Alejo Umpiérrez

SUMARIO: 1. Introducción – 2. Raíces e inicios – 3. Al llamado de la Libertad – 4. La paz armada – 5. El encuentro de la revolución-  6. 1904: tiempo de combate-  7. De la revolución al civilismo – 8.Tiempo de reconocimientos – 9. Nace el “Herrerismo” en Rocha – 10.  El descanso del guerrero

 

Miguel A. Pereira

Miguel A. Pereira

 

1. Introducción          

 

A través de diversas lecturas conocimos la existencia del personaje de éste artículo y ahora no nos perdonamos nuestra previa ignorancia al respecto por la riqueza del mismo. Para la gran mayoría de nuestros coterráneos este nombre nada significa hoy y sin embargo a su sola voz se levantaban centenares de compatriotas en nuestro departamento para seguirlo adonde fuera. Conviene por lo tanto mirar al espejo de la historia para allí encontrarnos.

Fue el Jefe Militar incuestionable del Partido Nacional en la Rocha de 1904 y arrastró tras sí en tal carácter a más de 400 hombres que lo siguieron en dicha guerra civil. Pero no solo actuó en ésta última patriada sino en todas aquellas que existieron desde que asomó a la adolescencia.

Pero iremos por turno y desde el principio.

 

2. Raíces e inicios

 

Miguel Antonio Martín Pereyra Fernández nació en la Villa de Nuestra Señora de los Remedios de Rocha el 16 de agosto de 1853 siendo bautizado en nuestra parroquia el 1 de noviembre de igual año; hijo de José Pereira y Naciancena Fernández, rochense y carolina respectivamente, nieto de brasileños. Nació en el No. 62 – hoy 1902 – de la calle Treinta y Tres esquina Piedras de la ciudad de Rocha, casa que modificada aún existe. Su padre era barraquero y fabricante de velas; su comercio estaba ubicado pegado a la casa de familia, en la esquina exactamente.    .

Con tan solo 17 años se incorporó a la revolución de Timoteo Aparicio (1870-1872) sirviendo bajo las órdenes de Miguel Yarza en el Escuadrón “Guías de Olid”. Por su desempeño en combate mereció ascensos.

En 1875 nuevamente se pliega a la insurrección bajo las ordenes del legendario Agustín Urtubey, caudillo olimareño, quién luego octogenario participará también en la Revolución de 1897. Pereyra es tomado prisionero por las tropas coloradas de Coronado y Coronel y se fuga.

Fue de joven un viajero empedernido, bon vivant y guerrero, viajando por Argentina y Paraguay. Participó en una revuelta militar bajo las órdenes de Saldaña en Monte Caseros y luego se internó en el Paraguay, instándolo a regresar a su Rocha natal el Cnel. Solari, un entrañable amigo.

En 1886 nuevamente se enanca en un movimiento revolucionario. Ahora es contra el Dictador General Máximo Santos. Es la “Revolución del Quebracho”. Allí se pone por primera vez bajo las órdenes de quién será luego un viejo conocido, el Cnel. Enrique Yarza, rochense que llegó a ser uno de los principales jefes de Saravia en 1904. El movimiento es rápidamente desbaratado en “Puntas de Soto” (Salto) y no alcanzan a incorporarse.

La secesión de Rocha con Maldonado lo encontró como 2º Comisario de nuestra ciudad, función que ejercía desde 1879, siendo el Primer Comisario y por lo tanto su superior el Cnel. Francisco Solari. Solari era colorado y fue Jefe de la División Rocha de los gubernistas de este departamento en 1904. La relación de mutua amistad que se profesaban era tan sólida que ante las persecuciones políticas a que daban lugar las andanzas guerreras de Pereyra optó éste por colocar todas sus propiedades a nombre de otra persona. Nadie mejor para ello que su íntimo amigo-enemigo, el Cnel. Solari. Cosas extrañas de la historia pero verídicas. Mucho lloró Pereyra el fallecimiento de su casi hermano con posterioridad a la última contienda civil. No lo sabemos con exactitud pero – sin quizás – se encontraron frente a frente en Tupambaé, en Paso del Parque o en Paso de los Carros, batallas en que ambas Divisiones “Rocha”, nacionalista y colorada respectivamente, estuvieron simultáneamente en lucha.

