1. Cronología histórica

 

El 25 de agosto de 1886 se inauguró el alumbrado público en la ciudad de Montevideo.

Tal acontecimiento, que desterraba para siempre los sistemas a kerosene y gas, produjo enorme impacto entre la población, como  es de suponerse, y arrancó expresiones de indisimulado frenesí entre los cronistas del momento:“Un ¡OH! de admiración, fuerte, prolongado, inmenso, escapó  al unísono de tantos millares de bocas, cuando desde la pirámide de hierro colocada en el centro de la Plaza, y que sostiene el gran foco de luz eléctrica, este lo iluminara todo con su plateada claridad.”

 Trece años después, la ciudad de Rocha comenzaría un largo camino, no exento de dificultades, con el fin que sus vecinos, al finalizar el mismo, pudieren experimentar parecidas emociones.

Veamos rápidamente algunas etapas de ese derrotero:

1898 – Surgió la primera idea para la implementación de este tipo de energía en la ciudad. En este sentido se recibió una propuesta de parte de la empresa Compte y Riquet.

1900 – En base a ello se procedió a un primer llamado a licitación, no presentándose en esta oportunidad ninguna oferta.

Los años turbulentos que devinieron, con la acefalía de la Junta Económico Administrativa de la época y la Guerra de 1904, paralizaron los trámites.

1905 – Con las elecciones generales de ese año se llamó nuevamente a licitación, con el mismo pliego que la anterior. Se presentó una sola propuesta, la de Crouciée y Larrañaga, la cual no fue aceptada por no adaptarse al pliego de condiciones.

A instancias del Presidente de la Junta Económico Administrativa de la época, Dr. Julio Bonnet, se consideró la posibilidad que el propio Municipio se hiciera cargo del alumbrado público, en  base a los antecedentes en el caso de Río Negro.

Entretanto, se recibió la propuesta del Sr. Juan Barriola, la cual, a pesar que tampoco se adaptaba a las condiciones establecidas en los llamados anteriores, resultaba a todas vistas ventajosa para la municipalidad. Por lo tanto la misma fue aceptada, desechando la idea anterior.

Esto dio lugar a un nuevo llamado a licitación, esta vez con otro tipo de pliego de condiciones, otros criterios, más equitativos y no tan tirantes para ambas partes. Se hizo teniendo en cuenta el llamado efectuado en la ciudad de Mercedes.

1906/1907 – A este llamado, se presentaron dos propuestas, siendo aceptada la del Sr. Federico Ribas.

La misma fue autorizada por el Legislativo y luego la Junta quedó facultada para otorgar la concesión.

1908 – Durante todo este año se realizaron los trámites pertinentes para llevar a cabo el emprendimiento, sucediéndose reiteradas quejas por parte del concesionario, debido al “excesivo expedienteo”.

1909 – Comenzaron las obras para el edificio de la usina y el tendido de cables en la ciudad.

En la noche del 14 de diciembre se estableció el servicio en forma provisoria. Sin mediar una inauguración oficial ni una aceptación técnica por parte del Estado, el servicio quedó instalado en forma definitiva.

 

 

2. La figura del Esc. Federico Ribas

 

El Esc. Federico Ribas y su familia

El Esc. Federico Ribas y su familia

Federico Isidro Ribas Santana, había nacido en Paso de los Toros el 27 de setiembre de 1867.

Prestó juramento como escribano público el 7 de setiembre de 1893, radicándose en Artigas donde ejerció su profesión. Desde 1897 a 1900 estuvo radicado en Rocha, dedicándose también a la escribanía.

De 1901 a 1903 se desempeñó como Actuario del Juzgado de Flores, cargo que abandonó para dedicarse otra vez a la actividad profesional.

Casado con R. Fossemale, persona con lazos familiares en la sociedad rochense, volvió en 1908 a esta ciudad para encarar la construcción y puesta en servicio de una usina generadora de energía eléctrica y del funcionamiento del alumbrado público de la misma.

Al esfuerzo y sacrificio personal del Esc. Ribas, correspondió la circunstancia que Rocha figurara entre las primeras ciudades del interior en contar con esos servicios.

Fracasado el emprendimiento, por motivos ajenos a su voluntad y capacidad empresarial, Federico Ribas sobrellevó su ruina patrimonial permaneciendo en Rocha dedicado, con el mismo entusiasmo de siempre, a su profesión; hasta su fallecimiento, el 9 de junio de 1924.

Todos estos atributos personales unidos a los de su trato cordial, culto y bondadoso, hicieron del Esc. Ribas una personalidad muy apreciada, tanto en nuestra sociedad como fuera de ella.

 

3. Algunos detalles de la obra

 

Obtenida la concesión y establecido el contrato respectivo, Federico Ribas  se aprestó a principios de 1909 a dar inicio a las obras de su usina.

Así lo consignaba “La Democracia” en su ejemplar del 18 de enero de 1909:

“Queda adquirido como ya dijimos, el local para la instalación de la Usina, donde probablemente en el mes próximo se dará comienzo a la construcción del edificio respectivo.

Dejó también alquilado para su domicilio, la casa del Sr. Ribot en la calle ‘de la Florida’, que ocupó últimamente el Sr. Angel Graña.

Los materiales para la construcción de la Usina, se espera que lleguen durante todo el mes de marzo.”

