SUMARIO: 1. Memorándum histórico – 2. La partida al Viejo Mundo – 3. El voluntario rochense Pedro Celestino Milano – 4. Versos para Milano – 5. El voluntario, el legionario, nuestro héroe – 6. La prensa y los agasajos, Cupido aparece en escena
1. Memorándum histórico
Nació el 19 de mayo de 1916 (aunque erróneamente en el legajo de la Legión Extranjera figura como fecha de nacimiento el 19 de noviembre de 1917), en el Paraje “La Tala”, proximidades del por aquel entonces Pueblo “18 de julio”, hoy Villa del mismo nombre, donde residían sus padres.
Sus padres fueron Juan Milano y Baldramina Moreno; éstos llegaron a la zona de San Miguel al comienzo del siglo pasado desde la zona de Lascano, pero los abuelos de Pedro – Agustín Milano y Teresa Temboni -, ya casados llegaron a igual paraje, probablemente a fines del siglo XIX, entrando por el puerto de Paysandú, desplazándose al igual que otras familias de inmigrantes a esta zona de San Miguel.
Concurrió a la Escuela Nº 12 de aquel pueblo, y allí se registró la inscripción siguiente: “Acta Nº 641- año 1927 – Datos Generales : Pedro Celestino Milano, oriental, edad: 11 años – mayo 17 de 1927. Sus padres: Juan Milano y Baldramina Moreno. Egreso: el 18 de marzo de 1931 por exceso de edad.”
La escuela en aquel entonces ya era urbana y estaba ubicada frente a la plaza principal del pueblo y en su tercer local de ubicación.
Cumplido el ciclo escolar, no otra cosa podría realizar un muchacho como Pedro por aquellos años y en tan remoto lugar, sino tareas rurales, las que fueron aprendidas junto a su padre. Pueblo chico donde todos se conocían, el destino lo llevó a trabajar como peón rural con quién tal vez haya sido su único patrón, y que ya disponía de una pequeña propiedad aledaña al pueblo y junto al hoy Parque Nacional de San Miguel; nos referimos a un albañil de oficio y que con el tiempo adquiriera renombre por su inteligencia, honestidad, responsabilidad y capacidad de trabajo: Gregorio “Coco” García, capataz y mano derecha de Don Horacio Arredondo en todas las obras de la reconstrucción del Fuerte San Miguel y el Parador del mismo nombre.
Pero Pedro, al igual que todos los jóvenes, también tenía sueños que en su pago no se podían realizar y por eso al igual que muchos otros de su tiempo, pensó en buscar su realización en otro lugar. Su pretensión se vio trunca en principio por la oposición de su padre y por la minoría de edad. La intervención de su patrón, haciendo de padrino en el asunto, y ya quizás cumplidos los 18 años, resolvió el problema y Pedro voló en busca de lo que su pago no podía darle.
Recordamos que en 1936 aún residía en este lugar, pero desconocemos su trayectoria desde esta fecha hasta su embarque con destino a la Guerra Mundial el 11 de noviembre de 1941.
Al igual que otros voluntarios uruguayos sintió el deseo de luchar por la libertad de Francia sometida por el nazismo y de dar su sangre por ella y por la convicción de sus ideales de Libertad y Democracia. Para muchos que los vieron partir, se trataba de una aventura sin regreso.
Después de cuatro años de lucha feroz, derrotado el nazi-fascismo, se produjo el retorno triunfal y heroico a la Patria.
2. La partida al Viejo Mundo
Como ya lo dijimos ocurrió el 11 de noviembre de 1941, junto a los demás voluntarios y con un mismo destino, la guerra. El viejo navío “Northumberland” tuvo la responsabilidad de llevar tan preciosa carga de jóvenes idealistas. El Caribe los vio pasar rumbo a Canadá, donde después de una breve estadía partirían hacia Inglaterra, su primer destino. Una vez cruzado el Atlántico, en Londres, hubo una corta estadía de entrenamiento donde tuvieron la visita emocionada de quien sería su jefe supremo, el general Charles de Gaulle.
De nuevo al Atlántico, abandonaron Inglaterra con rumbo a la ciudad de Durban en África del Sur. De allí partirían una vez más con rumbo al Canal de Suez en el Norte de África (Egipto), y de allí a Beirut, capital de Líbano. Ahí recién después de una muy corta estadía, se les adjudicó destino: la Legión Extranjera y – al decir de su compañero Domingo López – de allí al infierno; es decir; a Libia en el norte africano donde se estaba luchando contra las fuerzas alemanas al mando del General Erwin Rommel.