 

Casco de su estancia en "Chafalote" (fines S. XIX)

Casco de su estancia en «Chafalote» (fines S. XIX)

 

Fue luego designado más tarde Comisario de la 2ª Sección, India Muerta, donde se desempeñó largos años y al que solo renunció al estallido de la revolución de 1897. En dicho paraje conoció a su futura esposa Ana María Núñez Corbo, vecina de los pagos de “Chafalote”, donde era propietaria de una fracción de mil cuadras aproximadamente, superficie relativamente pequeña para aquellas épocas de campos incultos. De dicha unión nacieron once hijos, todos blancos por supuesto: 7 mujeres (Romana, Belisaria, Clorinda, Celeste, Margarita, Pura y María) y 4 varones (Blanco, Washington, José y Miguel Ángel). Construyeron una casa en el establecimiento rural de “Chafalote” que se transformó en punto de encuentro de todos los nacionalistas de la zona, la que fuera construida por el “Ruso” Soderguit, del que todavía existen bonitas construcciones en Rocha como la ubicada en la esquina de Gral. Artigas y Lucio Sanz y Sancho enfrente a la Escuela Artigas. Dicha casa constaba de un doble techo o falso techo donde se escondían los armamentos, municiones y lanzas de las huestes rochenses de Pereyra. Un último stock duró hasta 1919 – fecha en que arrendó su establecimiento rural y se trasladó definitivamente a Rocha – el que fuera enterrado en un bañado de “Rincón de los Olivera” en campos de Gabino Ubal (padre)  próximo a Aguas Dulces, previo paso por la estancia “Guardia del Monte” de Eliseo Servetto por aquel entonces.

 

3. Al llamado de la Libertad

 

Desde 1894 regía el gobierno del país Juan Idiarte Borda quién estaba a la cabeza de un régimen corrompido y corruptor que había ultrajado todos los derechos ciudadanos y se sostenía en un círculo político y económico oligárquico y contrario a los intereses populares. Así, con el anuncio previo de 1896, la revolución estalló en al año siguiente.

En 1897 Miguel A. Pereyra comenzó la revolución aún antes de que esta estallara. La red de chasques de Saravia había coordinado para que el alzamiento en los distintos lugares del país se produjera el 5 de marzo de ese año, fecha en forma simultánea invadirían Uruguay tanto el Cnel. Diego Lamas como el Cnel. José Núñez desde Argentina y Aparicio y Antonio Floricio Saravia (Chiquito) desde el Brasil por las Sierras de Aceguá. Tal fecha seleccionada no era casual, en igual día de 1870 habíase iniciado la “Revolución de las Lanzas” de Timoteo Aparicio, personaje admirado sin límites por Saravia.

Debido a la lejanía de Rocha respecto de los demás focos revolucionarios previstos, el Comandante Pereyra – ese era su grado en aquel entonces – inició el alzamiento con antelación. Pereyra esparció su gente en la zona de las sierras e islas de “Chafalote” para evitar la persecución policial que se sufría así como por el temor a la leva que llevaba en forma forzada a miles de ciudadanos a luchar en las filas del gobierno con el que no comulgaban y apuntando armas contra sus propios correligionarios blancos. El 14 de febrero de 1897 abandonó su guarida y con sus hombres se lanzó hasta la barra del Arroyo Aiguá con el Arroyo Alférez en la 3ª. Sección Judicial de Rocha donde se unió con una partida de Pedro Chiribao, poblador del “Abra de Lascano”. Totalizaban pocos hombres, sólo 43 pero que no serán los únicos rochenses en la revolución ya que está el propio Yarza y 14 rochenses, quienes integraban el grupo invasor de 383 hombres que acompañaban a Saravia al pisar tierra oriental. Cabe destacar que lucharon también las partidas y grupos de Juan Amorín, Marcelo González, Ramón Ramela, Manuel y Agustín Rodríguez; todas estas últimas no entroncaran con Saravia y lucharán en forma localizada dentro de nuestros límites departamentales.

Estos hombres de Pereyra se unieron – al igual que muchos rochenses en 1904, aunque sin Pereira por lo que se dirá – con las fuerzas de Celestino Corbo de Minas, Nicasio Trías de Canelones, Celestino Alonso de Solís de Mataojo y adyacencias y de Juan José Muñoz, por aquel entonces en Minas. Fue en “Paso de Roldán” del Santa Lucía y se reunieron entonces 417 soldados ciudadanos que se integraron al siempre escaso ejército saravista del ´97, el que en pocas oportunidades superará los 2.500 hombres. A partir de entonces actuará a las órdenes de Nicasio Trías primero, luego de Bernardo Berro (h) y finalmente de Enrique Yarza.