El empresario recién instalado en la ciudad debía viajar continuamente a fin de hacer contactos y realizar compras en la capital nacional:

“REGRESÓ HOY A BORDO DEL ´TABARÉ´ EL SR. ESC. RIBAS

 No fue por el “Tabaré” como se pensaba, sino por diligencia, que llegó el comerciante de la Luz Eléctrica, Sr. Ribas, acompañado del Ing Luis Topolansky, bajo cuya dirección técnica se hará la instalación de nuestro alumbrado.

Los trabajos se abreviarán lo más posible, a fin de recuperar el tiempo perdido en las tratativas del caso, por efecto del eterno ´expedienteo´.”(“La Democracia”, 16 de enero de 1909)

Como se ve, los trabajos se iniciaron en forma acelerada y avanzaron rápidamente.

El personal para la albañilería escaseaba, ya que era intenso el ritmo de la construcción en la ciudad por entonces. Estaban en plena ejecución el Palacio Municipal, la casa de Eduardo Caballero en Gral. Artigas (luego fue casa del Dr. Lladó, más tarde Pensión Garmendia, hoy casa del Partido Nacional), la primer casa del Dr. Antonio Lladó (actual Inspección de Primaria), la residencia de la familia Manzoni en la callejuela Unión, la de Julio Amaral (actual Centro Social Obrero), la de Fernando Baranzano en 25 de mayo y Río Branco, la magnífica residencia de la familia Corbo en 25 de Mayo y 18 de Julio, además del edificio para el Teatro que más tarde se denominaría “25 de Mayo”.

De todos modos en junio de 1909 “está para techar el Edificio de la Usina” (“La Democracia, 15 de junio de 1909)

En el mismo mes junio llegaron a Rocha nuevamente el Ing. Topolansky y sus ayudantes para realizar el tendido de cables en las calles de la ciudad.

Pero a partir de aquí, todo se complicó. Se hizo necesario contar con todos los elementos para comenzar el montaje de la usina y se presentaron enormes dificultades con el transporte. Una gran sequía y el aumento de la demanda de fletes desde el puerto de La Paloma provocaron una gran escasez de boyadas para esa travesía.

“El Puerto está atestado de mercaderías, por no haber carretas para el trasporte a Rocha. Se estudia el uso de la Laguna y Arroyo para llegar a la ciudad” (“La Democracia”, 15 de junio de 1909)

De todos modos, a las largas y cansadas todo arribó:“Todo lo que faltaba a la Empresa de Luz Eléctrica para poder terminar su instalación, ha llegado al Puerto a bordo del Vapor “Tacuarí”, incluso la gran caldera de la fuerza motriz, que habrá de ser trasladada desde allí, en dos carretas unidas y sobre seis ruedas.”(“La Democracia”, 26 de julio de 1909)

 

4. La llegada de la caldera y otros avatares

 

Llegada de la caldera para la usina a Rocha (1909)

Llegada de la caldera para la usina a Rocha (1909)

Con referencia a la caldera, la descarga en el Puerto de La Paloma, el traslado hacia Rocha y su entrada a la ciudad, todo ello constituyó un notorio acontecimiento, ya que, como veremos, provocó asombro y hasta jocosos comentarios entre los pobladores.

En un primer momento se presentaba el problema de cómo trasladarla. Imaginemos por un momento los escollos a sortear para ello: manejar una carga inusual, muy pesada, sumamente difícil de maniobrar con ella, sin medios adecuados, que debía transitar por el gran arenal que iba desde el puerto hasta la “Cuchilla de Techera” en la actual entrada a Costa Azul; encarar después la temida “Llanada”, donde por su topografía, era poco menos que imposible mantener siquiera, un trillo en forma; más adelante los esperarían los diversos pasos en los arroyos respectivos, constituyendo, cada uno de ellos, un desafío.

De todas formas había que hacerlo y empezó entonces el largo periplo hasta Rocha.

El responsable de ello fue un conocido carrero de apellido Larrecharte, utilizando para ello, los mejores bueyes que se pudieron conseguir, en la “invernada de Arrarte”.

Así tenemos que, el siete de mayo “… la caldera tirada por 15 yuntas de bueyes según unos, o veinte según otros, pero el caso es que ayer de tarde llegó hasta la Cuchilla de Techera, y que hoy antes de mediodía, venía por la Llanada, creyéndose que hoy llegue a pernoctar en Las Conchas.

Si no hay pues entorpecimiento, es probable que pasado mañana pueda hacer su entrada majestuosa en la ciudad del Atlántico.

Tendrá, a no dudarlo, una recepción adecuada a sus altos merecimientos.

´¡Bien ha dado que hacer y que decir esa “pava”! – dijo ayer un paisano- , dejuro que podremos tomar mate a bocha, después que la descarguen, calentando agua pa´ tuito el poblao´”(“La Democracia”)

No obstante, la llegada a Rocha se produjo un poco antes de lo previsto. En su trayecto y en su llegada fue fotografiada por el fotógrafo local Juan R. Junca, quien obtuvo dos vistas: una en el llamado “Campo del Estado” y la otra, frente a la usina, cuando todavía no se había descargado.

La noticia repercutió en la prensa de esta manera: “LA CALDERA – Próximo a las dos de la tarde, adelantándose a nuestro pronóstico de ayer, ha hecho hoy su entrada triunfal por las calles de la población, asentada sobre dos vigas y estas apoyadas en cuatro ruedas y tiradas por 15 yuntas de bueyes.

