SUMARIO: 1. Introducción – 2. De Cataluña a la Revolución – 3. Un cirujano llega a Rocha – 4. Cirugías que transcendieron fronteras- 5. Lladó, el político – 6. El retorno a Rocha y su deceso – 7. A modo de final

1. Introducción

A fines del 1800 los pueblos y ciudades de nuestro país, con su interior en particular, se nutrieron de una valiosa corriente de inmigrantes,  en su mayoría europeos. Muchos de ellos llegaron a Montevideo inicialmente para luego poblar las soledades de nuestro territorio, aportando sus conocimientos y cultura, su trabajo incansable y con el afán de contribuir al enaltecimiento de nuestra nación.

Dr. Antonio Lladó, “El Bien Público”, 1928

Dr. Antonio Lladó, “El Bien Público”, 1928

Fue gracias al esfuerzo tenaz de estos pioneros que nuestras ciudades crecieron y enriquecieron su acervo cultural permitiendo la educación y el desarrollo de generaciones venideras. Nos debemos entonces a una muy digna tradición de sacrificio y humildad aportada por obreros y artesanos que de sencillos orígenes apostaron por el futuro de sus hijos y nietos. Se destacaron además extraordinarios profesionales que siguiendo su formación ya en el extranjero o en el ámbito universitario montevideano se convirtieron en verdaderos propulsores de avances científicos difundiendo generosamente por nuestro interior sus conocimientos y capacidad. Esas mujeres y hombres, soñadores de un país mejor, realizaron una contribución formidable al bienestar de sus compatriotas en los heroicos principios del siglo XX.

Han transcurrido más de cien años y con frecuencia el extraordinario aporte de nuestros mayores se desdibuja con el paso del tiempo. El presente capítulo de la Revista Histórica Rochense tiene como finalidad rescatar de la ignorancia y el olvido la figura de quién fue mi bisabuelo, el Dr. Antonio Lladó Comas, decano de la Medicina y la Cirugía moderna en el departamento de Rocha. Las fuentes de información de esta breve reseña biográfica son en su mayoría artículos de prensa de la época y referencias de terceros que le conocieron personalmente, con expresa mención de la fuente, intentando evitar así los sesgos familiares en la evocación objetiva de su notable trayectoria.

 

2. De Cataluña a la Revolución

 

El Dr. Lladó nació en el pueblo de Mataró, próximo a Barcelona, España, el 3 de agosto de 1881, hijo de Juan Lladó y Ramona Comas. En 1885, cuando aún no había cumplido 4 años, partió junto a su familia de la Cataluña natal para llegar a nuestro país, uno más de los millones de inmigrantes que arribaban a las costas sudamericanas en durísimas condiciones. Su infancia y adolescencia transcurrieron en Montevideo donde completó sus estudios de Primaria y Secundaria en el Colegio Seminario. Su padre Juan fue constructor y entre sus obras montevideanas se destaca la Parroquia de San Miguel Garicoits situada en la calle Julio Herrera y Obes entre Colonia y Mercedes, también conocida como “Iglesia de los Vascos”. El matrimonio Lladó Comas tuvo seis hijos y entre ellos Antonio, quién se caracterizó desde muy joven por sus condiciones de excelente estudiante además de profunda vocación de servicio al prójimo. Fueron sus dotes intelectuales las que motivaron a familiares y amigos a convencerle de seguir una carrera universitaria y abandonar sus intenciones de volverse sacerdote. Ingresó entonces a la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, viéndose sus estudios interrumpidos por la Revolución de 1904. Antonio Lladó se unió al ejército nacionalista de Aparicio Saravia donde se desempeñó como practicante de Medicina, adquiriendo valiosa experiencia en el tratamiento de heridos y politraumatizados graves, manifestando desde entonces claramente una fuerte vocación por la cirugía.

 

3. Un cirujano llega a Rocha

 

Finalizada la Revolución regresó a la Facultad de Medicina obteniendo el título de Doctor en Medicina el 30 de Marzo de 1908. Ese mismo año se trasladó a la ciudad de Rocha para llenar el enorme vacío de profesionales de la salud que por ese entonces había en nuestro joven departamento. No se han podido establecer con exactitud los motivos de su decisión de trasladarse a Rocha pero aparentemente visitó la región en sus épocas de Practicante con el ejército revolucionario y probablemente haya decidido entonces regresar una vez terminado sus estudios, al percatarse de la urgente necesidad de un médico residente en la región.

