Julio Dornel

SUMARIO: 1. Una línea, dos penas – 2. Una avenida poblada de recuerdos – 3. Atilio Francois, “El león de Carmelo” – 4. Bernardo Ventura, el boticario – 5. Mauro Silva, un milagro comercial – 6. El maestro Francisco “Pancho” Leiza – 7. Doña Meca, la salud en buenas manos – 8. Luis Alberto Lasso, “El Patriota” – 9. María Laura Fossati, la primera mujer en el gobierno local – 10. Mario de San Vicente o cuando el fútbol vino en diligencia – 11. Pilar Armendáriz, cuatro hijos para el fútbol fronterizo – 12. Eladio Aristimuño – 13. Epílogo.

 

1. Una línea, dos penas

 

Cuando se fijaron los límites entre ambos países, nadie se hubiera imaginado que casi dos siglos más tarde esta línea divisoria  se podía convertir en un sitio deseado por quienes  pretendieran radicarse en este enclave fronterizo.

En la actualidad y superando cifras millonarias, más de una veintena de “free-shops” y otros tantos comercios tradicionales ofrecen al turista una variada gama de artículos importados y nacionales que han generado una nueva corriente de compradores. De alguna manera se perdió en el cosmopolitismo de los visitantes y de las oleadas de nuevos habitantes una vieja identidad pueblerina.

Los números, que en definitiva son los que mandan, han generado una nueva mentalidad, todo ello venido de la mano del intenso tráfico comercial fronterizo. Son pocos los que hablan de una cara que lentamente se invisibiliza si no corremos a tiempo a su rescate. Es la parte humana, histórica y edilicia de la frontera que fue creciendo “sobre la línea divisoria de dos países con la misma pena”, como lo dijera el poeta Rondán Martínez.

Esta avenida internacional (Uruguai – Brasil) que luce orgullosa sus luces de neón, sus marquesinas de alto costo así como los bustos de Artigas, el Barón de Río Branco y el Olivo de la Paz, fue escenario de muchos festivales populares donde podemos destacar las caravanas deportivas festejando triunfos memorables de la selección brasileña o el “maracanazo” uruguayo del 50.

Como olvidar el “Festival del Sol Naciente” con la participación de lo más granado del canto uruguayo en el auge de su gloria. Una avenida internacional que vertebró una comunidad y vio pasar muchas generaciones por la adolescencia y la juventud en sus calles y veredas, que sin darse cuenta que llegaban a peinar canas sin saber que habían vendido muy barato sus mejores años.

“En la línea divisoria sobreviven con el curso elemental que da la vida...”

“En la línea divisoria sobreviven con el curso elemental que da la vida…”

Avenida internacional que supo tener  una Terminal Turística inau–gurada por el Ministro Justino Carrere Sapriza en cumplimiento a un proyecto demencial de los gobernantes de turno. La misma estaba construida en el sitio que ocupan actualmente los bustos de Artigas y el Barón, disponiendo de todas las oficinas que tiene actualmente fuera de la planta urbana de la ciudad. También sobre esta línea divisoria estuvo durante varios días el ejército brasileño tras el golpe de estado del 31 de marzo de 1964 contra el presidente Joao Goulart (“Jango”), custodiando el ingreso de algún revolucionario procedente de nuestro país. Sus reformas socialistas fueron consideradas contrarias a los intereses de los militares y de la derecha brasileña.

Fue en esa oportunidad que vimos por primera vez una “línea divisoria” que realmente nos separaba y sentimos las consecuencias de una represiva dictadura. Fue el escenario de viejos litigios pretendiendo satisfacer ambiciones y resentimientos a costa de los vecinos. Esta línea divisoria fue también durante la dictadura uruguaya, el pasaporte hacia la libertad para que muchos uruguayos pudieran dormir y trabajar  a pocos metros de la represión.

 

2. Una avenida poblada de recuerdos

 

Más allá de todo está el territorio humano y sus acciones. Recuerdos. Pequeñas cosas y escenas cotidianas como imaginarnos la llegada de Mario de San Vicente trayendo en diligencia la primera pelota de fútbol allá por 1919; don Silvio Fossati ingeniándose para poner en marcha su fábrica de tabacos; “Querubín” Maside presidiendo el Club Social Luz y Vida con sus reinados de primavera; don Octavio Pereyra supervisando atentamente el orden del bar “Opel” donde se arreglaban los problemas del mundo y se discutían los resultados del fútbol local.