Allí, como en 1904, se destacó como lancero. Su primera intervención militar fue nada menos que en “Arbolito” el 19 de marzo de 1897, batalla de la histórica carga de lanza de “Chiquito” Saravia que le acarreó la muerte. En Arbolito ocupó el centro de las fuerzas blancas bajo el mando del octogenario Cnel. Trías y se batió con denuedo.

Cumplió antes de formalizarse el combate una gestión que bien pudo ser histórica. Se le encomendó a Abdón Arosteguy y a él la función de ser mediadores frente a Muniz. Se desplazaron con bandera blanca de parlamento hacia las filas gubernistas. El combate en realidad se había trabado entre blancos; unos “saravistas” y otros “municistas”. El fin de la gestión era hacer plegar a Justino Muniz al bando de la revolución, aún compartiendo la jefatura del movimiento tal cual lo propusiera Saravia. El destino jugó una mala pasada y por la derecha de las líneas saravistas empezó el tiroteo y se generalizó la batalla, pudiendo apenas regresar sano y salvo nuestro historiado con su acompañante, quienes quedaron en medio de la balacera. Si esa gestión hubiera tenido éxito – más que dudoso – hubiera cambiado la historia de la guerra.

Combatió luego en la batalla de Arroyo Blanco, más conocida por Cerros Blancos, como segundo jefe de la División “Treinta y Tres” de Bernardo P. Berro (h) donde la revolución sufrió su más grande contraste de esa campaña y quedó al borde de la disolución. Solo la genialidad y el coraje Saravia pudo mantenerla en pie y aún al día siguiente derrotar a los gubernistas en Guaviyú, donde Saravia cargó personalmente contra los cuerpos de línea  para romper el cerco. Allí también está Pereyra como lancero.

Su actuación es tan destacada que merece menciones expresas de nada menos que Luis Alberto de Herrera en su obra “Por la Patria” que narra los sucesos de esa revolución. Allí lo llama “correcto y fiel colaborador” y, aún más, como “servidor puro y leal de su partido”. No son pequeños elogias tales conceptos; máxime teniendo en cuenta la pluma de la que provienen.

Siguió combatiendo en toda la campaña del ´97 pero poco más sabemos de su actuación hacia el final de la misma.

Sí sabemos que regresa al pago y al trabajo hasta que otra vez llaman los clarines de 1904.

 

4. La paz armada

 

Cnel. Nicolás Solari. Jefe de la División "Rocha" del Ejército Colorado (1904), amigo entrañable de Pereyra

Cnel. Nicolás Solari. Jefe de la División «Rocha» del Ejército Colorado (1904), amigo entrañable de Pereyra

El período transcurrido entreguerras fue un período de tensión. El país se hallaba cogobernado; Cuestas, Presidente, en Montevideo y Saravia, expectante guardián de las conquista del “Pacto de la Cruz” que cerró el alzamiento del ´97, en su estancia de “El Cordobés”. Ninguna decisión de importancia se tomaba sin anuencia del caudillo blanco.

Las cosas cambian a partir de 1903. En febrero de ese año debe de discernirse el nuevo presidente que sucederá a Juan Lindolfo Cuestas. El Partido Colorado se hallaba dividido; el presidente saliente apoyaba a su ministro Mac Eachen y Batlle y Ordóñez hacía su propia campaña. Recordemos que por aquel entonces no había elección directa a la presidencia; sino que éste era electo por la Asamblea General, o sea diputados y senadores reunidos.  La amplísima mayoría de los cargos vigentes eran producto del pacto político realizado para evitar la guerra en 1901, acuerdo que los blancos apoyaron a regañadientes – incluso el propio Saravia – con el solo fin de mantener la paz . En ese marco, de 88 bancas el Partido Nacional tenía solo 37. Tal número permite imaginar lo que era la distorsión existente en materia de representación política. Se necesitaban entonces 45 votos para que un candidato se transformara en presidente y ninguno de los colorados los tenía. Estaba en escena también Juan Carlos Blanco, colorado de origen constitucionalista, no por peso propio sino porque era el candidato más potable para el Partido Nacional que no podían tener su candidato propio porque faltan votos para tal hipótesis.