El Dr. Lladó rápidamente se granjeó el afecto y agradecimiento de los rochenses brindándose por entero a sus pacientes. Fue Director del Hospital de Rocha y cumplió una destacadísima actividad filantrópica en la ciudad y el departamento, alentando y desarrollando múltiples actividades culturales y educativas que revelan su personalidad polifacética. Quizás la mejor manera de reflejar sus dotes individuales y lo formidable de su tarea es citando referencias directas de sus contemporáneos. El Dr. Bonifacio Urioste, también rochense, conoció personalmente al Dr. Lladó quién inspiró su vocación de cirujano como modelo a imitar. El Dr. Urioste presidió el Vigésimo Congreso Uruguayo de Cirugía (Montevideo, 1969) y en su alocución presidencial se referió al Dr. Lladó en estos términos: “El Dr. Antonio Lladó fue un eminente cirujano, de la época heroica del cloroformo y de la cirugía a domicilio. Una herida de corazón por el 1912 fue con éxito suturada por él; tallas de urgencia, en enfermos graves del medio rural, fueron operadas bajo focos de las forchelas de la época, y un amigo mío, gracias a este verdadero maestro, luce todavía una cicatriz xifo-púbica a consecuencia de una operación por hidatidosis hepato-peritoneal, realizada en el comedor de su casa.” Y continúa el Dr. Urioste: “Conocí su biblioteca, colecciones completas de revistas extranjeras y los más importantes trabajos de cirugía; una copiosa librería de ciencias, literatura, geografía, arte, etc., denotaban al hombre que actuaba porque sabía y por poseer una amplia y exquisita cultura.

En 1910 el Dr. Lladó contrajo matrimonio con doña Secundina Sosa Machado. El matrimonio tuvo cuatro hijas mujeres: María Celia, Raquel Margarita, Laura Antonia y Mireya. Un hijo varón al que llamaron Antonio Juan lamentablemente falleció a muy corta edad víctima de una infección gastrointestinal. La familia Lladó Sosa pasó a residir en la casa sita en la actual calle Gral. Artigas entre 19 de Abril y 25 de Mayo, finca que luego ocuparía el Hotel Garmendia, más tarde la Galería de Profesionales y hoy la Casa del Partido Nacional.

Abundan las historias y anécdotas que personalmente me habría de referir su hija Raquel Lladó, mi abuela, acerca de la gran afluencia de pacientes directamente al domicilio particular de la familia Lladó Sosa, muchos de ellos con afecciones o heridas graves. Fue así que años más tarde, por el 1929, el Dr. Lladó fundaba el primer Sanatorio de la ciudad de Rocha, sito en la actual calle Treinta y Tres esquina Eliseo Marzol que pasó a conocerse como “Sanatorio Lladó “.

La tarea del Dr. Lladó no se limitó únicamente a la capital departamental sino que se extendió a todo el departamento de Rocha. El Dr. Lladó adquirió uno de los primeros automóviles que se conoció en nuestra ciudad y en el recorría la campaña, atendiendo y operando enfermos a domicilio, resolviendo urgencias quirúrgicas y también con frecuencia obstétricas. Su generosidad y vocación de servicio fueron proverbiales y demostración de ello la dio durante la gran pandemia de gripe de 1918. El poblado de Castillos se vio particularmente afectado por dicho virus y el Dr. Lladó se trasladó a esa localidad junto a su familia, alojándose en una casa quinta que le fue prestada para la emergencia, haciéndose personalmente cargo de la atención de los enfermos.

El Dr. Lladó se transformó entonces en figura de referencia de las actividades culturales y sociales de la ciudad de Rocha. Apoyó por ejemplo la fundación del Liceo departamental siendo uno de sus primeros profesores. Sus conocimientos de música y literatura eran extraordinarios siendo frecuente animador de las veladas que se realizaban en la “Confitería Virginio” frente a la plaza de la capital departamental. Fue también quien trajo a Rocha uno de los primeros aparatos de radio recordando sus familiares verle junto al enorme artefacto a mediados de 1920 atento a las trasmisiones de fútbol que llegaban desde Montevideo. Junto a su familia se convirtió en uno de los veraneantes pioneros del balneario La Paloma, adquiriendo varios terrenos junto a la Bahía Chica de la localidad.

 

De izquierda a derecha: Enfermero Mateo Pagola, Enfermero Bernardino Núñez, Dr. Antonio Lladó, Dr. Florencio Martínez Rodríguez junto al paciente Manuel Núñez (Rocha, 1915)

De izquierda a derecha: Enfermero Mateo Pagola, Enfermero Bernardino Núñez, Dr. Antonio Lladó, Dr. Florencio Martínez Rodríguez junto al paciente Manuel Núñez (Rocha, 1915)

4. Cirugías que trascendieron fronteras

 

Fueron numerosos los habitantes del departamento de Rocha que recibieron atención médica profesional por parte del Dr. Lladó. Quizás uno de los casos que tuvo mayor repercusión, incluso en la prensa escrita nacional, fue el del señor Manuel Núñez encargado del bar y confitería del Club Social Porvenir en la capital rochense.

