Víctor  Velázquez

SUMARIO: 1. Palabras liminares – 2. Los dueños de la tierra – 3. Tetralogía documental – 4. Los fundadores – 5. Los primeros avecindados. La mayoría vascos – 6. De las Tres Islas a Lascano – 7. Voces desde el ayer – 8. Ciento cuarenta y un latidos – 9. Algunos que trascendieron el pago – 10. Santiago – 11. Pueblerinas – 12. Punto de encuentro – 13. A modo de epílogo

 

1. Palabras liminares

Forma parte del departamento de Rocha, pero durante muchos años miró con mayor afecto hacia el vecino Treinta y Tres. Se dice -y no sin razón- que camino a sus 142 años ha sido una localidad muy “atreintaitresinada”.

Tiene su identidad propia y su historia -y su vida- poco tienen que ver con las de las otras cuatro ciudades rochenses: Castillos, Chuy, La Paloma y la propia capital departamental. Parece que fuera más del interior, más del campo, más de la soledad y el aislamiento.

Dista 259 kilómetros de Montevideo, 140 de Minas, 100 de Rocha, 84 de Aiguá e igual cantidad de Chuy, 70 de Treinta y Tres, 65 de Cebollatí, 55 de San Luis al Medio, 46 de Velázquez y 40 de José Pedro Varela. El decreto de su fundación data del 10 de febrero de 1876, siendo sus fundadores el pulpero vasco Francisco Matheo Lazcano (por deformación, luego Lascano) y el hacendado Francisco Antonio Fernández, natural del país.

Además de una muy importante mayoría de vascos, entre sus primeros pobladores hubo andaluces, gallegos, baleares, italianos, brasileños, argentinos y sirio-libaneses. Artesanos, pequeños industriales, comerciantes, maestros de escuela.

En sus primeros cinco años de existencia oficial perteneció al departamento de Maldonado y desde el 1 de agosto de 1881 se ubica en territorio rochense.

A poco andar llegaron las instituciones, del ámbito público y del privado: Comisaría; Correos, Oficina de Rentas y Telégrafo; Juzgado de Paz y Oficina del Registro de Estado Civil; Escuela de Niños; Comisión Auxiliar Económico-Administrativa; Club Social; Parroquia; Escuela de Niñas.

La fundación de la Sociedad Fomento, en 1908, permitió comenzar a desarrollar la ganadería y la agricultura. El primer periódico (1909) posibilitó acortar distancias y comunicar al poblado con el resto del territorio nacional. Pero sin desmerecer otros cultivos (como el girasol, que hasta su fiesta tuvo), sería el cultivo -y más luego la industrialización- del arroz los detonantes del progresivo desarrollo de la localidad.

Fue elevada a la categoría de villa en 1908, tuvo un sueño de ferrocarril que se frustró y pasó a ser ciudad en 1952.

Según el último Censo (2011) su actual población se sitúa en el entorno de los 7.600 habitantes, distribuidos en casi una treintena de barrios: Centro, Gamón, Soria, Porvenir, Progreso, Francisca Acosta de Cambre, Carreras, Hospital, CO.VI.LA., Sociedad Civil, Olaizola, Otamendi, El Molino, Ibáñez, Egger, Miraballes, Jesús Fernández (La Cuchilla), COOPAR, INVE, Plaza de Deportes, La Balastrera, Estación, Jardín, MEVIR I, MEVIR II, MEVIR III, MEVIR IV, MEVIR V Y MEVIR VI (estos dos últimos con planes de viviendas en ejecución).

Cuenta con todos los servicios públicos, y en cuanto a los del área privada está a la altura de las ciudades importantes del interior del país.

 

Francisco Lascano y Francisco Antonio Fernàndez

Francisco Lascano y Francisco Antonio Fernàndez

 

2. Los dueños de la tierra

 

 

Los primeros dueños de esta tierra fueron nuestros antepasados aborígenes. En etapa posterior -descubrimiento, conquista y colonización mediante- el dominador de estas vastas y desoladas latitudes pasó a ser Su Majestad el Rey de España.

El proceso dominial de los campos donde en el último cuarto del siglo XIX se fundaría el pueblo de Lascano se inició -legal y jurídicamente- cuando el teniente de milicias españolas José Llorens, destacado en San Fernando de Maldonado, denunció ante el comandante de la Fortaleza de Santa Teresa, el 6 de julio de 1781 y como realengo[1] , una gran fracción de campo fiscal. En 1790 hizo una denuncia ampliatoria, que como la anterior fue concedida por el Virrey del Río de la Plata Nicolás de Arredondo, quien ordenó su mensura y tasación. De esta manera, Llorens se convirtió en propietario de prácticamente todo el territorio que hoy conforman las seccionales tercera y sexta del departamento de Rocha.

Resulta interesante que nos detengamos en una descripción sobre la estancia de este teniente de milicias, poblada de ganado, hecha por Andrés Oyarvide o Andrés de Oyárvide y recogida por Carlos Calvo en su “Colección Histórica Completa de los Tratados, Convenciones, Capitulaciones, Armisticios, Cuestiones de Límites y otros actos diplomáticos y políticos de todos los Estados comprendidos entre el Golfo de Méjico y el Cabo de Hornos, desde el año 1493 hasta nuestros días” (Primer período, límites, tomo séptimo, página 273, París, 1865). Oyárvide visitó la estancia de Llorens, quien en 1785 tenía “diez mil cabezas de ganado sujeto a rodeo, manso y de color, y alrededor de doscientos caballos”.

Sigamos su relato: “Como el mismo dueño tiene establecida en este ramo su subsistencia, conoce las ventajas de su conservación y beneficio, por lo que entablado el procreo debidamente, le reditúa en la actualidad sobre 500 cueros de novillo todos los años, cuya matanza se hace aquí de mediados a fines del verano, y aunque el ramo de carnes queda arrojado, sacan toda la grasa y el sebo de que juntamente hacen sus acopios en tres almacenes o galpones cubiertos de paja y buena madera cortadas regularmente por las cordilleras[2], y remiten después para Maldonado y Montevideo en los carros de que están surtidos; también suelen vender otras partidas de novillos en que vienen á buscar los encargados del abasto de carne en Montevideo, y el precio regular es de 14 á 16 reales por cabeza, pues son estimados por su tamaño y gustosa carne; las hembras no se tocan absolutamente, y sólo algunas ya viejas que no dan fruto, las matan y de sus cueros sacan los sacos y correas ó guascas para el servicio de la estancia; con esta corta atención es que en tan breve tiempo han aumentado los ganados, redituando todos los años, siendo su principio de 3 á 4 mil cabezas las que introdujeron para esta población”. Más adelante agrega: “Hay aquí cuatro peones para el servicio y sólo se toman más en el tiempo de la matanza, pero como el dueño suele asistir regularmente los veranos, dispone que se hagan algunas siembras como de sandías, melones, hortalizas y algún poco de trigo, y de todo recogen con abundancia y de buena calidad”.

Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad

Otra noticia sobre José Llorens -ésta con connotaciones muy religiosas- la dio el señor cura de la Villa de San Carlos en 1791, ante su fallecimiento (legajo 73, expediente 84, archivo del Arzobispado, República Argentina). Refiriéndose a nuestro personaje -quien además de militar fue pulpero-, decía textualmente don Manuel de Amenedo Montenegro: “El difunto, avecindado en su Estancia de la costa de esta banda del Arroyo (sic) de Cebollatí, jurisdicción de esta Parroquia, según consta, ha muerto sin confesión y me persuado que muchos años ha no se había confesado, sin embargo de que fue aconsejado y amonestado de su Cura Territorial y de sus compadres y de otros amigos, que se condolían de él”. Obsérvese que yéndole tan bien en sus negocios ganaderos, don José había descuidado hasta lo censurable sus deberes de católico para con la “Santa Madre Iglesia”.

En el “Diccionario Biográfico de la ciudad de Maldonado (1755-1900)”, de la autoría de María A. Díaz de Guerra, edición de 1974, se lee lo siguiente: “Llorens, José. Español, natural de Cataluña, teniente de milicias, residía en su estancia del Alférez, donde falleció en el año 1791; era soltero, según información suministrada por el inventario de sus bienes y la partida de defunción. Respecto al primero, transcribimos las partes esenciales del mismo: A mediados de noviembre de 1791, el alcalde Francisco Montes recibe noticia de haber llegado el cadáver de Dn. José Llorens, teniente de milicias de esta ciudad y que había fallecido de repente en su estancia del arroyo del Alférez, por lo que ordena que el cirujano Dn. Santiago Carsín ‘pase junto con el escribano a este Cabildo al reconocimiento de dicho cadáver por si acaso hay señales de haber recibido muerte violenta’. Firman este oficio el citado alcalde y el escribano público Luis Antonio Miranda. Acude el doctor Santiago Carsín, el que después de prestar el juramento reglamentario, declara que ha sido muerte natural. El día 15 de noviembre, se le enterró ‘en el campo santo de esta parroquial Iglesia de San Fernando de Maldonado, a las once del día’. La correspondiente partida de defunción registra: ‘José Llorens. Teniente de milicias y vecino de esta ciudad, hombre soltero de edad como de 46 años, natural de Cataluña, en su estancia distante de esta ciudad 26 leguas, en el arroyo nombrado el Alférez, en la que se hallaba haciendo faena, desde la cual lo condujeron a esta ciudad sus interesados y sirvientes’. Por orden del alcalde, se procede a inventariar sus pertenencias. ‘Hágase el inventario de todos los bienes, libros y papeles, pásese la orden al vecino Dn. Rosendo Verde que se halla en la estancia del finado para que se vigile y cuide dicha estancia’. Comparece el sobrino, Pablo Gibenzo, de 21 años, el que vivía desde hacía tiempo en la estancia con su tío y declara: que habían cargado allí 7 carretas, ‘y que 5 vienen cargadas de cueros, una de sebo y cueros y la otra de sebo y que vienen a cargo del capataz Manuel el Rengo y que dicho cargamento es todo de su tío y que va destinado a Montevideo’; -agregaba que- ‘cuando él salió para Maldonado con el cuerpo de su tío, quedaban allí 6 carros para salir también para Montevideo con carga de cueros que estaba pronta’. Aparte de la estancia, tenía una casa en Maldonado, donde solía residir cuando venía a esta ciudad, y en ella se encontraba un baúl con papeles que van a ser ordenados por materia, en dos grupos, correspondencia y cuentas”.