La Internacional trae más recuerdos. El cine del vasco Lasa,  el bar de “Walters”, la Casa Fernández, Tienda  Caticha, el peluquero Sadí, don Leopoldo Vogler, la Escuela No. 28, la herrería de Perucho, el centro cultural del “Indio” Castillos y la panadería de Mauro que todavía subsiste. Todos ellos sobre la avenida.

Es también en la actualidad el escenario de un fenómeno social que amenaza quedarse. Para comprobarlo basta que la brisa del Atlántico nos traiga desde el cantero central el olor de alguna sustancia que lentamente se viene integrando a los hábitos de nuestra sociedad. Debemos respetar la libertad de cada uno para decidir sobre su consumo y la tolerancia correspondiente para tratar al enfermo, pero es evidente que hay una sociedad permisiva que todavía no ha tomado conciencia sobre su verdadero alcance.

Todo esto conduce a señalar que la Avenida Internacional se ha convertido en punto de encuentro para los vecinos que durante más de 100 años cruzaron en distintas direcciones sin saber a ciencia cierta en qué país se encontraban.

Sitio obligado para el encuentro casual con algunos compañeros de la infancia o de la juventud para evocar circunstancias guardadas celosamente en el “disco duro” y evocar con alegría los tiempos vividos en el otro Chuy. Pasaron los años pero la imagen de aquella avenida de tierra y arena que serpenteaba entre los dos países se mantiene intacta en la memoria de algunos pobladores. En las últimas décadas podemos señalar grandes modificaciones en los hábitos fronterizos y donde  también han desparecido los espacios verdes que en el siglo pasado sirvieron para gastar energías en algún “picado” del fútbol amateur.

No podemos dudar que la Avenida Internacional sigue siendo el  punto de concentración y cita obligada de la actividad comercial de una  comunidad que sigue “respirando” sobre la línea divisoria de ambos países.

Por ese motivo y queriendo conmemorar los días años de la Revista Histórica Rochense, de la que somos fundadores, hemos reunido simbólicamente en el cantero central de la avenida a diez hacedores identificados con el desarrollo zonal; protagonistas de su tiempo. Ellos son: Mauro Silva, Bernardo Ventura, Eladio Aristimuño, Francisco Leiza, Pilar Armendaris, Lucio Ferreira, María Laura Fossati, Mario de San Vicente, Luis Alberto Lasso y Atilio François.

Estos serán los diez HACEDORES  que siguen sus siluetas intemporales transitando por la Internacional, alimentando utopías y realidades que sirven en esta oportunidad para festejar el decimo aniversario de la Revista Histórica Rochense.

 

3. Atilio François, “El león de Carmelo”

ATILIO FRANCOIS (3)

El 27 de setiembre de 1997, cuando contaba con 75 años de edad levantó su último embalaje para ganarle a la muerte por varios cuerpos y demostrarle que su espíritu deportivo continuaba más vigente que nunca. No podía perder, llevaba sobre sus espaldas varias vueltas ciclistas del Uruguay, Sudamericanos, Panamericanos y finalmente la consagración en Francia como Vice-Campeón Mundial de Persecución Individual.

Nadie puede negar que el ciclismo ha representado siempre al deporte del sacrificio, de la voluntad y del amor propio que se necesita para superar las dificultades. Por ese motivo queremos evocar hoy a uno de los nombres más representativos del ciclismo uruguayo: Atilio François, “El León de Carmelo”.

Pocos deportistas sufren la soledad del ciclista, la angustia ante el abandono que por distintas razones se pueden dar en una competencia. Es fácil recordar el desempeño de aquellos “héroes del camino” que anualmente se largaban a la ruta con la intención de escribir sus nombres en la Vuelta Ciclista. En aquellas tardes iniciales de Radio Chuy (1971) fuimos conociendo al deportista y al hombre que había tenido que competir con una bicicleta “que pesaba tanto como nosotros, con platos inmensos y asientos tan cómodos como una butaca”. Eran los tiempos del ciclismo heroico donde se consagraban solamente los buenos, con etapas que se largaban de madrugada para pedalear durante más de 6 horas vadeando arroyos y abriendo porteras por caminos intransitables, pero manteniendo siempre la intención afiebrada de querer llegar entre los primeros. Entre tantos héroes que se quedaron en el mejor recuerdo del país, evocamos hoy al “León de Carmelo” que lució con orgullo la medalla de su modestia por los caminos también muchas veces intransitables de la vida.

A partir de 1971 los principales acontecimientos registrados en la frontera y en el mundo encontraron un nuevo medio para hacerlos llegar a los hogares fronterizos.  El 17 de octubre de ese año se había inaugurado CW 148 Radio Chuy, mediante el esfuerzo y el sacrificio de Atilio François, Ariel Piño y Ulises Lovesio que no siendo de Chuy ninguno de ellos nos dieron la oportunidad de contar con la primera emisora radial que tuvo nuestra ciudad. Durante cuarto siglo don Atilio acompañó la evolución de esta frontera, palpitando junto a sus problemas y recogiendo sus inquietudes para que las aspiraciones populares se transformaran en realidades.