Durante la noche del 28 de setiembre de 1915 y con el móvil del robo, el señor Núñez fue víctima de un violento ataque por parte de un empleado del local quien le infligió varios golpes en la cabeza con un pique de alambrado. El paciente fue trasladado al hospital de Rocha presumiéndosele fallecido por la gravedad de las heridas recibidas con hundimiento del cráneo fronto-parietal izquierdo.

El doctor Lladó realizó entonces una de las intervenciones pioneras de la neurocirugía en nuestro país y por cierto en el interior de la República de aquellos tiempos. Así lo refiere un periódico montevideano de la época (“El Plata”, 5 de diciembre de 1915) bajo el título: “Un triunfo de la cirujía (sic) en Rocha –  Notable intervención del doctor Lladó”, describiendo el drenaje de un hematoma extra-dural traumático en estos términos: “…luego de la limpieza de focos esquirlosos y un paciente drenaje subcraneano, se hizo la ligadura de la meníngea media, terminándose la intervención con una larga sutura exterior, hoy perfectamente cicatrizada”. En cuanto a la evolución clínica del paciente el periódico destaca que “Durante los primeros días subsiguientes a la curación, Núñez presentó ligeras alteraciones de origen cerebral: pérdidas momentáneas de la palabra (afasia) y de la escritura (agrafía), fenómenos que hoy han desaparecido totalmente, sin que exista peligro de reaparición.

El ilustrativo artículo termina destacando “El triunfo conseguido por el Dr.Lladó con su delicada intervención, no solo representa un éxito personal para el distinguido e inteligente facultativo, sino que exterioriza además un halagador adelanto en los medios de ambiente, para nuestras poblaciones del interior, y un triunfo de la asistencia hospitalaria en el país.

El doctor Lladó efectuó la reducción de la fractura colocando una placa de plata especialmente diseñada en la ciudad para la plastia craneana (pieza que se conserva en el Museo de nuestra ciudad). Existe un registro fotográfico de dicha intervención que se ha vuelto célebre en la historia de la neurocirugía uruguaya

Erróneamente hay quienes han atribuido dicha imagen a otra operación de complejidad similar efectuada por el Dr. Lladó en 1920 (La Mañana, 27 de Noviembre de 1982 y Eduardo Wilson, “Primer Siglo de Cirugía Neurológica en Uruguay”, Academia Nacional de Medicina, 2012). En ese caso se trató de un obrero que trabajaba en la refacción del Teatro 25 de Mayo de la ciudad y que cayera de un andamio a una altura de más de 20 metros sufriendo fractura de cráneo.

Nos consta sin embargo por referencias familiares que el famoso registro correspondió efectivamente a la intervención de 1915, que salvara la vida del señor Manuel Jacinto Núñez Barrios, contratista en la sociedad “El Porvenir”. Esto ha sido corroborado en forma fehaciente por la hija del señor Núñez, María Núñez Sosa, quien en 1983 desde San Carlos, enviara una carta a la señora Laura Lladó, evocando la figura de su padre el Dr. Lladó e incluyendo en la misma una copia del artículo de “El Plata” de 1915 antes referido, además de la fotografía que se exhibe en este capítulo tras la recordada operación quirúrgica.

La reputación del Dr. Lladó se extendió por el resto de la República y así lo destacó el periódico “El Bien Público” de Montevideo, que dedicó su número del 14 de enero de 1928 a personalidades del departamento de Rocha: “El doctor Antonio Lladó es una de las figuras más queridas y populares del departamento de Rocha. Médico de reconocidas capacidades es uno de los buenos cirujanos que tiene el país. Ha cumplido su elevada función social de mitigar los dolores ajenos, con rectitud sencilla y noble. Hace casi veinte años que actúa en aquella sociedad y aún no ha hecho fortuna. He ahí la premisa honrosa que puede señalarse al frente en su biografía. Ha trabajado mucho sin escatimar sacrificios y sin preguntar cuál sería la recompensa. Ha conquistado el cariño y el respeto de todos, porque ha sido generoso y humanitario. Tiene sin duda una clara silueta moral, formada por el bien y disciplinada para ejercitarlo.(…) Hemos dicho que es un cirujano, especialidad a la que presta la preferencia inteligente de su vocación. Pero al lado de esas condiciones salientes del profesional, necesario es colocar también la línea invariable del caballero, cuyo espíritu se integra por cualidades nobilísimas y firmes”.