Al pasar majestuosamente por la calle José P. Ramírez, frente a la Plaza principal, la noticia de que era avistada, hizo mover como por unos resortes a cuantos se entretenían, por esas horas, por los cafés adyacentes, para salir a saludarla, y en todo el trayecto hasta la Usina, se le rindieron honores.

La descarga se estaba efectuando esta tarde, con todas las dificultades inherentes a esta clase de carga y a la falta de medios para movilizarla.

El paisano de que ayer hablábamos, tampoco faltó a la cita, y al ver la pesada mole, exclamó: ´¡Pa los patos!,¡ que la pava es gorda!´ , y nosotros diremos:¡salud noble Sultana de la fuerza motriz rochense!”(“La Democracia”)

Llegada la caldera, otros materiales continuaron arribando por el puerto, para la empresa eléctrica local.

Las dificultades no cesaban. Una gran bajante no permitía realizar maniobras en el puerto y el estado del camino hacia Rocha tampoco facilitaba las cosas.

“Para la Usina: Está pronta en viaje desde La Paloma, otra ´molecita´ de hierro que pesará  unos 3.000 kgs. más o menos, correspondiente a la maquinaria para la Usina.

El Concesionario Federico Ribas, manifiéstase grato al vecindario lindero al trayecto a La Paloma, por haberse prestado solícito a dar las mayores facilidades posibles para el transporte de la maquinaria; ya permitiendo el corte de alambrados en algunas partes que se hacía necesario apartarse  del camino, ya brindando pastoreos para los bueyes, etc, etc.” (“La Democracia”, 20 de julio de 1909)

En este punto, el vapor “Queguay”, que había suplantado al “Tacuarí” en la línea de la Compañía Guazzoni, debió permanecer afuera del Puerto por la gran bajante.

“El técnico de la Usina mandado para montar la dínamo y demás maquinarias, esta ´varado´ en La Paloma a consecuencia de la bajante” (“La Democracia”, 2 de agosto de 1909)

“En la descarga del ´Queguay´ se accidentó el contramaestre Pedro Ferrer al reventarse el cable que lleva la linga de a bordo a tierra”. (“La Democracia”, 6 de setiembre de 1909)

A pesar de todos estos inconvenientes, la empresa siguió su cronograma. Se avanzó en el tendido de los cables, columnas y demás instalaciones callejeras.

El técnico electricista Juan Carlos Bagattini, llegó a Rocha para encargarse de todas las instalaciones domiciliarias, comercios y oficinas públicas. Los pobladores en general, se mostraban recelosos a sumarse a este proceso. La luz eléctrica era algo sobre lo cual no se tenía muchas referencias y que despertaba temores en cuanto a su seguridad.

Muchos dudaban sobre la posibilidad de absorber el costo y tendría que mediar un largo proceso de persuasión y educación para que muchas familias accedieran a instalar el simple servicio de “tres luces”, que la empresa le ofrecía como “paquete básico”.

El diario “La Democracia” fue el fiel vocero de todos estos movimientos:

“En la plaza: Se están colocando las columnas de hierro para el soporte de los arcos voltaicos del Alumbrado Eléctrico, y como consecuencia, los viejos faroles, que el vulgo ha dado en llamar “candilejas”, con sobrada razón, a fuerza de economizarles luz los Sres. Empresarios que sucesivamente hemos tenido con el viejo sistema.”  (13 de julio de 1909)

“Más cultura: El concesionario de Luz, ha comenzado ya a experimentar, los efectos del ´elemento inculto´, que aún contamos en la ciudad, protegidos en sus ´artes´ por la muy escasa vigilancia policial con que contamos.

Una lámpara con su correspondiente pantalla le ha sido sustraída de la calle San Luis a la altura de la de Florida”. (27 de setiembre de 1909)

“Instalaciones: Son varias las de Luz Eléctrica que se están haciendo en reparticiones pública y casas de comercios y particulares.

En el espacioso Hotel Uruguayo, (hoy Arrarte), está ya terminada la instalación desde hace varios días, en sus diversas reparticiones.

“Para la luz eléctrica: Desde el miércoles o jueves, el concesionario de luz eléctrica, Federico Ribas, pondrá en exhibición por 5 o 6 días,  en la casa de la Suc. Bertone, frente al domicilio del Sr. Pradere, muestras de artefactos consistentes en arañas, brazos, lámparas de escritorio, etc. de 10 a 12 de la mañana y de 8,30 a 10 de la noche.” (15 de noviembre de 1909)

 

5. Las dificultades de 1909

 

Entrado el mes de noviembre, los plazos se acortaban; los responsables de la usina, veían que, a pesar de los esfuerzos, no se iba a llegar al plazo estipulado con la municipalidad. Se debió por lo tanto pedir una prórroga.

“Sr. Intendente Municipal.

Don Eliseo Marzol

Federico Ribas, domiciliado en la calle Florida de esta ciudad, ante VS. me presento y digo:

Que según resulta del expediente de la instalación de la Luz Eléctrica de esta ciudad, me comprometí a inaugurar el servicio de ese alumbrado el día 1ero. de diciembre próximo.

Por causas que son de dominio público, y que son ajenas a mi voluntad, tales como la falta de medios de locomoción para traer materiales y la falta de materiales mismos durante el invierno, me han impedido terminar la construcción de la Usina.

Creo que dentro de quince días podré avisar a Ud., que estaré en condiciones de inaugurar el servicio.

Por tal motivo, ruego a Ud. se sirva acordarme un plazo prudencial para dar la luz al servicio público.