Los blancos en su interna votan una moción para apoyar todos unidos un candidato y negociar mejor su peso parlamentario ante el poder colorado; decisión que fue traicionada por el famoso novelista Eduardo Acevedo Díaz y 8 diputados más – que serán conocidos más tarde por los “calepinos” en alusión a un caballo de carreras que fue un fiasco en Palermo, Argentina – quienes en definitiva dieron sus votos para Batlle permitiéndole acceder a la presidencia. Por los antecedentes de relacionamiento y de expresiones hacia los nacionalistas se sabía que la guerra era inevitable. En los primeros días Batlle mete el escalpelo a fondo y pretende quitarle a los blancos dos jefaturas políticas para dársela a Acevedo Díaz, mojando la oreja a Saravia. La repuesta de este no se hace esperar. Se produce el alzamiento de marzo de 1.903 que culmina nuevamente con otro acuerdo político que por sobre todo es una tregua que logra el gobierno ante la inusual repuesta que recibió Saravia. Llegan de todas partes del país más de 12.000 hombres para unirse a Aparicio. Batlle no está preparado para la guerra y transa. Aparicio quiere la paz y acuerda a pesar de saberse fuerte como para derrotar al gobierno, desoyendo a sus jefes que quieren la guerra porque saben de que nada pueden esperar de Batlle. Concluido el Pacto de Nico Pérez, Batlle compra armas por doquier, crea nuevos regimientos, adiestra sus efectivos, se realiza la leva en forma indiscriminada, se encarcelan connotados nacionalistas; en definitiva se prepara para la guerra que él iniciará de motu propio, no el Partido Nacional.

Todos esos hechos repercuten en Rocha y desde mediados de 1.903 la persecución policial se hace sentir por estos lares. Se realiza la temida leva, se persigue y se controla a connotados nacionalistas. A fines de ese año se clausura el periódico nacionalista de Rocha llamado “El Civismo” dirigido por Ernesto F. Pérez – quién será luego Tte. Cnel. de las tropas rochenses al mando de Miguel A. Pereyra – por su violenta prédica antigubernista.

Nuestro historiado no escapa a ello. Apenas estalla la revolución de 1.904, Juan Amorín, Rosalío González y Pereyra – todos rochenses participantes de la revolución de 1.897 – son internados por el gobierno en Brasil para mantenerlos al margen de la revuelta.

 

5. El encuentro de la revolución

 

Naturalmente, ante el temple del Jefe rochense este obstáculo nada significa y comienza en Santa Victoria del Palmar a organizar la invasión a Uruguay. Allí reúne pertrechos y hombres, combina por telegramas vía Bagé-Santa Victoria su unión al grueso del ejército. Días antes de invadir el territorio nacional se toma conocimiento de la batalla de Paso de los Carros en Treinta y Tres, dura derrota de la retaguardia nacionalista frente a Muniz, que complica los planes de Pereyra. Ello aparece reflejado en el telegrama que envía a su contacto de Bagé comunicando la noticia de tal desastre y pide que su hijo Blanco Pereyra Núñez “no salga”, o sea que no invada con otro contingente de rochenses que se hallaba en aquella zona. Finalmente el ingreso se realiza por el Chuy dirigiéndose a la zona de Cebollatí, cruza el río de igual nombre y se estaciona con sus hombres en la estancia de un primo de igual apellido en el Paraje “Rincón de Ramírez” en el departamento de Treinta y Tres. Todo esto sucede a mediados de mayo de 1.904, hasta que a fines de dicho mes se une al ejército saravista en el campamento de Puntas del Zapallar, arroyo de Cerro Largo, bastante próximo a Melo, conjuntamente con un contingente comandado por  el referido Ernesto F. Pérez.

Se pone inmediatamente a las ordenes de otro rochense, el Cnel. Enrique Yarza, quién comanda la División No. 1, División “Cerro Largo” y allí militarán los rochenses por el resto de la revolución. Cuando los rochenses dispersos en el ejército conocen la llegada de su jefe, en cuestión de días, el número de integrantes del Regimiento “Rocha” superará las 400 plazas y ello está atestiguado también por la revista realizada por el Comandante Miguel A. Pereyra el 1 de julio de 1.904 a orillas del Arroyo Sarandí del Quebracho (depto. de Cerro Largo). No serán estos los únicos rochenses que combatirán en la revolución pues hay muchos que participan dentro de la División No. 4 del ejército revolucionario, División “Maldonado” comandada por Juan José Muñoz, básicamente gente de la zona de Garzón y Rocha – tal cual obra en documentación a nuestra vista – todo lo que nos hace suponer que los rochenses que participaron en la contienda superaron largamente el medio millar.

 

6. 1904: tiempo de combate

 

A partir del 25 de mayo de 1.904 el Regimiento “Rocha” intervendrá – y será protagonista – de todos los combates hasta el fin de la contienda. Nuestros coterráneos estarán en Tupambaé, Santa Rosa del Cuareim y Masoller, ofrendando en cada combate la cuota de sangre de estas tierras del este en aras de la libertad. Solo se faltó a la cita de Illescas, Mansavillagra, Fray Marcos, Paso del Parque y Paso de los Carros, sin perjuicio de los rochenses que sí participaron en todos esos combates dentro de la División “Maldonado” como dijimos.