En 1929, el Dr. Lladó viajó a Europa junto a su familia para perfeccionar sus conocimientos y técnicas quirúrgicas. Permaneció en el viejo continente durante casi un año, visitando su Cataluña natal, Francia, Italia, Alemania y también Egipto. En París, junto a becarios de todo el mundo, aprendió técnicas y procedimientos de avanzada para la época. Recordemos que Francia y Alemania eran por entonces los principales centros generadores de conocimiento científico a nivel mundial. Es al regreso de este viaje que decide instalar su Sanatorio en Rocha, adquiriendo en Alemania el instrumental necesario, contando entre otros valiosos materiales con el primer equipo de rayos X que se utilizó en nuestro Departamento.

 

5. Lladó, el político

 

El Dr. Antonio Lladó cumplió también una destacada actividad política dentro del Partido Nacional, habiendo resultado electo Senador, cargo al que renunció sin haber ocupado su banca, absorbido por su vocación médica.

Sin embargo en 1931 fue electo diputado por Rocha en representación del Partido Nacional, asumiendo este cargo el 15 de Febrero de 1932. En vista de su elección se le hizo imposible permanecer en Rocha ya que el traslado en motocar a la capital duraba entre 6 y 8 horas. Muy a su pesar es que decidió trasladarse a Montevideo junto a su familia.

Seleccionó su sucesor personalmente en la figura del Dr. Juan Carlos Pertusso Pasqualetti a quien invitó a Rocha para asegurar el cuidado y atención continua de sus pacientes vendiéndole por una suma nominal el Sanatorio que había fundado, que más tarde pasó a llamarse “Sanatorio Rochense”.

Transcurrían tiempos políticos difíciles y la actividad parlamentaria del Dr. Lladó en Montevideo se vio interrumpida el 31 de marzo de 1933 tras la disolución de las Cámaras Legislativas decretada por el entonces Presidente Gabriel Terra. El Dr. Lladó pasó a ocupar la dirección del Hospital Pereira Rossell, en sustitución del Dr. Eduardo Blanco Acevedo, integrante del Partido Colorado designado como flamante Ministro de Salud Pública del Gobierno de Terra, y a quien le unía una relación de amistad personal. Recordemos que el Dr. Blanco Acevedo fue un ilustre cirujano uruguayo, con extensa trayectoria política y profesional, que se desempeñó como Profesor de Cirugía de la Facultad de Medicina de Montevideo a su regreso de Francia donde recibiera entrenamiento y formación incluyendo activa participación como cirujano en la Primera Guerra Mundial. Sabemos que el Dr. Lladó mantuvo también una estrecha amistad personal con el ex-presidente Baltasar Brum quien terminara trágicamente su vida a raíz de los sucesos de marzo de 1933, amistad que pone de manifiesto la vocación de Lladó por trascender las encendidas pujas partidarias predominantes en la época.

El Dr. Lladó continuó ejerciendo la medicina en Montevideo durante ese período, contando con un consultorio en la Avenida Constituyente No. 1711. Desilusionado con la realidad política imperante y con su salud debilitada decidió regresar a Rocha en 1934.

 

Portada de La Palabra, 4 de Octubre de 1935

Portada de La Palabra, 4 de Octubre de 1935

6. El retorno a Rocha y su deceso

 

Múltiples relatos de la época describen a los rochenses que se acercaron a la ruta de acceso a la capital departamental para dar la bienvenida al Dr. Lladó en el regreso a su querida ciudad.

Junto a su familia pasó a residir en la calle Gral. Artigas No. 89 entre 25 de Agosto y Rincón. Continuó cumpliendo su abnegada labor de médico y cirujano, ofreciéndose por entero al cuidado de sus pacientes.

Es así que el 3 de octubre de 1935, tras realizar su última operación en el Hospital de Rocha sufrió un infarto cardíaco siendo trasladado a su domicilio de la calle Gral. Artigas. Tras una leve mejoría, falleció rodeado por su familia en la madrugada del 4 de octubre de 1935 a la edad de 54 años.