Rocha, noviembre 29, de 1909  –  Federico Ribas”

El 10 de diciembre se produjo el primer ensayo, con las líneas que iban desde la usina hasta la Plaza Independencia. Se formularon reiteradas advertencias a la población para que no fueran tocados los cables, sobre todo por parte de los albañiles.

 

6. Roces entre concesionarios

 

Ya en la recta final hacia la inauguración del alumbrado eléctrico en la ciudad de Rocha podemos plantearnos la circunstancia de un régimen que se iba, con Francisco Paciello y sus faroles, y otro régimen que llegaba para quedarse, el de Ribas con sus lámparas.

Hasta último momento se sucedieron roces o susceptibilidades varias entre ellos. No deja de resultar interesante pues, mostrar uno de esos episodios, a través de la siguiente escaramuza epistolar, donde Paciello, en su cocoliche que trascribimos textualmente, expresaba:

“Sr.Intendente Mpal.

Don Eliseo Marzol.

Francisco Paciello, Contratista del Alumbrado Público, en esta ciudad, ante Ud. Expone:

Que la empresa de la Luz Eléctrica al colocar los brazos de las lámparas para dicho servicio, ha obstaculizado la apertura de varios faroles, para ser encendidos.

Lo mismo que han rotto infinidades de vidrios de los citados. Causa esta que hay algunos de ellos que no se han podido encender.

Que en la Plaza Independencia, han arancado las colunnas que servia de soporto a los faroles sin que yo tuviese conosimiento alguno, rompiendo por lo tanto mucho de ellos por rancarlos con soporte respetivo y ne han sacado los farole de dichas colunas.

Por lo expuesto, Espero del Sr. Intendente se sirva tomar medida al respecto, evitando que no se repitan esos abusos que yo no puedo ser responsable.

Rocha, julio 12 de 1909.-                              Fco. Paciello”

 

 

Aviso publicado en “La Revista de Rocha”

Aviso publicado en “La Revista de Rocha”

Así contestaba Ribas:

“Sr. Intendente Mpal.

Don Eliseo Marzol

Federico Ribas, domiciliado en la calle Florida, concesionario para el Servicio de Alumbrado Eléctrico esta ciudad, evacuando la vista que se me ha conferido, en un escrito del Sr. contratista Paciello, del alumbrado actual, ante Ud. me presento y digo:

Que en algunas esquinas he hecho colocar brazos para luz eléctrica, algunos de los cuales, (cuatro o cinco) obstaculizaban la apertura de los faroles de keroseno, pero así como tuve conocimiento de ello, dispuse  que se arreglasen de inmediato dichos brazos, de manera que no incomodasen aquel servicio. Y así quedaron arreglados.

Que mis empleados, no han roto los vidrios de los faroles, pues no han tenido que tocarlos para nada.

Que en cuanto a las columnas de los faroles que estaban en la Plaza Independencia, ellos fueron sacados por los empleados de la Honorable Junta y por mandato del Sr. Intendente.

Es cuanto tengo que manifestar a la vista conferida.

  Rocha, setiembre 3 de 1909 –     Federico Ribas”

 

7. Un servicio sin inauguración

 

La inauguración del servicio se produjo en la noche del 14 de diciembre de 1909.

A través de lógicos ajustes, se llegó en los días anteriores a una instancia de ensayo general.

La prensa local reflejaba de esta forma dicha prueba preliminar:

“Como la anunciábamos ayer, pasadas las diez de la noche, apareció iluminada extraordinariamente la ciudad, y muy especialmente la Plaza Independencia, con sus ochos focos de arco voltaico.

Magnífico. Pero las esquinas se resienten de alguna oscuridad lo que debe ser subsanado aunque sea con algún recargo para el Municipio, aumentando los focos en cada una de las cuatro esquinas

El ensayo, aunque incompleto, ha dado muy buenos resultados, ofreciéndonos una luz clara y sin incómodas oscilaciones.

Parece que para dentro de tres o cuatro días se hará más generalizado, estableciéndose luego un servicio permanente, una vez corregidos pequeños detalles.

El progreso, evidentemente, apareció ya anoche, contemplando  el contraste de las vetustas candilejas.” (“La Democracia”, 11 de diciembre de 1909)

“Inauguración: Esta noche se establecerá el alumbrado general de la ciudad, permaneciendo hasta el día, continuando lo mismo en las noches siguientes.

Después vendrá la inspección de las instalaciones por el Delegado del Departamento Nacional de Inspecciones.

De manera pues que la inauguración del nuevo alumbrado, puede decirse que será en la noche de hoy, a pesar de que aún faltan algunas instalaciones en el mismo alumbrado público, los cuales serán hechos de inmediato, no pasando de 14 o 15 en toda la ciudad.” (“La Democracia”, 14 de diciembre de 1909)

Al otro día, los mismos cronistas daban cuenta de las experiencias vividas en la noche anterior:

“La Luz Eléctrica: Magnífico resultado produjo la inauguración del nuevo servicio de alumbrado presentando anoche un más bello aspecto la ciudad por todos sus ámbitos.

Algunos detalles se irán corrigiendo paulatinamente y en buena armonía de la Municipalidad con el Concesionario.

Acontecimiento tan deseado, solo se festejó por parte del pueblo con retreta extraordinaria en la Plaza y algunos voladores que partieron de ´La Bodega´.