Desde su estimable trabajo “Entre el olvido y la memoria. Apuntes de Rocha y Maldonado” (edición de la Universidad de la República, Dirección General de Extensión Universitaria), Eduardo Martínez Rovira ratifica que, con respecto a la estancia primitiva de Llorens, “José Ignacio Uriarte (y Echagüe) la adquirió en remate público efectuado en Buenos Aires (N. de R.: el 2 de junio de 1792, ante el Juez Mayor de Bienes de Difuntos), en $ 6.200 (…) Dicha estancia, de 6 por 9 leguas, se dividía entonces en Estancia Grande, Puesto del Medio, Estancia Nueva y Puesto del Cerro. En el Archivo de la Nación de Buenos Aires (Sala IX, 3-7-3) existe un oficio firmado por Miguel Febrer y dirigido a (Juan José de) Vértiz (y Salcedo) (N. de R.: virrey del Río de la Plata), que en homenaje al buen nombre de Llorens creemos oportuno transcribirlo ahora. Dice así: ‘En fecha 23 de agosto (1779) se sirvió V. E. mandar a mi antecesor Tte. Cnel. Dn. Miguel Juárez practicase sumaria información contra José Llorens del comercio de esta ciudad, como autor de algunos pasquines denigrativos que se encontraron puestos en las esquinas de estas calles, aprobando con este supuesto motivo el destierro que desde luego se le impuso; y no habiendo podido verificar por no haber testigos que depongan contra él ni aparecido los tales pasquines, lo participo a V. E. a fin de que al paciente se le suspenda el castigo que sufre y con orden de V. E. se restituya a su casa con el crédito de buen vecino que disfruta. Maldonado, octubre 15 de 1779’. (Andrés) Oyarvide y otros miembros de la partida demarcatoria visitaron la estancia en 1785, la cual -dicen- había sido poblada seis años atrás, con 10.000 cabezas de ganado sujeto a rodeo, o sea en 1779, fecha que coincide – anotamos nosotros – con el extrañamiento referido por Febrer”, concluye Martínez Rovira.

 

 

3. Tetralogía documental

 

3.1– Mensura

 

En el partido de las Tres Islas, jurisdicción de la villa de Rocha, departamento de Maldonado. A los veintitrés días de diciembre del año de mil ochocientos setenta y cinco, los Agrimensores que suscriben, comisionados por los señores don Francisco Lascano y don Francisco Fernández para determinar una fracción de terreno que fuere suficiente para la formación de un pueblo, que ambos interesados pretenden solicitar el competente permiso para su fundación. Al efecto pasamos al expresado terreno en compañía de interesados y testigos (…) con el objeto de dar una vista de ojos y con sujeción a títulos que nos presentaron se acordó dar al terreno para pueblo la figura más regular posible. De cuya exploración resultó el reconocimiento de una extensa cuchilla propia para el fin de que se trata (…).

Firmado: Adolfo Reis

Firmado: Jaime J. Joanicó

 

3.2 – Escritura de Sociedad de los fundadores

 

Escritura No. 150 – Sociedad para venta de terrenos: Por Don Francisco Lascano con don Francisco Fernández – En la villa de Rocha, a treinta y uno de diciembre de mil ochocientos setenta y cinco, ante mí el infrascripto Escribano Público y testigos, comparecieron: de una parte don Francisco Lascano y por la otra don Francisco Fernández, personas en aptitud legal de poder contratar y vecinos de las Tres Islas, a quienes doy fe conozco, y dijeron: Que han convenido celebrar un contrato y sociedad para la venta de sitios solares, bajo las cláusulas, circunstancias y condiciones que expresan los artículos siguientes: Primero: Don Francisco Lascano aporta a la sociedad, como capital de ella, la parte de terreno sito en las Tres Islas, jurisdicción de esta villa, en el paraje que tienen destinado para la formación de un pueblo y que le corresponde por compra que hizo a don Francisco Fernández y este señor, por su parte, contribuye con otra porción igual ubicada en el mismo punto; ambas forman el lavado amarillo que figura en el plano trazado por los agrimensores de número don Jaime J. Joanicó y don Adolfo Reis, a petición de los interesados. Segundo: Don Francisco Lascano se hará cargo de solicitar del Superior Gobierno la competente venia para la fundación de dicho pueblo, siendo de cuenta de este señor todos los gastos que tendrá el presente y en adelante se originen, y si le fuere concedida procederá a la enajenación, en solares y por los precios que viese convenirle, de dicho terreno, el cual se compone de las manzanas señaladas del número seis al treinta y ocho, inclusive, resultando de estar incompletas las que en ese estado figuran en el plano y color de que se hace mención en el artículo anterior, siendo partible por mitad el precio o importe a la venta entre ambos socios. Tercero: Don Francisco A. Fernández se obliga a conferirle poder especial al señor Lascano, para que lo represente en todos los actos relativos o necesarios para obtener de quien corresponda la competente venia para la formación del pueblo en proyecto, y asimismo lo facultará en el referido mandato para que proceda a la enajenación de que se habla en el artículo precedente. Cuarto: La sociedad será duradera mientras vivan ambos o uno de los socios, y encuentren solares para enajenar, de los que pertenecen a la sociedad. Quinto: Es convenido que todos los gastos que se hayan originado y se ocasionen en adelante por cualquier motivo serán de la sola y exclusiva cuenta del señor don Francisco Lascano y sin que para nada y por ningún pretexto tenga que hacer desembolso el socio Fernández, en el bien entendido que esto sólo se relaciona en lo relativo a la sociedad y no a otra cosa ajena a ella. Y a la estabilidad y fiel cumplimiento de los seis artículos citados los comparecientes obligan sus bienes habidos y por haber, en forma y conforme a derecho. En su original así lo otorgan y firman, siendo testigo don Francisco Lascano y por don Francisco A. Fernández no saber firmar lo hace a su ruego uno de los testigos presenciales que lo son don Juan R. Cardoso, don Dionisio González y don Gregorio A. Pérez, vecinos de que doy fe. Y sigue inmediatamente a la escritura de venta que con la misma fecha otorgué al mismo don Francisco A. Fernández y al mencionado don Francisco Lascano, al folio ochenta y ocho vuelto de este mi Registro. A ruego de don Francisco Fernández y como testigo: Gregorio A. Pérez-Juan R. Cardoso-Dionisio González-Francisco Lascano-Juan R. Barrios, Escribano Público.”

 

(Archivado en el Juzgado Letrado Departamental de Rocha, Protocolo del escribano Juan R. Barrios, “Año del Señor de 1875”)

 

 

3.3 – Visto bueno para la aprobación de la creación de Lascano

 

Montevideo, 5 de febrero de 1876.

Dirección General de Obras Públicas.

Excelentísimo señor:

             Esta Dirección, en la solicitud del señor don Francisco Lascano para fundar un pueblo en terreno de su propiedad sito en las Tres Islas, jurisdicción de Rocha, departamento de Maldonado, que se designa en el plano adjunto con el nombre de PUEBLO LASCANO, no haya inconveniente en que se le conceda el permiso solicitado y sólo se limita a recordar que el ancho de las calles, según el Decreto del Superior Gobierno de fecha 25 de mayo de 1875, debe ser de diecisiete metros.

Sin embargo, tratándose de un pueblo de campaña, podría aceptarse, si el Superior Gobierno tuviese a bien, los quince metros indicados en el plano.

En cuanto a los terrenos de la plaza pública, Iglesia, Escuela, Policía, Municipio y cementerio, que ha marcado con las letras A, B, C y D, no hay inconveniente en que sean éstos escriturados como los solicitantes lo indican y conforme al plano.

En cuanto a la orientación de las calles, hubiera sido preferible una orientación más opuesta a los vientos.”

(Firmado: Canstatt)

 

 

Casa de piedra que fuera la pulpería de Francisco Lascano

Casa de piedra que fuera la pulpería de Francisco Lascano

 

3.4 – Concesión del permiso para la creación de Lascano

 

Montevideo, febrero 10 de 1876.

Concédese el permiso que se solicita para la fundación del pueblo LASCANO y apruébanse los planos remitidos, pasando a la Escribanía de Gobierno para la debida escrituración, en la que a más de la cesión de las localidades necesarias para los edificios públicos, debe expresarse que la cesión hecha de terreno para las calles, no será causa de indemnización, y publíquese.”

(Rúbrica de S.E.-Narvaja)

 

 

4. Los fundadores

 

 

Una superficie de 42 hectáreas 3622 metros cuadrados fue la destinada por don Francisco Lascano y su compadre y amigo don Francisco Antonio Fernández para la fundación del pueblo, la mitad de la cual Lascano compró a Fernández, por escritura otorgada en la villa de Rocha, con fecha 31 de diciembre de 1875, por el escribano Juan R. Barrios, según se desprende del condominio inserto anteriormente. Don Francisco Antonio Fernández accedió a mucho mayor extensión de campo por herencia de su abuelo, Bernabé Fernández, tras la partición de los bienes dejados por éste a su fallecimiento, efectuada el 16 de noviembre de 1871 por el Alcalde Ordinario del Juzgado de Rocha, don Máximo Amorín y Brun.