Como deportista marcó una época en el ciclismo uruguayo donde cumplió un ciclo inigualado dentro y fuera de fronteras. Dominador de todas las rutas de América conquistó importantes triunfos en Chile, Argentina y Europa al margen de las Mil Millas Orientales y varias Vueltas del Uruguay.

Para cerrar este modesto tributo queremos ofrecer algunos pasajes de un reportaje realizado en aquella oportunidad donde podemos aquilatar que el hombre fue más grande que el deportista: “queremos señalar que solamente a base de lucha, sacrificios, sufrimientos y mucha voluntad se puede llegar finalmente a un puesto de relevancia. Es necesario renunciar a muchas cosas para llegar en forma a una competencia deportiva. Por suerte perdí muchas competencias en mis comienzos, lo que me enseñó que aprendiendo a perder me permitía ir aprendiendo a ganar. Estas son algunas de las grandes cosas que me dejó el deporte y me gustaría que los jóvenes lo tuvieran en cuenta. Quienes practiquen cualquier actividad sin quererla, sin sufrirla  y sin amarla, difícilmente podrán llegar muy lejos. Los rivales los vamos encontrando en todas las etapas de la vida pero la felicidad consiste precisamente en saber vencerlas. Para triunfar en el deporte hay que querer mucho lo que se hace, hay que sentirlo, hay que vibrarlo, hay que estar dispuesto al sacrificio.

 

 

4. Bernardo Ventura, el boticario

BERNARDO VENTURA (1)

El protagonista de esta historia, que comienza en el 30 y pico del siglo pasado, fue sin ninguna duda uno de los vecinos más queridos y respetados del norte rochense

Hace algunos años, en una crónica evocativa señalábamos que si bien las ventosas y las cataplasmas pertenecían al pasado, como “herramientas” de los primeros médicos que llegaron a la frontera con la intención de curar enfermedades, fueron en su momento la indicación salvadora del “boticario” Bernardo Ventura.

La historia comienza en 1937 en la zona de San Miguel, con una creciente invernal que había derretido los terrones del rancho aduanero de “Pancho” Rodríguez, mientras los depósitos de Bender parecían una isla en la inmensidad del arroyo desbordado por la creciente. Ese fue el panorama que encontró el nuevo “boticario” que llegaba a 18 de Julio para hacerse cargo de la farmacia de Ernesto Pradere, con la experiencia elemental que había adquirido como “lavador de frascos” en la farmacia Failache de la ciudad de Castillos.

El desarrollo regional estaba centralizado en 18 de Julio, que por caminos enlodados en invierno o polvorientos en verano, representaban las únicas vías de comunicación con algunos parajes que como San Luis, Barrancas, Los Ajos, Punta del Carretero, Cebollatí, La Coronilla y el propio Chuy recurrían a las oficinas públicas allí instaladas.

Sin carrera definida, ni el examen idóneo requerido, el joven Bernardo Ventura, con el apoyo invalorable del Dr. Héctor Lucián Canzani se fue ganando la confianza de la población, que además de “boticario” le otorgó de inmediato el titulo de enfermero, partero y hasta de doctor.

Con mobiliario prestado por Don Segundo Ferreira armó su vivienda de recién casado y en la pieza del frente un mostrador con mampara protegía el primus a queroseno donde se fabricaban los jarabes. Es posible que la medicina de aquellos años no fuera tan científica como lo es en la actualidad. Sin embargo el “boticario” se fue ganando su lugar entre los vecinos de la incipiente aldea.

Años más tarde se radica en la frontera, dando comienzo a una nueva etapa de su vida, ganándose también el respeto, el afecto y la consideración de los vecinos.

Estuvo siempre consustanciado con el Partido Nacional, al que dedicó sus mayores esfuerzos, poniendo a su servicio una generosa solidaridad partidaria, que llegó a comprometer su patrimonio personal.

Sufrió en carne propia los avatares de la política, dándose entero sin pedir nada en beneficio propio o de familiares.

Es posible que durante los últimos años en su retiro obligado de La Barra, haya sufrido al margen de sus dolencias, los dolores que provocan las injusticias de la vida. Sin embargo soportó en silencio el marginamiento de amigos y correligionarios que tanto le debían.

Fue una soledad prolongada y dolorosa que no hubiera imaginado cuando llegó a 18 de Julio en aquel invierno del 37.