Pero vayamos por turno. Saravia y su ejército pasan un largo período en el Arroyo Zapallar – desde el 25 de mayo al 16 de junio – recomponiendo fuerzas y caballadas sin ser hostigados ni por el Ejercito del Norte al mando de Benavente que se hallaba al Norte del Río Negro, ni por el Ejército del Sur comandado por Justino Muniz que se hallaba campado en las proximidades de Nico Pérez por falta de caballadas y recibiendo avituallamiento en dicha terminal de la vía férrea por aquel entonces.

Se espera con gran ansia la llegada de armamento desde Argentina adquirido por la Junta de Guerra en Buenos Aires. La revolución está prácticamente sin municiones y con escaso armamento. Se confirma que dicho cargamento estará llegando los primeros días de junio y se comisiona a Abelardo Márquez para traer esas armas hasta el campamento saravista con directiva estricta de que lo hiciera bordeando la frontera brasileña para evitar riesgos. Márquez, a instancias del Directorio en Buenos Aires, desobedece e intenta vanamente conquistar Salto para obtener el reconocimiento de beligerancia para los blancos en armas por parte del gobierno argentino y brasileño. Fracasada la toma se interna en el territorio nacional y el Gobierno a través de quién será en el futuro presidente de la república, el Cnel. Feliciano Viera, sale a la caza de Márquez y el armamento. Ya será tarde para buscar la frontera. Saravia toma conocimiento de todo esto y envía al mando del caudillo poronguero José F. González un contingente de hombres desarmados con el fin de pertrecharse al tomar contacto con Márquez. Lo componen a dicho grupo 3.712 hombres de todas las divisiones que irán con un jefe de cada división. Pereyra comandará 260 hombres desarmados que integraban la División “Cerro Largo” y allí hay muchos rochenses. Deberán de regresar antes de hacer contacto con Márquez porque este ha sido sorprendido en Salto, en Guayabos el 6 de junio, y le ha sido tomado el parque duramente obtenido, el que se ha perdido en su casi totalidad, salvo algunas carretas que pudieron salvarse. Se enteran de ello aún antes que el propio Aparicio al detenerse un chasque que llevaba la infausta noticia. Regresa Pereyra con González el 13 de junio luego de 15 días sin descansar. Las tropas vuelven desarmadas, más a pie que antes y desmoralizadas, incluso cerca de la frontera se han producido deserciones, pero nada hace mella en el espíritu del entonces Comandante Pereyra.

Postal que se comercializaba en la época, al igual que de todos los jefes saravistas (1904)

Postal que se comercializaba en la época, al igual que de todos los jefes saravistas (1904)

La decepción de Saravia no tiene límites. El y sus jefes ocultan la mala noticia a sus tropas casi inermes para evitar la caída de la moral combatiente así como deserciones masivas. Por ello Saravia resuelve que no hay ora alternativa para mantener la moral en alto que dar frontalmente batalla al ejército colorado. Se reunen los jefes de todas las divisiones con el fin de decidir si batallan o no; y en caso de decidirse por el combate; contra quién lucharán. Votan todos los jefes divisonarios y triunfa la opción de batallar contra Justino Muniz quién está al Sur, ahora en Santa Clara del Olimar. Este es el origen de la decisión que abre la puerta a la batalla más sangrienta de toda nuestra historia: Tupá-Mbaé o Tupambaé. Su nombre en guaraní significa Tierra de Dios y allí miles tomarán el camino directo hacia los brazos del Señor.