En mayor área, estas tierras habían sido compradas a Rafaela Uriarte de Uriarte y Juan Uriarte, en San Fernando de Maldonado, ante Felipe Álvarez Bengochea, el 28 de septiembre de 1824. Comenzaba a parcelarse el gran latifundio de Llorens, luego del santafesino José Ignacio Uriarte y Echagüe.

El antecedente más remoto en el tiempo de esta familia Fernández que hemos encontrado corresponde al matrimonio conformado por Fernando Fernández y Liberata Martínez. De esta unión nació Bernabé Fernández Martínez, natural del Partido del Pando, jurisdicción de Montevideo, quien casó en primeras nupcias con Ignacia Cardoso, de la villa de San Carlos. De esta unión matrimonial nació Francisco Antonio Fernández Cardoso, quien el 27 de abril de 1835 contrajo matrimonio con doña María del Carmen Bernarda Durán, oriunda de Rocha. Así llegamos a Francisco Antonio Fernández Durán, nacido el 9 de noviembre de 1837, según consta de la partida bautismal archivada en la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios de Rocha. Habiendo fallecido su padre poco después, su abuelo Bernabé, ya viudo, desposó a la reciente viuda, iniciando otra rama de la familia.

Don Francisco Antonio Fernández Durán, o simplemente Francisco Antonio Fernández, casó con Juana Echeto Apezechea, hija de Juan Echeto y Josefa Apezechea. El matrimonio, que residió en la casa solariega (casco de estancia) que hoy se encuentra dentro de la ciudad (esquina de calles Dr. Nicolás Corbo y Ansina), tuvo una numerosa descendencia, diez hijos, a saber: Jesús, casado con Saturnina Moreno; Francisco Antonio, fallecido joven; Braulia del Carmen, casada con Felipe Herbozo; Adelino, casado con Ezequiela Lascano; Aniceto, casado en primeras nupcias con Dorotea Pintos y tras enviudar casado en segundas nupcias con Justa Graña (este Aniceto fue el abuelo de Artigas Alexis Barrios Fernández, diputado, dos veces consecutivas intendente de Rocha y actual edil departamental); Alejandro o Alejandrino, casado con Josefa Salgado Gazcue; Aldina, casada con Trajano Silvera; Florismán, casado con Elena Bordes; Carmen, casada con Amabilio Fernández; y Francisco Beltrán, casado con Angélica Vignoli Cantero.

Don Francisco Antonio Fernández falleció el 15 de febrero de 1897, a la edad de 59 años. Doña Juana Echeto Apezechea le sobrevivió hasta 1921.

En cuanto a Francisco Lascano, en este año 2017 se cumple el Bicentenario de su nacimiento. En efecto, este hombre providencial nació en la villa de Zarauz (según la actual nomenclatura vasca Zarautz), Guipúzcoa (Guipuzkoa), España, el 9 de diciembre de 1817, hijo de Domingo Lazcano y María Magdalena de Zubiaurre.

Fue bautizado al día siguiente, recibiendo el nombre de Francisco Matheo Lazcano Zubiaurre (o de Zubiaurre), en la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora (Zarauz), según copia autenticada del Archivo Histórico Diocesano de San Sebastián que obra en nuestro poder.

Llegado a estas tierras de América muy joven, huyendo de las Guerras Carlistas y en búsqueda de forjarse un destino, como tantos vascos (y no) en este país de inmigrantes, se estableció con pulpería, posada y posta de diligencias, en un cruce de caminos, en las estribaciones de la sierra del Curupí. Se trata de una edificación de piedra, con paredes de setenta centímetros de espesor, que le compró a Pedro Cárpena, el 24 de septiembre de 1861, ante el escribano Antonio Cárdenas. Cárpena la hubo por compra a Miguel y Francisco Cabrera, exactamente 8 años antes, el 24 de septiembre de 1853. Y ahí se nos pierde el rastro de esta antigua construcción, hoy en el Centro de la ciudad (esquina de calles Rincón y 25 de Agosto).

Aquí, por deformación, su apellido original pasó de vascuence a castellano: de Lazcano a Lascano. Amigo personal del coronel Lorenzo Latorre, hombre fuerte del Uruguay del tiempo de la fundación del pueblo, fue una suerte de superintendente zonal suyo y asumió como propia la consigna de aquel momento histórico: “hacer habitable la campaña”.

De su unión con la brasileña Silvana Pintos (hija de Domingo Pintos y Libania Fonseca) nacieron tres hijos: Ángel Custodio, casado con Martiniana Silvera; Ramón María, casado con Gregoria Eizmendi Sagastiverry (hija de su primo hermano Casto Eizmendi); y Rosa Rosalía Cándida, casada con Floro Agapito Olaizola. Los tres (Ángel Custodio, Ramón María y Rosa Rosalía Cándida) acostumbraban firmar “Pintos y Lascano”.

Don Francisco Lascano falleció el 9 de julio de 1886, a la edad de 68 años. Doña Silvana Pintos le sobrevivió hasta 1904.

 

 

5. Los primeros avencidados, la mayoría vascos

 

 

Como se construyeron los caminos hacia el Norte

Como se construyeron los caminos hacia el Norte

 

Nuestros escasos documentos fundacionales (Lascano fue un pueblo que surgió sin que se abriera expediente, a tono con la realidad política que Uruguay vivía) dan por avecindados en la zona de las Tres Islas, a la fecha de la fundación (10 de febrero de 1876), a las siguientes personas, además de los fundadores y sus respectivas familias:

 

– Julia Acosta, vasca francesa cuyo apellido original era Lacoste, rentista.

– Domingo Aispurú, vasco francés, alambrador y herrero.

– Pedro Aispurú, vasco francés, hermano del anterior, alambrador y herrero.

– Luis Coduri, italiano, albañil.

– Cosme Lorenzo Correa, brasileño, hacendado.

– José Cruz Aizpurúa, vasco español, carpintero.

– Casto Eizmendi, vasco español, carpintero.

– Agustín Gamón, vasco español, comerciante y maestro de escuela.

– Jean Pierre (Juan Pedro) Garra, vasco francés, comerciante.

– Juan Ibarbourou, vasco francés, boticario.

– Pedro Manfredi, italiano, zapatero.

– Ramón Hipólito Moreno, uruguayo, funcionario policial.

– Juan Ramón y Oliver, balear, maestro de escuela.

 

Algunos eran jefes de familia, otros solteros.

Posteriormente, en un proceso de varios años que podemos situar hasta 1900, fueron llegando: José Antonio Sagastiverry, Sebastián Arzola, José María Iraola, Nicolás Herrera, Rafael Caprio, Félix Caprio, Valentín Latorre, Felipe Herbozo, Floro Agapito Olaizola, Manuel María Olaizola, Fermín Olaizola (hijo), Rosa Olaizola, Rafael C. Riestra, Estanislao Mauricio Cambre, Braulio Cambre, Baltasar Sessa, Martín Janares, José Antonio Otamendi, Elías Otamendi, José V. Soto, Alejandro Mautone, José Mautone, Tobías Mautone, Tácito Marzol, Francisco Cassasus, Pascasio Díaz, Juan Suburú, Santana Terra, José María Moreira, Andrés Orrego, José Capó y Bernat, Francisco Escamendi, Angelino Mortilengo, Julio Amaral, Julia Alonso Blanco, Orfilia Alonso Blanco, Francisco Carvajal, Carlos Puerto, Francisco Gamboa, Francisco Lavaca, Juan La Curce o Lacurcia, Juan Lacruz, Isabelino Fernández, Mauricio Moreno, Raimundo Moreno, Antonio Avilés, Ladislao Baubeta, Bautista Echeto, Gregorio Píriz, Benjamín A. Graña, Francisco Apezechea, José Iribernigaray, Erasmo Silvera, Eleuterio Terra, José Lorenzo y Losada, Justino Santiago Acevedo, Pedro de los Santos, Beltrán Portugal, José Terra, Casildo Barrios, Santiago Ramírez, Augusto Nogueira, José María Nogueira, Isabelino Delgado Barrios, Nicolás Raffo, Luis Raffo, Francisco Cuence, Pedro Juandeaburre, Ángel Floro Huelmo, Aquilino Silva, Amadeo Raso, Amadeo Baldovino, Camilo Corbo, Antonio Atenssia, Santiago Peluffo, Cornelio C. Vera, Emiliano Gabito, Emilio Gabito y Piquet, Lourenço de Souza Montero (Siu Montero), Leonarda del Carmen Lima Graña, Silveria Terra de Terra, José María Pereyra, José Miguel Lascano, Laudelino Mendoza, Pedro Segundo Olivera, Antonio Tissoni, Bibiano Graña, Cuperto Puñales, Segundo Puñales, Antinicio Velázquez, Gil Abad o Gilabás Velázquez, David Lourtet, Rafael Giannattasio, Braulio Aparicio, Luis Dáttoli, Pedro Harreguy, Silvestre Grasso, Domingo Negreira, Germán Brayer, José Amondaraín, Ramón María Curbelo, Florisvelo de Longo Pinales, Manuel Ximénez Soria, Ramón Soria, Ventura Soria, Guillermo Fano, Ramón Guitard, Roque Etcheverry, Juan Arrosbide, Miguel Arrosbide, Andrés F. Ramela, Gervasio Terra, Donaciano Olivera, Bernardo E. Amor, Basilio Valet, Felipe López, Bernardo Machado, Bonifacio Umpiérrez, Carlos Gil, Ignacio Barbat, Casiano Amilivia, Fernando Cerviño, Camilo Medeiros, Juan Mora, Julio Berro, Francisco Llana, Félix Arechega, Ignacio Castaño, Francisco Balduvino, Juan Pedro San Martín, Ricardo Recarey, Laureano Terra, Gregorio Fontes, Eduardo F. López, Marcos Hernández, Juan F. Terra, Juan Cartés, Juan Acosta, Atanasio Olivera, Serapio Hernández y otros, que dieron conformación a nuestro primer núcleo social. Se ha mencionado aquí -exclusivamente y para  el caso de los hombres- a los jefes de familia, en tiempos en que el machismo se evidenciaba en todos los órdenes de la vida.