 

 

5. Mauro Silva, un milagro comercial

MAURO SILVA (4)

Desde el 3 de enero de 1939 la Panadería “El Progreso”, se ha mantenido con sus puertas abiertas, atendiendo a varias generaciones, en lo que podemos catalogar como un verdadero milagro comercial.

Fue en aquella oportunidad que don Mauro Silva y su hermana Tulia Joaní dieron comienzo a esta aventura comercial con una elevada cuota de constancia y dedicación, en el centro de una aldea que comenzaba a surgir sobre la línea divisoria.

El impulso otorgado por Mauro y sus colaboradores facilitó el crecimiento de la firma, ganándose desde el primer momento las preferencias de la población, determinando que sus productos llegaran diariamente hasta las localidades de San Miguel, La Barra, Santa Vitoria y La Coronilla.

Desde hace algunos años le ha correspondido a Jorge, su hijo, mantener viva la identidad comercial de “El Progreso”, situación poco común en esta frontera de los vaivenes. En diálogo para la Revista Histórica Rochense, Jorge fue recordando a varios funcionarios que desde distintos lugares fueron apuntalando el éxito de la panadería; “Lalo” Rocha, Silvio Clavero, Alcides Cardoso, Balta da Costa, Homero Gamón, Hermógenes Martínez, Castelar Núñez, Modesto Serrón, Ruderico Laborda, Luis Seleyarán, Ciro Pérez, Ramón Silva y muchos otros.

Recordaba además que algunos hijos, nietos y bisnietos de los primeros clientes mantienen todavía su vinculación comercial con la panadería. No dudamos que esta empresa familiar se ha mantenido inalterable durante 78 años, al punto de convertirse en el establecimiento comercial más antiguo de la frontera.

Cabe señalar que Mauro Silva nació en la ciudad de Castillos el 24 de agosto de 1911, radicándose en esta frontera a los 17 años participando desde ese momento en todas las actividades sociales, culturales y deportivas que se realizaban en aquellos años.

En 1933 junto a otros deportistas fundó el Club A. Peñarol, integrando además las primeras formaciones con el “Yaco” Decuadra, Horacio Laborda, Mario de San Vicente y Elver Decuadra entre otros. En 1941 integró el movimiento que dio a luz el Club Social, integrando sus primeras comisiones con Silvio Fossati, Leopoldo Fernández, Eduviges Plá, Ambrosio Arrarte, Bernardo Ventura y otros vecinos de la incipiente aldea. En mayo de 1944 marcó su presencia en la fundación del Rotary Club local, trabajando permanentemente por las obras sociales que reclamaba la población y que pasaban por la enseñanza, la salud y las obras municipales que lo llevaron a presidir la Junta Local en varias oportunidades, llegando además a alternar en la diputación por el Partido Colorado.

Cabe señalar la amistad inquebrantable que cultivó con el brasileño Irineu Alves Nunes, compartiendo tareas comunes de integración. Las mismas se facilitaban al ocupar ambos cargos comunales en sus respectivos municipios. De esta manera se intercambiaban herramientas, hombres e ideas que fueron concretando proyectos de relevancia, entre los que podemos señalar el trazado de la plaza Gral. Artigas, quitando su alambrado para dar paso a una nueva ornamentación con plantas aportadas por Irineu.

Resulta difícil enumerar las actividades desarrolladas por este vecino que llegó a cumplir tareas parlamentarias por mandato de la ciudadanía. Fue caudillo de su colectividad política a la que estuvo ligado desde su juventud por una pasión tradicional que nació en la ciudad de los palmares y trasladó posteriormente a esta frontera.

Por iniciativa de Rotary Club  Chuy Frontera, la Intendencia Departamental de Rocha aprobó la actualización de algunos nombres que conforman la nomenclatura local y en mérito a lo cual en merecido homenaje una de sus calles lleva su nombre.

 

 

6. El maestro Francisco “Pancho” Leiza

PANCHO LEIZA (5)

Hace algunos años, desde las páginas de “Informe Uruguay”, recordábamos la trayectoria del maestro Francisco Leiza a partir del año 1946 en la escuela Nº 28 de nuestra ciudad de Chuy.

Comenzábamos la nota señalando que la frontera le debía todavía el homenaje que suele tributarse a determinadas personalidades que por su aporte a la enseñanza y a la cultura, honra a quien lo confiere y perpetúa el nombre de quien lo recibe.