Saravia organiza su ejército para la lucha, ya no se trata de organizar permanentemente retiradas para desgastar al gobierno frente a la opinión pública. Ahora es luchar a matar o morir. Según la última revista de abril en Fraile Muerto – luego de Paso del Parque y antes de la incorporación rochense – el ejército cuenta con 12.430 hombres, con un museo de armas que asciende a 5.650, de las que son utilizables 3.794, con un promedio de 60 tiros por arma. O sea más de medio “ejército” desarmado y el resto sin municiones, hecho que fue la constante de toda la revolución y que realza aún más a ésta y sus militantes; ciudadanos iluminados por el ideal de libertad. Frente a ellos no estará el “yaguané” Muniz, sino el coloradísimo “zumaco” Cnel. Pablo Galarza, personaje sanguinario responsable de degüellos varios, quién acostumbraba a vestir de rojo de pies a cabeza, el que se hacía acompañar por un sobrino de 11 años vestido de igual forma. Contaba éste con más de 5.000 hombres excelentemente pertrechados en materia de caballadas, municiones (más de un millón de tiros contra 200.000 de la revolución) y armas, incluido un cuerpo de ametralladoras. La batalla durará dos días (22 y 23 de junio), que culminan con un virtual empate, pero el 24 de junio – gracias a la genialidad militar de Saravia una vez más – se produce la derrota de Galarza quién es perseguido por Aparicio más de 10 leguas hasta el Arroyo Las Pavas cruzando la frontera de Cerro Largo y entrando en Treinta yTres. Es una victoria nacionalista Má moral que militar, si no es concluyente se debe una vez más a la falta de municiones. En ésta batalla se producirá la última de las legendarias cargas a lanza seca de la historia y allí será protagonista principalísimo Miguel A. Pereyra . *

Luego el ejército se dirige a rearmarse y para ello es imprescindible tomar la actual ciudad de Bella Unión, por entonces llamada Santa Rosa del Cuareim, con el fin de permitir que pase un segundo cargamento de armas procedente de Concordia. La ciudad será tomada por la gente al mando del Cnel. Rafael Zipitría de la recientemente creada División 16, con otros contingentes. Nuevamente los rochenses están al frente de la acción y pagarán un alto tributo de sangre. Allí será herido el hijo del Cnel. Pereyra, el apenas adolescente Blanco Pereyra Núñez. *

Una vez rearmado el ejército revolucionario se dirige confiado a Rivera. Antes se llega a Masoller donde la tragedia espera detrás de los cercos de piedra. Nuevamente la División 1 “Cerro Largo” estará en la vanguardia de la lucha y sufrirá pérdidas cuantiosas solo comparables a la Tupambaé. El Regimiento “Rocha” estará en la primera línea de fuego y dará su generosa ofrenda de sangre. Será herido de muerte nuestro coterráneo y jefe de dicha división Cnel. Enrique Yarza quién morirá en Brasil. Caerán los rochenses Nicolás Gabito, Gabino Ubal, Manuel Olivera, Enrique Pizarro, Gregorio de León, Silvano Alonso y muchos otros *

Masoller será la última lucha militar de Pereyra. Después vendrán otras luchas, las cívicas donde con su ascendencia y liderazgo contribuirá a consolidar el funcionamiento democrático de nuestra región.

 

7. De la revolución al civilismo

 

Masoller debe de haber significado un gran impacto emocional para el Cnel. Pereyra. Allí luchó junto con Yarza y Saravia en la primera línea de fuego. Vio caer a muchos de sus hombres. Sintió como una batalla ganada se perdía por un solo balazo dado al caudillo inmortal.

Habrá pensado muchas horas y aún más veces a los largo de los años que hubiera pasado en Masoller si Saravia hubiera escuchado aquel mediodía del 31 de agosto el consejo de la reunión de los Jefes Divisionarios en el que participó nuestro historiado junto con Yarza. Se le pidió atacar ese día a la vanguardia gubernista antes de que tomara posiciones y esto quizás hubiera cambiado la historia. Fue el único testigo de esa histórica discusión que no era jefe de división y si allí estuvo fue porque “el jefe de las milicias de Rocha era el hombre de confianza de Yarza” según expone un testigo de dicha reunión, el Dr. Bernardo García, del estado mayor de la División No. 13, el llamado “Ejército del Norte” del Cnel. Guillermo García.

Los días siguientes a Masoller transcurren sin noticias directas de Pereyra. Si sabemos de sus pasos es por una libreta de anotaciones llevada por uno de sus soldados el Tte. Gustavo Uriarte. De allí podemos saber que se siguió peleando contra el gobierno, todavía el día 7 de setiembre desde el alba hasta pasado el mediodía. Luego de desarmadas nuestras milicias rochenses el 13 de octubre se dirigen los aún no dispersos hacia nuestras tierras hasta que el mediodía del 17 de octubre, cruzando el Cebollatí, entran en suelo Rochense por la Picada de Corbo.

Concentración nacionalista en sierras de San Miguel, campaña para la Constituyente (1916).  En el centro a la der. Pereyra, a la izq. Domingo Cardoso, caudillo zonal.

Concentración nacionalista en sierras de San Miguel, campaña para la Constituyente (1916).
En el centro a la der. Pereyra, a la izq. Domingo Cardoso, caudillo zonal.