 

Primer ómnibus que hizo la línea Lascano - Montevideo (1931)

Primer ómnibus que hizo la línea Lascano – Montevideo (1931)

6. De las Tres Islas a Lascano

 

 

Una de las interrogantes sin respuesta posible (a menos que se infiera que fue así porqué aquí estaba la tierra, aunque no toda la tierra, conviene aclararlo) apunta a querer saber por qué se decidió la fundación del pueblo “aquí” y no “allá”, en las Tres Islas. Y por qué el “Superior Gobierno” lo autorizó.

Porque “aquí” ni siquiera había agua, problema que se arrastró a lo largo de 120 años. Para la edición número 1.000 de Diario Lascano (correspondiente al sábado 11 de julio de 1992), el periodista Julio César Debali Infante recogió una anécdota contada por Adolfo González González (funcionario bancario y profesor fundador del Liceo local), que, con variantes, hemos escuchado muchas veces.

Relata Debali Infante lo siguiente: “Resulta que para que autoricen la fundación de un pueblo (cuenta González González), gente del gobierno tiene que hacer una inspección previa y, entre otros requisitos, éste debe estar a orillas de un arroyo o río. El problema es que las pocas casas de este paraje estaban lejos del río y había que buscar una solución. Los interesados en la fundación de Lascano esperaron a que creciera el río Cebollatí y se fueron a buscar, en un lento carruaje, al enviado del gobierno. (Como las aguas siempre demoran en bajar, sobre todo en creciente grande) cuando éste llegó vio que el río estaba cerca y aprobó la fundación de Lascano. Recuérdese (sic) que en esa época había pocos árboles que impidieran la visibilidad”.

Despojado este breve relato de posibles ribetes de exageración y aún dudando de su verosimilitud, es evidente que eso (o algo parecido a eso) fue lo que recogió la memoria colectiva de los lugareños y transmitió, por tradición oral, durante décadas. Ensaya la defensa de los fundadores (Lascano y Fernández) un intelectual español, uno de los tantos que la dictadura franquista hizo emigrar hacia estas tierras del Sur de América. F. Fernández Alborz (que de él se trata) relató al clásico suplemento dominical en huecograbado del desaparecido diario El Día de Montevideo, edición del 2 de octubre de 1955, lo siguiente: “Y oímos el ronroneo mercachifle: ‘Sí, dieron eso y mucho más (en referencia a la cesión de terrenos hecha por Lascano y Fernández para Escuela, Policía, Municipio, Iglesia, Plaza Pública y Cementerio) pero iban a su negocio. Buscaban aumentar el valor de sus tierras con la fundación del pueblo, y patatín y patatán’. Y el pensamiento se nos puebla de malas palabras, como para decirles a los que así juzgan: ‘¡Cállense babosos! Aquellos hombres, apenas letrado el uno, iletrado el otro, tenían un sentido funcional, misional, fundacional, social de la riqueza. Por eso de ellos queda un nombre y un pueblo. ¿Qué quedará de vosotros? ¿Qué habéis dado para incrementar el valor de las tierras y de los hombres? ¡Cállense babosos!’”.

Ahora bien: veamos una definición de las Tres Islas. Orestes Araújo registró sobre este paraje, en su insuperable “Diccionario Geográfico del Uruguay”, edición ampliada de 1912, lo siguiente: “Islas (Tres). Más allá de las sierras de Las Averías o de las cristalizaciones de las cercanías del Cebollatí, hoy llanuras inmensas. Pajas, chircas y tacurúes pueblan aquellas sabanas. De cuando en cuando (muy pocas veces) hállanse una que otra llanada limpia, donde crece abundante gramilla. En uno de esos oasis, si puede decirse, que bordea de cerca un gran caz (el arroyo Quebracho, de extraña formación), aparecen frondosas, seculares y originales las Tres Islas. Los impenetrables sotos del río están lejos; la sangradera que hace de arroyo no tiene monte; la llanura, como se ha dicho, es uniforme y monótona; las Tres Islas umbrosas hacen bien de caapaú grande. Aquella vegetación arbórea muy poderosa, en terrenos que sólo producen yerbas y malezas, llama desde luego la atención del que observa, y desde luego también se ve que el suelo arenoso en que crece aquel bosque exótico es artificial, de acarreo de aluvión. Un albardón particular, obra seguramente de aborígenes, es el que ha permitido crecer el bosque de las Tres Islas. Este nombre fue el primero que se dio a la hoy villa de Lascano”.

Marca perteneciente a Francisco Silveyra, Silveira o Silvera, antiguo vecino de Tres Islas con pulpería registrada en la zona en 1836

Marca perteneciente a Francisco Silveyra, Silveira o Silvera, antiguo 
vecino de Tres Islas con pulpería registrada en la zona en 1836

Nombre arraigado de antiguo y por mucho tiempo. Eduardo Martínez Rovira (obra ya citada) consigna que Francisco Silveyra, Silveira o Silvera, casado con Catalina Espíndola, poseía una pulpería en Tres Islas, en 1836, la que era administrada por Antonio de León.

En 1873 (tres años antes de la fundación oficial del pueblo) se registra una Escuela en las Tres Islas, regenteada por el “preceptor” (maestro) balear Juan Ramón y Oliver. Cuando en 1874 el Municipio de la villa de Rocha fija el nomenclátor para calles y avenidas para esa localidad, recogiendo nominaciones populares ya existentes, encontramos la calle “De las Tres Islas”, con el tiempo Arenal Grande y hoy Ángel María Rivero.

En 1895, cuando donde se había formado el pueblo la vida transcurría lánguidamente, el ya nombrado Juan Ramón y Oliver revoca un poder y al hacer la publicación de estilo en la prensa de Rocha, fija domicilio en “las Tres Islas”. La fuerza de la costumbre seguía ganándole a la nomenclatura oficial.

 

 

7. Voces del ayer

 

 

Desde un lugar imaginario donde van a parar las almas que un día fueron cuerpo, vuelvo la mirada hacia mi pueblo, aquel que fundáramos en las Tres Islas, hace ya tanto tiempo. Lo veo tan cambiado que no lo reconozco. Me dicen que eso es el progreso, el mismo que echamos a andar, con enormes dificultades, en aquel tiempo. Nuestra intención inicial fue poblar la desolada campaña. Terminar con el matreraje que asolaba la zona. Llamará tal vez la atención de los historiadores de hoy que el pueblo, nuestro pueblo, se formara y se fundara sin la necesidad de abrir expediente. Es que antes las cosas eran así. Recuerdo que formamos el núcleo inicial de vecinos con la mayoría de los criollos de la zona y con unos cuantos inmigrantes, sobre todo vascos (españoles y franceses), andaluces, gallegos, baleares, italianos, argentinos y brasileros. Hoy que casi no hay extranjeros en la localidad, me permito pedir a ustedes el público reconocimiento al aporte de todos aquellos que dejaron nuestra madre tierra europea para cruzar los mares, a la aventura y por si acaso, viajando muchos de ellos en tercera clase de barcos repletos de gente (alguno que otro de polizonte), en búsqueda de un destino mejor para ellos y los suyos. Con toda la fe puesta en Dios Nuestro Señor y dispuestos a poner todas sus fuerzas en la empresa. Aquí encontraron paz y tierra, que nada más pedían. El resto lo daban ellos. Desde mi pulpería, en medio de la soledad del Camino Real que coronaba las últimas estribaciones de las cuchillas antes de perderse en la hosquedad de los bañados, los vi llegar uno a uno. Algunos eran paisanos míos, por más que yo nunca los hubiera visto. Cada uno traía su oficio y el que no sabía ninguno venía decidido a trabajar como fuere y en lo que fuere”.

(Relato ficcionado del fundador Francisco Lascano)

“(El pueblo de Lascano en 1886) estaba rodeado de campos bajos, anegadizos, cubiertos de bañados, cangrejales y tacuruzales (…) Vivía esa vida lánguida y semisalvaje de los núcleos sociales primitivos de nuestra campaña, sin vías de comunicación, sin contacto directo con ciudad alguna que le permitiera recibir las luces de una cultura superior a su medio ambiente (…) La faja verdinegra del Cebollatí guardaba el impenetrable misterio de las tragedias ahogadas en la soledad y que tan frecuentes y terribles se desarrollaron en aquella época (…) El matrero y el contrabandista escondían su delito entre la maraña y en la sombra del espeso monte estrecharon alguna vez vínculos de amistad y el honesto vecino, perseguido éste por la furia del inculto representante de la autoridad que imperaba en aquella tierra de cacicazgo, con la brutal razón de la fuerza armada”.