A la Usina concurrieron algunas personas a los cuales obsequió el Sr. Ribas con un refresco de cerveza.

Los principales cafés y Rotiserías estaban también alumbrados eléctricamente, lo mismo que la Sociedad Porvenir.” (“La Democracia”, 15 de diciembre de 1909)

“El Civismo” también se hizo eco del acontecimiento, comentando lo que sigue:

“ Numerosa personas, entre las cuales se encontraban algunos Jefes de reparticiones públicas, visitaron esta noche el local de la Usina saliendo muy bien impresionados de la excelente disposición en que está todo allí, y el perfecto funcionamiento de las máquinas, pues el montaje nada deja que desear.”.(15 de diciembre de 1909)

Como se desprende de estos testimonios, no hubo ninguna ceremonia que se pudiera entender como una inauguración del servicio.

Resulta extraño que un acontecimiento de tal magnitud para la ciudad, que iría a cambiar radicalmente el bienestar de los pobladores rochenses, no fuere celebrado en forma especial.

Ello se debió fundamentalmente a dos motivos: por un lado el carácter de “provisorio” con que se inició el servicio, a la espera, como vimos, de una inspección general que lo habilitara definitivamente. En realidad dicha inspección no se daría nunca.

Por otro lado, las autoridades locales tenían la esperanza de inaugurar la obra en ocasión de la anunciada visita del Sr, Presidente de la República Dr. Claudio Williman, la cual luego de múltiples postergaciones tampoco nunca tuvo lugar.

De todas formas, con inauguración o sin ella, lo cierto es que la sociedad de Rocha, fue paulatinamente incorporándose, aunque tímidamente, a la nueva tecnología.

Por lo pronto, los comercios comenzaron a ofrecer todo tipo de aparatos eléctricos. Juan Carlos Bagattini puso a consideración del público diversos servicios con ofertas especiales, tratando de convencer a cada hogar de las ventajas de la nueva energía.

Esta proporcionaba tan vasto campo para los negocios, que algunos vieron la oportunidad de explotar algún servicio especial, como los pararrayos, timbres e incluso otros aparatos que resultaban sofisticados y un tanto misteriosos. Uno de ellos era “El Esculapio”. Veamos en qué consistía:

“El Esculapio: Con este nombre ha sido bautizado un aparato eléctrico del que es inventor el Sr. Máximo Grubb, electromecánico de la Empresa de Luz Eléctrica local.

Dicho aparato colocado en el Salón de Bailes del Hotel Uruguayo, (Arrarte), teniendo al frente y por escrito las instrucciones necesarias para poder usar de él, a los efectos de combatir el reumatismo, la parálisis, etc, por medio de la corriente eléctrica.

El mismo aparato se encarga de efectuar la cobranza, que el que quiera utilizarlo en bien de su salud, tiene que comenzar por alimentarlo con una pieza de nickel de 5 cts. Si se quiere pagar con una de menor valor, la recibe, pero se guarda bien de devolverla, así como de prodigar sus beneficios.

Por el contrario, pagándole el precio estipulado, produce todo la fuerza eléctrica que puede resistir una persona en el grado que lo desee.” (Diario “La Democracia”)

La plaza resultaba ahora más atrayente y ofrecía una hermosa vista a quienes la concurrían:

“Nuestra Plaza principal está quedando hecha un budín, pues al alumbrado eléctrico muy bueno con que se le obsequió, ha seguido el arreglo de jardines y otras mejoras que van haciéndose visibles.”  (“La Revista de Rocha”, 1 de enero de 1910)

Y los biógrafos fueron otro capítulo aparte de este progreso. Los espectáculos de biógrafos y teatros, se ofrecieron a partir de entonces con otra comodidad, mejorando sus espectáculos con notoria ventaja en la introducción de otro tipo de maquinarias e iluminación. Bagattini desde la “Artesana” y Federico Ribas desde el recientemente inaugurado “Coliseo de la Porvenir” ofrecían cintas con diversos espectáculos combinados, dando comienzo así al período de los empresarios cinematográficos locales, que remplazaron poco a poco, a los biógrafos viajeros que aparecían de vez en cuando en sus acostumbradas giras. El último representante de ellos, y acaso el más querido y conocido por los rochenses, fue Mauricio Massonnier, quien estuvo en Rocha por última vez durante 1910. En esa oportunidad introdujo el llamado “biógrafo parlante” a través de la combinación de un proyector y un fonógrafo.

Paralelamente, la energía eléctrica, impuso también otros desafíos, como el de la seguridad. La municipalidad comenzó a exigir, sobre todo en los locales públicos que albergaban un cierto número de personas, condiciones mínimas de seguridad hasta ahora sencillamente inexistentes.

Veamos este expediente, relacionado, precisamente con el biógrafo:

“Sr. Intendente Mun. de Rocha.

Mauricio Massonnier, empresario de espectáculos públicos, deseando dar una serie de funciones en el Teatro de la Sociedad Porvenir de esta ciudad, y teniendo el propósito de colocar el aparato para las proyecciones dentro de una casilla de zinc o hierro galvanizado, suprimiendo así todo peligro de incendio, tiene el honor de solicitar de esta Intendencia, tenga a bien indicarle de que manera debe establecer dicha casilla, para que ofrezca las mayores garantías.

Saluda al S. Intendente con el mayor respeto.