Sin embargo las distintas generaciones que han pasado por los salones de la Escuela No. 28 a partir de 1946 han olvidado la acción educadora del maestro “Pancho” Leiza, que desde el primer momento supo ofrecer la orientación correcta y el consejo sano, que le hizo ganar el respeto y la consideración de alumnos, padres y maestros. Serio, inteligente y apasionado por sus ideales, supo desarrollar una intensa actividad valeriana, basada en los principios democráticos que practicaba.

Más allá de lo que pueda significar esta evocación queremos señalar el honor que significó para nosotros mantener un trato casi familiar, cuando los años nos alejaron de los bancos escolares. Lo visitamos por última vez en su hogar montevideano allá por 1989, con el periodista Carlos Castillos, cuando ya la enfermedad comenzaba a doblegar su estatura. En sus palabras pudimos adivinar el apego entrañable por las cosas y la gente de esta frontera, con un dejo de nostalgia para el Chuy que había desaparecido ante los avances del progreso.

Recordó con cariño los temas de la frontera que tanto preocupaban a la población por aquellos años, dejando un mensaje final para su gente, con la cual según él tanto había aprendido. “Había en aquellos años una característica muy especial de la gente de la frontera. Nosotros enseñábamos, pero también aprendimos mucho con su gente.

Tenemos muchas anécdotas con la gente que nos enseñaba cosas. Un día un vecino me para en la calle y me dice, maestro usted no anda por los barrios, y era cierto no andábamos. En otra oportunidad un alumno nos dice que éramos muy puristas con el idioma, nosotros vendemos maníes y naranjas, tratando con uruguayos, brasileños y árabes y tenemos necesariamente que utilizar estas palabras un tanto deformadas. Comprendimos en esa oportunidad que una cosa era cuidar el idioma en la escuela y otra muy distinta era la realidad que debían enfrentar diariamente los alumnos.
Desde el punto de vista sentimental nos aferramos al Chuy nostálgico que vamos embelleciendo con los recuerdos. Por lo tanto este Chuy con su carácter comercial y hasta diríamos con su plaza financiera, lo veo distinto y estimamos mucho más aquellos valores con los alumnos, con los vecinos y con los compañeros de trabajo de los que guardo recuerdos inolvidables
”.

“Pancho” Leiza había nacido en Rocha el 8 de junio de 1918 y murió en Montevideo el 18 de febrero de 1990.

 

 

7. “Doña Meca”, la salud en buenas manos

Doña Meca

El 16 de mayo próximo pasado cumplió 97 años, manteniendo intacta su memoria, para relatarnos el medio siglo transcurrido a partir de 1946 cuando inició su profesión de enfermera en la ciudad de Castillos.

Dos años más tarde ya estaba en esta frontera, desarrollando con las dificultades naturales de la época, una profesión cargada de sacrificio y solidaridad. América Rocha, (“Doña Meca”), el Dr. Eladio Aristimuño y Bernardo Ventura fueron durante muchos años los “responsables honorarios” de la salud, atendiendo sin horarios ni distancias los pacientes de la aldea.

Señala “Doña Meca” que “los tiempos han cambiado mucho, el amor se ha enfriado demasiado y nos falta tiempo para pensar en los demás. Vivimos estresados y llenos de problemas, antes el pueblo era más lindo, era una gran familia. Vine a Chuy en 1948 y le puedo asegurar que todos nos conocíamos como si fuéramos de la familia. Una población humilde y tranquila que apoyó nuestro trabajo desde el primer momento.
Es justo señalar que pasamos muchas dificultades puesto que solamente teníamos un primus para desinfectar las jeringas que eran de vidrio. Durante los primeros años la policlínica estaba en Laguna de los Patos y el único médico radicado era el Dr. Aristimuño un excelente profesional. Más tarde vino la enfermera Mireya Alsina para complementar nuestra tarea, en una época muy difícil a causa de la viruela, teniendo que instalar un cordón sanitario para vacunar a toda persona que entrara o saliera del país. También debíamos utilizar la penicilina cristalina con una duración de tres horas, determinando que en muchas oportunidades debiéramos trabajar día y noche, lo que siempre hicimos con amor para superar las dificultades. Quiero destacar además la presencia del farmacéutico Bernardo Ventura que trabajaba como un ´médico´, siendo una persona muy hospitalaria asistiendo con remedios a las personas más necesitadas. No dudamos que Bernardo fue una persona muy servicial para la población de Chuy. Los tres sentíamos un placer en servir a la gente, porque además cada uno amaba su profesión. Había más amor, el Chuy era una familia grande donde todos nos conocíamos, aportando cada uno su entrega, sacrificio y solidaridad. En épocas de vacunaciones hacíamos un cordón sanitario trabajando en el resguardo aduanero y en la agencia de ONDA que funcionaba en un local de ‘Pepito’ González
”.