(César Pintos Diago en “Otamendi, el hombre del pueblo”)

 

Al frente, sobre la colina, divisamos a Lascano (…) Gran novedad produjo nuestra entrada. Todos los habitantes, asomándose a las ventanas y puertas, nos miraban con curiosidad y un poco de asombro. Las calles llenas de pasto, algunas casas en ruinas, otras empezadas y abandonadas y el resto con paredes sin revoque, producen un efecto poco halagüeño. Provistos de cartas de recomendaciones, pronto nos vimos rodeados de gente (…) Finalmente fuimos a parar a la casa de los señores Ibarbourou y Lascano. Las calles llenas de yuyos espinosos, algunas casas arruinadas, otras abandonadas y el resto de ladrillos sin revoque, los alrededores sin un palmo de tierra cultivada, carencia de todo árbol y se tendrá una imagen de esta solitaria aldea. Parece increíble que se pueda vivir en semejantes condiciones; que no se den la pena de sembrar un poco de maíz, ni una papa, ni una col, ni la más mísera hortaliza”.

(Informe Arechavaleta, 1892)

 

Quien allá por el año 1893 (…) hubo llegado por primera vez a Lascano (…) se encontró con un pequeñísimo núcleo urbano que como tal, por su precaria entidad material, poco significaba y poco parecía ofrecer al porvenir (…) Empero reducidísimo el núcleo, aislado, casi en el desierto puede decirse, inaccesible, sin medios de comunicaciones y sin que le llegaran las medidas, las miradas y la acción de otros centros ni de los Poderes Públicos, tan descuidados por entonces para proteger o alentar los esfuerzos y nobles aspiraciones de los que como en Lascano se debatían solos y con sus propios medios buscando su mejoramiento y su progreso, Lascano era, para el juicio superficial, sólo un punto en el desierto, sin otra enunciación de su existencia que el que el despiadado centralismo imponía en las pesadas exacciones fiscales”.

(Alfredo S. Vigliola)

 

Lascano, también llamado Tres Islas por hallarse a poca distancia del conocido paraje denominado así, lugar donde lógica y convenientemente debió establecerse esta población. Lascano (nombre de uno de sus fundadores) está ubicado en un valle poco importante, pequeño y estrecho, como a 15 kilómetros del río Cebollatí. Lo que hasta poco ha era una pequeña aldehuela se ha transformado, de cinco años a esta parte, en un pueblecito de nueva vida y nuevas construcciones; se han edificado varias casas de arquitectura moderna y hasta espaciosos almacenes con columnas de hierro. Lascano tiene aproximadamente los mismos habitantes que San Vicente de Castillos (…) Hoy se halla en un período de movimiento y de progreso. Corrobora lo aseverado el número de alumnos que concurren a las escuelas allí establecidas: más de 70 niñas y 80 varones respectivamente. Hay Oficina Telegráfico-Telefónica, como también Juzgado, Correo, Comisión Municipal. Comisaría, Oratorio, Cementerio y naciente Biblioteca. Es verdad que este pueblo es escaso de agua y de tierras laborables; asimismo existe Cisterna Pública, algunas pequeñas quintas y escasas chacras”.

(Benjamín Sierra y Sierra, “Apuntes para la geografía del departamento de Rocha”, año 1895)

 

Parte superior de un antiguo aljibe

Parte superior de un antiguo aljibe

 

8. Ciento cuarenta y un latidos

 

 

– 1877: Instalación de la Comisaría.

– 1878: Instalación del Telégrafo.

– 1879: Instalación del Correo y Oficina de Rentas.

– 1880: Instalación del Juzgado de Paz y Oficina del Registro de Estado Civil.

– 1881: Al crearse el departamento de Rocha, el pueblo pasa a integrar su territorio.

– 1882: Instalación de la Escuela de Varones.

– 1883: Los vecinos eligen a Serafín Méndez como juez de Paz y oficial del Registro de Estado Civil (primera elección en el pueblo).

– 1884: La Junta Económico-Administrativa del departamento reúne en un Expediente los antecedentes relativos a la fundación del pueblo.

– 1885: Instalación de la Comisión Auxiliar Económico-Administrativa (primera autoridad municipal del pueblo).

– 1886: Fallecimiento de Francisco Lascano.

– 1887: Fundación del Centro de Instrucción y Recreo (actual Club Progreso).

– 1888: Aprobación del nomenclátor oficial.

– 1889: Instalación del Registro de Ventas de la Tercera Sección del departamento de Rocha.

– 1890: Radicación del primer médico, el español Juan Rueda (o Juan de Rueda).

– 1891: Creación de la Parroquia de San Francisco de Asís.

– 1892: Con gran pompa el vecindario celebra el Cuarto Centenario del llamado “Descubrimiento de América”.

– 1893: Instalación de un servicio de balsa en el arroyo Quebracho.

– 1894: Instalación de la Escuela de Niñas.

– 1895: El Centro de Instrucción y Recreo traslada su sede al edificio propio, frente a la plaza pública.

– 1896: Integración de una Comisión Popular Pro Construcción de la Capilla Católica.

– 1897: Fallecimiento de Francisco Antonio Fernández.

– 1898: La Comisión Auxiliar Económico-Administrativa solicita una bomba para el pozo “de donde la población se surte de agua”.

– 1899: Instalación de una Estación Pluviométrica.

– 1900: Instalación de un servicio de balsa en el Paso de las Averías (río Cebollatí).

– 1901: Los mellizos Máxima y Máximo San Martín Ibarbourou son los primeros nacimientos del siglo XX registrados en el pueblo.

– 1902: Radicación en el pueblo del médico Eugenio Rodolfo Egger, filántropo y pionero de la medicina rural en la zona.

– 1903: Grave epidemia de fiebre tifoidea.

– 1904: La Guardia Nacional vigila el pueblo y  alrededores, en tiempos de Guerra Civil.

– 1905: Habilitación de la Plaza de Carretas.

– 1906: Desde la Jefatura Política y de Policía del departamento se remiten seis faroles con destino a la plaza pública.

– 1907: Primer partido de fútbol (football) jugado en la localidad.

– 1908: La localidad sube de categoría: por ley nacional pasa de pueblo a villa.

– 1909: Aparece el número 1 de “El Lascanense”, primer periódico de la localidad.

– 1910: Inauguración de la Capilla Católica.

– 1911: Primera función de biógrafo (cine), en el salón del Centro de Instrucción y Recreo.

– 1912: Instalación de un molino para abastecimiento de agua a la población.

– 1913: Estas tierras salen del dominio fiscal.

– 1914: Llega a la localidad el primer automóvil.

– 1915: Inauguración del nuevo edificio del Centro de Instrucción y Recreo (el de los balcones, que duraron 40 años, hasta 1955).

– 1916: Instalación de la sucursal del Banco República.

– 1917: Fundación de la Asociación Lascanense de Football.

– 1918: Inauguración de un puente de madera en el Quebracho Viejo.

– 1919: Nace Club Progreso, entrando en la historia el antiguo Centro de Instrucción y Recreo.

– 1920: Por primera vez visita la localidad un presidente de la República en ejercicio: Baltasar Brum.

– 1921: Se radica en la localidad el médico doctor Roberto Introini.

– 1922: Inauguración del edificio propio de la Comisaría.

– 1923: Con destino al Hotel Herrera, es introducido en la localidad, por parte de la empresa General Electric, el primer aparato de radio.

– 1924: El Club Sporting se afilia directamente a la Asociación Uruguaya de Football.

– 1925: La misma institución, junto a las Ligas Departamentales de Treinta y Tres y Cerro Largo, fundan la Confederación de Fútbol del Este.

– 1926: La localidad cumple su Cincuentenario.

– 1927: La maestra y pedagoga lascanense Olimpia Fernández Lascano funda la Escuela Experimental de Malvín.

– 1928: Inauguración del Centro Auxiliar de Salud Pública (Hospital).

– 1929: Desde la prensa local se destaca la proliferación de circos y parques de diversiones.

– 1930: El Banco República pasa a ocupar su edificio propio.

– 1931: Primera línea de ómnibus entre Lascano y Montevideo (Empresa Barrios y Andrade).

– 1932: Habilitación del puente sobre el Paso de las Averías, en el río Cebollatí (hoy llamado Tomás Cacheiro).

– 1933: Habilitación del edificio escolar del barrio Gamón (actual Escuela número 3).

– 1934: Creación del Abasto Municipal.

– 1935: Fundación de la Sociedad Artesana, institución social alternativa a Club Progreso.

– 1936: Fundación de la Escuela y Banda de Música (primero popular y luego municipal).

– 1937: Embaldosado de las diagonales de la Plaza General Artigas.

– 1938: La Empresa CAIL comienza la plantación de arroz en el Paso del Gringo (río Cebollatí).

– 1939: Habilitación del Canal número 1, en el marco del Proyecto “Martínez Bula”.

– 1940: Fundación del Rotary Club de Lascano.

– 1941: Inauguración del edificio propio de la Junta Local (hoy Municipio).

– 1942: Instalación del Curso del Hogar, antecedente de la Escuela Industrial.

– 1943: Comienza a ejecutarse el nuevo trazado de la Ruta 15 hasta pueblo Cebollatí, con ramal a San Luis al Medio, 18 de Julio y Chuy.

– 1944: Inicia actividades el Liceo Popular (oficializado dos años después).

– 1945: Fundación de la Asociación Fomento Rural de Lascano.

– 1946: Primera Exposición Ganadera de la Asociación Fomento Rural de Lascano, continuadora de la vieja Sociedad Fomento (1908-1933).

– 1947: Estatización del servicio telefónico local (dos años antes había ocurrido lo mismo con la usina eléctrica).

– 1948: Fundación de la Asociación Rural de la Sexta Sección de Rocha (La Coronilla de Cebollatí), fuertemente ligada a la localidad.