 Rocha 28 de Julio de 1910 –  Mauricio Massonnier”

“Rocha, julio 28 de 1910

Esta Inspección, cree oportunas la medidas de seguridad expuestas en la presente solicitud, siempre que la casilla se halle forrada completamente por zinc o hierro galvanizado y disponiéndose de los medios necesarios para que en un caso dado pueda interrumpirse la corriente eléctrica productora de la luz. Es cuanto tengo que exponer.

Grille.-  Inspector” (Exp. 1992. Caja 20 Archivo de la IDR)

 

8. La primera víctima

 

A medida que pasaban los meses la usina local fue funcionando con los altibajos y problemas que son de imaginar.

Una Rocha, todavía con grandes limitaciones de aprovisionamiento, impedía contar con los repuestos y materiales necesarios; una demanda creciente de energía, que por todos los medios se procuraba atender; precarias condiciones de las líneas de distribución, demasiado expuestas a los avatares climáticos; todo ello hacía que la tarea fuera complicada, produciéndose a menudo cortes en el servicio, ya por fallas en la generación, ya por las periódicas tareas de mantenimiento que requerían los motores y caldera, panorama que, como es de suponer, provocaba las consiguientes quejas de los usuarios.

A mediados de 1914 se produjo en la ciudad el primer accidente eléctrico,  lamentablemente, con consecuencias fatales:

“El martes de la semana pasada, ocurrió un sensible accidente en la calle 19 de abril y Uruguay. Serían las 8 p.m., cuando acertó a cruzar por allí, un chiquilín del Sr. Dionisio Barrios; en ese momento reventó un cable de luz eléctrica dando muerte de manera casi instantánea al infeliz niño.” (“La Revista de Rocha”, 25 de agosto de 1914)

 

9. La guerra entre biógrafos

 

Resultaba evidente, que tal como había sido diseñada la usina,  era imposible un desarrollo de la misma sin que mediara un aumento sustancial de su capacidad de generación. Frente a una demanda creciente, tanto por parte de las familias como del comercio y artesanado establecido, no se hicieron esperar las controversias, a menudo entrelazadas con graciosas suspicacias. Tal es el caso que se expone en el siguiente expediente que se diligenció en su momento, a nivel de la Intendencia Municipal de Rocha.

“Sr. Intendente Mpal. de Rocha.

Don Orosmán De Los Santos

El que suscribe, constituyendo su domicilio legal en la calle Río Branco No. 16 de esta ciudad, ante Usía como mejor proceda, se presenta y dice:

Que habiendo solicitado del Sr. Federico Ribas, concesionario de la Luz Eléctrica de esta ciudad, la energía necesaria para el alumbrado y funcionamiento de un cinematógrafo instalado en el Teatro llamado “de La Artesana”, dicho señor me la ha negado, contrariando así, la cláusula del contrato de concesión que dispone; que toda sala de espectáculo público no podrá utilizar otro alumbrado que el eléctrico.

Otro sí  digo: Que es público y notorio que el Sr. Ribas, es copropietario de un Cinematógrafo que funciona en el “Teatro Porvenir”, y que, de su negativa a mi solicitud, no se desprenden otras razones que las de competencia comercial.

Otro sí digo: Que como consta del Estado Diario de la Usina Eléctrica, a la hora de funcionar los teatros, pueden  estos ser proveídos de la energía necesaria, por cuanto debido al cierre del comercio disminuye considerablemente la carga de las dínamos, debiendo por tanto, el Sr. Concesionario dar curso a mi solicitud, por el hecho que, no disponiendo el que suscribe de otro medio de vida que el trabajo, me veo perjudicado con la negativa del Concesionario de Luz eléctrica de esta ciudad, lo que no es posible permitir en beneficio de aquel, mucho menos desde que mi Cinematógrafo viene funcionado de tiempo atrás con permiso municipal.

Espero que Usía, atento a las  razones expuestas disponga que en el día, se hagan las intimaciones del caso, para que dé a mi cinematógrafo y sala de teatro y anexos, la energía eléctrica necesaria para su funcionamiento y servicio de luz.

Otro sí digo: Será justicia.

Rocha, Febrero 11 de 1914                         Luciano Lambertti”

Habiendo sido notificado el concesionario Ribas, el escrito con sus descargos y explicaciones, no se hizo esperar:

“Sr. Intendente Municipal

Don Orosmán De los Santos

Federico Ribas, domiciliado en la calle 18 de julio, No. 47 de esta ciudad, concesionario del servicio de alumbrado eléctrico, me presento a V.S. en el expediente iniciado por el Sr. Luciano Lambertti y digo:

Que no he podido atender el pedido de luz que ha hecho dicho señor, porque, como es público y notorio, la Usina no puede ampliar el servicio de luz, debido a que el motor que existe, está sumamente recargado, y sería peligroso para todos los consumidores recargarlo aún más.

Además el Sr. Lambertti, pide luz para su biógrafo, y según mi contrato de concesión del 23 de noviembre de 1908, (Diario Oficial No.938 pág. 406) tengo la obligación de dotar a la población de luz de alumbrado, pero no de energía para máquinas industriales.

El Biógrafo lo constituye como máquina industrial, y por ese motivo no  tengo la obligación de dar corriente.

Pero no sería para mí la causa primordial para no darle lo que pide el Sr.Lambertti, pues si tuviera motor con fuerza bastante, tendría mayor gusto en proporcionarle lo que solicita, como lo hago con el Biógrafo del Sr. Ernesto Fossemale, y no mío como dice el Sr. Lambertti en el escrito que contesto.