Que mejor homenaje a esta enfermera vocacional que traer a estas páginas parte de su testimonio de vida.

 

8. Luis Alberto Lasso, “El Patriota”

LUIS LASO (6)

Fue sin ninguna duda uno de los forjadores del turismo fronterizo, con una visión muy amplia en materia de emprendimientos comerciales vinculados con el turismo. De origen humilde Luis Alberto Lasso, “El Patriota” para sus amigos, comenzó a trabajar de cocinero en el Hotel Chuy donde fue aquilatando la importancia del turismo y valorando las bellezas naturales del norte rochense.

Durante algunos reportajes realizados en la década del 70, tuvimos la oportunidad de comprobar su preocupación por los grandes temas que inquietaban a la sociedad fronteriza. En oportunidad de una entrevista realizada por aquellos años, señalaba que estaban equivocados quienes destacan el turismo de compras como el principal atractivo que ofrece esta frontera. “En realidad hay mucho más que eso. Hay playas, hay pesca, hay hoteles de nivel internacional, hay un parador que debe ser uno de los más lindos del país, hay a pocos kilómetros una Fortaleza que es orgullo del Uruguay, por las variadas especies de plantas que conforman una flora extraordinaria. Yo nací y me crié en esta ciudad, soy de origen muy humilde, pero siempre creí en esta zona del país. No dudamos que el turismo se convertirá en la ´industria´ más importante del este uruguayo, haciéndonos pensar que la actividad pública y privada deberá duplicar sus esfuerzos para mejorar la atención que ofrecemos a nuestros visitantes. Esta frontera deberá planificar en forma permanente la actividad turística, sin pensar que la misma está limitada solamente a la temporada veraniega”.

En la década del 70 del siglo pasado se podían observar en la zona céntrica de la ciudad varios establecimientos comerciales vinculados al turismo entre los que podemos destacar el Hotel Chuy, La Serranita, Carnicería y Parrillada Pampas donde trabajaban más de 100 funcionarios en forma permanente. “Entre los atractivos que ofrecemos al turista podemos señalar la construcción de piedra (Parador San Miguel) donde se puede disfrutar de las comodidades propias de un hotel de primera categoría. A los amantes del campo les ofrecemos la posibilidad de realizar cabalgatas, canchas de bochas  y abundante pesca a 500 metros de distancia en el arroyo San Miguel. A 15 kilómetros se encuentra la Laguna Merin y paseos espectaculares  por caminos que atraviesan bañados, donde abundan las garzas rosadas, patos y cigüeñas” señalaba entusiasmado “El Patriota” con una clara visión de un futuro que aún sigue esperando.

 

 

9. María Laura Fossati, la primera mujer en  el gobierno local

Maria Laura Fossati

El trabajo de investigación histórica realizado por el equipo que redactó el historial de Chuy, nos permite ofrecer hoy la verdadera historia de la Biblioteca Municipal de esta ciudad.

El maestro Félix Flügel, integrante del grupo y responsable del informe, señalaba en su publicación que la misma fue fundada por iniciativa de la entonces Presidente de la Junta Local María Laura Fossati de Vogler.

Cabe señalar que la iniciativa contó con el apoyo de Constancio C. Vigil, escritor rochense radicado en Buenos Aires y fundador de la más grande editorial de sudamérica.

En orden cronológico Flügel señalaba que el 26 de agosto de 1947, la Junta local solicitaba a la Intendencia la habilitación de una biblioteca, la que fue autorizada el 17 de setiembre del mismo año por el Intendente Blanco Pereyra Núñez. Durante tres años los libros estuvieron depositados en el Liceo local, por falta de espacio, hasta que volvieron a la Junta que funcionaba en la calle Guaraníes. El 24 de setiembre de 1984 se inauguró el edificio propio de la Junta Local, aprobándose años más tarde una iniciativa del edil Enrique Canto Vigliola, para que la biblioteca llevara el nombre de su fundadora, “María Laura Fossati de Vogler”. El 10 de noviembre de 1987 el Intendente Municipal Adauto Puñales firmó la resolución 919/10/87, dando cumplimiento al pedido de la Junta Departamental y el 29 de setiembre de 1988 se cumplió el acto oficial por el cual se concretó la nominación y se descubrió la placa que luce a la entrada de la biblioteca.

María Laura Fossati había nacido el 4 de mayo de 1900 en el caserío de Chuy, ingresando a la Escuela Nº 28 en 1905, siendo una de las alumnas fundadoras. En su juventud contrajo matrimonio con Leopoldo Vogler, integrando durante muchos años la Comisión Fomento de la escuela.