– 1949: Fundación del Colegio María Auxiliadora (hoy Colegio Parroquial María Auxiliadora).

– 1950: Los doctores Javier Fernández Bordes y Víctor Galcerán Fonseca instalan la primera Clínica Médica privada.

– 1951: Instalación de la Escuela número 93 del barrio Egger.

– 1952: Por ley nacional, la localidad alcanza la categoría de ciudad.

– 1953: Fundación del Centro Comercial e Industrial.

– 1954: Inauguración de la Plaza de Deportes.

– 1955: Habilitación del primer tratamiento bituminoso en algunas calles céntricas de la ciudad.

– 1956: Fundación de la Cooperativa Agropecuaria de Lascano.

– 1957: Inauguración de Cine Teatro “Artigas”.

– 1958: Inauguración del Estadio Municipal “Antonio Pereyra Vázquez”.

– 1959: Inauguración del complejo de viviendas de INVE (Instituto Nacional de Viviendas Económicas).

– 1960: La Caja Popular (1946-1970) pasa a funcionar en su edificio propio (actual asiento del BPS, DGI y Oficina del MTSS).

– 1961: Fundación de COOPAR (primero Cooperativa de Productores de Arroz y actualmente Sociedad Anónima).

Vista aérea de la ciudad con la planta de Coopar SA en primer plano

Vista aérea de la ciudad con la planta de Coopar SA en primer plano

– 1962: Instalación de la Escuela Industrial (hoy Escuela Técnica).

– 1963: Primera experiencia de Cine Club.

– 1964: Inauguración del monumento del General José Artigas en la plaza principal.

– 1965: Fundación del Club de Leones.

– 1966: Culminan las obras en el Paso de las Averías, para abastecer de agua potable a la localidad.

– 1967: Se habilita el servicio de agua potable desde el río Cebollatí (Paso de las Averías).

– 1968: Inauguración de la actual Casa Rotaria.

– 1969: La Iglesia Evangélica Valdense (cuyos primeros acólitos llegaron a Alférez en 1941) comienza los campamentos de verano para niños en Palmares de La Coronilla.

– 1970: Primer Festival de los Coros del Este realizado en Lascano; se reiteraría en 1976 (por el Centenario de la localidad) y en 1993.

– 1971: Inauguración del Gimnasio Cerrado del Club Deportivo y Social El Fogón.

– 1972: Habilitación del Jardín de Infantes privado “El Nidito” (antecesor del oficial número 101, que abriría sus puertas al año siguiente).

– 1973: Inauguración de la Escuela (entonces rural) número 85 (hoy de tiempo completo) en barrio Porvenir.

– 1974: La dictadura recién instalada en el país destituye de su cargo a la directora-fundadora del Liceo, maestra y profesora Herlinda Lovisetto de Eizmendi.

– 1975: Inauguración del nuevo edificio de la Oficina Comercial de OSE.

– 1976: La localidad cumple su Centenario.

– 1977: Última experiencia de Cine Club.

– 1978: La Asociación Coral Lascanense (fundada en 1953) pasa a llamarse “Dr. Roberto Introini”.

– 1979: Mediante el apoyo popular y de la emisora Difusora Treinta y Tres, a través de Las Tres Tareas de la Buena Voluntad, el Club de Leones reúne el dinero para la compra de una nueva ambulancia para el Hospital, que vino a sustituir la donada en 1955 por el matrimonio Méndez Ferreira-Cotelo Freire.

– 1980: Inicia sus emisiones regulares la emisora de AM Radio Regional (desde 2000, Nueva Radio Lascano).

– 1981: Tras 45 años, desaparece el Club Social y Deportivo Lascano Wanderers.

– 1982: Inauguración oficial de la Represa de India Muerta.

– 1983: Interconexión de la ciudad al Sistema Hidrogenerado de Energía Eléctrica procedente de la Represa de Rincón del Bonete.

– 1984: Inauguración del Hogar de Ancianos.

– 1985: Fundación del Club de Abuelos (el Club La Amistad, otra institución de la tercera edad, sería fundado dos años después).

– 1986: Inauguración del edificio propio del Juzgado de Paz y Oficina del Registro de Estado Civil.

– 1987: Inauguración del Complejo de Viviendas MEVIR I.

– 1988: Última función de Cine Teatro “Artigas”.

– 1989: Automatización del servicio telefónico.

– 1990: Inauguración del Complejo de Viviendas MEVIR II.

– 1991: Inauguración de la sede propia del Club de Leones.

– 1992: Inicia sus emisiones regulares Alas FM del Este.

– 1993: Fundación del CAIF “Caminito”.

– 1994: Instalación del Destacamento de Bomberos.

– 1995: Primeros vecinos conectados a Internet.

– 1996: Inauguración del edificio propio del Liceo, en barrio Jardín.

– 1997: La Asociación Cultivadores de Arroz y el Rotary Club, en forma conjunta, realizan la Fiesta del Arroz, en adhesión al Cincuentenario de la ACA..

– 1998: Digitalización del servicio telefónico.

– 1999: Inauguración del Telecentro de ANTEL.

– 2000: Con Tiendas y Supermercados El Dorado llega el supermercadismo.

– 2001: En el marco de los 125 años de la localidad se inaugura la Plazoleta de los Fundadores.

– 2002: Culmina la “refundación” de El Club Deportivo y Social El Fogón, iniciada el año anterior.

– 2003: Inauguración del Complejo de Viviendas MEVIR III.

– 2004: En el año de su centenario, Farmacia Humanitaria (el establecimiento comercial más antiguo que se mantiene dentro del mismo rubro y con el mismo nombre) se traslada a calle 25 de Agosto casi Ituzaingó (su actual ubicación).

– 2005: Se celebra por primera vez el Día de la Cultura Lascanense, instituido ese año.

– 2006: Aunque sin carácter oficial, se reinicia la práctica del fútbol, interrumpida en 1999.

– 2007: Las oficinas de la Cooperativa Odontológica de Lascano (CODELA, fundada en 1996) se trasladan para su local propio (ex Casa Amestoy).

– 2008: La empresa brasileña CAMIL ALIMENTOS consolida su presencia en la localidad, tras la compra (el año anterior) de la Sociedad Anónima Molinos Arroceros Nacionales, SAMAN, con planta instalada en Lascano desde 1970.

– 2009: En el Centenario de la prensa en la localidad, Diario Lascano celebra sus Bodas de Plata.

– 2010: En sesión celebrada el 10 de febrero en Club Progreso, la Junta Departamental de Rocha crea los Municipios de Castillos, Chuy, La Paloma y Lascano, en el marco de la llamada “Ley de Descentralización”.

– 2011: La Sociedad Nativista Tradición Oriental (fundada en 1980) da a su sede el nombre de su fundador, Adauto Puñales Lascano.

– 2012: Fundación de Rotary Lascano M.

– 2013: Inauguración del Centro Cultural Lascanense Herlinda “Lovisetto de Eizmendi” (edificio del ex Hotel Herrera).

– 2014: Inauguración del servicio de saneamiento.

– 2015: Bajo la premisa de “Lascano, ciudad inclusiva”, se construyen 78 rampas de acceso a las veredas de la ciudad, en un proyecto conjunto público-privado.

– 2016: Inauguración del Complejo de Viviendas MEVIR IV.

– 2017: La empresa de televisión para abonados Lascano TV Cable Color (que inició actividades en 1994, con el Canal 2 en su grilla desde 1996) cambia su denominación por la de Lascano HD Digital.

Plano original de los agrimensores Joanicó y Reis

Plano original de los agrimensores Joanicó y Reis

 

 

9. Algunos de los que trascendieron el pago

 

 

– Nasim Ache Echart, político, diputado nacional por el departamento de Rocha, dirigente deportivo.

– Julio Acuña, futbolista y director técnico profesional.

– Carmen España Andrade, actriz.

– Heyne Ballesta Márquez, poeta.

– Artigas Barrios Fernández, político, dos veces intendente de Rocha, diputado.

– Juan Andrés Castaño, ciclista.

– Federico Castillo Díaz, periodista.

– Adriana de los Santos Arigoni, integrante del Poder Judicial.

– Carlos Julio “Becho” Eizmendi Lovisetto, violinista de fama internacional.

– Alejandrino Fernández, diputado nacional (por Florida) y constituyente electo en 1916.

– Olimpia Fernández Lascano, maestra y pedagoga, fundadora de la Escuela Experimental de Malvín.

– Nelia Fernández Olivera (Perla Olivera), artista internacional.

– María García Chaves, artista internacional.

– Jorge García Ramón, periodista y publicista.

– Washington García Rijo: político, dos veces diputado por el departamento de Rocha, miembro titular del Concejo Departamental de Rocha, jefe de Policía, director del SODRE y vicepresidente de la ANP.

– Néstor García Rivero, atleta olímpico, representó a Uruguay en el maratón de Sidney 2000, campeón sudamericano de 10.000 metros.

– Nelly Suzel Graña Techera, educadora y escritora.

– Hugo Hernández, atleta.

– Juan Pedro Hernández Rocha, poeta, recitador.

– Alicia Herrera Moreno, cineasta.

– Amalia Herrera Moreno, artista y docente internacional.

– Lucas Ibarbourou, militar (esposo de Juana de Ibarbourou).

– José Ignacio Iraola, médico prestigioso, uno de los pìoneros de la medicina de urgencia en Uruguay.

– Héctor Hugo Lafuente, periodista.

– Carlos López Terra, payador.

– Jaures Marchand, periodista y dirigente sindical.

– Lino Eulogio Méndez, jefe de Policía de Rocha.