El Biógrafo del Sr. Fossemale, se le da luz, porque hace como tres años que funciona, y a ningún consumidor se le ha suspendido el alumbrado.

Lo que hace la empresa es no dar más luz a nuevos pedidos, porque no tiene más fuerza eléctrica. Debemos instalar otro motor más grande, y por eso se presentó a V. S. hace ya días, pidiendo prórroga para su colocación.

Continuamente se hacen pedidos de luz, que no puedo conceder, con gran perjuicio mío, por faltarme energía para ello.

Ese es, Sr. Intendente, el único y verdadero motivo por el cual no me es posible acceder a lo solicitado por el Sr. Lambertti: no me guía ningún otro propósito egoísta. En la misma conveniencia mía estaría poder dar luz, no solamente a él, sino a los demás interesados en instalarla en sus domicilios.

Pero dada la insistencia del pedido del Sr. Lambertti, me veo en la necesidad de ampararme en mi contrato.

Por lo expuesto: suplico al Sr. Intendente, quiera declarar que no estoy obligado a dar luz para Biógrafos.

Rocha, Marzo 21 de 1914 –  Federico Ribas”

Quedaban entonces establecidas las dos posiciones. Correspondía por lo tanto que el Sr. Intendente laudara la controversia. Lo hizo mediante resolución del 25 de marzo de1914.

Dentro de sus considerandos, estableció que, “….si bien es cierto que el contrato celebrado por el Sr. Ribas, lo es para la provisión de alumbrado público a  la población, sin comprender la energía eléctrica a máquinas industriales, no es menos cierto que por la cláusula B de dicho contrato está obligado a ponerse en condiciones de atender puntualmente todo aumento extraordinario o definitivo en el servicio público, así como cualquier otro pedido de alumbrado, al menos después de la puesta del sol, ya sea que proceda de los edificios públicos o particulares, existentes en el radio establecido para el alumbrado público.”

Consideró además que “la queja del Sr. Lambertti, no es solo por la negativa de darle corriente eléctrica a la máquina del Biógrafo, sino que comprende también el servicio de luz en el salón del Teatro y anexo.”

Por lo tanto, resolvió “observar al Sr. Contratista su morosidad en cumplir con la cláusula B del Contrato, que lo habilitaría a satisfacer el pedido de luz que se le hace, debiendo, no obstante su excusa, proveer el Cinematógrafo de La Artesana de la luz que se le pida para el salón y anexos, por los medios que le sea posible, como lo hizo en los días de carnaval, atendiendo ese pedido extraordinario de luz.”

 

10. El comienzo del fin

 

Antiguo muelle de La Paloma a la luz de la luna

Antiguo muelle de La Paloma a la luz de la luna

Ese año 1914, encontraba a Rocha con el Esc. Orosmán de los Santos al frente de la Intendencia Municipal. Su labor era acompañada desde la Junta Económica Administrativa por los colorados Sandalio Ximénez, Abel Aguilar, Amaranto Torres, Miguel Oficialdegui, Aníbal Zárate y Facundo Machado; y por los blancos se hallaban Héctor Lorenzo y Losada, Víctor Barrios y Gregorio Anza.

Las empresas respectivas trabajaron todo el año para dejar lista la vía férrea  Rocha-La Paloma, y sobre el fin del mismo, los rochenses estuvieron en condiciones de participar de bullangueras excursiones a la costa, en  recordadas jornadas domingueras.

Mientras tanto el puerto y su escollera, de reciente construcción, ya ofrecían serias dificultades, ya sea por los malos materiales utilizados, como por la invasión de las arenas, que impedían la normal maniobrabilidad de los barcos que hasta allí llegaban.

En la ciudad, Luciano Lambertti iniciaba sus primeras aventuras empresariales con su “Popular Cinema” desde la sala de “La Artesana”, para competir con el “Uruguay” de Baranzano, en la sala de “La Porvenir”.

Paralelamente, el desarrollo edilicio de la ciudad continuaba a buen ritmo, y en ese año quedó finalizado el magnífico edificio para el Banco República (hoy sede del Rocha Athletic Club).

Luciliano Rodríguez instaló la primera Compañía de Automóviles, “La Ideal”, con cuatro coches, ofreciendo el servicio regular Rocha-San Carlos-Maldonado-Punta del Este.

Pero, como telón de fondo de todo este pujante progreso, estaba la Guerra. Si bien aparecía lejana, los efectos de esta primera confrontación mundial se hicieron sentir en nuestra sociedad. Muchos rochenses informados, seguían los detalles de la misma a través de las noticias telegráficas que reproducían los diarios; otros se limitaban a observar con curiosidad aquel enorme mapa de Europa, con 240 banderitas de colores que exhibía en su vidriera la “Papelería Belloni”, establecida frente a la Plaza, donde se iban actualizando periódicamente los movimientos en los distintos frentes bélicos.

Pero lo que más importa al respecto de nuestra crónica, es que la Guerra, constituyó el golpe de gracia para los sueños empresariales del Esc. Federico Ribas.

Acuciado por las deudas e imposibilitado de agregar mejoras en la infraestructura de la usina, prometió en venta la misma a la firma “Masello y Cía.”.

De todos modos, el problema inmediato a enfrentar era la imposibilidad de acceder al carbón de piedra, que, proveniente de Inglaterra, no llegaba a esta zona del mundo, al estar necesitado dicho país de todas sus reservas para atender los  requerimientos de su industria bélica.