Al mando del Coronel Koenig recibió su bautismo de fuego en las quemantes arenas del desierto libio. Así se sucedieron combates del porte de Tobruk, El Alamein y Bir-El-Hackeim; que supusieron su entrega total a la causa de la libertad, puesto que fueron estas las batallas más cruentas desarrolladas en el norte africano y que decidieron la derrota del ejército alemán en aquella región y donde los voluntarios rochenses Pedro Celestino Milano y Domingo López Delgado se cubrieron de gloria.
3. El voluntario rochense Pedro Celestino Milano
Si duro fue el viaje en condiciones paupérrimas en cuanto a comodidades y en un viaje alrededor del mundo, con régimen militar hasta para comer y descansar; imaginemos por un instante las condiciones que debieron soportar los legionarios en el frente de lucha y en las batallas que mencionamos antes, en las tórridas arenas del desierto africano, donde se comía cuando el enemigo lo permitía, en condiciones infrahumanas, con medio litro de agua por día por ración en medio de una temperatura nunca inferior a los 42-43 grados durante el día, en pozos polvorientos de trincheras o en carrera a través de las arenas ardientes, en alerta permanente frente al enemigo, bombardeados por obuses y por la aviación, atacados por tanques, resistiendo el cansancio y el sueño como un enemigo más, mojando la punta del pañuelo con la escasa agua para lavarse los ojos y mantenerse despiertos y aun así agradeciendo a Dios por estar vivos todavía y poder continuar peleando por Francia y su liberación, por sus ideales y la libertad del mundo amenazado por el nazi-fascismo.
Por todo eso pasó Pedro Milano, nuestro héroe y lo habíamos olvidado. Volvió con el pecho cargado de medallas ganadas con sangre, sudor y lágrimas, bajo el humo del cañón y no lo habíamos percibido. Tenía razón el ilustre dominicano Federico Henríquez y Carvajal cuando pronunciara aquella frase que lo hiciera célebre diciendo: “Oh América infeliz, que solo sabes reconocer a tus grandes vivos cuando ya son tus grandes muertos”.
4. Versos para Milano
En nuestra Villa “18 de julio” hubo un paisano guitarrero y verseador que lo recordó a nuestro paladín local de ésta manera. Así el payador Odelid Víctor Corbo en 1945 escribió:
A Pedro Milano
Sonó el clarín en el llano
junto a otros veteranos
allá va Pedro Milano
con decisión sin igual
En Inglaterra desembarcaste
para recibir instrucción
y en África fue tu acción
actuando en patrullaje
para honor de tu nación
Hoy al llegar bajo el cielo
de tu madre tan querida
ella que lloró afligida
de su hijo la decisión
pudo ver como el cañón
respetó tan noble vida.
5. El voluntario, el legionario, nuestro héroe
Pero la guerra no había terminado en las ardientes arenas del desierto africano. Francia y la libertad le pedían un esfuerzo más, otro sacrificio adicional. Así paso a la tierra de sus antepasados, en la magna Italia; de las calcinantes arenas africanas a las cumbres nevadas de los Apeninos.
Ya habían caído para siempre muchos compañeros bajos las balas del enemigo pero la lucha exigía un empuje final, la victoria estaba próxima. Sin embargo la lucha continuaba y los alemanes se hallaban atrincherados en el monasterio de Montecassino y vendieron cara su derrota. Pero era el comienzo del fin. Las fuerzas del eje Berlín- Roma habían caído. En ésta última y decisiva gran batalla estuvo el legionario Pedro Celestino Milano, el héroe de este pequeño rincón rochense que es el pueblo “18 de julio”. Que debe y quiere perpetuar su nombre para reconocimiento de las actuales y venideras generaciones.
En Italia la curiosidad y el deseo de conocer la tierra de sus antepasados lo llevó a cometer un acto de indisciplina que los jefes de la Legión no le perdonaron a pesar los méritos recibidos por actos de valor en el campo de batalla durante la guerra.
De la tierra de sus antepasados se dirigió a Francia, hubo de cruzar los Alpes y sus altas cumbres para pisar el suelo francés. París los esperaba, el Arco del Triunfo los aguardaba y un desfile triunfal por la avenida de los Campos Elíseos – de acuerdo con la tradición victoriosa -, el que los haría olvidar todas las fatigas y miserias de la guerra. El 5 de abril a las seis de la tarde se había firmado el armisticio y los ejércitos aliados habían terminado con aquella pesadilla para la humanidad. El mundo libre y democrático celebraba jubilosamente la victoria entre risas y lágrimas. Alegría por la victoria y tristeza por los que murieron en el campo de batalla y ya no regresarían a su Patria, por los que allá regaron su sangre por un ideal muy caro para los hombres libres: la Libertad.