– Milka Núñez, integrante del Poder Judicial (Ministra de Tribunal de Apelaciones).

– Hugo Carlos Ojeda, cantante de tangos.

– Nelly Osores de Rovella, narradora y poeta.

– José Antonio Otamendi (hijo), político, diputado, senador, ministro de Estado.

– Clemente Padín, poeta experimental, artista y diseñador gráfico, artecorreísta, performer, curador, videísta y networker, licenciado en letras.

– Marcio Pintos Cabrera, escritor.

– Adauto Puñales Lascano, político, dos veces intendente de Rocha, director de ANCAP.

– Yeanneth Puñales Brun, política, dos veces diputada nacional por el departamento de Rocha.

– Teresita Ramón y Prudente, escritora y poeta.

– Juan Raso Moreno, viceministro y diplomático de carrera.

– Carlos Rodríguez Machado, futbolista profesional.

– Ildefonso Rufino Sagastiverry, jefe de Policía de Rocha.

– Juan San Martín Téliz, periodista deportivo.

– Gerardo Silva Martínez, artista plástico.

– Lino Silvera, jefe de Policía y dirigente deportivo.

– Medardo Alfredo Silvera, político, intendente y jefe de Policía de Rocha, director del BHU.

– Osnidio Silvera Graña, médico ginecólogo, Premio Nacional de Medicina 1984.

– Zulma Soto Freire, primera mujer lascanense diputada titular (por Montevideo).

– Nilo J. Suburú, escritor y periodista deportivo.

– Blanca Terra Viera, poeta.

– Alejo Umpiérrez Cabrera, político, diputado nacional por el departamento de Rocha.

 

 

10.  Santiago

 

Santiago Escudero Méndez. “El” personaje de Lascano

Santiago Escudero Méndez.
“El” personaje de Lascano

Imposible imaginar Lascano sin él. Imposible esbozar la historia de esta localidad sin dedicarle un capítulo. Fue nuestro personaje por antonomasia.

Siendo de carne y hueso fue como una leyenda. Se ganó un lugar en el corazón de su pueblo, a fuerza de ser bueno, inocente, sencillo.

Por décadas anduvo nuestras calles y veredas, sin otro norte que hacer lo de todos los días, que es lo que hace la gente común. Sus mentas trascendieron el pago y por muchos años fue como un ícono para relacionar a Lascano con alguien, o a la inversa; que si es cierto que la impronta de los pueblos modela a sus habitantes, no es menos cierto que uno solo de sus habitantes puede identificar a un pueblo.

Hizo aquello que, de haber podido optar, seguramente, por propia voluntad, no hubiera hecho: hablar en voz alta para sí y para todos. Dicen que, a consecuencia de una enfermedad, perdió la capacidad de retener sus pensamientos en silencio.

A partir de ahí pudimos comprobar que era inocente y bueno, porque nunca le escuchamos agraviar, insultar, denostar a los demás. Solamente se enojaba -y se enojaba en serio- cuando la inocencia de los niños o la maledicencia de algunos pocos mayores herían su sensibilidad, al grito de “¡Rabanito Minutero!”.

Fue privilegiado testigo del tiempo romántico del ayer; tiempo de serenatas; de patios con olor a jazmines y a malvones, con los infaltables aljibes; de los aguateros; de los carreros, llegando y yéndose con las cargas producto del trabajo del hombre; del fotógrafo de plaza; de la “vuelta del perro”, en la misma plaza, en el remanso del atardecer. Conoció el Café de Francisco Cuence, donde hoy está el edificio del Banco República, y lo recordaba.

Pero fue también contemporáneo del Café Centenario, el de Sención (luego de Santana Fernández), el de Correa y Maldonado (después de Abayubá Umpiérrez), La Boca de José Aispurú y Friné Cabrera, y tantos otros. Fue del tiempo de la Casa Garra, los teléfonos de Félix Pavesio y la usina de Raso y Pereyra.

Supo del esplendor comercial de Eluén, Miraballes, Sabatino y Horacio Gutiérrez. Como de las tiendas Sapiro, Wolsey, los dos Barreiro (Antonio y Salvador), Amestoy, Paquito, Castillos, Malzzoni, Smaisik, La Palma, El Águila, La Estrella, Mary, Artigas Pereyra.

Anduvo por el Hotel Fénix, de Ladislao Alza Mariño; el de Dantón Cambre; el Hotel Herrera, luego Continental Don Guillermo; por el Plaza Hotel, el Hotel Washington, La Cabaña de Laurindo O’Donell y lo del Colchonero Arigoni. Compartió tiempo y espacio, en esta comunidad, con Antonio Pereyra Vázquez, los curas Enrique Bellingeri y Walter Montaldo, don Camilo Boronat y su Banda de Música, doña Alicia Cotelo Freire, doña Chicha Lovisetto, la señorita Laura Cugnetti García, Tamanguano Cabrera y su bohemia, Tolentino Silvera y El Lascanense.

Lo mismo que los taximetristas Justo Cabrera, Ducló Puñales, Laudelino Díaz, el Vasco Perico, el Araco Olivera, el Pibe Segovia, el Gordo Barboza, el Chicho Aispurú. Y los ómnibus de Tomás Lorenzo, Marujo Herrera, el Gordo Gómez, Julio y Nicanor González Quintana, Juan Pedro Corbellini, el Chiquito Martínez, Isidro Núñez.

En un mismo año -1948- estuvo con Obdulio Varela y Atilio García, por citar dos glorias del fútbol uruguayo. Al último lo reconoció cuando se bajó del ómnibus de la ONDA, el día que los aficionados tricolores de Lascano convocaron al “artillero de Junín” para rendirle un homenaje.

Allí estaba, en la agencia, como estuvo tantos años, todos los días, esperando la llegada del “coche” procedente de Montevideo, para saber quien venía y llevarle las valijas. Desde los tiempos del gallego José María Andrade. Resulta imposible imaginarlo a él sin la ONDA.

Nació el 30 de diciembre de 1906, por lo que fue habitante de Lascano en sus tres categorías: pueblo, villa y ciudad. Supo de la existencia de la Sociedad Artesana, el Club de Negros Ansina, la CAIL y la SAMU, la CIDAC, el Cine Victoria, la Fiesta del Girasol, los Parques de Diversiones de Diego Latorre y Cirilo Barrios, el Aero Club Lascano y sus vuelos de bautismo, el Liceo de Rodríguez Mallarini, el Hospital del doctor Introini, la “Clínica Vieja” en lo de Justina Ibáñez.

Fue mil veces hasta el Paso de las Averías, a pie, porque esa era una de sus satisfacciones mayores. Mil veces -también- entró a tantos hogares de Lascano, siempre respetuoso, hubiera o no gente. Tenía permiso para eso, tal era la confianza y el cariño que le dispensaban sus vecinos.

Hombre de cada 28 de diciembre, todos participábamos de sus bromas de inocentes. Su particular verborragia y su inconfundible figura, querida y querible, de saco blanco o gris, pantalón rodilludo, alpargatas y gorra, eran nuestras, nos pertenecían. Y así, desde (casi) siempre, propios y extraños atendíamos su pedido de “¡dame la propina!”.

Santiago Escudero Méndez se llamaba. O simplemente Santiago. Se fue de la vida, para entrar en el insondable mundo de los recuerdos, el 11 de diciembre de 1981.

 

 

11. Pueblerinas

 

 

Un enfermo psiquiátrico, no conforme con una resolución del magistrado y mediante amenaza con un arma de fuego, sacó al juez de Paz Franz Julio Otto Fielitz Etchepare de su despacho y lo llevó detenido, a plena tarde, por el medio de la calle y ante el estupor general, hasta entregarlo en la Comisaría. Un adelantado en el tema de “arresto ciudadano”… pero en la persona de la autoridad judicial de la ciudad.

 

Coronel Lorenzo Latorre, hombre fuerte del país. Asumió como dictador un mes después de la fundación de Lascano

Coronel Lorenzo Latorre, hombre fuerte
del país. Asumió como dictador un
mes después de la fundación
de Lascano

Muy rudimentario y violento fue el fútbol de los primeros años en Lascano. Rudimentario, violento y con alguna anécdota digna de figurar en esta galería de curiosidades pueblerinas. En el primer partido jugado en la localidad, el 25 de agosto de 1907, se enfrentaron dos equipos, los “blancos” y los “azules”, del único club recién fundado: el Lascano. El partido terminó 1 a 0 a favor de los “azules”, pero lo curioso es como se dio el gol. El arquero de los “blancos”, don José María Estévez (que era el juez de Paz de entonces) demoró en agacharse para retener un tiro al arco sin mayores pretensiones… entretenido como estaba en observar las espirales de humo que salían de su cigarro. La pelota le pasó entre las piernas.

 

En esta zona, los caracoles eran desconocidos. Un peluquero llamado Eduardo Guitard, para quien estos animales tenían un gran valor culinario, trajo algunos de Rocha y los esparció por los abundantes terrenos baldíos de aquel tiempo. Como es de imaginar, se reprodujeron de tal manera que, al poco tiempo, el entonces pueblo estaba “cundido” de ellos. En tono de broma, un ignoto cronista pidió entonces, desde la prensa local, “un monumento para Guitard”.

Resulta curioso el hecho de las fechas en que ambos clubes, el Progreso y El Fogón, festejan sus aniversarios. El Club Progreso (y no Club Social Progreso, como erróneamente se menciona con demasiado frecuencia) fue fundado, con el nombre de Centro de Instrucción y Recreo, el 5 de septiembre de 1887. Sin embargo, festeja su aniversario el día 25 de agosto de cada año. En cuanto al Club Deportivo y Social El Fogón, su fundación data del 3 de noviembre de 1944, no obstante lo cual está de cumpleaños cada 12 de octubre. Esto es así porque los socios de ambas instituciones, en Asamblea como corresponde, así lo resolvieron en su momento. ¿Exacerbación de patriotismo? A esta altura de los tiempos, ¿quién lo sabe?