Profunda consternación causó en la ciudad de Rocha el prematuro fallecimiento del Dr. Lladó y así lo atestiguaba el periódico local “La Palabra” ese mismo día: “¡MURIÓ LLADÓ!” para luego expresar “En las últimas horas de la tarde de ayer fuimos enterados de que el Dr. Antonio Lladó había sufrido un ataque al corazón en momentos de hallarse realizando una operación quirúrgica en el hospital de caridad. Atendido de inmediato por casi todos sus colegas, el paciente fue conducido a su domicilio, donde empezó a reaccionar lentamente. Pero esta madrugada volvió a sentirse mal produciéndose su deceso a la hora 6 y 30. Desaparece así, en forma inesperada el decano de los facultativos de Rocha. Más de veinticinco años hacía que Lladó se había radicado en este departamento, ejerciendo su noble profesión, de la que hizo un verdadero apostolado. Así ha trabajado, en forma tesonera y abnegada, con desinterés siempre, llevando alivio a quienes sufrían, como médico y como amigo, conquistando el afecto de todo un pueblo agradecido, que tuvo en el doctor Lladó a uno de sus más eficaces colaboradores. Hemos conocido pocos hombres tan buenos y tan cordiales como este amigo que acaba de caer en forma inesperada. Nunca vimos a Lladó exaltado por nada, su temperamento era sereno, como era noble y generoso su corazón. No tenía enemigos, ni siquiera en política, donde actuó sin pasiones inferiorizantes y tan solo llevado por su espíritu cordial, abierto y justo, en el deseo de hacer el bien. Electo Senador por Rocha, renunció su banca sin ocupar el cargo. Más tarde fue concejal y Diputado Nacional. En ambos puestos públicos conquistó siempre el afecto y el respeto hasta de sus propios adversarios políticos. Para hablar de la personalidad del doctor Antonio Lladó como médico, como filántropo, como vecino, como amigo y como ciudadano íntegro, no es posible hacerlo en el ligero comentario a que nos obliga la confección del diario. Bástenos decir por hoy, que la sociedad de Rocha se halla consternada por tan inmensa desgracia, produciéndose un constante desfile de todo el pueblo por la capilla ardiente, que se ha levantado en el domicilio del querido extinto.

También el semanario local “El Tábano” titulaba en su edición del 12 de octubre de 1935: “Rocha rindió un grandioso homenaje al consagrado médico y noble filántropo Dr. Antonio Lladó”

Evidencia adicional del profundo pesar de los rochenses fue la sesión extraordinaria de la Junta Departamental convocada por el intendente colorado Andrés Virginio, decretando el luto departamental e invitando al pueblo rochense a expresar sus condolencias en uno de los funerales más multitudinarios que se conocieron en la Rocha de su época. Los restos mortales del Dr. Antonio Lladó fueron trasladados al Panteón Municipal y sepultados luego en el cementerio de nuestra ciudad donde descansan hoy. El Centro Comercial e Industrial de la ciudad de Rocha convocó a sus asociados a cerrar sus puertas para volcarse a las manifestaciones públicas de dolor. Se decretó también otorgar el nombre “Dr. Antonio Lladó” a una calle o plaza pública, recayendo luego la designación sobre la antigua Plaza de Los Pinos que actualmente lleva su nombre.

Es dable destacar que tras su fallecimiento, la valiosa biblioteca del Dr. Lladó fue adquirida por el Dr. Abel Chifflet, maestro de la Cirugía en nuestro país.

 

7. A modo de final

 

Este artículo es un testimonio de agradecimiento al legado de profesionalismo y abnegación que el Dr. Antonio Lladó brindara a la Medicina departamental. Recurrimos una vez más al testimonio del Dr. Bonifacio Urioste cuando a él se refería en 1969 durante el Congreso Uruguayo de Cirugía: “He evocado estos nombres por sentido homenaje a héroes médicos casi anónimos, alejados del medio académico, que realizando su función médica con dignidad, modestia y jerarquía, fueron ejemplo e iniciación de vocación para imitarlos. Los recuerdo, como homenaje a los colegas del interior, que dentro de medios reducidos han formado centros quirúrgicos de importancia y que al igual que aquellos, realizan su silenciosa obra con modestia, como médicos integrales, dándose íntimamente al enfermo y al medio social”.

Para finalizar, y como reflejo adicional de la dimensión que alcanzara la personalidad del Dr. Antonio Lladó en la sociedad departamental, transcribimos parte del sentido discurso de despedida pronunciado por el Dr. Miguel Ángel Brunet Bengoechea, también médico rochense, en oportunidad de su partida para ocupar la banca de Diputado en 1931: “El Dr. Lladó no se va de Rocha; es Rocha señores que se va con él; es Rocha que le entrega sus destinos, su riqueza regional, sus serranías, el azul de su cielo para que siga amándolo y queriéndolo como cosa propia. Su cultura, su sociabilidad, sus progresos múltiples, tienen todos el sello inconfundible de su talento y de su fe.

 

 

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