En octubre de 1948 se concretó la creación de un movimiento popular para dotar a Chuy de una biblioteca pública. De esta manera presidió la comisión que estaba integrada además por los vecinos Gastón Arimón, Elver Decuadra, Homero Barrios Sosa, Julio Fernández y Fernando Sequeiro.

Cabe señalar finalmente que entre 1947 y 1951 ocupó la presidencia de la Junta Local en representación del Partido Nacional, en cuyas filas militaba dentro del “Herrerismo”. Fue la primera mujer que llegó a las esferas gubernativas de la localidad y del departamento.

Falleció el 30 de octubre de 1977.

 

 

10. Mario de San Vicente o cuando el fútbol  vino en diligencia

Mario San Vicente.

En el invierno de 1919 la diligencia que hacía la línea San Carlos- Chuy se detuvo  en las proximidades de un vetusto rancho que servía de oficina al telégrafo local. Era una atención especial del mayoral Fausto Plada para el novel funcionario, que cumpliría una suplencia de 30 días en la oficina fronteriza.

De esta manera Mario de San Vicente pudo contabilizar las 32 cumbreras de otros tantos ranchos que integraban el entorno “edilicio” de su nuevo destino de empleado público, para conectarnos con el mundo mediante un alambre.

Pese a las intensas lluvias que habían transformado en lodo las calles de tierra, los pocos vecinos se sumaron curiosos a las puertas de los ranchos para observar la llegada del forastero, sin imaginar que su presencia estaba marcando el nacimiento del fútbol en esta región.

Entre los “pertrechos” que amortiguarían la nostalgia, San Vicente traía en la valija una pelota de fútbol con tiento y “piripicho”, destinada a matizar las tardes fronterizas, lejos del entorno familiar.

Trajo el fútbol, lo enseñó y lo practicó como pocos, dividiendo la aldea entre los de “arriba” contra los de “abajo”, teniendo como referencia la casa de Iglesias.

Antes de que se fundara su Peñarol en 1933, San Vicente se había casado con Norfilia Balao, por cuyo motivo estiró la licencia de 30 días por el término de 22 años, integrándose a la vida activa del incipiente núcleo poblado siendo protagonista de todos los acontecimientos que se registraban en la zona, alargando noches en la comisaría o en los ranchos de Ventura, de Fossati, en la posada de Juan Silva o simplemente en los galpones donde se tejían leyendas que  todavía perduran.

Allí estaba San Vicente para contarle a los lugareños las cosas que sucedían en Montevideo y escuchar atento las leyendas del pago. Fue en esas reuniones que don Mario se fue enterando de lobizones de los viernes, de las taperas asombradas, acerca de ruidos de cadenas que se arrastraban por los galpones y sobre las luces malas; elementos todos que integraban con visos de realidad  los relatos “casi” verídicos junto a los fogones.

Ese era el escenario donde Mario de San Vicente desarrollaba sus tareas de funcionario público, mientras por las tardes jugaba al fútbol con los hermanos Mello, los Decuadra, los Vidal, los Correa y una generación de jóvenes deportistas, hasta que el 21 de junio de 1933, mientras escuchaban un clásico del fútbol uruguayo dividieron preferencias y quedo pactado el primer enfrentamiento entre los carboneros y los bolsilludos del futbol fronterizo. Durante varios años defendió al Club A. Peñarol hasta que le llegó la jubilación regresando con su familia a Montevideo, tras haber cumplido la prolongada suplencia en el telégrafo local.

El 16 de junio de 1941 un grupo de deportistas encabezado por Feliciano Iglesias, Alem Fossati y Tito Fernández fundaron una institución con el nombre de SAN VICENTE F.C.  en homenaje  a este forastero que había marcado con su llegada, el nacimiento del fútbol fronterizo.

 

 

 11. Pilar Armendáriz, cuatro hijos para el fútbol  fronterizo

Pilar Armendariz

Los vecinos del rancherío no sabían lo que era el fútbol cuando nació Doña Pilar en la primera década del siglo pasado, ni ella se imaginaría años más tarde que el destino la uniría sentimentalmente a Vidal Decuadra, y que esa relación le regalaría a la frontera cuatro jugadores de fútbol: tres para Peñarol y uno para Nacional.

Allí estaba Doña Pilar dispuesta a romper con las costumbres patriarcales de una sociedad machista, atendiendo simultáneamente las tareas hogareñas y las demandas del fútbol con su ritual dominguero, alentando el cuadro de sus amores con el orgullo de madre y  un agregado temperamental que se hizo famoso por su apoyo incondicional al equipo  de sus hijos.