 

Hubo una Escuela, la número 93 del barrio Egger, que durante un cuarto de siglo (de 1951 a 1976) funcionó en un local alquilado. Inapropiado, además, con salones pequeños y que se llovían, y con poco patio para recreo y demás actividades al aire libre. Pero lo más llamativo era que entre dos de esos salones… estaba el Juzgado de Paz  Lo que servía de buena excusa a las maestras que amedrentaban a los alumnos “desorejados” con enviarlos allí si no mantenían buena conducta.

 

El inefable Tamanguano, Tamangano, Tamargares o Calzudo (que por todos esos apelativos fue conocido), en tiempos del Uruguay violento de nuestra historia reciente, casi hizo enloquecer a la Policía local. Un buen día, en los muros de la ciudad aparecieron pintadas, de buen tamaño, las letras JPC. “Juventud Partido Comunista”, pensaron de inmediato el comisario de turno y sus subalternos. El dilema era: ¿quiénes son? Había que individualizarlos, controlarlos y eventualmente reprimirlos, que ésta no era tierra para gente con esas ideas. El trabajo de inteligencia de los uniformados resultó desgastante e infructuoso. Hasta que, al amparo de las sombras de la noche (que en aquel tiempo eran mucho más sombras), alguien lo descubrió, muy campante, en su rutinaria tarea de querer inmortalizar sus iniciales donde todos pudieran verlas. Era él, Jacinto Próspero Cabrera, artista y bohemio de siempre.

 

El mismo personaje, casi 40 años atrás, “se las vio feas”, también ante la autoridad policial local. Año 1933. Recién se había instalado en el país la dictadura de Gabriel Terra. Cabrera tenía veleidades de periodista (“cagatintas” le decían entonces) y era relativamente un buen dibujante (había estudiado con Manuel Rosé, el autor del cuadro sobre la Batalla de las Piedras). Otro elemento se sumó para completar la historia: se había puesto de moda el juego infantil del yo-yo. Nuestro hombre aprovechó todo eso, lo reunió de una vez, y en portada de su periódico hizo una caricatura del flamante dictador jugando con tal adminículo. Lo mejor de todo (y lo peor para él) fue el titular elegido: “Así juega nuestro presidente con su pueblo”. En la calle la edición, enterado el bravo comisario de aquel tiempo, lo hizo “bajar” a la Comisaría. Admitida por Cabrera la autoría de la sátira (en definitiva no era más que eso, pero háganselo entender a los dictadores), fue obligado a tragarse un ejemplar entero del periódico. Manos mal que fue uno solo.

 

Pedro José Varela, presidente de la República que firmó el decreto fundacional

Pedro José Varela, presidente de la
República que firmó el decreto
fundacional

En tiempos de la ONDA ocurrió una tragedia, frente a la agencia local. Una tarde llegó procedente de Treinta y Tres el ómnibus (el “coche” nos gusta decir en el interior) que, previo pasaje por Lascano, seguía rumbo a Montevideo. En la estancia de Juan Mautone (Ruta 14, entre José Pedro Varela y el Paso de las Averías) se había levantado una valija que tenía como destino Lascano. Llegados aquí, el guarda, sin tomar muchas precauciones, la sacó de la bodega y la tiró a la vereda. Lo que él no sabía era que, entre otras cosas, dentro de la valija venía un revólver que se activó con el movimiento (evidentemente venía sin traba o seguro), salió un disparo que fue a herir de muerte… al propio guarda.

Alcides Cambre entró en la historia como el único político lascanense que fue tres veces gobernante departamental (dos como intendente y una integrando el Concejo Departamental de Rocha). Cambre (dirigente del Partido Colorado que con anterioridad había presidido la Junta Local de Lascano) fue intendente interino en 1951, como primer suplente del doctor Mario Sobrero y por licencia de éste. A la muerte de Sobrero (1954), ocupó la titularidad del Ejecutivo Departamental por algunas semanas, renunciando posteriormente para postularse al Concejo Departamental y dejando la Intendencia en manos de la maestra Amabilia Márquez Castro, primera mujer en ocupar ese cargo en la historia uruguaya. Electo en las elecciones de noviembre de ese año 1954, Cambre fue miembro titular del colegiado que gobernó el departamento entre 1955 y 1959, presidido por el doctor Víctor Galcerán Fonseca.

 

Antonio Pereyra Vázquez gozó de justa fama por su acción comunitaria en varios frentes y su personalidad arrolladora. En los últimos años de su vida llegó a proclamarse “procurador”, desde un Estudio Jurídico. Pero, hete aquí que era analfabeto. Su tarjeta de presentación fue famosa. En uno de sus ítems podía leerse: “Se tramitan hijos naturales”.

 

12.  Punto de encuentro

Las plazas de cualquier lugar y de todos los lugares no debieran llevar -nunca- ningún otro nombre que no fuera “Del Encuentro” o “Punto de Encuentro”. Porque ahí -y sólo ahí- nos encontramos todos, por cualquier motivo, siempre. También en Lascano.

 

Pidiéndole recuerdos a libros color tiempo

te imaginamos presa de alambres y porteras

con bancos y faroles, regalos amistosos,

en época de pueblo, soledad y quimera.

 

Ya entrado el siglo veinte te llegaron las flores,

árboles y cordones y un tanque de bencina

al tiempo que Santiago, hoy toda una leyenda,

hizo clásico el grito de “¡dame la propina!”.

 

El Café Centenario te guiñaba de enfrente

lo mismo que el Bar City o el Nuevo de Sención

el Plaza Bar de Umpiérrez, apurando algún trago,

camino al Cine Teatro que empieza la función.

 

De vecinos tuviste a aquel cura Montaldo

el dandysmo sublime del querido Román

el doctor Introini, tango La Cumparsita,

don Camilo y su Banda alegrando el lugar.

 

Qué hermoso es recordarte en tiempo de estudiantes

cuando coqueta eras el patio del recreo

de aquel Liceo de Chicha, orgullo de Lascano,

funcionando en la esquina cual fresco jubileo.

 

Doña Nicasia anda tus blancas diagonales

después de haberte dado sus esfuerzos mejores

del brazo de don Toto, por siempre inseparables,

mientras la primavera te viste de colores.

 

 

Antonio te engalana cuando llega febrero

con Carnaval de pueblo amasado en ardor

y junto con la murga, piropo y serpentina,

baja el barrio que ama aunque duela el dolor.

 

Has sido siempre el centro de todos los idilios

desde el ayer castizo de mirada al pasar

cuando los caballeros, respeto y elegancia,

suspiraban por niñas de breve taconear.

 

Cuántas veces de noche habrán cruzado a verte

los muchachos cansados después de algún partido

de básquetbol alegre, en cancha iluminada,

cuando el deporte era un sueño compartido.

 

Un golpe de nostalgia evoca tus placeros

tus fiestas populares difícil olvidar

inabarcable historia, memoria colectiva,

eres plaza de Lascano la vida del lugar.

 

(“Vieja plaza de Lascano”. Letra de Víctor Velázquez. Música de Mario

Maldonado. Incluida en el repertorio de la Banda Municipal de Lascano)

 

 

13. A modo de epílogo

 

 

En el año de la fundación oficial de Lascano terminaban las Guerras Carlistas, esas que tantos inmigrantes habían obligado a marchar hacia otro destino, por ejemplo esta tierra. Alexander Graham Bell patentaba el teléfono.

El buque “Le Frigorifique” llegaba al Río de la Plata, transportando por primera vez carnes uruguayas congeladas con destino a Europa. En nuestro país comenzaba el período histórico conocido como “Militarismo” (Latorre, Santos, Tajes), que se extendería por tres lustros, con sus luces y sus sombras.

En Rocha se fundaba la Sociedad Italiana y nacía el escritor, periodista y publicista Constancio C. Vigil.

Tiempo de cambios profundos, y a veces hasta traumáticos, que aquí fueron llegando morosamente. Por lo demás, ningún hecho militar de destaque ocurrió en esta zona durante nuestras largas guerras civiles.

Apenas si nuestra cercanía con los bañados nos aproxima a la prehistoria lugareña a través, por ejemplo, de los míticos cerritos de indios.

Lascano, “la turquesa agreste” al decir poético de don José A. Ribot, ha sido una comunidad que se ha hecho a su medida y a su manera. Construcción siempre colectiva, sorteando todo tipo de obstáculos.

Al principio desde liderazgos individuales. Con las mutaciones del tiempo, a partir de iniciativas grupales. Pero siempre con la gente acompañando.

Y son muestras de ello los dos grandes festivales: el De Integración o del Asado Con Cuero (del Club de Leones) y el Del Lago, en India Muerta (de la Casa Rotaria).

Es ese, precisamente, un signo de identidad, que nos define, nos ha comprometido siempre y nos compromete ahora, más que siempre. Si nuestra historia, aquí apenas esbozada, ha sido rica, el tiempo por venir habrá de compensar los afanes de los hijos de esta tierra y de aquellos que, sin serlo, la elijan como querencia.

Mezcla de vascuence y romance, Lazcano (para el caso que nos ocupa: Lascano) significa “áspero, resuelto, viejo y maduro de seso”.

Bien que nos cuadra.

 

 

[1]  Que no tiene dueño.

 

[2] Sierras.

 

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