De allí en más el perfil de Pereyra no será el de político sino el de un líder militar y moral con gran ascendencia sobre la masa blanca por su integridad y pasado revolucionario. Jamás incursionará en candidaturas,  será el Jefe Militar de los Nacionalistas de Rocha, como rezaban las postales de época. Vivirá pacíficamente en su establecimiento rural de Chafalote hasta que en 1.919 se traslada a la ciudad de Rocha.

Su formación militar le hacía descreer de lo político y en principio no tomó definición en la interna partidaria. Siguió moviendo las masas rochenses para su partido pero con una visión crítica. Esto lo demuestra un pie de una fotografía que acompaña este artículo que reza textualmente: “En San Miguel. Enero 14/1.916. Ultima reunión que asistí de mis queridos compañeros blancos, teniendo el propósito de no concurrir más a reuniones blancas mientras nuestros hombres dirigentes sigan en la política del candombe con el Partido Oficialista que burla la ley y traiciona nuestro pueblo. Junio 30 de 1.917. Miguel A. Pereyra” Obviamente la fotografía reproducida se trata de la campaña electoral para la Constituyente de 1.916 que significó un triunfo rotundo del Partido Nacional en la primera elección con voto secreto de carácter nacional. Su decepción probablemente venga de que si bien los blancos triunfaron debieron negociar con el “Partido Oficialista” la nueva constitución que de otra forma no habría sido aprobada.

 

8.Tiempo de reconocimientos

 

Banquete-homenaje a Pereyra celebrado en el Hotel  "Alhambra" de la capital (1919).

Banquete-homenaje a Pereyra celebrado en el Hotel «Alhambra» de la capital (1919).

El 8 de febrero de 1.919 se le rinde un homenaje al Cnel. Pereyra por su actuación al servicio de la causa blanca a lo largo de casi medio siglo a pesar de no desempeñar cargo público alguno. Según la invitación dicho banquete – con menú en riguroso francés según costumbre de época – es auspiciado por “sus amigos”. ¿Quienes eran “sus amigos”?. Según algunas de las firmas originales que lucen en la misma invitación eran nada menos que los siguientes: un joven abogado; Luis Alberto de Herrera, quién por entonces era ex diputado, ex miembro del Directorio, constituyente por Río Negro y senador suplente; el Dr. Carlos Berro, abogado, Diputado por Montevideo, Vicepresidente de la Asamblea Constituyente que había aprobado la Constitución de 1.917 y Vicepresidente del Directorio nacionalista de ese entonces e integrante del de 1.904; Luis Eduardo Segundo, escribano, ex diputado y constituyente de 1.917, soldado de 1.904; Roberto Berro, médico, diputado por Montevideo y ex integrante del Directorio; Bernardo Rospide, constituyente por Soriano; Eduardo Ferrería, escribano, constituyente del ´17 y diputado por Montevideo; Dionisio Coronel, escribano, constituyente del ´17 por Treinta y Tres y diputado por Cerro Largo; Pablo Piedra Cueva, abogado y diputado por Montevideo; Ignacio Arcos Pérez, médico, ex integrante del Directorio y constituyente por Florida; Manuel Oribe Coronel y Carlos María Ibarlucea y Juan T. Mengotti, convencionales nacionales del Partido Nacional por Montevideo los primeros y por Rocha el último, etc. Por un diario de época sabemos que en tal homenaje celebrado en el Hotel Alhambra participaron muchísimas otras figuras de primera plana como ser Luis Ponce de León, abanderado e intimo amigo de Saravia en el 1.904, por entonces diputado por Durazno y constituyente del ´17; Carlos María Morales, integrante en Buenos Aires de los Comités de Guerra de 1.897 y 1904; Enrique Andreoli, diputado por Montevideo, constituyente del ´17, cofundador con Roxlo y Herrera de “La Democracia”; Rogelio Mendiondo, diputado por Montevideo y constituyente del ´17; Antonio María Fernández (h) integrante de la División “Florida” de la Revolución del ´04. Si hacemos este tedioso listado de personas y funciones que desempeñaban es para que el lector tome la cabal importancia que tenía el nombre de Miguel A. Pereyra como referente partidario no solo departamental sino nacional y comprobar así que éste artículo no se trata de una simple digresión telúrica.