Frente  a este panorama, no quedaba otro camino que el de las restricciones en el servicio, y para ello se pidió la autorización correspondiente. He aquí, las razones establecidas por Ribas, en su petitorio ante las autoridades municipales:

“Sr. Intendente Municipal

Don Orosmán de los Santos

Mis comisionados de Montevideo me hacen saber que el stock de carbón que existe en las barracas de aquella ciudad, ha mermado considerablemente, y que durante algunos meses no me podrán abastecer de dicho combustible, debido a las causas que son de dominio público.

Me es absolutamente imposible, por fuerza mayor, obtener carbón en ninguna otra parte. Así pues, sino tomo alguna medida restrictiva respecto del alumbrado, que pueda contribuir a aminorar el gasto de ese combustible, me veré en la necesidad de suspender el servicio después de unos cuarenta días.

Tal vez dentro de algunos meses pueda llegar carbón de Inglaterra o de Norte América, según se me anuncia. Mientras tanto, y a la espera de esa llegada, y al fin de que la ciudad no quede a oscuras ni un solo día, vengo a solicitar de V.S. la autorización correspondiente para apagar la luz a las doce y media de la noche.

De ese modo, y con el auxilio de la leña que consumiré, podré continuar el servicio de alumbrado sin interrupción.

De otra manera, si sigo dando luz toda la noche, es casi seguro que tendré que suspender este servicio por falta de combustible.

Por lo menos apagando a las doce y media, se llena el objeto principal del alumbrado, que es de dar luz a la población, en las horas más indispensables y necesarias.

Esa es una medida que se impone debido a las circunstancias que atravesamos.

En el País, como es de notoriedad, las Empresas de ferrocarriles y los trenes eléctricos, se han visto en la necesidad de aminorar el servicio de trenes debido a esos mismos motivos. En  la ciudad de Buenos Aires, se apaga el alumbrado algunas horas antes de la hora reglamentaria, además de que, en algunas Plazas y Avenidas, no se da luz a ninguna hora.

Por las causas expuestas, y a fin de que Población no llegue a quedar sin el servicio de luz por algún tiempo, ruego a Ud. se sirva autorizarme, como lo dejo pedido, por tratarse de un caso clarísimo de fuerza mayor, facultándome para llevar a efecto esta medida desde el día de mañana.

Rocha. 17 de agosto de 1914 –  Federico Ribas”

En el mismo día se expidió el Sr. Intendente:

“En atención a las causas que se expresan, que acepta y comparte esta Intendencia, accédase a lo solicitado, debiendo el Sr. Contratista tomar las medidas de publicidad necesarias para hacerlo llegar a conocimiento del público y dése cuenta al H. Consejo en su primera sesión, y hecho, archívese.

Rocha 17 de agosto de 1914 – O. de los Santos” (Archivo Municipal – Cajón 142 – Exped. 2434, Intendencia Departamental de Rocha)

 

11. El escribano vuelve a sus escrituras

 

Era noche cerrada todavía. La madrugada de noviembre estaba muy fresca, más bien se diría, muy fría y la ciudad dormía sin ruido y sin sobresaltos, cuando frente al “Hotel Roma”, el carruaje levantaba cuatro pasajeros con la misión de trasladarlos al Puerto de La Paloma.

Se trataba de Don Eugenio Barth y tres de sus más calificados colaboradores, que habían llegado tres días antes. Principales acreedores de Federico Ribas, en la tarde anterior habían sellado el acuerdo por el cual la usina de Rocha pasaba a manos de la nueva compañía.

Pocos días después ya se producirían los primeros cambios en la administración de la empresa. Por lo pronto establecía una dependencia comercial más al centro de la ciudad y varios ajustes con el fin de mejorar el servicio:

“…. desde ya se atienden pedidos de luz a contador o precio fijo y se establecerá un nuevo servicio para reclamos en el comercio. Las oficinas de la Gerencia quedaran cómodamente instaladas en la casa De Martini.” (“La Revista de Rocha”,10 de diciembre de 1914)

Más adelante la nueva empresa traería a Rocha a la familia Giudice. Entonces José “Pepe” Giudice pasó a dirigir la Usina Local durante muchos años, restándole tiempo a su función para ocuparse de sus otras dos grandes pasiones: el Partido Colorado y el Club Atlético Peñarol. Giudice sería poco después el primer presidente de la Liga Rochense de Fútbol al crearse la misma en 1916 y hoy una tribuna del Estadio “Mario Sobrero” lleva su nombre.

Deberían pasar todavía 16 años para que vencida la concesión original, el ente estatal UTE se hiciera cargo, como en todo el país, de los servicios eléctricos. Primero ocupando el viejo galpón de la usina, para luego, en circunstancias de pasar del sistema de corriente continua al de la corriente alterna, ya en la década del 40 del siglo pasado,  habilitarse el moderno edificio en la zona de la Estación de Ferrocarril.

En fin, de esta forma cayó el telón para una etapa de realizaciones y sueños en la vida de la ciudad. El escribano Federico Ribas se ocupó desde entonces y hasta su muerte en exclusividad de su profesión. Es decir volvió a las escrituras desde su escritorio de 18 de Julio y Piedras.

Mientras tanto, a escasas dos cuadras de allí, sobre la calle Rincón casi Gral. Artigas, alguien siguió metiéndole tijera a la hojalata, desde “El Nuevo Cariño”: Don Francisco Paciello, el último farolero.

 

 

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