Al conocerse la noticia, este pueblo de “18 de Julio” nos vio caminar por sus calles al son de la marcha “Mi bandera”, tocada por los músicos populares con violines y guitarras como adhesión jubilosa al mantenimiento de este universo de valores tan caros para la humanidad.
Pedro: el hijo grande de este pago chico, supo de las miserias de la guerra, como también por los múltiples agasajos de recibimiento y admiración por el pueblo uruguayo pero especialmente por el pueblo de Rocha al regreso a su seno familiar, conjuntamente con el legionario Domingo López Delgado (el popular “Tábano”). Juntos en la guerra, juntos en la victoria, juntos también en la anhelada paz.
6. La prensa y los agasajos. Cupido entra en escena
Según lo consigna en su diario personal Domingo López Delgado; la guerra terminó el lunes 5 de abril de 1945, a las 6 de la tarde. Alemania e Italia habían firmado su rendición incondicional ante los Aliados. Francia era otra vez libre y el mundo despertó de aquella pesadilla al grito de libertad.
El 30 de agosto de 1945, comenzó su retorno Pedro C. Milano junto a los demás voluntarios que habían partido un ya lejano 11 de noviembre de 1941 desde el puerto de Montevideo.
Para muchos que sintieron la misma pasión por la Libertad y la Democracia, lamentablemente el destino les negó el regreso y el agitar de pañuelos de familiares y amigos. Tierras extrañas recibieron su sangre generosa en aras del Ideal. Ahora nuevamente surcarían las aguas del Atlántico a la inversa, en viaje hacia la paz y no a la guerra. El viejo carguero “Groix”, fue el encargado de retornar a su tierra tan valiosa como heroica carga de valientes voluntarios que durante cuatro años ofrecieron su sangre por la libertad, bien supremo del hombre.
El 30 de agosto partió de Paris en ferrocarril rumbo al puerto de La Palisse de donde partiría la vetusta nave que los volvería a la Patria y al reencuentro con sus afectos. El 21 de septiembre de 1945 atracó en el puerto de Montevideo. Una multitud jubilosa los esperaba. Todos los medios de comunicación se ocuparon de ellos con gran destaque en sus titulares. En la ciudad de Rocha se creó una comisión de prohombres para organizar el recibimiento y los homenajes a los dos rochenses que regresaban después de cuatro años de ausencia luchando por Francia Libre. Al igual que en Montevideo donde habían sido recibidos por las máximas autoridades -incluso el Presidente de la República Dr. Juan José de Amézaga-; en Rocha también pueblo y autoridades sumaron presencia para homenajear a sus héroes vernáculos. Instituciones sociales, deportivas y culturales se sumaron para darle brillo a los festejos programados. Y por si esto fuera poco, luego de los festejos oficiales, siguieron muchos días de invitaciones particulares de familiares y amigos para almorzar o cenar. Una de estas reuniones, fue propicia para el contacto de la Srta. Tula Pini Amaral con el joven legionario Pedro Celestino Milano.
El 4 de octubre de 1945 su padre, don Carlos Pini, lo invitó a tomar un té en su casa pues quería también agasajarlo. El día 6, Pedro y Tula volvieron a encontrarse. Por lo visto los encuentros continuaron y el 24 de diciembre de 1945, en Nochebuena, quedaron ligados como novios oficialmente ante la familia y la sociedad. El matrimonio recién se concretó el 2 de setiembre de 1951. El matrimonio Milano-Pini hubo tres descendientes; dos hijos varones (Jorge Carlos y Eduardo Antonio, bancario el primero y médico el segundo) y una fémina, Ana, la menor de esta familia (también estudió medicina y desarrolla su actividad en la ciudad de Rivera). Los hijos varones están radicados en Montevideo. Pedro no tuvo felicidad de ver a sus hijos criados, pues falleció el 24 de noviembre de 1962; a consecuencia de las lesiones que le ocasionaron un accidente de automóvil callejero que no provocó. El destino le hizo una mala jugada, ocurriendo en la paz lo que no ocurrió en la guerra.
Durante la conflagración llegó al grado de sargento y su uniforme ostentó gallardamente tres medallas y tres cruces, además de los distintivos de su uniforme. Francia le adjudicó la nacionalidad, al igual que a Domingo López su compañero.
Se desempeñó como bibliotecario en el Liceo Militar desde 1953 hasta 1962. Había estado en Salto desde 1946 hasta 1951. En 1962 y durante algunos meses fue secretario en la Administración Nacional de Puertos.
Esta es la vida de un hombre rochense que se jugó por sus ideales y que merece el recuerdo perenne de sus coterráneos quienes no deberán dejar caer su memoria en el olvido y que aún merece reconocimientos que no ha recibido este soldado de la libertad.
La historia está contada. El tiempo hará el resto.
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