 

9. Nace el “Herrerismo” en Rocha

 

Su no participación electoral como candidato no le será impedimento para definirse posteriormente. En los fogones de las dos revoluciones saravistas trabó fuerte relación con un joven alto, desgarbado, de gran elocuencia y valentía que luchó en dichas gestas. Era Luis Alberto de Herrera, quién lo cautivó con su dimensión política que ya se anunciaba. Así Pereyra fue de los primeros “herreristas” del Uruguay y el primero de Rocha; cuando aún dicho término no formaba parte del lenguaje político nacional. En 1.922 acompañó con Alfredo Samuel Vigliola en la formación del primer “Comité Herrerista” de Rocha del que obviamente fue su Presidente. Respaldó entonces lo que sería la primera candidatura presidencial de Herrera – quién obtendrá 116.080 votos y el 47 % de los sufragios – donde será derrotado por un escaso margen por el Ing. Serrato.

Miguel A- Pereyra, poco antes de su fallecimiento (Circa 1925)

Miguel A- Pereyra, poco antes de su fallecimiento (Circa 1925)

Lo acompañará en su segunda candidatura en 1.926 donde será derrotado por poco más de mil votos en más de 250.000 sufragios. Los votos que faltaron para la victoria de Herrera se los llevó Lorenzo Carnelli fuera del lema Partido Nacional quién obtuvo 4.677 votos que hicieron la diferencia, impidiendo que el Cnel. Pereyra pudiera ver la primera victoria presidencial de su querida divisa

 

10.  El descanso del guerrero

 

Esta será la última patriada de Pereyra quién respetado y admirado hasta la veneración por sus partidarios y correligionarios – y también por quienes no lo eran – fallecerá a los 73 años el 29 de julio de 1.927. Le había precedido en el camino a la eternidad su esposa Ana Núñez de Pereyra poco tiempo antes, el 26 de setiembre de 1.925. Hablaron en sus exequias el Presidente de la Departamental, el Dr. Pereda Valdez y el diputado por Rocha – futuro senador herrerista – Alfredo S. Vigliola Llovieron los telegramas de condolencia desde todas partes, entre algunos que pudimos ubicar se hallaban los enviados por el Directorio del Partido Nacional, la Convención del Partido Nacional, Luis A. De Herrera, el Cnel. Antonio María Fernández, jefe revolucionario de la División No. 6 de Florida de 1.897 y 1.904, la departamental blanca de igual departamento y la de Rocha, el Comité de Obreros y Empleados Nacionalistas, Seccionales de Combatientes de 1.897 y 1904, telegramas de sus servidores o de simples ciudadanos desde todos los rincones del departamento que conformaron un sepelio que fue, al decir de un periódico de época – “una imponente demostración de duelo”.

A los 10 años de su fallecimiento se celebró un imponente acto- homenaje ante su tumba, colocándose una placa recordatoria. El paso del tiempo permitió que entre los homenajeantes estuvieran dos de sus hijos;  Blanco Pereyra Núñez, por ese entonces presidente de la Departamental Nacionalista y Belisaria Pereyra Núñez presidenta de Movimiento Femenino Herrerista de Rocha. Hicieron uso de la palabra el diputado Ulises Collazo por el Directorio del Partido Nacional; Noemí Fascioli por el Comité Nacional Herrerista; Antonio M. Graña, secretario de la Comisión Departamental; Alfredo Vigliola, diputado herrerista, Delfina Canaves por el Comité Central de Rocha; Melchora C. de Gabito por la Juventud Herrerista y Juan José Amorín Monúa por jóvenes blancos rochenses; Margarita Cadán (¿Cendán?) por el comité “Margarita U. de Herrera”, “Pocha” Leiza por Mujeres Nacionalistas de Rocha y Pedro Amonte por los soldados de las cruzadas redentoras saravistas. Fue un acontecimiento multitudinario como lo ilustra la foto de “El Debate” que acompaña este artículo. Allí se congregaron una legión de blancos, mujeres y hombres, simples ciudadanos así como soldados de Pereyra. El detalle emotivo de la instancia lo brindó su soldado, el Tte. Ceferino Delmond, quién por la mañana y antes del acto, arregló devotamente la tumba de su venerado jefe de las revoluciones del ´97 y el ´04.

El guerrero descansa eternamente en nuestra necrópolis. Indebida e injustamente olvidado por su colectividad con la sola presencia de la placa de bronce de 1.937 antes referida. No se lo merece porque es parte de nuestra mejora historia; no solo partidaria, sino rochense. Desde aquí lo reivindicamos y recordamos para que su memoria perdure en el tiempo.

 

Homenaje en el décimo aniversario de su fallecimiento en la necrópolis de Rocha (1937).

Homenaje en el décimo aniversario de su fallecimiento en la necrópolis de Rocha (1937).

 

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