patria.

 

 

[1] Orden creada en 1092 por el Conde Don Henrique de Portugal, con el nombre de Orden da Sao Juliao do Pereiro.

[2]  Lic. Uruguay R. Vega Castillos; “La marcha de Cevallos por tierras rochenses”, En Boletín Histórico del Ejército Nº 287 – 290, página 47.

[3] Hialmar E. Gammalsson; “El Virrey Cevallos”, página 12.

[4] H.E. Gammalsson; Op.cit., página 13.

[5]  Ibídem.

[6]  Ibídem.

[7] Ibídem.

[8] Ibídem.

[9] “Debióse (…) a Felipe V la creación del Real Seminario de Nobles de Madrid con el objeto como su nombre lo indica de formar para la patria hombres instruidos de la clase de la nobleza (1727). Dábase en el, además de la instrucción religiosa, la de idiomas, filosofía. Todo lo que entonces podía enseñarse de bellas artes y de estudios de adorno y de recreo, como dibujo, baile, equitación y esgrima. Salieron de este establecimiento hombres notables y distinguidos, que se hicieron célebres más tarde, principalmente en los fastos del Ejército y la Marina.”Modesto Lafuente; “Historia General de España”, Tomo 13, Libro Sexto, Cap.XXIII, página 256.

[10]  H. E. Gammalsson;  Op.cit. página 15.

[11]  Hialmar E. Gammalsson; Obra citada, página 35.

[12]  Hialmar E. Gammalsson; Op.cit..página 36.

[13] Modesto Lafuente; obra citada, Tomo 13, Libro Séptimo, página 370.

[14]Jaime Miguel de Guzmán Dávalos Spínola (Sevilla, 1689 – Barcelona, 1767). Militar español. Combatió en la Guerra de Sucesión Española y durante la Guerra de Sucesión de Polonia se distinguió en la batalla de Bitonto (1734). Durante la Guerra de Sucesión en Austria sustituyó a Gages (1746) en la dirección de ejército español de Italia. Antes había sido nombrado Capitán General de Cataluña (1743) cargo que desempeñó efectivamente desde 1749 hasta su muerte y desde el que fomentó el desarrollo urbano de Barcelona. En 1766 encaró con energía a unos movimientos populares causados por la escasez de trigo. Fue uno de los militares más ilustrados de la épocaTomado de Página Web “Biografías y Vidas”

[15] H.E. Gammalsson; Obra citada, página 36.

[16]  José Luis Busaniche; “Historia Argentina”, página 231.

[17]  Ibídem.

[18]  El Ingeniero Adolfo Kunsch Oelkers en 2003 publicó “Incendio y Naufragio del Lord Clive”, un pormenorizado estudio sobre el tema.

[19]  Ibídem.

[20]  Ibídem.

[21] Diccionario Enciclopédico Hispano Americano de Literatura, Ciencias, Artes, etc., Tomo IV, páginas 1052 – 1053.

[22]  Manuel de Amat y Junyent  (Barcelona, 1704 – id., 1782) Militar español, virrey de Perú. Miembro  de  una  aristocrática  familia catalana  decidió ingresar en el ejército, en el que alcanzó el grado de mariscal de campo. Nombrado en 1755 Capitán General y Presidente de la Audiencia de Chile, destacó al organizar una eficaz fuerza defensiva, a partir de las milicias urbanas, al tiempo que impulsaba las obras públicas. Ello le valió una excelente reputación como político y administrador que propició su designación como Virrey del Perú en 1761. En este cargo demostró sus dotes como militar en la Guerra de los Siete Años contra Gran Bretaña; en la que la milicia urbana, así como el resto de unidades por él movilizadas, se mostraron muy eficaces en la defensa del Virreinato. Introdujo el refinamiento en la Corte virreinal y embelleció la capital con hermosos edificios: la Iglesia del Convento de las Nazarenas y el Palacio de la Quinta Presa, e incluso ordenó erigir a las afueras de Lima un palacete barroco para la bailarina Micaela Villegas, la “Perrichola”. La ostentación del Virrey fue aprovechada por sus enemigos políticos, quienes lo acusaron también de haber aceptado sobornos, aunque lo cierto es que durante su gobierno el erario real ingresó importantes rentas de Perú gracias al impulso del comercio, que sirvió para contener la caída de la productividad minera a causa de la sobreexplotación. Además, la situación militar quedó muy reforzada, con fortificaciones costeras y unidades de defensa autónomas. En 1776 regresó a España y se retiró de  la vida pública. Intervino también en el diseño de su palacio en Barcelona (Palacio de la Virreina). Tomado de página Web “Biografías y vidas”

[23] W. Reyes Abadie – A. Vázquez Romero; “Crónica General del Uruguay”, volumen I, página 358.

[24] Filemón Arribas –  “La Expedición de D. Pedro de Cevallos a Buenos Aires y la fundación del Virreinato del  Río de la Plata 1776 – 1778”, página 10.

[25] Oficio de Cevallos a Ricla, original en Archivo de Simancas – Secretaría de Guerra, Legajo 6836 citado por Filemón Arribas, Op. Cit. Páginas 22-23.

[26] Legajo 6836, citado por Filemón Arribas, Op.cit, páginas 23-24.

[27] Expediente  citado  por  Filemón Arribas,  Op . cit. página 26.

[28] W. Reyes  Abadie – A. Vázquez Romero; “Crónica General del Uruguay”, Volumen I, página 358 y Dra. Carmen Martínez Martín; “La frontera Luso-Hispana en el Río de la Plata (1761-1777)”, en página web “Orbis  Incognitus. Avisos y Legajos del Nuevo Mundo”

[29] Cesáreo Fernández Duro; “Historia de la Armada Española desde la Unión de los Reinos de Castilla y Aragón”, Tomo VII, Capítulo X, páginas 189 a 208.

[30]  Esc. Ruben  Álvarez, “Banderas en Uruguay”; En Boletín Histórico del Ejército Nº 267 – 270, página 35.

[31] Ibídem.

[32] Anagrama: del gr. ana, transposición  y grámma, escritura. Transposición de las letras de una palabra sentencia para formar otra. Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Castellana, página 63.

[33] Esc. R. Alvarez; Artículo y Boletín citado, página 36.

[34] 1º de marzo de 1476.

[35] Boletín Histórico del Ejército Nº 267-270, página 31.

[36] Esc. Ruben  Álvarez;  Artículo y Boletín citado, página 34.

[37] Ibidem, página 35.

[38] Ibidem, página 36.

[39] Ibidem, página 36.

[40] Ibídem.

[41] Ibídem.

[42] Ibídem.

[43] Ibídem.

[44] Ibídem

[45] Saetía: “Embarcación latina, de una cubierta y tres palos”. “Vastus Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Castellana”, página 897.

[46] Oswaldo R. Cabral; “As defesas da Ilha  de Santa Catarina no Brasil – Colonia”, página 119. Obra a la que accedí por gentileza de la Prof. María Laura Osta, actualmente realizando el doctorado en la Universidad de Florianopolis.

[47] Oswaldo R. Cabral, O.cit.  Página 122.

[48] Capitán de Navío Cesáreo Fernández, “Armada Española desde la unión de los Reinos de Castilla y de Aragón”, Tomo 7, página 195.

[49] Fernando Capurro; “La Colonia del Sacramento”,  página 28.

[50] Ibídem

[51] Ibídem.

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