Fue el Peñarol de los Decuadra durante varios años, dejando un recuerdo inolvidable que jamás podrá borrarse de la memoria de quienes tuvieron la oportunidad de conocerla. Su modesta vivienda se había convertido en la sede natural de los carboneros. Manteles lagos para festejar los triunfos y paciencia ejemplar ante las derrotas con algún rezongo familiar para sus hijos  “Chirimino”, el “Yaco” o el “Petizo” Elver.

Doña Pilar estuvo presente en el primer clásico fronterizo, gritando por primera vez un gol en la historia de los carboneros, convertido por uno de sus hijos, el “Yaco”, en aquel lejano 21 de junio de 1933. Ninguna mujer estuvo tan vinculada al fútbol de esta frontera como doña Pilar, alentando a sus muchachos, con manos crispadas y algún grito subido de tono, que se transformaba en arenga durante el partido.

Así era doña Pilar Armendáriz, símbolo olvidado de los carboneros fronterizos, que supo disfrutar de los triunfos y sufrir con las derrotas de sus muchachos. Hincha  apasionada, impetuosa y casi agresiva cuando las circunstancias perjudicaban los intereses carboneros; pero respetuosa con los adversarios cuando terminaba el partido.

Eran los años románticos del futbol chacarero y la cita obligada en la cancha de “Quelo”, para reencontrase luego en las reuniones bailables del Club Social “Luz y Vida”.

 

 

12. Eladio Aristimuño

ELADIO ARISTIMUÑO (2)

 

En 1997 la Cámara de Diputados aprobaba un proyecto de ley, designando con el nombre del Dr. Eladio Aristimuño al liceo de nuestra ciudad. Dos años más tarde, el 13 de noviembre de 1999, con la presencia de autoridades de Educación Secundaria, familiares, alumnos y profesores, se cumplió el acto protocolar, haciendo justicia con una de las figuras más relevantes del siglo pasado, cuya personalidad multifacética se destacaba en todas las actividades sociales, culturales y deportivas de esta ciudad.

El Dr. Aristimuño  nació el 13 de noviembre de 1920 en el departamento de Río Negro, falleciendo el 25 de febrero de 1975 en Montevideo. En 1950 ganó por concurso el cargo de médico de policlínica en Chuy y La Coronilla.

Consustanciado con las carencias fundamentales de la zona, propuso junto a otros vecinos la formación de una comisión popular cuyo único fin consistía en la creación de un liceo para Chuy.

El anhelo se concretó a los pocos años, en 1954, y el Dr. Aristimuño se desempeñó en forma honoraria como profesor de geografía y director del mismo. Vinculado desde temprana edad al Partido Colorado, fue electo diputado suplente por el departamento de Rocha en 1963.

Tampoco debemos olvidar su pasaje por el Rotary Club, por la Liga Regional de Fútbol, por el Consejo del Niño, por las comisiones de fomento escolar, como así también por el Club San Vicente y otras instituciones del medio donde dejó el sello inconfundible de sus realizaciones. Su nombre figura entre los primeros médicos que se afincaron en esta frontera, abrazando desde temprana edad los ideales del Partido Colorado, ocupando por voluntad popular una banca en la Cámara de Diputados lo que le permitió acercarse al poder político y concretar aspiraciones largamente reclamadas por la sociedad fronteriza.

Se había recibido como médico cirujano en marzo de 1948, ocupando diversos cargos por concurso hasta que en noviembre de 1950  pasó a desempeñar la Jefatura del Servicio de Sanidad en el Batallón de Infantería Nº 12 con asiento en la capital departamental y ganó por concurso el cargo de médico de policlínica en muestra ciudad de Chuy.

Por estas razones, y otras que resulta difícil destacar en una nota periodística, entre los 10 HACEDORES que figuran en esta publicación de la Revista Histórica Rochense no podría faltar el nombre del Dr. Eladio Aristimuño.

 

 

13. Epílogo

 

Quisimos rescatar del olvido a algunas personas que moldearon la sociedad de la frontera.  No fueron los únicos ni tampoco los más importantes, no tratamos de ser justos ni injustos, sino simplemente perpetuar memorias como lo hemos hecho con otros personajes en artículos previos de la publicación que por razones obvias hoy no reiteramos. Pero sí, y sin perjuicio de lo antedicho, sin la presencia de estos diez sería muy difícil entender las raíces y el presente de la frontera.

Son simples pinceladas, bosquejos o semblanzas de vidas que dieron vida al Chuy. En el futuro sin duda seguirán surgiendo personas que seguirán escribiendo esta historia.

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